El Espectro de la Ira de Dios

Si hace un tiempo empleábamos términos como sadismo y crueldad para referirnos a los expeditivos métodos de los Stardust y Fantomah creados por Fletcher Hanks, no podemos olvidar que posteriormente otros supuestos héroes fueron no menos salvajes a la hora de castigar a los malhechores. No nos referimos a Punisher, que sería otro claro ejemplo de este tipo de personajes pero que carece del grado de refinamiento y la imaginación que convierten en algo muy especial a El Espectro, protagonista hoy.

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Detalle de la portada de Legends of the DC Universe #33 (DC, 2000), de Phil Hale.


EL NACIMIENTO

Jim Corrigan (nada que ver con el personaje de Chris Ware) hizo su primera aparición en Febrero de 1940 en (paradójicamente) More Fun Comics #52, editado por DC, por aquel entonces aun llamada Narional Periodical, de la mano de Jerry Siegel y el dibujante Bernard Baily. Corrigan es un policía asesinado por la mafia cuya alma, clamando venganza contra sus asesinos, se niega a pasar al otro mundo. Una voz sobrenatural fusiona el alma de Corrigan al espíritu de la ira de Dios, ni más ni menos, castigándole a vagar por la Tierra durante 60 años para dar su merecido a los malhechores bajo el nombre de El Espectro.

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Portada de More Fun Comics #52 (DC, 1940), de Bernard Baily.


Corrigan vuelve pues a nuestro mundo, aunque permanece muerto, alternando su apariencia normal y manteniendo su trabajo como policía con su alter ego como una entidad superior con poder casi ilimitado. Sus andanzas en More Fun Comics se extienden hasta el número 101 (Enero-Febrero de 1945), y es miembro fundador de la Justice Society of America, apareciendo en All Star Comics desde el número 1 (verano de 1940) hasta el 23 (invierno de 1944-1945). El Espectro desaparece misteriosamente del Universo DC sin explicación alguna y es reemplazado en la JSA por Flash.

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Portada de All Star Comics #2 (DC, 1941-1942), de Everett E Hibbard.


La idea de los personajes sobrenaturales no era nueva para Siegel cuando creó a El Espectro, ya que previamente, junto a Joe Shuster ya había dado vida al Dr Oculto (el personaje con más solera de todo el Universo DC), tres años antes del nacimiento del personaje que les haría un lugar en el Olimpo de los autores de superhéroes: Superman. Se comenta incluso que la participación del dibujante Bernard Baily en su creación fue casi anecdótica, ya que simplemente le encargaron ilustrar la historia con los personajes que ya había diseñado Siegel. La aparición de personajes sobrenaturales fue tal vez un primer paso paso para el nacimiento de los primeros superhéroes, ya que la magia era un método sencillo de otorgarles poderes sobrehumanos. En el mismo Action Comics #1 (Junio de 1938) que vio nacer a Superman, se incluía una historia de Giovanni Zatara, creado en este caso por Fred Guardineer, un mago que hacía efectivos sus hechizos hablando al revés y cuya hija, Zatanna, sigue dando guerra en el Universo DC.

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Portada de More Fun Comics #65 (DC, 1941), de Bernard Baily.


Pero volvamos a El Espectro. En su primera aparición no lucía exactamente el aspecto que actualmente le atribuímos: Su piel era gris y su traje azul, que posteriormente pasaron a ser blanca y verde respectivamente para dotarlo de un aspecto más… post-mortem. Aunque a los editores no les hacía ninguna gracia la existencia de un personaje con un poder casi ilimitado (hay que recordar que hasta Superman tenía sus puntos débiles: la kriptonita y la magia), Siegel no dudó en otorgarle un artilugio que lo convertía incluso en más poderoso, el Anillo de la Vida, con el cual era capaz de realizar cualquier proeza (como la propia resurrección del cuerpo de Jim Corrigan) de la que sus propios poderes no fueran capaces. Por otra parte, siendo como era una encarnación de un aspecto del mismo Dios, la lógica indicaba que no podía ser menos que todopoderoso. Si bien los primeros números de More Fun Comics en los que aparece El Espectro son bastante «salvajes» en cuanto a su forma de acabar con los malhechores (algo que recuperaría en los ’70 Michael Fleisher), poco a poco el personaje deviene en mero comparsa de las aventuras casi humorísticas del policía Percival Popp debido al declive de los cómics de superhéroes a mediados de los años ’40. Y eso que el Comics Code todavía no había llegado.

