Entrevista con Nadar

Pep Domingo, que firma como Nadar, es un joven autor que ha protagonizado uno de los debús más sonados en el cómic español con Papel estrujado, obra ganadora de la última beca Alhóndiga. Con motivo de la visita de Nadar a Madrid pudimos realizarle esta entrevista. Una tarde de sábado y de fútbol, en la que después de deambular un buen rato por el barrio de La Latina en busca de una cafetería donde el volumen de la televisión nos permitiera usar la grabadora acabamos sentados en un banco de la Ribera de curtidores, donde charlamos durante casi una hora mientras hojeábamos su cómic. Muchas gracias a Pep por su amabilidad.

——oOo——

papelestrujado

Primero quería preguntarte por tus inicios, porque da la sensación de que has salido un poco de la nada. ¿Habías hecho algo previamente?

Sí, es que yo quería empezar con buen pie. Desde siempre soy muy exigente en eso. Pero llevo dibujando cómics creo que mucho más tiempo que alguna gente que los hace. Gané concursos, el de Cornellà, Portugalete, etcétera. Al escribir muchas historias, me desencanto muy rápido si no tengo la posibilidad de hacerlas luego. Escribo más de lo que dibujo, de hecho. Todo es inconcluso, nunca los acababa, y por eso en apariencia vengo de la nada. Tampoco me he movido en el mundillo del cómic, no conocía a nadie, vengo de otros sitios, he estado trabajando… vengo de otro mundo, digamos. Voluntariamente, porque yo también he querido limpiar mi trabajo, me ha costado mucho encontrarme…

¿Como autor, te refieres, encontrar tu estilo?

Sí, sí. En eso soy así de raro o tonto, no lo sé. Quiero estar satisfecho de lo que voy a enseñar, no quiero meterme con cualquier cosa… No sé, es una exigencia propia un poco absurda, quizá. Por eso mis primeros trabajos son un montón de cosas que están en un cajón, son la evolución hasta hacer Papel estrujado, pero no tiene ninguna relevancia para mí.

¿Nunca llegaste a publicar nada en ninguna revista o algo así?

Publiqué una historia corta en Dos veces breve, en el último número, con un amigo con el que antes trabajaba mucho. Pero me pasa una cosa muy curiosa: tengo una formación clásica de dibujo desde muy pequeño, tengo técnica, por decirlo de algún modo, y eso mismo me ha hecho perderme, durante algunas épocas, me ha hecho estar más a merced de las influencias. Luego lo de la Alhóndiga me dio un empujón.

¿Cómo surgió lo de la beca Alhóndiga?

La primera vez que salió, que se la dieron a Lola Lorente y a Clara Tanit, yo estaba trabajando en la librería del museo Picasso, y una chica que estuvo muy poco trabajando allí, que era suiza, era amiga de Lola, y me comentó que había una beca que me podía interesar. Y yo, que en esto soy un poco pusilánime a veces, y no me gustaba aún mi trabajo, no me presenté. El año antes en que me la dieran pensé ya en presentarme, pero al final no lo hice. No sé, soy muy exigente, y a veces la diferencia entre ser exigente y ser imbécil es una línea muy fina.

Te puede llevar a cierto bloqueo.

Sí, y es una estupidez, y ahora lo he visto. Pero, bueno, también ha valido la pena esa exigencia. El caso es que me daban mucha envidia todos los que ganaban la beca, porque yo estaba trabajando y tenía sólo un rato para dedicarme a eso. Y ya el último año pensé «¿Por qué no?». No esperaba que me la dieran, ¿eh? Porque el registro y el discurso de la Alhóndiga de los ganadores anteriores, Álvaro Ortiz, Martín Romero, Clara Tanit y Lola Lorente, no tienen nada que ver conmigo, en cuanto a lo técnico, más que nada. Al final, afortunadamente, me decidí, porque si no me habría quedado sin ella, porque la han quitado.

Entremos a valorar Papel estrujado. ¿Me puedes contar cómo fue el proceso de creación de la obra? Porque es muy ambiciosa.

