El arte de Caran d’Ache. Un historietista del fin de siècle (Caran d’Ache)

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El arte de Caran d’Ache. Un historietista del fin de siècle (Caran d’Ache). El Nadir, 2013. Rústica. 20 x 30 cm. 88 págs. B/N. 18 €

Ansiosos por definir una línea de continuidad, deseosos de establecer categorías y de colgar etiquetas, de situar a los autores en una u otra escuela, o a las obras dentro de una corriente determinada, nos olvidamos en ocasiones de los eslabones concretos que fortalecen esa cadena, que permiten que crezca y que sirve de enlace entre dos puntos. La tradición de la historieta francófona nos puede servir de paradigma en este sentido, cuando entre lo que supone Rodolphe Töpffer como pionero y Alain Saint-Ogan como introductor de la línea clara, corremos el riesgo de olvidarnos de nombres, puede que menos populares, pero cuya contribución resulta clave en ese discurso estético. Es el caso que aquí nos ocupa, es el caso de Emmanuel Poiré, alias Caran d’Ache (1858-1909). En su apuesta por la secuencia, en su afán narrativo, se aprecia en Poiré su deuda con Töpffer, pero en su tímida utilización de nuevas herramientas, en la limpieza y detallismo de su trazo, en el uso del limitado espacio de la viñeta, es sin duda un precursor, una influencia de peso para autores posteriores.

Pese su trascendencia, las recopilaciones de los trabajos de Caran d’Ache eran, amén de pobres, bien escasas en su país de origen (las últimas tienen más de diez años), e inexistentes aquí. Afortunadamente ese vacío ha venido a llenarlo la editorial valenciana El Nadir (responsable también de la premiada Monsieur Crépin. Monsieur Pencil de, precisamente, Töpffer), con una brillante antología, de afortunado y explícito subtítulo, que reúne una interesantísima muestra de sus trabajos para diversas publicaciones. En una edición excelente (prologada por Álvaro Pons y traducida y coordinada por René Parra), los chistes, caricaturas e historietas se reparten en tres capítulos temáticos, dedicados a las categorías sociales que mejor reflejó: burgueses, militares y políticos. Página a página contemplamos un catálogo de escenas cotidianas, de vivencias cuartelarias y desfiles de aire marcial, un repertorio de debilidades, físicas y morales, tomadas de la realidad histórica o plenamente contemporáneas. Porque Caran d’Ache fue un ilustrador y humorista gráfico de gran prestigio intelectual, despiadado en sus invectivas, nacionalista, militarista y antisemita, pero tremendamente hábil para reflejar los conflictos y contradicciones de su época, para mostrar la actualidad desnuda sin quedarse nunca a medias.

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Colaborador habitual de cabeceras como Le Chat Noir, Le Tout-Paris, La Vie Militaire, La Caricature o Le Rire, fue con toda probabilidad en Le Figaro donde se dio a conocer para el gran público. En ese mismo periódico publicaría Émile Zola sus primeros alegatos reclamando la reapertura del famoso caso del capitán Dreyfus, lo que le supuso el despido por el temor de los propietarios a perder lectores en una etapa, la transición entre el siglo XIX y el XX, de fuerte exaltación patriótica en Francia. Y hay que conocer ese contexto para entender mejor la obra de Caran d’Ache en general, y la que ahora se nos presenta. Aquí leeremos, por ejemplo, su «Carnet de Chèques» o su «Ferblanterie», crónicas de corrupción política en las que también experimentó formalmente, bien con un novedoso formato de publicación, en el primer caso, bien con un atrevido uso de la técnica xilográfica, en el segundo, que oscurecía sus dibujos haciéndolos así más sórdidos y oscuros, en consonancia con aquello que abordaban.

Caran d’Ache es, junto con Georges Colomb, de seudónimo Christophe, con Louis Forton, o con Edmond Tapissier, entre otros, uno de los nombres propios de la primitiva historieta francesa, los que abrirán progresivamente el camino a las grandes firmas y a los grandes personajes que despuntarán en el periodo de entreguerras. Aprovechemos la oportunidad de conocerlo mejor.