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El origen de El Espectro resumido por Chris Duffy y Craig Thompson en Bizarro World (DC, 2005).


LA HISTORIA

A lo largo de los años y en las distintas series que ha protagonizado El Espectro, se ha ido forjando su propia historia y la de sus antecesores, ya que la Ira de Dios es tan antigua como la propia Historia, o incluso anterior. Todo comienza tras el destierro de los ángeles rebeldes capitaneados por Lucifer al Infierno y su transformación en demonios. Uno de estos demosnios, Aztar, arrepentido, llega a las puertas del Cielo y suplica perdón al arcángel Miguel, aceptando cualquier castigo que se le quiera imponer. El arcángel Miguel elimina todo rastro de la personalidad y memoria del demonio y en su lugar encarna la Ira de Dios, para impartir la justicia divina allá donde se necesite. Antes de Aztar, otro personaje sirvió a la vengaza divina, Eclipso (creado por Bob Haney y Lee Elias en House of Secrets #61, en 1963), pero demostró ser difícil de controlar y tener cierta tendencia a la maldad y acabó siendo reemplazado, aunque ha seguido apareciendo en el Universo DC como villano con bastante entidad.

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Eclipso en House of Secrets #63 (DC, 1963), por Bob Haney y Alex Toth.


La Ira de Dios encarnada en los distintos Espectros a lo largo de la Historia ha sido responsable de la destrucción de Sodoma y Gomorra, del asesinato de los primogénitos en Egipto, de la caída de las murallas de Jericó y de tantos y tantos hechos violentos y destructores recogidos en el Antiguo Testamento. Sin embargo, con la venida de Cristo a la Tierra, el Epectro de Dios queda confinado en una especie de limbo del que sólo sale tras su muerte con la intención de vengarla. Sin embargo, el arcángel Miguel hace de nuevo su aparición para detenerle, aduciendo que el propio Dios ha ordenado que todos los aspectos divinos estén a partir de la muerte de Cristo confinados en la propia alma humana. El Espectro es de nuevo relegado al limbo, hasta que en la India una familia es asesinada y uno de sus miembros, Chakara, mientras vaga por el limbo clama venganza contra sus asesinos. El arcángel Miguel le ofrece la oportunidad de vengar su asesinato y el de su familia a cambio de renunciar al descanso eterno de su alma, y Chakara acepta, convirtiéndose en el primer Espectro moderno, aunque sin saber realmente que representa la Ira de Dios. La historia se relata en The Spectre vol 3 #0 (1994), de la mano de John Ostrander y Tom Mandrake, y finalmente este Espectro acaba abrazando el reverso tenebroso y convirtiéndose en el maléfico Asmodus, que jura venganza contra todos los Espectros venideros.

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Página de The Spectre v3 #0 (DC, 1994), de John Ostrander y Tom Mandrake.


Continúa la sucesión de Espectros a lo largo de los siglos (aunque como ya hemos comentado, todas estas historias se fraguan a posteriori), hasta que durante la Guerra de Secesión americana una de sus encarnaciones castiga con la muerte a un grupo de soldados que han asesinado a un grupo de cherokees, dejando con vida tan sólo a uno que no había participado directamente en la matanza. Este hombre huye con vida aunque aterrorizado por las amenazas y advertencias de El Espectro, y más adelante tiene un hijo, Jedediah, que convertirá en reverendo y tendrá a su vez un hijo llamado Jim Corrigan, con lo que llegamos a El Espectro de 1940.

EL RETORNO

Tras este pequeño repaso cronológico a la historia de El Espectro en la ficción, continuamos con su historia editorial. A mediados de los años ‘60 El Espectro vuelve a aparecer en las páginas de los cómics DC por decisión del editor Julius Schwartz, primero en Showcase (en los números 60, 61 y 64) con guiónes de Gardner Fox y dibujos de Murphy Anderson y después en Justice League of America (#46-47, entre Septiembre y Octubre de 1966). En 1967 aparece dos veces en The Brave and the Bold, el los números 72 (junto a Flash, con guión de Bob Haney y dibujo de Carmine Infantino) y 75 (junto a Batman, con guión de Haney y dibujo de Ross Andru), y por fin recibe su propia cabecera.

