Entrevista con Nacho García

Nacho García (Logroño, 1987) lleva años publicando sus dibujos y cómics en fanzines, pero no ha sido hasta la publicación de Pulir (Fulgencio Pimentel, 2013) que el público ha tenido acceso a una monografía que sirviera para definirlo dentro de su indefinibilidad. Aunque el dibujante no se cansa de decir que «esto se ha hecho siempre» y aunque la originalidad, sin una sinceridad y un discurso coherente detrás, no sea un valor per se, es difícil no sentirse sorprendido por él derroche gráfico, humorístico y dramático que destilan las páginas de su libro. Pulir es a la vez un reto y un diálogo con el lector, y quisimos ampliar y matizar esa conversación entrevistando a Nacho en una terraza madrileña.

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No sé si tu intención, cuando empezaste a dibujar, era ser dibujante de tebeos, aunque me imagino que sí. ¿Cómo llevas el hecho de que ahora tu trabajo casi se perciba como más cercano a las bellas artes que al cómic?

Lo llevo bien. Sí que hago tebeos desde que era niño, pero si ves toda mi producción de dibujos desde entonces hasta ahora, la masa de tebeos no es demasiada. Le dedicaba más tiempo a diseñar personajes para futuros cómics con los que fantaseaba que a hacer esos cómics en sí. Yo siempre he dibujado, y los cómics son lo que más cercano tienes, lo que crees que puedes hacer mejor, pero nunca he tenido conciencia de ser un dibujante de cómic, ni siquiera cuando más cómics he hecho. Normalmente, cuando colaboras con fanzines haces tebeos, pero es porque es eso lo que te piden. Nunca he tenido la sensación de ser un dibujante de cómics y no pienso que lo sea, porque no sé hacerlos como tal. Me gusta contar historias y me gustaría saber contarlas mejor, por eso envidio mucho a la gente que tiene esa facilidad para ello. A mí no es solo que me cueste mucho, es que no lo paso muy bien. Solo pensar en repetir escenarios, personajes, componer páginas… Por eso siempre estoy pensando en tretas para contar estas historias utilizando mecanismos más simples que a veces se pierden entre lo que es tebeo y lo que es ilustración o arte contemporáneo. Pero cada vez me importa menos eso.

Pero más que historias, parece que lo que tú quieres contar son ideas, o eso es lo que me hacen pensar muchos de tus dibujos.

Sí, pero es que por otra parte amo el cómic como medio, pero no más que el cine o la literatura, por ejemplo. Todo lo que consista en contar historias me interesa muchísimo. Lo que pasa es que a veces siento que no tengo esa capacidad para hacer ciertas cosas. Donde se me ha encasillado es el cómic, con toda la razón del mundo, y tengo esa especie de obligación impuesta de hacerlos. Y ya me cuesta horrores muchas veces, imagina escribir un libro o hacer una película. Me desmayaría [risas]. Por eso me ocupo en contar historias de otra manera. No tienes por qué contar historias que tengan un planteamiento, un nudo y un desenlace. Puedes contar una historia nimia, muy pequeña, pero que para mí no es más ni menos importante que una más larga. Lo que pasa es que me siento más cómodo porque puedo realizar esa idea más rápidamente y ya está, no hay que darle más vueltas, no hay que pensar en qué va a pasar después, qué evolución han tenido estos personajes. Y por eso, mi intención de contar historias se acaba convirtiendo en lo que has dicho, en ideas. Historias muy nimias y observaciones muy pequeñas.

De todas formas, tú tienes una historia de cuatro páginas que vale más que muchos tebeos largos, la de Iker Casillas y Sergio Ramos. “Muerte y destrucción sobre Extremadura” es una de las frases estrella de mi vida, casi.

Sí, eso fue para Rojo, de Autsaider Cómics. Son cuatro páginas, pero son de diez centímetros de alto. Es decir, se podrían perfectamente haber condensado en una sola página. Sí, es verdad que a veces haciendo tebeos lo paso muy bien, pero es que solo los hago cuando me los piden.

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Voy con una pregunta de las “profundas”. ¿Tu producción artística es una forma de catarsis?

