Spleen (Esteban Hernández)

Portada SPLEEN

Spleen (Esteban Hernández). Usted Ediciones, 2013. Rústica. 17 x 12 cm. 96 págs. B/N. 10€ (incluye Usted nº 6, un minicómic y una postal)

Esteban Hernández es uno de los autores jóvenes españoles más inquietos y prolíficos del momento, tanto con su fanzine Usted como con varias novelas gráficas, como El duelo. Su último cómic, Spleen, es un libro de pequeño formato que Hernández se ha autoeditado, y del que podéis ver una muestra aquí.

Hernández, no parece pensar demasiado en su lector, en el sentido de que no le pone las cosas fáciles: trata temas densos y abstractos, relacionados con las emociones y los estados de ánimo, o con momentos concretos de la vida, pero siempre desde un punto de vista introspectivo. Sus personajes son pura psicología, y todo gira en torno a ellos. Su manera de aproximarse a estas cuestiones tampoco facilita las cosas: no es lineal, ni responde claramente, porque, precisamente, lo que trata de demostrar es la complejidad de todo esto. No hay respuestas sencillas, y el modo de expresarse que emplea Hernández tampoco lo es,  como si pensase que no se puede explicar la maraña que tenemos todos en la cabeza con un vocabulario simple. Por todo esto, quizás, hasta ahora me han gustado más sus historias cortas: la concreción que impone el corto recorrido beneficia a la exposición de los dilemas que propone el autor, en mi opinión.

Pero en Spleen este aspecto ha mejorado bastante. Desde el principio se introduce al lector es una realidad subjetiva, llena de símbolos visuales y en la que todo lo que sucede es o parece una proyección de la angustia del protagonista, Matías. Hay una renuncia más o menos clara al sentido narrativo clásico, y el hecho de que el narrador sea el mismo protagonista hace que el lector acepte mejor la ilógica de lo que está leyendo, porque se intuye un sentido detrás de ella. Otra cuestión es a qué conclusiones llegue cada cual, claro.

Spleen trata precisamente de eso, del spleen, un concepto que Hernández traduce como desasosiego, un estado de melancolía indefinida. La palabra “depresión” no se menciona en ningún momento —creo—, pero pienso que tiene que ver con ello, o por lo menos con sus límites. El protagonista de Spleen es víctima de una abulia en la que todos nos reconocemos en un momento u otro de nuestra vida. No encontrarle sentido a nada, no sentirse a gusto ni lleno junto a nadie, ni pareja ni amigos… así se encuentra el  protagonista, que comparte profesión con Hernández, de manera nada casual, imagino. Cuando una de sus creaciones, un dibujo de un monstruo rojo que está relacionado con el spleen, cobra vida, a nosotros no nos parece extraño, porque de hecho toda la historia es así desde el principio, como decía antes. El psiquiatra de Matías no para de hacer cosas aparentemente incomprensibles, y el mismo Matías, con sus constantes cambios de look, nos desconcierta.

spleen interior

Que se entre de manera más fácil en la propuesta de Hernández no significa que las conclusiones sean más obvias: cada lector tendrá que explicar los símbolos, dotar de significado a los sucesos que los personajes de Spleen aceptan con total normalidad, por extraños que sean. La sensación final que me ha dejado es de reflexión personal, quizás de expurgo. El significado de las secuencias más crípticas, seguramente, sea claro para su autor, pero a nosotros nos deja la tarea de leerlas desde nuestra propia experiencia y dotarlas de nuevos, e igualmente válidos, sentidos.

Pero ya estoy acabando y no he dicho aún nada del dibujo de Hernández: es, como siempre, muy atractivo. Profundamente personal, con un buen dominio del blanco y negro y en constante perfeccionamiento de la síntesis que practica. Su exageración de los gestos por medio de una caricaturización de los rostros muy original —al menos a mí me cuesta encontrarle referentes claros— se ajusta muy bien al tono que tienen siempre sus historias, aunque choque al principio.

Esteban Hernández ha escogido un camino hermético y complicado, pero tiene muy claro lo que quiere conseguir. Su sinceridad y determinación son genuinas. Es de esos autores cuya obra sólo puede entenderse unida al concepto de búsqueda. Muchas de sus historias parecen un intento de explicar algo quizás inexplicable, de exponer procesos emocionales sin desvirtuarlos. Creo que todavía no lo ha conseguido, aunque Spleen me parece que se acerca. Aunque podría estar completamente equivocado, por supuesto. En todo caso, de momento, me ha parecido lo mejor que he leído de él, junto a una historia breve del último Usted, «Aún me pasa un poco».