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Portadas de Showcase, por Murphy Anderson; portada de The Brave and The Bold #72, por Carmine Infantino y Murphy Anderson; portada de The Brave and The Bold #75, por Neal Adams.


En Noviembre de 1967 aparece el primer número de la nueva serie de El Espectro, con guión de Gardner Fox y dibujo de Murphy Anderson, que en el segundo número será sustituído por Neal Adams. Curiosamente, Adams había comenzado un par de meses antes su trabajo en otro personaje oscuro y cercano al terror, Deadman. Los editores de DC deciden dar un toque aun más oscuro al personaje y convertir la serie en una serie alejada de las convenciones heróicas y más cercana a lo sobrenatural. En el tercer número, Fox es sustituído por otro guionista, Mike Friedrich, y en el número siguiente ya es Neal Adams quien se encarga de la serie al completo: portadas, guión, dibujo y tinta. Sin embargo, el trabajo de Adams no encandila al público, habituado a estilos más ortodoxos, y en el número 6, la serie cambia de manos de nuevo. Fox vuelve a tomar las riendas del guión, y del dibujo se encarga todo un veterano: Jerry Grandenetti. Grandenetti se formó en el estudio de Will Eisner, para quien dibujó (por supuesto, sin ser acreditado) numerosas historias de The Spirit a finales de los ‘50. Por si su experiencia dibujando la serie de Eisner fuese poco, Grandenetti ilustró posteriormente historias del Oeste, de guerra, y trabajó en los años ’60 para Warren en las revistas Creepy y Eerie, refinando su estilo en las historias de terror, lo que le convertía en una interesante elección para ilustrar las páginas de El Espectro. Así pues, Grandenetti llegó hasta el último número de la serie, el 10 (Mayo-Junio de 1969), con tintas del (más aceptado por el gran público) Murphy Anderson. A partir del número 7, Gardner Fox abandona la escritura de la serie y comienza el baile de guionistas: Steve Skeates guioniza el número 8 y los dos últimos números de la serie, tal vez debido a la alarma de los editores ante las bajas ventas del título, se convierten en un compendio de historias cortas en las que El Espectro apenas si hace de presentador de relatos ya claramente terroríficos. Mientras Grandenetti y Friedrich se hacen cargo de la historia “principal” de El Espectro, los cómics se complementan con historias guionizadas por Denny O’Neil, Mark Hanerfeld (y tal vez otros guionistas no acreditados) y dibujadas por Berni Wrightson, Jack Sparling y José Delbo. Una vez cancelada la serie, El Espectro vuelve a aparecer en Justice League of America #83 (Septiembre de 1970)… para morir.

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Portadas de The Spectre v1, por: 1) Murphy Anderson; 2-5) Neal Adams; 6-7) Jerry Grandenetty y Murphy Anderson; 8-10) Nick Cardy.