Pues sí. Definitivamente. Es donde yo expulso todos mis demonios, toda mi mierda y toda mi miseria. Cuando estoy mal. Cuando estoy bien. Cuando estoy enamorado o cuando estoy desenamorado. Dibujando y escribiendo. Sí, es una forma de catarsis, pero no siempre es así, muchas veces también es una forma de pasar el rato. Otras lo paso mal dibujando. Me siento y me pongo muy serio, muy nervioso, porque tengo la sensación de que en cualquier trazo la voy a cagar, ese dibujo ya no va a servir para nada y lo voy a tener que desechar y tirar a la puta basura. Lo paso mal, porque algo me dice que tengo que seguir poniendo rayitas, o contar otra cosa que no estaba, y me agobio muchísimo, pero a la vez necesito ese agobio para vivir, porque creo que es lo que le da un poco de sentido a todo lo demás. Entonces sí, es una catarsis producida, pero necesaria también.

De hecho, el título del libro viene de un chiste que se ve que no te ha gustado mucho y en el que pones “pulir”, pero también porque tu repites muchas veces tus dibujos, los perfeccionas mucho. ¿Qué tipo de perfección quieres alcanzar?

Es muy difícil contestar a esto [risas].

¿Cómo sabes cuándo un dibujo está bien terminado?

Si creo que tengo alguna capacidad, y no creo que pueda presumir de tener muchas capacidades, es que pienso que soy bueno para saber cuándo algo funciona gráficamente y cuándo no. No tanto lo mío como lo ajeno. He pasado muchas horas de mi vida viendo arte contemporáneo y, sobre todo, ilustración contemporánea, que es una de mis mayores debilidades. Me gusta mucho porque te da fuerzas para hacer cosas, aunque a veces te desanime porque piensas que nunca llegarás a ciertos lugares. Mirar obra es un proceso mental para mí cada vez menos subjetivo y más objetivo. Cuando veo un dibujo mío sé si funciona o no funciona, pero no puedo explicar por qué. Y si tengo que repetirlo, aunque a ojos de otros sea exactamente igual al anterior,  yo sé que no es igual. Esa es una de las “discusiones” que tuve con Fulgencio Pimentel, la de repetir dibujos que para ellos estaban perfectos. Algunas de esas repeticiones me las pasaban, pero en otras me decían que no, que la había cagado y que había estropeado el dibujo y ya no tenía gracia. “¿No veis que está mejor? ¡No lo veis! ¿Hace falta que os lo explique?”. La espontaneidad… La espontaneidad no es una cosa que se pueda buscar, no tiene sentido. Es algo con lo que me siento a gusto porque me da fluidez para hacer las cosas, pero, joder, hay que trabajarla muchísimo, y a veces esa espontaneidad es una puta farsa. De la espontaneidad salen ideas buenas, salen dibujos buenos, pero muchas veces no sale arte final bueno. Esa espontaneidad que queda en una pila de folios tras una hora o dos dibujando, luego hay que canalizarla. Para mí no vale todo, que es lo que se puede pensar viendo Pulir o viendo mis dibujos, que no hay ningún filtro. Pero no es así.

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¿Has dejado pasar muchos dibujos o tebeos con los que no estás satisfecho?

¿Para el libro Pulir?

En general, para Pulir o para publicaciones en fanzines.

Suelo arrepentirme en el momento de pulsar el botón de «Enviar» del mail con los archivos adjuntos, pero por lo que vengo hablando con la gente es lo que le sucede a casi todo el mundo. Es normal, muy pocas personas están plenamente satisfechas con lo que hacen. Hay autores a los que admiras muchísimo y les dices, “Tú estás loco, esto es la puta hostia”, y ellos dicen que es una mierda. Así que más o menos estoy tranquilo con eso, porque sé que va a ser una constante. Creo que cada vez me pasa menos, que es lo que pasa cuando vas haciendo y teniendo más o menos claro lo que quieres hacer. Ahora, cuando miro Pulir, estando ya reposado, me alegro de no haber sido más cabezón, de haber hecho caso a la editorial y haber dejado pasar muchas cosas de las que no me sentía seguro, porque es como mejor se entiende el libro. Si hubiera dedicado otro tanto tiempo a pulirlo todo de nuevo, no sería el mismo libro y me hubiera arrepentido. Este libro resume muy bien lo que ha sido esa catarsis de la que hablábamos en los últimos tres o cuatro años. Al final estoy contento, por algo son editores y hacen los libros tan buenos que hacen. Sabían lo que tenían entre manos, y como me dice siempre César [Sánchez], nadie es buen antólogo de sí mismo.