Sí… A veces me gustaría hacer ideas muy sencillas que tengo que están bien desde el punto de vista del relato, pero siempre me meto en ellas, empiezo a desarrollar y como soy un poco complicado, empiezo a complicarlas. Y tenía a Javi, el personaje de Papel estrujado, que iba a ser una historia corta sobre él. Siempre estoy entre la literatura y el dibujo, y a veces cuando tienes muchas ideas va muy bien escribir, porque es mucho más directo. Dibujar es un proceso más largo. Javi era uno más de esa amalgama de relatos que tenía. Un chaval de barrio que ha dejado las clases para ajustar cuentas a cambio de dinero. Y cuando me presenté a la Alhóndiga me dije que a esa historia le faltaba todo. No había historia, realmente. Y empecé a tirar del hilo. A partir de este personaje, salió el otro protagonista, que en el relato no aparecía, era una ausencia, pero estaba de trasfondo. Y al meterlo de pronto la historia cobró la dimensión que le faltaba. Eso evidentemente me ha complicado, el hacer una historia coral es un mundo. Intercalar historias, que todo funcione… Eso me llevó mucho más tiempo que el dibujo y todo lo técnico, que lo tengo más controlado y me cuesta menos. Donde menos me exijo es en el dibujo, eso es cierto. Me exijo, pero relativamente. Me exijo más en la historia, en los diálogos, en la estructura. Fueron enganchándose cositas, para darle redondez a algo que parecía que no estaba del todo acabado.

Entrevista Nadar 1

¿Y qué proceso seguiste? ¿Escribiste un guión entero antes de ponerte a dibujar?

No; escribí una sinopsis. Me escribo un relato literario, bien escrito, detallado, pero no hay diálogos. Es un relato de acción, o incluso con cierta poesía, para transmitírmelo a mí, que soy el primer lector. Y trabajé con eso, y luego empecé a hacerme, no sé si por pereza o porque me gusta escribir, una estructura con colores, de cada tiempo narrativo. Y de hecho no trabajé con story board, trabajé con eso. Afrontaba una escena, la trabajaba, me apartaba… Ha sido muy improvisado, aunque luego no lo parece, es muy curioso, porque la gente me ha dicho que es una obra que está como muy cerrada, muy atada… Y fui atándola por el camino. Ha sido muy apasionante, muy desordenado en algún sentido… Y yo valoro el orden absoluto, porque es el tiempo: Si lo ordenas trabajas mejor. Era mi primera obra y era de rigor tener un método. Quizás es un error, porque hay gente que trabaja desde la dispersión. Pero a mí me gusta el método porque me permite centrarme en lo importante, no en si se me ha perdido una página o no sé dónde tengo algo.

Y en cuanto al dibujo, ¿me puedes decir algo de las técnicas que utilizas?

Yo siempre he trabajado a mano, pero Papel estrujado está hecho con dibujo digital. Es muy curioso, porque hasta hace dos años la tecnología que yo tenía a mano era muy desfasada. Pude hacerme con una Cintiq, y la verdad es que me di cuenta de que trabajaba más tranquilo, porque tenía poco tiempo y a veces le daba demasiadas vueltas a si me equivocaba o no. Entonces, sin trampear, trabajando como trabajaría a mano, avanzaba un montón. Pero, la verdad, quiero volver a trabajar a mano.

¿Ganabas tiempo haciendo eso?

Sí, es que te da una seguridad el hecho de que si te equivocas no pasa nada… Y así trabajas más rápido y más tranquilo. Y a mí, que a veces he sido muy impaciente con mi trabajo, esa tranquilidad me ha dado rapidez.

El aspecto gráfico del tebeo me parece que, a pesar de ser una obra de unas cuatrocientas páginas, tiene bastante coherencia. No notas demasiada diferencia a pesar de que me imagino que habrá varios meses de intervalo entre las primeras y las últimas.