AHORA SÍ: LA IRA DE DIOS

Y por fin llegamos a una de las etapas más interesantes del personaje. Interesante por lo trasgresora que resultaba para el momento, con una industria del cómic de superhéroes castrada por un Comics Code que prácticamente excluía cualquier acto de violencia extrema (más allá, se entiende, de los puñetazos brutales). Cuando Michael Fleisher y Jim Aparo toman las riendas del personaje en Adventure Comics #431 (Enero-Febrero de 1974), deciden convertir en una de las señas de identidad del personaje su brutalidad a la hora de castigar a los malvados de las formas más grotescas y cercanas al sadismo. Seguramente el hecho de que el editor de la serie sea Joe Orlando, curtido en la EC y editor de los primeros números de la revista Creepy, también tiene mucho que ver, y de hecho parece que fue él quien decidió devolver al personaje al panorama: “Dado que me gustaba el horror y sabía que tenía que incluir superhéroes en Adventure Comics, busqué un personaje que fuera dual, que pudiera ser un superhéroe y tener también un aspecto terrorífico”. Incluso hay una leyenda urbana que relataba el mismo Jim Aparo según la cuál Orlando fue atracado, el atracador huyó, y el editor, sediento de venganza y rebuscando al día siguiente entre antiguos cómics personajes para revivir, se topó con El Espectro. El resto vino rodado. Por desgracia, la leyenda no es cierta, pero desde luego añade un punto extra de morbo a la serie. Como suele ocurrir en estos casos, realmente no está claro de quién fue la idea de traer de vuelta a El Espectro, ya que Michael Fleisher declaraba lo siguiente: “Cuando leí las historias de El Espectro [las de los años ‘40] como parte de la investigación para mi enciclopedia, me gustaron especialmente las primeras, aterradoras y horribles, y no me gustaron las últimas, que eran muy cómicas –aquellas con Percival Popp. Pensaba que El Espectro podía ser un personaje muy interesante, pero que el espíritu real del personaje estaba ejemplificado en aquellas primeras historias. Yo me curtí en los cómics escribiendo historias de terror, me gustan las historias de terror. Las primeras historias de El Espectro tenían mucho más que ver con mi sensibilidad. Llegó un momento en que Orlando necesitaba un personaje para Adventure Comics. Me enseñó una lista de personajes. No recuerdo de dónde salió la lista, si se la habían pasado desde dirección o si la había elaborado él mismo. Ni siquiera recuerdo si El Espectro estaba en la lista. Recuerdo que me dio la lista, la leí, y le dije: “Déjame hacer a El Espectro”.»

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Así comienza la etapa de Fleisher y Aparo.


Para terminar de cuadrar el plantel de la futura serie, Orlando eligió a Jim Aparo como dibujante. Aparo venía de ilustrar otra serie sobrenatural, The Phamtom Stranger, y su estilo, con ese toque a lo Neal Adams, su dinamismo, sus perspectivas forzadas y a la vez su claridad expositiva, lo convertía en un dibujante más que apropiado para ilustrar el tipo de historias que el editor y el guionista tenían en mente. Además, Orlando ya había trabajado con Aparo con anterioridad en la historia The Demon Within (House of Secrets #201, 1972), con la que habían obtenido un premio SHAZAM, así que la química estaba asegurada. Sin embargo, la lista de autores todavía no está completa. Cuando comenzó a trabajar en El Espectro, Fleisher venía del mundo de la prosa, y no sabía como estructurar un guión de cómic. A ello le ayudó su amigo Russell Carley. Aunque Orlando nunca supo exactamente en que consistía la participación de Carley, Fleisher recuerda: “Nos juntábamos un sábado por la tarde y hacíamos el argumento entre los dos. Luego Russell lo estructuraba en viñetas y yo escribía los textos.” Una de las escenas favoritas de Aparo (y mía, si se me permite decirlo) fue pergeñada por Carley, la de las tijeras gigantes contando en dos al malhechor.

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El Espectro corta por lo sano.


Si bien en la anterior colección de El Espectro se había tocado el tema del terror, el protagonista eludía matar a los criminales (a diferencia de lo que ocurría en sus apariciones en la etapa pre-Code de More Fun Comics). La nueva encarnación de la Ira de Dios no tiene piedad, y los villanos serán aserrados, fundidos como cera, estrellados en coche, convertidos en arena, envejecidos hasta la muerte, sepultados vivos, devorados, descuartizados, su carne será separada de sus huesos y otras lindezas similares, lo que en realidad representa uno de los platos fuertes de cada número. Si bien tenemos claro que en cada episodio habrá uno o varios criminales cometiendo un crimen relativamente atroz y que El Espectro se encargará de castigarlo(s) como se merece(n), será la naturaleza de este castigo la que marque el momento álgido de la historia. A ello contribuyen dos factores: el paralelismo entre el daño infligido y el castigo recibido (y aquí, más que nunca, El Espectro se convierte en la Ira de Dios, aquella que propone el ojo por ojo), y la crudeza con la que Aparo retrata dicho castigo. Aunque es cierto que en ningún momento hay borbotones de sangre (tampoco había por qué llamar MÁS la atención de los censores) y que algunos escenas (muy pocas) se suavizan dejándolas fuera de plano o semiocultándolas, pocas veces se ha representado en un cómic de superhéroes tal exhibición de atrocidades. Y lo que es más importante, El Espectro parece disfrutar aplicando sus particulares métodos de venganza. Sobre la actitud de El Espectro, Fleisher afirma: “Si haces algo durante suficiente tiempo, si realmente eso es toda tu vida, probablemente acabas disfrutándolo. Otro tipo de realizaciones personales le son negadas a El Espectro; se le niega la riqueza de la auténtica vida. Pero no creo que sea justo llamar sádico a El Espectro. Creo que hay que recordar que El Espectro opera a un nivel muy diferente del que tú y yo operamos.”