Por cierto, una vez que has visto el libro terminado, ¿te parece que el hecho de cómo se ha ordenado, se ha editado, se ha producido, enriquece de alguna manera tu trabajo?

Por supuesto que sí. Y en ese sentido estaba tranquilísimo desde el principio. Sabía que Fulgencio Pimentel no iba a hacer un libro mediocre o malo. Esos mismos dibujos, editados y maquetados de otra manera, no serían los mismos dibujos. Creo que la gracia del libro también es esa exquisitez en la edición que contrasta con el contenido. Eso es el cincuenta por ciento del libro, para mí. Es lo que más sorprende a la gente. Y no es engañar al público, sino hacerles ver que hay un enorme trabajo de edición ahí detrás, de manera que gente que no está educada gráficamente, lo cual es comprensible y normal, de repente se enfrenta a esos dibujos con un poco más de respeto, mientras que en otro medio habrían pasado como una gilipollez y una chorrada para ellos. Eso se lo da el objeto, el continente.

Antes hablábamos de la espontaneidad y de tu necesidad de trabajar mucho tus dibujos. Pero, realmente, ¿curras mucho, metes muchas horas al día?

No [risas].

¡Pero dime que sí!

A ver, puedo estar dibujando durante un día entero, muchísimas horas. Pero no tengo la disciplina de sentarme todos los días a dibujar, aunque trato de adquirirla con los años. La verdad es que cada vez dibujo más. El hecho de haber dibujado desde que tengo conciencia hace que no suponga para mí una obligación dibujar todos los días. No es algo que necesite, porque puede que no dibuje todos los días, pero todos los días pienso en dibujos, en historias, en hacer esto y lo otro, un fanzine, un tebeo, lo que sea. No hay día que no me levante y acueste pensando en eso, observando y buscando la estética de las cosas. Por eso no tengo ningún sentimiento de culpa si no dibujo durante un día o dos, porque tengo la sensación de que lo estoy haciendo. Y, cuando me siento, a veces es placentero, porque salen las cosas bien, y a veces es un desastre y te sientes una mierda. Pero sí, dibujo bastante, procuro dibujar bastante.

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Parte de tu trabajo, no voy a decir todo ni la mayor parte, es humor, pero también hay algunas historias muy inquietantes. ¿Tú crees que hay una relación entre el humor y el horror?

Absoluta. El medio más eficaz para enfrentarse al horror, a la pena y a la desgracia, es el humor, que es lo que desvirtúa todo eso y le saca el brillo que no tiene. Aún así en mis historias más inquietantes y más jodidas, digamos, creo que nunca alcanzo un nivel muy alto de humor negro porque considero que mi sensibilidad es incapaz de llegar hasta ahí. Pero sí que me gusta buscar en las cosas cotidianas el humor donde a priori no lo hay. Creo que es eso, darte cuenta de la tontería que supone vivir y buscarle la risa y el gozo a ello para encontrar la belleza. La vida es un regalo extraordinario y una gilipollez y hay que tomársela como tal. Por eso cada vez da más asco abrir el periódico, porque parece que todo deba ser serio, que todo deba ser un horror. Y no reparamos en la suerte que tenemos de haber nacido bajo ciertas condiciones, en cierto lugar y en cierta época. Hay que intentarle buscar la alegría a eso. También porque yo no soy precisamente una persona muy optimista. Me preocupo con facilidad, lo paso mal con facilidad, y mi manera de enfrentarme a todo eso es el humor. Si no fuera por el humor, estaría ya como una puta cabra.

Esto que dices me cuadra bastante, porque aunque a veces hagas un humor que se acerca a la crítica social o política, me da la sensación de que nunca llegas a ser cínico. Es como si fueras muy inocente, muy puro.

Sí, no puedo, creo que simplemente no puedo.

Por ejemplo, tú has publicado en Adobo, un fanzine de humor ácido y bestia, pero a pesar de estar ahí tú te apartabas un poco de esa línea.