Sí, es otra de mis paranoias con el orden. Detesto que se note una evolución evidente en el mismo tebeo. En mi caso, a veces cuando lo veo en otros ni me doy cuenta, pero yo no me lo permito. A veces me pongo más trampas como creador que caminos fáciles. Sí que hubo unas páginas al principio que volví a dibujar, porque los personajes, sus caras, estaban como raras. Pero fue cuando acabé el proceso, claro. O sea que sí me gustaba esta heterogeneidad, te ayuda a entender todo.

Entrevista Nadar 2

Otra cosa que me ha parecido destacable es el diseño de los personajes. Me parece que son muy diferenciables unos de otros. No sé si te salió así o hiciste un trabajo previo de diseño.

Pues no, no hice un diseño muy cerrado. Hay gente que parte del dibujo, pero en este caso yo partí de lo literario, y entonces es como intentar dibujar al personaje de un libro que estás leyendo, es casi imposible porque no existe. Al principio era una insatisfacción constante. «No, éste no es el personaje». Pero al final tuve simplemente que dejarles hacer y que existieran, como algo físico. Pero no, no hice bocetos previos ni nada. Fue como improvisar una canción, casi.

Me ha sorprendido que aunque se nota que tienes un buen repertorio de recursos narrativos no los recalcas. Mantienes siempre cierto equilibrio entre lo que estás contando y la manera en que lo cuentas, nunca distraes la atención.

Para mí es vital, yo entiendo el cómic así: el dibujo está a merced de la narración, porque estamos contando historias. Las filigranas me parecen bien cuando entran en el discurso de la obra, pero en ésta no tenía ningún sentido exponer las capacidad técnicas y enseñarlas frívolamente. Yo primero soy narrador y después soy dibujante. Para mí el dibujo es una herramienta y está sujeto totalmente a lo que quiero contar.

Sin embargo sí que hay algunas cosas que es verdad que son discretas, pero están ahí. Lo más obvio, que de vez en cuando prescindes del marco de la viñeta.

Sí, sí, me gusta mucho eso.

entrevista nadar0001

Luego hay otra cosa: lo de prescindir completamente del fondo de la viñeta y plantear sólo a los personajes, en un vacío. Me ha recordado en cierta manera a lo que hace a veces Emmanuel Guibert.

Bueno, yo adoro a Emmanuel Guibert. Me parece un superdotado inalcanzable (risas). Lo leí en su momento y me dejó alucinado. A nivel técnico hay pocos a su altura.

¿Lo tenías en mente cuando hiciste esto? Bueno, tampoco es el único que lo hace, pero…

Es curioso cuando sacan referencias. Yo he devorado mucho cómic y mucha literatura y ya no encuentro el vínculo entre lo que hago y de dónde viene. Muchas veces me preguntan por mis referencias… Todo es una referencia, hasta el Mercadona. A mí me interesan los humanos. Las personas protagonizan todas las historias y son las que escriben el mundo, el de los humanos, aunque hay más mundos, por supuesto.

Otro autor que se ha mencionado mucho en reseñas y demás es Frederik Peeters¸ pero yo no lo acabo de ver en tu trabajo…

Yo tampoco lo veo. A mí cuando empecé siempre me sacaban influencias, porque hay una época en la vida en que eres más «esponja» y tu trabajo se ve más claro que está cincelado por muchos autores. Y yo, cuando alguien me decía que le recordaba a tal, automáticamente hacía un giro de 180º.

Como una forma de buscar tu propia personalidad.

Sí. Y por eso he pasado por muchas fuentes. Claro, yo dibujo desde que era muy pequeño, y he estado en contacto siempre con el dibujo, obsesivamente. Pero a Frederik Peeters yo tampoco lo acabo de ver, no, pero creo que es inevitable…

Yo lo puedo ver en detalles muy puntuales, por ejemplo en ciertos ojos… Pero son cosas tan pequeñas…

Claro, es que Peeters a su vez bebe de otros… Esto es constante, aquí bebemos todos de todos.

Lo que pasa es que siempre se busca la referencia del que en ese momento es más famoso o está más de actualidad.

