RBA retira una portada de El Jueves sobre la abdicación real y varios dibujantes abandonan el semanario en respuesta

El pasado lunes 2 de junio Juan Carlos I hacía público, a través de una comparecencia de Mariano Rajoy ante los medios, su deseo de abdicar en la persona de su hijo y heredero al trono Felipe de Borbón, que reinaría bajo el nombre de Felipe VI. Tras el anuncio, el consejo de redacción de El Jueves tuvo una reunión extraordinaria para cambiar tanto la portada como algunas páginas interiores del número 1.932 de la revista, el que debía aparecer el siguiente miércoles, 4 de junio.

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Albert Monteys comentaba poco después en su cuenta de Twitter que se habían podido llevar a cabo dichos cambios. Monteys es uno de los miembros más veteranos del consejo de redacción y fue director de la revista hasta 2011.

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De este modo, la portada que se había aprobado en el consejo de redacción ordinario de la semana anterior, dedicada a Pablo Iglesias, era sustituida por otra que trataba la abdicación, firmada por «Redacción» y por Manel Fontdevila, autor del dibujo.

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La nueva portada fue difundida en las horas posteriores por las cuentas oficiales de la revista en las redes sociales. Sin embargo, el miércoles 4 de junio la revista no llegó a los puntos de venta como todas las semanas, sin que hubiera en ese momento ninguna explicación por parte de El Jueves más allá de una disculpa breve.

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Al día siguiente, efectivamente, El Jueves 1.932 era distribuida, pero con la portada en principio descartada tras el consejo de redacción extraordinario del lunes 2. La explicación dada por Mayte Quílez, directora de la revista, el día anterior, citada en el programa de Catalunya Radio La tribu de Catalunya Radio (primeros minutos del audio enlazado), apuntaba a un problema de tiempo con la imprenta que habría impedido finalmente el cambio de portada, motivo por el cual la revista se publicaría con la primera opción, la de Pablo Iglesias.

Sin embargo esta versión quedó rápidamente en entredicho según avanzaba la mañana del jueves. El blog El ventano habló de «presiones recibidas desde la Zarzuela» como motivo del cambio, y pronto comienza a propagarse otra teoría: la tirada completa de 60.000 ejemplares con la portada de la abdicación se había impreso y estaba lista para ser distribuida cuando RBA, propietaria de El Jueves, decidió que esa portada era inaceptable y ordenó la destrucción de la tirada completa y su sustitución por otra nueva con la portada de Pablo Iglesias. La mañana transcurrió entre rumores que iban apuntalando la teoría de la censura empresarial hasta que pasado el mediodía Ignacio Escolar la confirmaba en eldiario.es con un artículo en el que, citando fuentes de la redacción de El Jueves, escribía:

Fuentes de la redacción de El Jueves, sin embargo, niegan ningún problema de tiempo y aseguran que se imprimieron 60.000 números con la portada sobre la sucesión en la Corona. Las mismas fuentes indican que los ejemplares han sido destruidos.

Mientras se hacían públicos los hechos, la revista guardaba un escrupuloso silencio en redes sociales. Pero poco después de aparecer el artículo de eldiario.es Monteys anunciaba en Twitter que abandonaba la revista tras todo lo sucedido.

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Tras él, fueron muchos más los colaboradores de El Jueves que anunciaban públicamente que dejaban de publicar en sus páginas. Manel Fontdevila —autor, recordamos, del dibujo de la portada retirada—, Bernardo Vergara, Guillermo Isaac Rosa, Luis Bustos, Manuel Bartual, Paco Alcázar, Malagón, Pepe Colubi, Bea Tormo, Mel, Iu Forn, Lalo Kubala, José Luis Ágreda y Miquel Gras han sido los que, hasta el momento, han tomado la misma decisión que Monteys.

El propio Monteys difundió un comunicado público en el que explica sus motivos para marcharse y señala que no sólo se retiró la portada aprobada en el consejo sino que también se prohibió expresamente por parte de RBA las alusiones a la monarquía en las portadas de la revista en el futuro.