A veces, por la línea de Adobo, me acercaba un poquito más a todo esto, pero ellos ya sabían que yo nunca iba a alcanzar esos niveles tan brutos que ellos consideraban divertidos. Yo sé valorarlo, pero no sé producirlo ni me interesa hacerlo. Ellos ya sabían todo esto y les debo mucho. Cuando empezó Adobo yo tenía dieciocho o diecinueve años y era imbécil, más imbécil que ahora. Y si echo pestes de un dibujo de ayer, imagínate lo con un dibujo de cuando tenía diecinueve años. O sea, que ver números antiguos de Adobo me supone una vergüenza muy grande. Pero ellos siempre recibían todos mis tebeos con una alegría extrema, siempre contaban conmigo y siempre me sentí fundamental para el fanzine, y ha sido una escuela de puta madre, porque me obligaba a dibujar, a discurrir. Y ha sido un fanzine libre, un fanzine de verdad que no se andaba con hostias, de lo que me siento muy muy orgulloso. Ahora Adobo se ha terminado, pero me llevo un montón de amigos de puta madre.

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¿Has mamado cosas de tus compañeros a nivel gráfico, o crees que te han influido más bien poco?

Es que creo que me estoy influyendo constantemente, no ya de mis compañeros, sino de casi todo lo que veo diariamente. Entonces, seguramente sí. Puede que sobre todo de Molg H y Néstor F, que para mí son referentes muy pesados desde hace muchísimos años. Haber crecido con ellos en el fanzine, haber evolucionado a su lado, y además haber llegado a ser amigos, para mí es muy satisfactorio. También más recientemente la manera de contar las cosas de Marc Torices o Pau Anglada, putos monstruos. No sé si he podido captar algo de Alexis Nolla, pero su manera de narrar historias y sobre todo de terminarlas… no hay nadie que termine historias tan bien en este país como Alexis. Todo el amor infinito y la alegría de Fresús y El Otro Samu… He cogido cosas de todos, no sé si gráficamente o en el modo de contar historias, pero seguro que sí en la manera de enfrentarme a lo tebeos y a la vida.

Entonces, ¿tú crees que tu trabajo refleja el mundo tal y como es, o solo como tú lo ves?

[Risas] ¡Espero que tal y como yo lo veo! Quiero creer que como yo lo veo, porque si no estamos muy jodidos.

¿Te parece que en ocasiones alcanzas momentos de profundidad?

Puede que lo pretenda, pero no soy yo quien tiene que entrar a valorar eso. Siempre existe esa línea fina, cuando haces el humor más tonto posible e intentas también ponerte pretencioso. Eso me gusta, no tengo ningún problema. Aunque yo realmente en ese momento estuviera jodido e intentara captar unos sentimientos profundos que me molestaban, en el fondo lo estoy haciendo con un Piolín derretido y un tío con tres narices. Es una inquietud que a mí me gusta que me provoquen, Si puedo llegar a algo parecido, me doy por satisfecho.

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¿Te has considerado alguna vez técnicamente limitado?

Sí. Pero creo que, por otra parte, las limitaciones de un artista son lo más importante. Cuando conoces tus limitaciones es cuando eres libre para hacer lo que quieres.

¿Por qué? ¿Porque no vas por ese camino, o porque intentas superar esas limitaciones?

Porque sabes lo que no puedes hacer y lo que puedes hacer mejor. Lo que quiero decir es que si conoces bien tus limitaciones, puedes hacer lo que te dé la puta gana, porque nunca vas a intentar emprender algo que suponga una pérdida de tiempo.

¿Qué tipo de música escuchas? ¿Te inspira?

La música es muy importante para mí y me ayuda mucho. Te diré lo que se dice siempre, que no escucho ningún tipo de música, escucho música buena [risas]. Últimamente casi escucho solo música popular antigua. Música italiana de los sesenta, música latina, chotis, zarzuelas, rancheras… ¡jotas riojanas! Muchas cosas.

Ahora entiendo que tu trabajo sea tan heterogéneo.

Joder, no sé, también escucho música contemporánea… Muchísima música.

Pero me da la impresión de que no escuchas mucha música con mala hostia, así como Rage Against The Machine

No, también. Me gusta mucho el punk y la electrónica, por ejemplo. Le rindo pleitesía absoluta a Eskorbuto, porque fui un joven adolescente en Logroño a principios de los dos mil y porque son el grupo más honrado que ha existido nunca sobre la faz de la tierra.