Ahora bien, mis respetos absolutos a Frederik Peeters, me parece un fuera de serie y en su momentó me marcó leerlo. Pero no lo he tenido en mente. Intento hacer un «encefalograma plano» cuando dibujo, matar a mis ídolos, porque si no nunca llegaría a ser yo mismo. Es un proceso muy complicado, y la gente no lo sabe. Supongo que es extrapolable a cualquier arte, hacer una limpieza… Es un riesgo, porque te puedes perder, pero, bueno, yo soy muy cabezón en ese sentido.

¿Cuál ha sido tu trayectoria como lector, con qué empezaste?

Yo soy de la generación manga.

Porque tú naciste en el año 85.

Claro, tengo 28 años. Akira Toriyama era mi dios cuando era pequeño. Dragon Ball, Doctor Slump… Me acuerdo de un verano en que mi padre me vino con Arzak [de Moebius], me acuerdo muy bien. Mi padre es un nada desdeñable coleccionista de cómics, tiene muchos más que yo. Claro, que cuando se acabaron las revistas dejó de leer, como mucha gente, fue una pena. Con Arzak me pasé todo el verano obsesionado, pero a un nivel que me rompió tanto los esquemas… Y empecé a leer toda la literatura y cómics europeos de mi padre. He tenido esa suerte de tener eso cerca. Y entonces empecé a perderme, en el buen sentido. Durante muchos años mi estilo de dibujo cambió mucho, y luego recuerdo que la primera vez que fui a Angoulême a enseñar mi trabajo un editor, al que se lo agradeceré siempre, me dijo que dibujaba muy bien pero que aquello estaba desfasado. Lo recuerdo muy bien. Y entonces me encontré con toda la Nouvelle BD, que yo no había leído nada, no conocía a Sfar, ni a Blain, ni a Trondheim —que no me gusta—. Y otra vez mis esquemas se fueron a pique. Tenía como veinte años, y empecé a absorber todo esto, y menos mal que lo absorbí. Con los clásicos europeos no he podido nunca, porque si tú empiezas leyendo manga luego un Tintin parece aburridísimo, después de leer a Son Goku…

Entrevista Nadar 3

Arzak, de Moebius

Claro, es una acción mucho más cinética.

Claro, claro. Yo vengo de ahí. No es por hacerle el feo a los otros, pero no podía con ellos. Me aburría incluso gráficamente. Y sigo siendo un lector de manga total: Taniguchi, Otomo… Pero yo creo que ahí está el truco: hay que saber coger y dejar, porque el manga es muy reiterativo… Te lees una colección, 20th Century Boys o Monster de Urasawa, y a la mitad ya podrían haberla cortado… Debes saber dónde están las virtudes de cada género y cogerlas. Has de tener un poco de costumbre de observación. Yo creo que del manga bebo mucho, lo que pasa es que no se ve. Y bueno, luego todos los underground americanos, por supuesto. Desde los más modernos, Clowes, Tomine, que me gusta mucho, Burns, Joe Sacco…Esto ya ha sido una lectura diferente, más racional.

Porque eras más adulto quizás…

Sí, ya entraron de otra manera, no fue un vendaval que te marca a fuego y no se te va nunca, porque a mí el cómic de los 70 y 80, lo más mítico, ése se me grabó con fuego.

Porque te llegó en una época en que todos somos mucho más impresionables…

Claro. Pero con lo otro me di cuenta de que se podían contar un montón de cosas. Pero la literatura ha sido igual de importante en mi trayectoria, ¿eh? En eso le debo mucho a mi padre: libros, cómics, discos… Ha sido un hombre que ha tenido la voluntad de enseñármelo y de abrirme los ojos. La literatura ha sido vital para descubrir las historias, porque el cómic, no nos engañemos, en muchos sentidos también flaquea. No sabría decirte a bote pronto en cuáles, pero creo que hay que enriquecerlo de muchas cosas todavía.

La cuestión literaria a mí me parece obvia. Leyendo Papel estrujado tenía la sensación de que había casi más referentes literarios que de cómics. Y ahora que me has dicho que partes de un relato completo, lo veo más claro todavía. Fue muy curioso, porque a mí me gusta mucho el realismo mágico, y yo veía influencias de esto, y luego te leí en «Mata a tus ídolos» de numerocero.es que tuviste una etapa de leer mucho realismo mágico.

