Sin título (Cameron Stewart)

sintitulo

Sin título (Cameron Stewart). Astiberri, 2014. Cartoné. 24 x 17 cm. 168 págs. Bitono. 16 €

Tengo que reconocer que el nombre de Cameron Stewart no me sonaba de nada, a pesar de que había dibujado varias series de superhéroes. Pero además de eso, en los últimos dos años ha dibujado un webcómic de nombre llamativo: Sin título. Llamativo porque es el título original, que está en castellano, vaya. Dark Horse lo ha recopilado y editado en papel, y aquí acaba de publicarlo Astiberri.

He leído Sin título sin saber muy bien qué iba a encontrarme, interesado por el buen dibujo de Stewart —un narrador clásico que alterna soluciones de manual con otras sorprendentes— y por el ritmo blindado que impone la página con dos filas de cuatro viñetas cada una. Se puede definir de manera rápida como un thriller surrealista o fantástico. Se compara con David Lynch, y puedo entenderlo, por la manera en que introduce elementos extraños en la narración, pero en realidad creo que es algo superficial. A menudo cometemos —me incluyo— el error de meter en el mismo saco todo lo que mezcle elementos oníricos, sucesos inexplicables y una narración no convencional. Le pasó sin ir más lejos a David Sánchez. Es natural, porque el primer impulso ante lo desconocido es intentar que deje de serlo y clasificarlo, para dominarlo y entenderlo. Aunque, en todo caso, narrativamente Sin título es más convencional que los tebeos de David Sánchez, por ejemplo, porque es bastante más lineal, aunque sucedan cosas que no entendemos.

El cómic tiene un primer tramo que me ha gustado muchísimo. Y eso que dentro de su extravagancia, Stewart no puede o quiere esquivar los clichés del género, si podemos considerar género este tipo de narración. Un tipo aparentemente normal, al que de pronto la vida le pega un vuelco y se ve metido en una historia que lo supera por completo. Un tío que, pronto, descubriremos que tiene traumas infantiles y asuntos no resueltos con su padre —lo de los clichés que decía antes—. Pero funciona de maravilla, la verdad, porque esos clichés están bien usados y a través de ello consigue momentos muy impactantes. Stewart mide muy bien los tiempos —lo cual no creo que sea fácil trabajando con la inmediatez de un webcómic— y los momentos en los que va sumando enigmas, que meten a Alex Mackay, a través de una misteriosa fotografía de su abuelo recientemente fallecido posando con una chica, en una trama oscura tanto para él como para nosotros. Y como nosotros, él no puede evitar sentirse intrigado y querer saber más, llegar al fondo de la cuestión. Además, intuye ahí una historia que merece ser contada —resulta que es un escritor frustrado: otro cliché—. Las gotas suficientes de violencia, un local donde se realiza algún tipo de experimento extrasensorial, y una serie de sueños cada vez más detallados y reales en los que Alex ve un árbol —el de la cubierta del cómic— en una playa… Su vida se va a la mierda de esa manera tan súbita y angustiosa de los buenos thrillers, pero parece importarle tan poco como a nosotros: lo que importa es solamente saber.

sintitulo interior

La resolución de Sin Título me ha generado sensaciones contradictorias, tanto que aún no he decidido si me satisface, pero desde luego algo tiene, cuando he pensado tanto en ella. No quiero destriparla pormenorizadamente —de hecho, igual el que no lo haya leído haría bien en dejar esta reseña a partir de aquí—, pero creo que Stewart explica demasiado. No creo que sea por estar a la altura de la expectación que ha podido generar en los lectores, por compensarles el desconcierto que les ha provocado, sino porque realmente es lo que le interesaba contar. Yo, personalmente, ante historias como ésta tiendo a no hacer cábalas sobre el misterio y dejarme llevar. Quizás por eso últimamente prefiero que me dejen desconcertado, que no se le dé una clausura cerrada a la historia. Me gusta sentirme desubicado. Aunque hay que decir que no todo queda claro o termina de entenderse completamente, y tampoco es una revelación brutal que te deje en estado de shock. Tiene sentido respecto a lo que hemos visto. Tampoco es una tomadura de pelo, que nadie me malinterprete. Simplemente creo que yo personalmente habría disfrutado un final aún menos explícito, más loco.

Aunque a cambio, Sin título me ha hecho plantearme preguntas interesantes. ¿Debe ser siempre la función de una historia colmar nuestras expectativas, satisfacernos? ¿Es siempre culpa del autor, y sólo del autor, que su obra no cubra las expectativas que tiene el lector? ¿No nos habremos acostumbrado un poco a cierto tipo de producto de entretenimiento demasiado pendiente de complacernos por encima de otras consideraciones? ¿Eso de «quien paga manda»… no entraña ciertas trampas?

Muchas preguntas para responder aquí y ahora. Y al fin y al cabo mi falta de expectativas respecto a la solución de la trama es también una expectativa, así que esas preguntas me las tengo que hacer a mí en primer lugar. Lo importante, al final, es que Cameron Stewart ha sido honrado. No ha jugado con nosotros y nos ha manipulado siempre de maneras perfectamente lícitas. El final no es un pegote, ni responde al miedo a la reacción de los lectores. Ha contado lo que ha querido contar, sin conejos sacados de la chistera. ¿Necesita una historia así un clímax que nos deje sin aliento? En mi opinión no. ¿Importa en el fondo demasiado que el final responda a las expectativas de cada uno? Posiblemente tampoco. Sin título no sólo me ha gustado mucho, sino que ha generado una reacción y una reflexión, que no es poco, y por ello creo que es un tebeo que merece la pena.