Las biblias de Tijuana (VVAA)

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Las biblias de Tijuana (VVAA). El Nadir, 2013. Cartoné. 17 x 12cm. B/N. 144 págs. 17 €

Todo el mundo recuerda a la primera Espectro de Seda leyendo una biblia de Tijuana dedica a su alter ego superheroico o aquellas fotocopias de Son Goku teniendo relaciones sexuales con Bulma que corrían en los patios de los colegios y los institutos. Pues bien, décadas antes de que el slash, y todas sus variantes y subgéneros, se convirtiese en el modo preferente y establecido de contar la vida sexual de los protagonistas de las series de televisión, aparecieron en Estados Unidos lo que se conoció como biblias de Tijuana, aunque en realidad estaban producidas en el mismo país. En estos pequeños libretos apaisados de 8 páginas se narraban las aventuras sexuales de las estrellas de cine del momento y de algunos personajes de ficción, entre ellos algunos del mundo del de cómic.

No solo se adelantaron en fondo y forma a los fanzines por la forma clandestina y minoritaria de distribución, sino también por la búsqueda de una transgresión continua. Las biblias de Tijuana funcionaban como una extensión de la proyección sexual de las estrellas de Hollywood del momento. En la fotografía glamurosa existían dos vertientes: la masculina y la femenina. Por un lado se cultivaba una imagen masculina seductora y elegante, siempre con traje; y en el caso de las actrices se mostraba solo una faceta sexual. Las biblias de Tijuana buscaban explotar esa faceta puramente sexual de los personajes o sacarla a la luz en aquellos casos en los que no era evidente.

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Podemos decir que estamos de suerte, porque El Nadir ha editado una recopilación de 16 biblias de Tijuana en las que los protagonistas van desde actores de Hollywood conocidos, como Clark Gable o James Cagney, hasta personajes de cómic como Popeye, Betty Boop, Dick Tracy u otros no tan conocidos en la actualidad. Se trata, en definitiva, de un retrato de la fama efímera y de ciertas políticas sexuales en la que los personajes masculinos no hacen otra cosa que satisfacer las necesidades de los personajes femeninos.

De hecho nos encontramos con mini relatos que lejos de mostrarnos escenas denigrantes, se recrean en la esfera del sexo lúdico con un tratamiento de parodia en el que los personajes son vulgarizados a través de un vocabulario alejado de la elegancia de las pantallas de cine del periodo clásico, o de la etiqueta «para todos los públicos» en el caso de los personajes de cómics. Sin embargo, este volumen también recoge un par de historias de personajes anónimos, como un vendedor a domicilio, que viene a ser el equivalente erótico estadounidense a lo que en España es el repartidor de butano, y el de una pareja que se encuentra en el metro y acaba en la cama. También resulta curiosa la historieta en la que James Cagney tiene relaciones con otros hombres, lo cual nos da otra de las caras de las biblias de Tijuana, confirmar, o al menos intentarlo, un rumor. El volumen se completa con un par de textos; uno introductorio de carácter histórico contextual y un epilogo que nos pone al tanto de aquellos personajes de cómic que han pasado a mejor vida.