Como todos en España, supongo, hay un primer descubrimiento ahí de la literatura en español. Muchos empezamos por ahí. No sé muy bien por qué, bueno, hubo un boom en los 60 de la literatura latinoamericana, sin duda, pero no lo sé. Es absurdo, ¿no? Descubrir la lengua por ahí. Hay una manera de hacer que creo que se ha perdido en España, es muy curioso. Es un respeto por el lenguaje… no sé muy bien cómo decirlo.

Yo creo que cuando se finiquitó la generación del 27, casi toda la literatura española que vino después tiró por caminos realistas, el tremendismo de Cela y demás.

Cela me gustó mucho en su momento.

Sí, pero se perdió esa vistosidad, esa riqueza del lenguaje, la exhuberancia de un Carpentier, o un Borges…

¡Bueno, Carpentier! Menudo señor. No obstante, como todos, vamos cerrando etapas, nos enemistamos… Mira, hace nada, me releí El reino de este mundo de Carpentier y me dije «joder, esto es la leche».

Es una maravilla.

Entonces vuelves a «ser amigo», pero lo haces un poco «diurético», para ir limpiándote y seguir tu camino. Porque ahora escribir como Alejo Carpentier creo que no tendría sentido, sería absurdo. Lo que pasa es que a mí me gusta mucho escribir, y a veces dibujar… Por eso no he hecho antes muchos cómics, porque he estado tonteando muchísimo con la literatura. He escrito mucho que no va a ningún lado, y seguramente escribiré, porque tengo cosas para libros. Pero un día me dije que iba a volcar toda esa sensibilidad en el cómic, lo iba a intentar. A lo mejor tengo que abrir una senda nueva, pero lo voy a intentar.

¿Te viene a la cabeza algún autor de cómic que tenga esta intención literaria?

No lo sé… supongo que ahora muchos. El cómic ha cambiado mucho, en veinte años ha dado un giro espectacular. Yo creo que lo literario es simplemente cómo se enseñan las cosas, es decir, la gran diferencia es ésa, y la elegancia con que se enseñan. En cómo se empieza, en cómo se acaba, en qué quieres decir… El cómic siempre ha sido muy conclusivo, muy atado. Pero en la literatura tú te lees a Camus y tiene esa cosa fragmentaria… Por ejemplo de Tomine me flipó cómo acababa las historias. Eran relatos que enseñaban a personas, enseñaba algo, y se iba. Y yo creo que ahí está lo literario, y no en la redundancia y en cerrar cabos, sino en abrirlos y dejarlos abiertos.

Entrevista Nadar 4

Una ilustración de Adrian Tomine

Ni en que tenga más o menos texto, que eso a veces es un error pensarlo.

No tiene nada que ver, sí. Creo que meterle mucho texto en el cómic es un error, yo no puedo.

De hecho ahora estamos viendo un par de páginas en que apenas hay.

Claro, es lenguaje gráfico, puedes hablar mucho más con el dibujo, ahí está la grandeza del cómic.

Las miradas, los gestos, la expresión corporal…

Claro, luego una cosa que recomiendo mucho es evitar el histrionismo, porque al hacerlo se vuelve todo un poco más borroso, y ahí está el discurso oculto o lo que tú puedes llegar a interpretar. Es como la poesía. Si evitas el histrionismo y evitas la típica expresión de las cejitas más levantadas…Si ves al personaje, ¿para qué pones textos? Si lo haces así no hace falta, porque son cartoons. Y así se gana y aparece otra dimensión del cómic. Yo he intentado no ser muy histriónico para dar pie al lector a que interprete.

Sí, además en tu cómic eso es importantísimo. Vas viendo una serie de reacciones que tienes que interpretar, porque tú no tienes las claves en el momento en que tiene el personaje esa reacción, las vas consiguiendo después.

Claro, y yo supongo que lo literario viene por ahí, por cómo enseñas las cosas, y hasta dónde lo haces. Yo creo que hay una gran diferencia ahí, de hecho.

