Jerry Siegel tira de la manta

Recientemente, Bleeding Cool publicaba una carta de Jerry Siegel, creador junto a Joe Shuster de Superman, escrita en 1951 y dirigida a J Edgar Hoover, a la sazón director del FBI. Por aquellas fechas, Siegel y Shuster ya han perdido los derechos de Superman, que han pasado a manos de National Comics Publications (después DC), los superhéroes han perdido gran parte de su empuje dejando paso a los cómics de crimen y de terror, y a lo largo y ancho de Estados Unidos se ha desatado la alarma social referida a la influencia negativa que estos cómics tienen en la juventud. Los periódicos publican artículos que establecen una relación directa entre la delincuencia y el contenido moralmente reprobable de los cómics y en diversas localidades se vienen realizando quemas públicas de cómics. Este es el ambiente en el que Siegel envía su carta al director del FBI, que traducimos a continuación.

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Querido amigo:

En el pasado se ha mostrado interesado por artículos en los que se arremete contra los “malos cómics”. Yo debería saber bastante sobre el tema, ya que creé el cómic de SUPERMAN, la serie que trata de una especie de deidad milagrosa que ayuda a los oprimidos con sus poderosos puños. Por supuesto, he cargado los cómics de emoción espeluznante y derramamiento de sangre porque ese es el tipo de material que tanto los editores como yo sabíamos que vendería de cara a los niños. Sabíamos que nos reportaría mucho dinero.

También sé que algunos “educadores” que han escrito artículos a favor de los cómics recibían pagos de NATIONAL COMICS PUBLICATIONS, Inc, 480 Lexington Ave., N.Y., N.Y., editores de SUPERMAN.

A menudo me pregunto por qué, en sus artículos y discusiones contra los cómics escabrosos, nunca ha mencionado el historial de los editores que publican cómics basura para ganar dinero. ¿Qué tipo de publicaciones hacían esos editores antes de subirse al tren del dinero fácil de los cómics y producir para la impresionable juventud del país lo que se ha denominado la “marihuana para bebés”? ¿Tiene alguno de ellos antecedentes como criminal o comunista? ¿Alguno de ellos estuvo especializado en publicar revistas lascivas con títulos como “Hot Stories” y “Paris Nights” antes de aventurarse en los verdes pastos del campo del cómic? ¿Fue alguno de ellos procesado por la Society for the Suppression o Vice?

Hace unos cuantos años, NATIONAL COMICS PUBLICATIONS, Inc. fue atacada por el columnista de Hearst, Geoge E. Sokolsky, por la publicación del cómic propagandístico “Johnny Everyman”, que contaba con la colaboración de Pearl Buck y la East and West Association. Sokolsky aducía la existencia de una mácula comunista.

He pensado que podría interesarle que un exmiembro del círculo interno del cómic abordase estas cuestiones. Lo que suceda con el casi divino SUPERMAN ya no es cosa mía, dado que los editores de SUPERMAN han maniobrado para destituirme mientras ellos continúan obteniendo enormes beneficios de mi creación. Cualquier día puedo se extraditado y procesado por la no manutención de mi hijo debido a mi falta de fondos.

SUPERMAN, poderoso campeón de los oprimidos y pisoteados, logra sustanciosos beneficios para sus egoístas y avariciosos propietarios mientras su creador afronta la pobreza.

Cada vez que vea a SUPERMAN, símbolo de la gloriosa justicia, bien sea en los cómics, en las tiras de prensa de los periódicos, en la televisión, en la radio, en las películas o en productos comerciales, piense en mí, su creador destituido.

Sinceramente,
Jerry Siegel

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La misiva de Siegel no tiene desperdicio. A cualquiera que conozca la historia del guionista y su relación con DC (y quien no la conozca puede hacerse una buena idea a través de este artículo), no le extrañará su tono agrio y revanchista. Lo que no queda del todo claro es la intención de la misiva, que navega entre dos aguas: la de su propia exculpación de cualquier responsabilidad sobre las historias de Superman publicadas en ese momento, y la de dirigir la atención del FBI hacia las prácticas antiamericanas, por decirlo de algún modo, de sus anteriores empleadores. En otras palabras, Siegel viene a actuar como un chivato y decir «yo no he sido, pero mira, ellos sí que han hecho cosas».