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Pues yo fui un joven adolescente en Bilbao a principios de los 90 y también rindo pleitesía a Eskorbuto. Bueno, voy a hacer una confesión. He hecho un poco de trampa en esta entrevista, porque algunas de las preguntas las he copiado de entrevistas que le han hecho a David Shrigley [risas]. Me hacía gracia esta especie de apropiacionismo en la entrevista, ya que tú también haces un poco eso de reinterpretar trabajos de otros en tus dibujos. ¿Qué te ofrece esta técnica? ¿Llegas a sitios donde no habrías llegado por ti mismo?

Yo, cuando reinterpreto, básicamente es cuando reproduzco iconos de la cultura popular. Esto me complace mucho porque la cultura popular para mí es muy importante. Bueno, no diferencio entre alta y baja cultura, así que para mí es la misma cultura popular Piolín y el Cantar de Mío Cid. Para mí son la misma cosa, la tradición cultural del ser humano a lo largo de toda su historia. Siento que he sido educado por música, películas, tebeos y dibujos animados, y mi manera de expresar esas ideas es con lo que yo mejor conozco, y lo que mejor conozco son esos iconos. Entonces, si utilizo un icono divertido para contar algo, es mejor que utilice uno que pueda reconocer mucha gente que no uno que solo pueda comprender yo. Me gusta usar esos símbolos comunes y deconstruirlos para contar mensajes diferentes. Bueno, es algo que se lleva practicando desde siempre.

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Entre los iconos populares que utilizas hay cosas de videojuegos, series de televisión, personajes famosos… No parece que tengas una especial querencia por un medio u otro, no porque sea español o extranjero.

Es lo que te he dicho, para mí todo es uno. El único filtro que tiene que pasar es que me emocione de alguna manera, ya sea para bien o para mal. No me gusta más el cómic que la música, por ejemplo.

Y si te ofrecieran colaborar con un artista de otro ámbito, ¿qué tipo de cosa te gustaría hacer? ¿O con qué artista te gustaría colaborar?

Umm…

¿Con Alan Moore, por ejemplo?

Hostia, con Alan Moore, cojonudo. Alan Moore y Frank Miller. En principio me interesa casi cualquier ámbito, últimamente estoy fantaseando mucho con moverme hacia otros lados. No me cierro absolutamente a nada. Es lo que te he dicho, yo quiero contar cosas mediante un medio en el que me sienta a gusto, y ese medio hasta ahora ha sido casi siempre el dibujo, pero podría ser cualquier otro. Sé que me considero un dibujante y creo que voy a serlo toda la puta vida, pero eso no significa nada.

Por lo que me estás diciendo, en algún momento vamos a ver tu trabajo en una galería de arte.

Pues estaría bien. Yo el arte contemporáneo no me lo tomo con esa seriedad con la que nos lo han intentado imponer desde siempre. Para mí, ir a una galería a ver arte es disfrutar, es gozo, es bueno. Es un momento mágico cuando entras a un espacio y logras conectar con esa obra. Es bueno y no hay nada de pedantería ni de pretenciosidad en ello.

Bueno, yo diría que se ha ido perdiendo un poco esa imagen de la galería de arte como un espacio esnob.

Sí, se ha ido perdiendo. Se mezclan géneros, hay galerías orientadas a la ilustración, al cómic… Y eso es de puta madre, que poco a poco todo se simplifique, porque siempre ha sido igual de simple. Estamos generando imágenes. Lo que sean esas imágenes, el modo en que leas esas imágenes, las veas o las interiorices, es lo de menos. Lo que se pretende es generarte sentimientos, ya sea para entretenerte, ya sea para conmocionarte. Es una relación entre la obra y tú, y las maneras son muy diversas.

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Miguel A. Pérez-Gómez hizo una reseña de Pulir en la que decía un par de cosas que me gustaría discutir contigo. Una de ellas era que habías superado la posmodernidad y la otra era que niegas el concepto del cómic de autor.

