Parte de todo esto (Martín López Lam)

parte

Parte de todo esto (Martín López Lam). Ediciones De Ponent, 2013. Rústica con solapas. 20 x 29 cm. 208 págs. B/N. 22 €

Martín López Lam es un joven artista afincado en Valencia desde hace diez años, peruano de nacimiento, que yo conocía por ser uno de los responsables del excelente fanzine Kovra, y que ahora da el salto a la obra larga de la mano de Ediciones de Ponent con Parte de todo esto, una recopilación de cuatro historias.

Lo que hace López Lam podría encuadrarse en cierto costumbrismo naturalista, que busca la precisión en los diálogos y reproduce el español de Perú con una fidelidad refrescante —que me recuerda, quizás porque lo he leído hace muy poco, a la colombiana Power Paola y su Virus tropical—, pero sabe cuándo introducir toques de un lirismo muy medido, nada cursi. Y esto lo hace, en primer lugar, a través de sus textos, uno de los puntos fuertes de Parte de todo esto. Cuando uno hojea el cómic, se tiene la sensación de que en algunas partes el volumen de texto de apoyo es algo excesivo, sensación que refuerza la composición de página que toma por norma, totalmente clásica. Pero lo cierto es que, una vez iniciada la lectura, ésta es absorbente y muy fluida, sobre todo porque el estilo de López Lam es sólido, huye de lugares comunes y transmite una sensación de cierta amargura entremezclada con la nostalgia que se podía esperar de cualquiera que escribe sobre su pasado, y que funciona perfectamente. Es fácil empatizar con estas historias de amistad y amor entre jóvenes, y reconocerse en sus vivencias y errores.

parte_sample_2

He dicho hace un par de líneas que López Lam escribe sobre su pasado, pero lo cierto es que no es del todo así; él no aparece como personaje, sus historias parecen ser las de otros. Pero es inevitable pensar que algo de autobiografía sí hay en sus páginas, por lo menos en algunos detalles como el hecho de que Óscar, el protagonista de «Parte de todo esto» —la cuarta historia del tomo— también dejara Perú para establecerse en Valencia. El mismo Óscar aparece también en «Una historia de cursis», lo cual no hace sino reforzar esa sensación de que bien puede ser su alter ego.

Como dibujante, López Lam mantiene un estilo expresionista, de manchas y trazos de pincel sueltos y gruesos, con los que crea ambientes bastante opresivos. A mí me gusta más cuanto más se suelta, especialmente cuando dibuja paisajes naturales en la última de las historias.

Esa última historia, que lleva el mismo nombre que el tomo, es mi favorita, por su estructura y la manera en la que intercala pequeñas historias durante un viaje en coche, pero también porque es donde noto al autor más libre, más a gusto. «Déjalo ya» es la tercera, y también es interesante, porque rompe en parte la tónica de historia basada en la experiencias juveniles y los recuerdos y plantea una historia más canónica, aunque eso no significa que abandone el tono que predomina en las cuatro. «Apagones», que abre el libro, también la protagonizan un grupo de amigos, en el contexto esta vez de la violencia armada y los atentados en Lima. Es buena, pero me parece inferior a las otras tres.

Parte de todo esto ha supuesto una sorpresa, relativa, porque ya había leído las historias cortas de López Lam en Kovra —historias que ahora se integran en «Parte de todo esto»—, pero sorpresa al fin y al cabo. Nadando deliberadamente contracorriente en un momento en el que, en general, se tiende a estilos más sintéticos para las historias costumbristas, Martín López Lam consigue fraguarse una personalidad propia a la que conviene seguir de cerca.