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El Espectro, el mejor en su trabajo: bricolage creativo.


La serie tiene otros alicientes, por supuesto. El protagonista, de forma nada habitual en un cómic de superhéroes mainstream de la época, será mostrado como un ser sediento de venganza y carente de cualquier tipo de duda moral o existencial. Es lo que tiene ser un aspecto de Dios. A veces se hace difícil creer este Jim Corrigan/El Espectro sea el mismo que compartía continuidad con el resto del Universo DC y tal vez por eso hace su aparición en la colección un tal Earl Crawford, periodista, al que Jim Corrigan llama “Clark Kent” y un incrédulo policía pregunta “¿Eres realmente Superman?”. No, no lo es, aunque también tenga gafas de pasta, una compañera morena y un compañero pelirrojo y pecoso. A través de este pequeño juego, Fleisher coloca a su protagonista en un plano distinto al del resto de superhéroes DC. Mientras aquellos permanecen personajes de ficción, su “héroe” ha dado el salto al mundo real, un mundo donde la crueldad de sus acciones parece más justificada que en el edulcorado mundo de los superhéroes. Y, por qué no, además le permite un guiño humorístico. El humor y el horror a menudo han ido de la mano (recordemos a los presentadores de las historias de la Warren o de la EC), y aunque Fleisher y Aparo no se recrean a menudo en la comedia, también deciden nombrar a un grupo de mafiosos como “los Grandenetti” y convertir a un patito de goma en instrumento de venganza. Probablemente todo esto viniera dado por un tira y afloja entre Fleisher y Orlando. Mientras el primero prefería centrarse en el terror y la venganza, Orlando pretendía dar un toque de comedia negra a la serie. En palabras de Orlando: “Me estaba divirtiendo con el Code. El hecho es que me leía el Code y me fijaba en todas las cosas que no podía hacer, y luego ideaba una manera de hacerlas que diera muchos problemas al Code. Por ejemplo, si transformaba a un hombre en una vela y luego luego le prendía fuego y la vela gritaba, no era realmente como incinerar a un hombre –a lo que el Code podría objetar- , era encender una vela.»

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Recopilación de algunos de los «momentos Espectro». (Clic para ampliar).


Los homenajes a Neal Adams en lo gráfico son inevitables cuando hablamos de Aparo, lo que conecta con la anterior etapa del personaje. Aparo resuelve algunas splash memorables, hay viñetas que perfectamente podrían haber sido firmadas por Adams, y se atreve a dividir las páginas con la misma asimetría y descaro que su predecesor (aunque generalmente la legibilidad no se ve tan comprometida como en el caso de Adams). Los autores disfrutan recreando la historia de El Espectro y dotándola de una mayor profundidad psicológica a Jim Corrigan, y así, deciden privar de sus poderes a Corrigan, que a la postre resulta asesinado… para volver de la tumba (literalmente, a la vieja manera de los zombis) de nuevo como El Espectro.

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El regreso de Corrigan.


A pesar de todas sus bondades, Adventure Comics es una cabecera de protagonista cambiante, y en el número 440 (Julio de 1975), donde paradójicamente y por vez primera el logo “The Spectre” es de mayor tamaño que el de “Adventure Comics”, La Ira de Dios cede protagonismo a Aquaman. A lo largo de los 10 números de los que constó la serie, pasaron por ella, además de Aparo, Frank Thorne y Ernie Chan (que durante mucho tiempo, y por un error en inmigración en la trascripción de sus papeles firmó como Ernie Chua). De hecho, Orlando recuerda como una de las mayores dificultades en la serie el convencer a Thorne para hacer los lápices y dejarse entintar por otro artista, Aparo. Sin embargo, una vez visto el resultado, Thorne quedó bastante complacido con el trabajo de su colega. Y la historia resultante, “la de los maniquíes”, es la favorita de Fleisher.