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Durante el viernes Manel Fontdevila fue entrevistado en Hoy empieza todo (a partir del minuto 42), programa de Radio Nacional, y confirmaba todo lo difundido el día anterior. Habla además de «falta de respeto» a los autores de la portada, y manifiesta que no puede seguir trabajando en la revista en esas condiciones: «El trato con RBA siempre había sido que la revista era independiente y hacía lo que quería». Asimismo, Fontdevila sostiene que esto ha sido «una chapuza muy gorda con la que se ha intentado engañar a los lectores», y afirma que su decisión es irrevocable. RBA, hasta la fecha, no ha comentado públicamente la situación.

A fecha de hoy éstas son las conclusiones a las que podemos llegar:

–          Alguien, un alto directivo o propietario de RBA, se ha saltado una decisión tomada por el consejo de redacción de El Jueves y ha hecho abuso de su posición para imponer lo que sólo puede calificarse como censura empresarial y clara vulneración del artículo 20 de la Constitución Española, incluso a costa de pagar el precio de la reimpresión de una tirada completa de 60.000 ejemplares.

–          No hay por el momento prueba alguna de que hayan existido presiones desde Zarzuela, punto que ya ha sido negado —pero que evidentemente tampoco sería reconocido de ser cierto—, y que ninguno de los afectados o implicados ha confirmado. La decisión puede deberse a condicionantes económicos —RBA publica cabeceras de prensa rosa que se nutren en buena medida de informaciones de la Casa Real— o a un pésimamente medido deseo de agradar a la institución en un momento de cierre de filas en torno a ella por parte de la mayoría de los medios de comunicación españoles.

–          El Jueves, por culpa de RBA, queda en una situación extremadamente comprometida, no sólo por la versión difundida, rápidamente probada como falsa, sino también porque ha perdido lo que más se valora en una publicación satírica: la independencia y la libertad para, dentro del marco legal, reírse de cualquier tema y atacar al poder sin cortapisas.

–          Más allá de eso, la gran cantidad de colaboradores que han abandonado la revista —a los que aún podrían sumarse más— hace dudar de su viabilidad a corto plazo, y, en cualquier caso, la merma de calidad de sus contenidos es más que probable, si atendemos a los nombres de primera fila que se marchan.

Una breve historia

Hace pocos días se cumplieron 37 años desde la aparición del primer número de El Jueves, que vio la luz el 26 de mayo de 1977. Su caso es único en la prensa satírica española, porque su longevidad supera incluso a la de La Codorniz, publicada entre 1948 y 1971, y de hecho El Jueves es la única del boom de la prensa satírica de la transición que se mantiene en el mercado. Para hacernos una idea de lo extraordinario que es esto, basta con recordar que la siguiente en el ránking es El Papus, que cerró en 1986. El Jueves en su origen fue una iniciativa de José Ilario, que previamente había puesto en marcha Por Favor en 1974. Su primer director fue José Luis Erviti, y contaba como colaboradores a algunos de los mejores dibujantes del momento: José Luis Martín, Kim, Romeu, Tom, Trallero, Vives… Y pronto incorpora a tres fundamentales: Óscar Nebreda, Ivá y , que la dotan de una estética rompedora y feísta, y una ética agresiva, comprometida con los desfavorecidos de manera inquebrantable. La revista sufrió secuestros editoriales y numerosas multas, como todas sus coetáneas, pero a pesar de eso nunca se ablandó en su crítica ni dejó de decir lo que creía necesario decir, gracias a la libertad que le daba el pequeño sello editorial Formentera donde se editaba. Tras las primeras elecciones generales, con toda la carga simbólica y práctica que conllevaron, no dudaron en calificar de «Tongo» la victoria de Adolfo Suárez. Hacía falta valor para hacer eso.

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Autor no acreditado, El Jueves nº 4, 17 de junio de 1977.

También hizo falta valor para situar la primera aparición del rey en El Jueves, en un chiste que hoy puede parecernos blanco, pero que entonces supuso una de las primeras imágenes del jefe del estado en las páginas de una publicación humorística, hasta entonces algo considerado tabú.

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Autor no acreditado, El Jueves nº 27, 25 de noviembre de 1977, p. 3.