Otra influencia que no sé si tienes, pero que a mí me ha recordado Papel estrujado: el cine de gente como Medem, en películas como Los amantes del círculo polar.

No me gusta esa película, curiosamente.

Me refiero a las historias cruzadas, las casualidades…

Sí, en este cómic predomina eso, pero no, no hay una influencia directa. De hecho intento no meterme mucho en el cine, porque creo que el cómic no es cine.

Sí, esta obsesión por hacer un cómic cinematográfico, con planos de cine…

Es hasta naif, cuando ponen el color… Estos planos cenitales muy exagerados, y le ponen ese rayo que se genera a través del cristal de la cámara, ¡lo representan en el cómic! Es un efectismo que no tiene ningún sentido, creo yo.

Es eso, querer ir tras la estela del cine, pero en el fondo queda algo muy pobre porque nunca va a ser una película, se va a quedar en un sucedáneo.

Claro, algo hasta kistch, es muy arriesgado.

En este cómic hay además muchos símbolos que me puedes comentar. Por ejemplo los caballos, están presentes constantemente.

No tiene nada que ver conmigo, no hay biografía aquí. Pero forma parte de los personajes. Yo construyo los personajes a partir de lo que no sabemos, también, de lo que no hay que saber. ¿Por qué los caballos? ¿Y por qué no? A mí no me gustan, bueno, por supuesto me parece un animal precioso, pero no tengo una afición, es una cuestión del personaje. Es que, de hecho, si escribes historias y no eres capaz de meterte en la piel de otra gente, no sé qué clase de historias harás, porque creo que la función de quien narra historias es ésa.

entrevista nadar0003

A veces también hay cierta obsesión por parte de los lectores con eso… Si tú hablas sobre malos tratos, ya te preguntan si tú en tu familia tienes casos, o tú de pequeño…

Claro, ¿y a Haneke en Funny Games le vas a preguntar? No, él tuvo una infancia feliz, como David Lynch, que dice siempre que él no está traumatizado (risas). Luego hay gente que sólo sabe contar cosas de su vida y me parece muy bien, porque es lo único real, aunque a lo mejor es lo que más puedes edulcorar, también. A mí la vida de cualquier persona… bueno, todo puede ser interesante, todo es historiable.

Depende de cómo lo puedas contar. Y de hecho, quizás, uno de los retos de la ficción sea ése: crear vidas tan veraces y realistas como una real.

Por supuesto, y yo es lo que intento.Y a lo mejor temas que se han tratado mucho los puedes enfocar desde el realismo y puede ser igual de resultón.

Hay una preocupación especial por tu parte por cruzar todas las historias.

Sí, quizás es el error más grande que tiene la historia. Habrá gente a la que le parezca perfecto porque le gusta que se lo aten todo. Pero admito que no voy a seguir por ahí.

Yo estoy de acuerdo contigo en eso, es de los pocos peros que le vi al cómic. No molesta, en realidad, porque se nota que es un cómic que va de eso, de serendipias y de tangencias entre las vidas de todos los personajes. Pero quizás sí que hay un par de cositas que si no las hubieras incluido…

Sí, excesivas, ¿no? El miedo del novato, puro y duro. Y es un poco irónico que esta obra sea tan conclusiva. A mí me encanta lo inconcluso y la grandeza de todo está en que se acabe y te deje con un palmo de narices.

Sí, sin embargo te desquitas en el final, ahí sí dejas una puerta abierta a interpretar qué está pasando ahí.

Sí, sí. Pero es un pero que le veo, y voy a intentar no seguir por ahí, desde luego.

Otra cosa que me ha llamado la atención: la acción sucede principalmente en dos escenarios. Uno es un pueblo que parece de montaña, y otro es una ciudad. Pero supongo que es deliberado que no se diga en ningún momento qué dos poblaciones son, ¿no?