La primera de las acusaciones de Siegel es tal vez la más inocente y menos relevante, aquella en la que viene a decir que la editorial soborna a articulistas para que hablen bien de sus cómics dentro del clima contrario a la historieta que se está fraguando en el país. Publicidad encubierta en los medios, nada nuevo bajo el sol. Son bastante más sorprendentes los dos apuntes, con nombres y apellidos, que hace a continuación.

Siegel se pregunta (retóricamente) si algún actual editor de cómic tiene un paso como editor de revistas moralmente reprobables, y da como pistas de las revistas Hot Stories y Paris Nights. Hot Stories tuvo una corta vida de apenas 5 o 6 números, pero Paris Nights se publicó entre 1925 y 1938, y precisamente su último número apareció pocos meses de la publicación de Action Comics #1. Se trataba de una revista barata de relatos picantes aderezada con imágenes más picantes aún.

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Estas revistas se publicaban a través de equívocos sellos editoriales, en un intento de eludir cualquier responsabilidad legal, pero estaban distribuidas por Eastern News, una empresa conectada con el hampa. ¿Y quién fue el editor relacionado con Eastern News que publicaba aquellas revistas eróticas y que después se pasaría al mundo del cómic? Efectivamente, Harry Donenfeld, uno de los padres fundadores de lo que acabaría siendo DC. Se comenta que Donenfeld incluso traficó con alcohol durante la prohibición aprovechando y relación con el gánster Frank Costello y los camiones en los que importaba revistas pulp de Canadá. Esta es la traducción de lo que se puede leer sobre Donenfeld en la página 108 del libro Our Gods Wear Spandex: The Secret History of Comic Book Heroes (Weiser Books, 2007), de Chris Knowles.

Donenfeld comenzó su carrera como vendedor en una imprenta, pero pronto se pasó a la edición. Se alió con la distribuidora Eastern News, que tenía conexiones tanto con empresas legítimas como con el hampa. Eastern trabajaba con magacines feministas y de espiritualidad al tiempo que lo hacía con revistas supuestamente sobre salud, como Sex Monthly, alimentando los gustos prohibidos de una cultura popular americana que no podía reconocer su apetito por la bebida, el porno, la política radical y la espiritualidad alternativa. Donenfeld empleó sus vastas conexiones con empresas, gobierno y Mafia para hacer que el negocio siguiera creciendo, hasta el punto de que Gerard Jones escribe que, «Los condones de Margaret Sanger, la ciencia ficción de Hugo Gernsback y el whisky de Frank Costello podían ser transportados juntos en camiones o trenes y a través de las oficinas postales en las que los inspectores estaban en el ajo».

Donenfeld construyó un imperio que incluía Paris Nights y Pep!, y se ganó una reputación como pornógrafo en una época en la que cualquier atisbo de desnudez podía provocar la retirada de los kioscos de una revista y la puesta a disposición judicial de su editor. Cuando los editores comenzaron a tantear estas fronteras sociales, Donenfeld estaba, como era predecible, en el mismísimo límite. Pagaba bien a sus artistas y ellos entregaban lo que deseaban los caballeros distinguidos.

La mano dura del gobierno sobre el hampa demostrada en 1936, animó a los editores con conexiones turbias a legitimizar sus negocios. Donenfeld se encontraba en una situación particularmente vulnerable debido a su relación con en crimen organizado y la gran visibilidad de los pulps eróticos de la serie Spicy. Convencido de la necesidad de encontrar una línea de trabajo más segura, Donenfeld viró hacia los comic books como alternativa segura y rentable.

