FIRMADO: MR. J (II) La danza del pájaro de fuego

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Cuenta el propio Osamu Tezuka que la idea de Fénix se le ocurrió después de asistir a una representación de El pájaro de fuego, de Stravinski. El dios del manga se había quedado “absolutamente prendado del papel de la prima donna: el espíritu de fuego que danza sin cesar por el escenario”. Corría el año 1954, Tezuka acababa de terminar El emperador de la jungla (Jungle Taitei) y andaba buscando su próxima obra. “Me pareció que un ave tan llena de pasión, elegancia y misterio podría ser un gran protagonista para una obra dramática”.

Comenzada por entregas en la revista Manga Shônen, en julio de aquel lejano año de 1954, Fénix es una obra maestra de Tezuka –otra más de una larga ristra de éxitos artísticos–, y brilla dentro de su bibliografía con el fulgor imborrable del ave legendaria. La serie mezcla fantasía, motivos históricos e imágenes mitológicas con la fuerza y la elegancia habituales del maestro, y denota una imaginación portentosa, que se emplea en mostrar la persistencia de distintos aspectos de la naturaleza humana a lo largo del tiempo. En sus propias palabras: “Se me ocurrió que podría narrar la historia de Japón a mi manera usando el pájaro de fuego como hilo conductor, y que la temática de la obra podría versar sobre el apego a la vida del ser humano, algo que se mantiene constante en todas las eras. Alrededor de esta temática, las diferentes manifestaciones de la codicia podrían ser expresadas con el fénix como pretexto”.

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Los avatares editoriales acabaron ampliando el alcance argumental de la obra, y tras un prodigioso primer acto ambientado en el pasado remoto, en la época de los dioses Izanagi e Izanami, creadores mitológicos de Japón, la historia saltó a una megalópolis del futuro propia de la mejor ciencia ficción. “Se me ocurrió embarcarme en una nueva aventura: empezar a contar una larga historia desde el principio y también desde el final. Luego, volver al pasado, un poco más próximo, y después regresar a un futuro más cercano (…). Así, creando historias alternativamente, llegaré al momento en el que el pasado y el futuro se unen, es decir, el presente, con lo que finalizará mi obra”. Por desgracia, Tezuka murió antes de llevar Fénix a término, pero dejó este fascinante conjunto de capítulos conclusivos e interconectados que figuran entre lo mejor de su producción, y que enamoran al lector más exigente.

La editorial Planeta DeAgostini abordó hace años la edición de Fénix, en cuadernos de pequeño formato, pero gran parte del material se quedó inédito. Ahora vuelve a colocar en librerías la obra magna de Tezuka, en el seno de la remozada colección Trazado, y lo hace con volúmenes de gran tamaño –que respetan el deseo explícito del autor–, más encuadernación en cartoné, color en determinadas páginas y orden de lectura oriental, de derecha a izquierda. De momento han visto la luz cuatro de las doce entregas anunciadas y ojalá que esta vez podamos disfrutar de la obra completa. Más que recomendada, se trata de una lectura ineludible, pura maravilla.