La revista se politizó progresivamente muy pronto, y a partir de esas primeras elecciones generales fue convirtiéndose en una de las más potentes voces del desencanto con el proceso de transición, del que denunció siempre sus sombras y sus olvidos. En noviembre de 1977 el Grupo Zeta compra la cabecera, que se edita bajo su paraguas durante los siguientes cinco años. Fue la primera experiencia dentro de un gran grupo editorial, que no supuso, al menos de forma visible, una merma de su libertad de expresión. Pero en 1982 alguien dentro de Zeta decide que la revista debe ser cerrada, con la excusa de una supuesta baja rentabilidad que no se corresponde con las tiradas de El Jueves. Es entonces cuando varios dibujantes de la publicación deciden comprarla: Gin, Óscar Nebreda y José Luis Martín. Así nació Ediciones El Jueves S.A. y dio comienzo una larga etapa de independencia editorial que supuso un oasis en el desierto del monopolio de unos pocos grandes emporios editoriales que estaban controlando progresivamente la mayoría de medios. El Jueves gozó de tan buena salud en esos años que incluso sobrevivió al cierre casi generalizado de revistas de cómic en los noventa.

Es cierto que en esa etapa la crítica política pasó a un segundo plano y otros temas comenzaron a ocupar más espacio, pero también lo es que ahí siempre estuvieron Já, Ivá y otros autores veteranos para recordar las raíces de El Jueves y qué significa la sátira y cuál debe ser su relación con el poder. Con la llegada de nuevos dibujantes en el cambio de siglo, con el papel destacado de Albert Monteys y Manel Fontdevila, El Jueves vuelve a mirar a la actualidad política de un modo más claro y adquiere también nueva vida artística con una nueva generación de dibujantes. Todo lo cual no impidió que en 2006, precisamente poco después de que Monteys se convirtiera en director de la revista, el grupo RBA adquiriera el 60% de sus acciones y, de nuevo El Jueves perdiera su independencia editorial, aunque, como ha manifestado Fontdevila, había una garantía por parte de RBA que aseguraba la libertad del consejo de redacción de la revista para decidir los contenidos. Cuando en 2007, como en los viejos tiempos de la transición, el juez Del Olmo decrete el secuestro editorial, del famoso número con la portada de los príncipes de Asturias follando, según Fontdevila en la entrevista anteriormente citada, RBA se posicionó de parte de la revista y defendió sus intereses.

La reciente intromisión en la labor editorial de El Jueves por parte de sus dueños pone de manifiesto un cambio en las reglas establecidas en su relación, y eso, sumado a la prohibición de tocar el tema monárquico en las portadas en el futuro, ha sido lo que ha motivado la oleada de renuncias de sus colaboradores.

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Lo que ha sucedido estos días es, en mi opinión personal, una muestra más de la enfermedad degenerativa que sufre la prensa escrita española, supeditada cada vez más a grandes grupos con demasiados intereses, turbios o no, como para poder atender a algo tan básico pero en realidad tan insignificante para ellos como la libertad de expresión. El complejo de señorito del cortijo, la sensación de que quien paga manda y que el dinero da todas las razones que se puedan necesitar para cometer cualquier atropello, se han instalado sin ningún disimulo en nuestra sociedad. Con su precipitada decisión, alguien de RBA, quien sea, no sólo ha cometido un error estratégico tremendo, pues la portada ha obtenido una difusión mucho mayor, sino que en su deseo de agradar a la institución monárquica o de evitar problemas al grupo editorial ha herido de muerte a una publicación histórica.

Porque no es posible el humor político y la sátira si no es en libertad. Si el humor político no ofende, si los dibujantes tienen que estar pendientes de qué pueden o no pueden tratar, si se trazan líneas rojas de censura, entonces no tiene ningún sentido. RBA ha demostrado que no entiende eso. No entiende qué era El Jueves.

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Desde Entrecomics queremos expresar nuestro total apoyo y solidaridad con los colaboradores de El Jueves que han tomado la difícil decisión de abandonar la revista  y no aceptar ese nuevo escenario de trabajo en el que quien pone la pasta decide qué puede publicarse. Si bien su decisión es estrictamente personal, y como tal debe respetarse, acaba convirtiéndose también en un gesto colectivo de dignidad, en una declaración de principio que han antepuesto a la certeza de que, en pleno derrumbe de la prensa en papel, no hay muchas otras publicaciones en donde publicar. También queremos, por supuesto, mostrar nuestro apoyo a los dibujantes y demás trabajadores que han optado u optarán por permanecer en la revista, ya que lo hacen en un momento delicadísimo para la misma. Los propios colaboradores que han renunciado son los primeros en apoyar a los compañeros que se quedan, lo cual no hace sino reforzar el sentido de solidaridad que estos días se ha generado en torno a un asunto lamentable.