Hostias. Cuando leí que había superado la posmodernidad me hizo mucha ilusión, porque no tenía ni idea. Tuvo que darse cuenta alguien para que yo me enterara. No creo que mi deber sea decir que yo haya superado nada, porque no creo que sea así. Si a alguien le parece eso, pues cojonudo. Y respecto a que niego el cómic de autor, es que tampoco he sabido nunca qué demonios es el cómic de autor. ¿A qué se refería?

No sé, supongo que al hecho de que el énfasis está más en lo plasmado en la página que en la mano que lo ejecuta, en que no tienes vergüenza en copiar o calcar imágenes…

Bueno, tampoco es nada nuevo. Es mi manera de expresar lo que quiero hacer. Por ejemplo, si quiero dibujar a un tipo pegándole un puñetazo a otro, ¿qué es más representativo, dibujarlo o calcarlo? A veces la gente cree que haces algo por motivos éticos y en realidad es por motivos estéticos. Pero uno tampoco debe dedicarse a pensar estas cosas. Uno debe dedicarse a dibujar, a generar y a no pensar mucho en lo que está diciendo, en lo que está intentado sugerir, porque entonces se atranca todo el engranaje. La labor de un “artista” es hacer, no hablar de lo que hace. Al menos en mi opinión, porque otros dirán que no, que hay que sentarse sabiendo lo que se va a hacer y lo que se va a contar. Pero en mi caso no es así, muchas veces primero viene el trabajo y luego el significado.

Pero aunque no te pares a pensar a priori en lo que vas a dibujar, me imagino que a posteriori, con el trabajo publicado, las críticas y los comentarios, habrá ocasiones en las que se te abran los ojos o te descubran significados que ni sabías que estabas poniendo en el papel.

Sí, esto ocurre siempre. Para que yo me haga una idea de lo que significa para mí mi obra, he tenido que publicar un libro, he tenido que recibir críticas y tuvo que aparecer Fulgencio Pimentel para encontrarle sentido a eso, porque yo no tenía ni idea de lo que estaba haciendo.

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¿Te parece que con el tiempo te vas decantando hacia algún aspecto de tu producción y dejando otros aparte?

Sí, noto que me decanto más hacia la ilustración. Hacia la idea nimia. Casi todo el cómic que he hecho, lo he hecho porque me lo han pedido, como ya te he dicho. Es cierto que a veces me sentaba a escribir cómics, he escrito guiones muy largos de tebeos, pero siempre me ha faltado el paso de estructurar la página y dibujarla, salvo cuando no me quedaban más huevos porque tenía que entregar. Realmente me apetece hacer tebeos, pero creo que todavía estoy aprendiendo a dibujar historietas, a pasarlo bien haciéndolas. Y para que eso suceda, ¿qué va a pasar? Que los cómics que haga muchas veces no van a parecer tebeos. Van a parecer deformaciones de mis dibujos para que se acerquen más o menos a la narrativa gráfica. Nada raro, nada nuevo, tampoco. Como nunca voy a dejar de colaborar en fanzines, porque me gusta mucho, me lo paso muy bien y conozco gente estupenda, pues seguiré haciendo tebeos, pero buscando la manera que me satisfaga y que no me lo haga pasar mal.

Me imagino que esa manera no pasa por ser guionista para otro dibujante, ¿no?

No. Bueno, a veces sí me pica mucho la curiosidad. Pero me da mucha vergüenza escribir una cosa y hacerle creer a otro que todo ese esfuerzo, todo ese trabajo para dibujarla, merece la pena. Pero quién sabe.

Tu trabajo es bastante directo y en gran medida se basa en la simplicidad gráfica, y sin embargo creo que hay gente que lo percibe como elitista. ¿Por qué?

Es este problema con el arte contemporáneo. Cuando algo es incomprensible, no lo entiendes o no te gusta, la primera reacción de una persona es enfadarse con eso mismo, enfadarse mucho con eso, porque no puede permitir que algo le haga sentirse idiota. No nos han educado en comprender que, a lo mejor, eso a lo que se está enfrentando es realmente una puta mierda y quizá el imbécil es el que lo ha hecho, no tú. Cuando alguien cree que tiene una educación, su reacción es darle a esas cosas una magnitud increíble, que a lo mejor tampoco tienen. Entonces, al no ser un trabajo fácil, se le da ese elitismo que para mí no es tal. El problema es la educación en el arte, más que el hecho de que una obra sea elitista o no. Mi pretensión no es ser elitista, soy el primero que se enfada mucho cuando me enfrento a cosas demasiado pretenciosas, que parece que están señalando con un dedo índice muy grande a las personas y llamándolas gilipollas. Eso me molesta mucho, así que ojalá no me suceda a mí. Pero no sé, no puedo impedirlo, si alguien se siente así frente a lo que hago yo… pues bueno, no hay absolutamente nada que hacer, y es parte del juego, de la gracia.