Sí, quería hacer algo anodino, que fuera cualquier sitio. Aunque obviamente he partido de Castellón, de mi barrio, las periferias de Barcelona… La zona industrial que aparece, por ejemplo, es fusilada de Castellón totalmente, me fui muchas veces a hacer fotos, son sitios que existen. Pero mucha gente sí me ha dicho «Esto es España, ¿no?». Y es cierto, eso está claro, no es Francia ni Alemania, es España.

Sí, claro, vemos por ejemplo toda la cultura de ir al bar después de currar…

Claro, y luego ves las calles y es España, esso contenedores, los bloques de edificios. Me da mucho miedo cuando tengo que centrarme en un sitio porque me hace perder mucho la imaginación, y a la vez me da respeto, porque tendrías que documentarte…

Te puede limitar un poco…

Sí, hay muchos riesgos.

Un personaje que me gusta bastante es Ana, la chica del hostal.

A mí también me gusta mucho Ana, me he divertido mucho con ella. Me parece una bellísima persona y me gusta dibujar a buenas personas. Hay muy buenos tipos en el libro. Félix, por ejemplo. Te voy a desvelar una cosa que es curiosa, porque Ana al principio tenía una historia más dramática. Pero para acercarme precisamente a lo literario he querido restarle dramatismo excesivo, porque como hablábamos al final todo es una cuestión de excesos. Y Ana era ciega, y su padre no estaba en el estado en que está. Y mientras estaba desarrollando la historia me di cuenta de que era un exceso absurdo.

entrevista nadar0002

Un poco melodrámatico.

Totalmente, y yo odio los melodramas. Y la cambié y la convertí en lo que es ahora, una chica a la que le da vueltas la vida, que se lleva mal con su padre y por una ironía del destino le toca cuidar de él, llevar un negocio con el que creció pero que no tenía ninguna intención de continuar, y que tiene cierta frustración. Al encontrarse con Jorge todo cambia, o ella espera que cambie, y ahí está la gracia.

Estoy viendo una viñeta que me hace pensar en una cosa: Jorge es un tipo que cocina muy bien. ¿Puede haber aquí algo un poquito autobiográfico? [Nadar había comentado antes de empezar la entrevista que le gustaba mucho cocinar]

Sí, yo soy muy cocinitas, lo digo sin falsa modestia. Me gusta mucho cocinar y me encanta comer, por supuesto, porque si no no sabes cocinar (risas). Y en todas las historias que escribo siempre sale la cocina, ya lo vas a ver si tengo la suerte de hacer más historias. Era una forma de acercarme al personaje, y que no sea tan frío y distante.

Me parece destacable que dibujas personas muy reales. Estamos acostumbrados a ver gente muy guapa en el cómic…

¡Uf!

… pero tú haces un esfuerzo porque sean gente real. Ana por ejemplo…

¡Pero es que las mujeres así son hermosas!

¡Eso es lo que te iba a decir! Que a mí Ana me parece bella.

Son bellísimas, y los hombres también son bellísimos así. Bueno, yo es que tengo una guerra abierta contra todo esto, y mi pareja, que es ilustradora, también. Javi es un chico guapo, hemos de admitirlo…

Sí, pero lo pide la historia.

Lo pide la historia, es un chico guapo, pero diferente, también. Y sí, tienes razón, lo hago de manera deliberada. Aunque yo cuando dibujo a un personaje de natural me salen personas que veo por la calle. Sobre todo las mujeres, que por desgracia se hace lo que se quiere con ellas, y a nivel de publicidad y ficción es… yo no lo entiendo muy bien, porque todo tiene un discurso, y la gente a veces se olvida. Sale el pibón siempre.

Hay un pánico a la imperfección, a la vejez…

Sí, al michelín, al pelo del sobaco. Y a mí me parece apasionante dibujarlo, y más erótico, incluso. Me gusta hacer eso, me gusta dibujar a personas que estén conmigo, no a Barbies ni cosas raras.

Sí, totalmente de acuerdo. Yo creo que además funciona muy bien porque consigues una mayor empatía por parte del lector.

Claro, a mí hablar de eso me cuesta, porque no lo he leído el cómic, lo he dibujado.