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Fleisher, Thorne, Aparo y maniquíes: combinación mortal.


El precipitado final es esta cabecera fue continuado en Dr Thirteen, Ghostbreaker feature in Ghosts #97-99… en 1981. Aparo y Orlando atribuían la repentina cancelación de la serie “al tema de la venganza” y la crueldad del supuesto superhéroe, mientras que para Fleisher fue una simple cuestión financiera: los últimos números no estaban vendiendo tanto como los primeros. Paul Levitz, que era asistente de Orlando en aquella época, también afirmaba que hubo bastante descontento en la dirección de DC debido a la controversia generada por la crueldad del personaje, aunque no fue este el único motivo de su cancelación. Y añadía: “No sé si [El Espectro] estaba por delante de su época, por detrás o a un lado. Simplemente era experimental en un momento en que ser experimental no valía gran cosa, ni en términos de reconocimiento entre pares ni en términos de comercialidad. Hoy en día, si eres experimental, incluso si es un experimento estúpido, la gente te concede cierto respeto por el hecho de haber desafiado las reglas. (…) Tengo el sentimiento en general de que, en los cómics, entre 1970 y 1980 –tal vez 1982- es casi como una década ciega. Hubo un montón de proyectos creativos muy interesantes tanto en DC como en Marvel que respeto pero que no parecen haber contribuido directamente a la evolución del medio.”

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Portadas de Adventure Comics #431-440, todas de Aparo.


En 1987 El Espectro se ganaría su propio título, en una colección que alcanzaría los 31 números y que comenzaría de la mano de otros dos expertos en el terror y lo sobrenatural: Doug Moench y Gene Colan. Esto propició que en 1988 los capítulos de Fleisher y Aparo, generalmente de una docena de páginas, fuesen recopilados en cuatro números bajo el epígrafe The Wrath of The Spectre, donde además Aparo y Mike DeCarlo ilustrarían tres guiones de Fleisher que no habían visto la luz en su momento. Cuando a Orlando le preguntan si le gustaría continuar la serie, contesta que sí, y que incluso le gustaría dibujarla. La respuesta de Fleisher es muy diferente: “La serie de El Espectro tenía una enorme energía. No podías leerla sin sentirte afectado por su poder. Violaba muchas de las convenciones de la gente que llevaba tiempo en el negocio, especialmente aquellos que habían sido fans –convenciones que mantenían en su trabajo sin ni siquiera pensar en ellas. Y al violar aquellas convenciones, porque yo no estaba interesado en ellas y no me había educado con ellas, creé algo que me parece que tenía un aire inusual y mucha energía. Pero al mismo tiempo fue como un trabajo de arte primitivo. Le faltaba cierto refinamiento que uno encuentra en las series de éxito de hoy en día. Watchmen, que me encanta, tiene energía, pero es muy refinada. El poder de El Espectro estaba realmente sin refinar. Y contenía contradicciones que creo que eran su perdición, y no sé si hoy día sabría resolverlas. Es decir, no había suficiente “culebrón”, y tal vez si le hubiéramos dado más culebrón habría perdido esa calidad tan elemental que tenía.”

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El Espectro conocería después de la rompedora etapa de Fleisher y Aparo la mencionada serie de Moench, entre 1987 y 1989, otra serie de la mano de John Ostrander y Tom Mandrake (64 números, incuyendo un anual y un número 0, entre 1994 y 1998) y sería revivido una vez más en 2001 por JM DeMatteis y Ryan Sook durante 27 números. Más de 120 números en total, incluyendo algunos especiales, donde de nuevo El Espectro tomaba un cariz sobrenatural un poco más alejado del terror y más cercano al superheroísmo y donde el carismático Hal Jordan tomaba el papel de El Espectro. y de este modo, el antiguo Linterna Verde dejaba por fin descansar en paz a Jim Corrigan.

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el tio berni