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¿Qué ha cambiado en el panorama para que una editorial de tebeos publique un libro como Pulir en España? Porque hace… no sé, diez años, no hace falta irse más atrás, habría sido impensable.

Creo que las formas están evolucionando muy rápidamente, gracias a internet, sobre todo. Ya no existe el miedo que se tenía antes a “Nadie comprenderá lo que hago, esto que hago es una mierda, esto que hago es muy raro”. Cada vez surgen más personas y comprenden que no están solas. Yo recuerdo como un momento importante cuando internet comenzó a popularizarse y empezabas a ver páginas de otros dibujantes hasta que un día te dabas cuenta de que no estabas loco, de que no estabas solo, de que lo que hacías a lo mejor no era tan raro y había otras personas ahí que van a valorarlo. Sigues currando porque sabes que, aunque ese grupo de población sea pequeño, es suficiente para que tenga sentido tu esfuerzo. Si ellos están proporcionándote placer a ti, tu puedes hacerlo por ellos también. Creo que he tenido mucha suerte de empezar a hacer esto que hago en este preciso momento, porque aunque haya una competencia espantosa también hay menos miedo y menos vergüenza en hacer lo que sabes y necesitas hacer. Ver el trabajo de tanta gente tan buena, tan libre y tan capaz es inspirador.

¿Hay una vertiente política en tu trabajo?

Creo que hay una vertiente política en todo trabajo. En una obra, en un dibujo, en un cómic, siempre hay un ganador y un perdedor, alguien que llora y alguien que ríe. Entonces, sí, en gran parte de mi trabajo hay una vertiente política, pero nunca intencionada. No puedo evitar posicionarme a favor de la libertad y en contra del dinero, y creo que eso se nota en mi trabajo. La gente pensará, “¡De qué pollas está hablando!”. [Risas] Pero intento que mi obra sea un canto al amor, a la libertad, a la alegría y a sentirse vivo cuando no hay razones para estarlo.

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¡Eres un cantautor del cómic! [Risas]

Bueno, es que creo que es muy simple, que todo ello es lo contrario al dinero y al mal.

El otro día un dibujante me dijo que todos los dibujantes se gustan mucho a sí mismos.

Pero… ¿quién te dijo eso?

Me dijo eso y me dijo que “El que te diga que no, miente”. Por lo menos en el momento de terminar el dibujo.

Cuando funciona sí, claro. Es que si no, ¿qué vas a hacer? ¿Estar llorando por las esquinas toda la vida? Todos los dibujantes, o todos los que hacen algo, son egocentristas en potencia. Y saber vivir con ese egocentrismo y saber manejarlo, no solo con el mundo de la ilustración o el cómic, sino también con la gente cercana, tu familia, tu novia, tu hermano, tus amigos, es algo que hay que aprender a llevar. Hay un miedo, una culpabilidad, a sentirse superior a los demás porque uno sabe “crear». Hay que saber vivir con ese egocentrismo pero no negarlo, porque si lo niegas… Eso es lo que te hace seguir adelante, y si no intentas gustarte a ti mismo estás frito, porque ¿a quién pollas le vas a gustar?

¿Te gustaría hacer trabajos comerciales? Encargos de publicidad, diseños de logos…

Claro. Lo haría por dinero, pero preferiría no hacerlo.

Pero porque estás suponiendo que te pondrían restricciones, ¿no?. ¿Y si te dieran total libertad?