Supongo que eso va en gustos, pero yo creo que resulta más sencillo enamorarte de un personaje al que ves real. Tú ves a esta mujer, y es real, con sus arrugas…

Por supuesto, y además hay muchos cómics que lo hacen muy mal, porque pasan veinte años y los personajes están iguales. Sobre todo las mujeres, porque los hombres cuando las dibujan tienen pánico a dibujar algo que no les ponga cachondos. Yo no sé a qué responde esto, la verdad… Pero a mí me gusta la gente como es, en su belleza e imperfección. Y lo intento plasmar, para mí es importante.

El interés de Javi por la música me parece que también es un hilo conductor que está presente en todo el tebeo.

También es autobiográfico, eso. Estos sueños que tiene tan bizarros vienen de que, bueno, yo soy batería…

Anda, no lo sabía.

Sí, nadie lo sabe. Soy batería. Siempre he tenido instinto musical, mi padre toca la guitarra, pero como yo dibujaba, todo no lo podía hacer. Y me acuerdo que soñaba sueños muy ambiguos, que tocaba, pero no sabía tocar, entonces el sueño es del deseo absoluto, me pasaba como a Javi, nunca he tocado y no puedo reproducirlo de ningún modo.

Exacto, tu mente no es capaz de hacerlo.

Sí, y también tenía muchos amigos a los que les gustaba la música que por circunstancias de la vida, y del barrio, en general, que a veces no son muy favorables, no podían desarrollar esa sensibilidad que tenían. Y pasan por la tienda de música y ven su instrumento, el que sería su instrumento en otra vida. Es otro rasgo del personaje, otra profundidad, el deseo frustrado. Es como los caballos, aunque en este caso sí que hay algo que saqué de mi experiencia.

Bueno, pero al final eso es lo que hace un creador. Utiliza todo, su experiencia, la de la gente que le rodea, otras ficciones… En general, ahora que lo pienso, casi todos los personajes tienen alguna cuenta pendiente con el pasado.

Sí, también es otra cosa quizás a intentar retocar para la próxima. Claro, cuando te has metido en un discurso, a veces perder coherencia es un riesgo, y prefiero no perder coherencia y que haya algún pero. Pero, bueno, son gente, y supongo que todo el mundo tiene algo pendiente con el pasado y con el presente.

¿Puedes contarme si tienes algún proyecto en marcha?

Sí, estoy trabajando en uno ahora. No tiene nada que ver. Hay más biográfico de una generación que autobiográfico. La vida real está siendo muy dura, y en la última década mi generación está sufriendo mucho, no sufriendo como sufren los personajes de Los surcos del azar [de Paco Roca], es otro tipo de sufrimiento. Y creo que por tener a esos héroes y víctimas del pasado a veces somos un poco ciegos a lo que pasa, vivimos a merced de nuestra historia. Y tengo una necesidad política de decir algo de este momento que vivimos. Diré esto y no diré nada más. Tengo un montón de amigos medicándose con diazepanes, que se les ha ido todo al garete, todos sus sueños… Es que somos una generación que ha sido educada para otra cosa, y esta precariedad la estamos llevando francamente mal.

El otro día estuve en la presentación de Crisis (de ansiedad) de Juanjo Sáez y se dijo precisamente eso, que nos habían educado en la idea de que todo iba a progresar siempre, que la vida iba a ser cada vez mejor. Y somos una generación que ahora se ha encontrado con una crisis, que en el fondo si revisas la historia siempre vienen después de épocas de bonanza, pero no estábamos preparados para eso.

No, para nada.

Pensábamos que los sueldos subirían siempre, que cada vez habría mejores trabajos, mejores casas…

 

Claro, pero ahora tienes a gente con carrera en un Mercadona… Se están aboliendo las clases sociales para mal. De eso trato en esta historia, que se llama El mundo a tus pies, irónicamente. Son tres relatos cortos.

¿Tenemos ya fecha o es pronto?

Bueno, igual me estoy flipando un poco pero voy a intentar tenerlo acabado para después del verano. Son 180 páginas en formato apaisado y a color.