Te respondo lo mismo, aunque me dieran total libertad creo lo haría solo por dinero. Si tengo que hacerlo, lo haré, igual que he trabajado para el Ministerio de Educación, igual que trabajé en un Zara. Hombre, preferiría hacer eso que volver a trabajar en el Ministerio de Educación, por supuesto. Pero preferiría poder ganarme la vida con mis dibujos/cuadros/lo-que-sea que tener que trabajar en publicidad, por ejemplo, porque es algo que me da un asco terrible. Pero si hay que hacerlo, se hará. También el Gobierno me parece el enemigo y he estado año y medio trabajando para en el Ministerio. Una cosa es lo que piense y otra son las alubias.

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A nivel gráfico he visto un par de cosas en tu trabajo que en principio parecen contradictorias. Por ejemplo, tienes muchos dibujos que son copias de retratos o ilustraciones de corte realista, mientras que en otros optas por deformar absolutamente la figura humana.

Al estar enamorado de tantos tipos de estilos gráficos diferentes, no puedo decantarme siempre por lo mismo. A veces prefiero ser muy simple y otras muy barroco e incorporar muchos elementos. Entonces, puedo hacer una copia de un retrato con millones de líneas y después, para desengrasar un poco, lo que me apetece es hacer una cara con un círculo y dos puntos y poner debajo una frase. No me parece que una cosa tenga más valor que otra.

Y luego, tienes dibujos donde no aparece ni una maldita línea recta y otros que son exclusivamente líneas rectas. ¡Y nunca se mezclan!

Es esta obsesión porque las cosas tengan sentido. Si en un dibujo de líneas rectas meto una curva, me parece que le está dando un toque orgánico que está estropeando todo el dibujo. También tiene que ver con mi educación de diseñador gráfico y la idea de que las cosas deben tener cierta armonía. Pero creo que eso lo voy perdiendo poco a poco y ya hago un poco lo que sea.  Bueno, lo de las líneas rectas en realidad tiene una explicación… Se me rompió la tableta gráfica y tampoco tenía escáner, así que tuve que dibujar cómics con el ratón del ordenador [risas]. Y claro, el trazo de Photoshop con el ratón es una mierda, estaba todo el rato con el tab haciendo rectas y así salvé el culo para hacer muchos tebeos, para mi sorpresa, bonitos.

Una de mis frases favoritas de Pulir es “El arte secuencial no es arte”.

Es una bobada, a mí el arte secuencial sí me parece arte, claro. Podría haber puesto cualquier cosa ahí: “El cómic no es arte”, “La ilustración no es arte”, “El arte no es arte”. Es por quitarle hierro al asunto. Se le está dando una pompa al cómic que muchas veces uno piensa que es contraproducente. Parece que todos tengamos que ser absolutamente serios y ya no podamos pasarlo bien, como lo pasábamos antes. Por una parte es bueno, pero por otra llega a ser aburrido. “Es que ahora hasta en la televisión se habla de cómic”. Pues a lo mejor es un error que se hable de cómic en la puta televisión, a lo mejor estamos cortando por lo sano toda esa libertad que creíamos que teníamos. Supongo que aquella frase era un poco una manera de decir esto, pero bueno, en el fondo solo era una gilipollez [risas].

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Y tú, que sobre todo practicas el humor, ¿también te alimentas sobre todo de cómic de humor?

No, leo cómic de todo tipo. El cómic de humor me gusta mucho, aunque me cuesta que algo me haga gracia. Me cuesta mucho, pero soy muy pasional, de manera que cuando algo me gusta, desde eso momento ya no le exijo casi nada al autor, seré fan acérrimo de él hasta la muerte y le defenderé cuando nadie le defienda.

Dime tres autores a los que ya no les exiges nada, que hacen cosas malísimas pero que en algún momento te enamoraron.

No puedo contestar a eso, me estás metiendo en problemas [risas]. Bueno, por ejemplo, Johnny Ryan o C.F. me gustan muchísimo y nunca les exijo casi nada. Aunque muchas cosas no haya por donde cogerlas. Pero bueno, a mí me fascinan y me fascinarán siempre. No sé qué más decirte… Es muy complicada esta pregunta. Puedo decirte dibujantes que me gusten, pero esto… Y claro, no puedo decirte españoles, que me meto en líos [risas].

Qué tipo de trabajo te ves haciendo dentro de diez años?

Hostia puta. Ojalá estuviera pintando cuadros y bebiendo zumo de naranja sin tener que esperar nada de absolutamente nadie.

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