A la vista de estos datos, resulta evidente la dirección en la que apuntan las insinuaciones nada veladas de Siegel, empeñado en su cruzada por disparar contra la empresa que le había robado su creación. Curiosa y paradójicamente, a principios de los 50, el otro cocreador de Superman, Joe Shuster, tuvo que dibujar porno y bondage para sobrevivir. Sus dibujos de esta etapa, publicados en la revista Nights of Horror, que se vendía bajo mano en librerías para adultos de Times Square, se han recopilado en el libro Secret Identity: The Fetish Art of Superman’s Co-creator Joe Shuster (Abrams, 2009). La revista Nights of Horror llegó a los juzgados acusada de obscenidad, y una de las tiendas en las que se vendía, Kingsley Books, fue incriminada legalmente en el proceso. Las apelaciones de los acusados acabaron conduciendo hasta el impresor, Pilgrim Press, propiedad de Eugene Maletta, y acabó demostrándose que tanto él como Edward Mishkin, uno de los propietarios de Kingsley Books, tenían relaciones con el hampa, en concreto con la famosa familia Gambino. La investigación que acabó por destapar el pastel, realizada en 1954, se encuadraba dentro de una investigación del Senado en torno a «La pornografía y su efecto en la delincuencia juvenil», dirigida por el senador Estes Kefauver. ¿Os empieza a resultar conocida la canción? Efectivamente, ese mismo año y dirigida por ese mismo senador, tuvo lugar la investigación en torno a la relación entre los cómics y la delincuencia juvenil que implicó al Dr Fredric Wertham y que tuvo como resultado el nacimiento del código de censura conocido como Comics Code Authority. A todo esto, Shuster no llegó a implicado en el juicio por obscenidad debido a que en el momento se desconocía la identidad del autor de los dibujos. Toda esta historia, con muchas más ramificaciones, está relatada en este enlace.

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Pero, ¿qué hay de las acusaciones de Jerry Siegel sobre comunistas en la industria del cómic? A nadie se le escapa que la Pearl Buck a la que el guionista hace referencia en su carta es ni más ni menos que Pearl S Buck, premio Pulitzer en 1932 y premio Nobel de literatura en 1938. En 1934, a sus 42 años, la escritora se mudó definitivamente a los Estados Unidos, aunque la mayor parte de su vida había vivido en China. Esto provocó que para el gobierno comunista chico, Buck fuera una «imperialista americana», mientras que en Estadas Unidos se la consideraba comunista, ideología por la que, ciertamente, sentía cierta simpatía. Al menos, la suficiente como para ser crítica con el gobierno estadounidense respecto al tema de la Guerra Fría en los años 50. De hecho, la advertencia que hace Siegel en su carta llega tarde, ya que el FBI llevaba ya un lustro investigando a Buck, cuyas opiniones en favor de las minorías étnicas y en pro del entendimiento entre los pueblos (incluidos el estadounidense y el ruso) pusieron la mosca detrás de la oreja de J Edgar Hoover. Aunque la escritora no pertenecía al Partido Comunista, sí que militaba en varias organizaciones «del frente comunista», y de hecho era la presidenta de la East and West Association mencionada en la carta. Entre 1944 y 1947, esta organización se alió con DC para publicar algunas historietas que llamasen a la unidad entre países, y para ello crearon al personaje Johnny Everyman se publicó en los números 15 a 26, 28 y 30 de World’s Finest Comics.

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Mary O Lombard, directora de publicaciones de East and West Association, llegó a decir que «Nos gusta pensar en Johnny Everyman como el Superman del futuro, porque su peculiar fuerza reside en la comprensión de los problemas de los demás». Aunque la mayoría de las historias del personaje estaban realizadas por Jack Schiff y John Daly, autores «de DC«, por así decirlo, el personaje y el concepto de la serie había sido ideado por la organización de Buck, que declaró que «descendería al nivel del comic book» para luchar por lo que creía justo y que durante esa época formaría parte del Editorial Advisory Board de DC, un grupo de psicólogos, educadores y escritores que asesoraban a la editorial. Para saber más sobre Johnny Everyman y el ambiente de la época, recomendamos la lectura de este artículo.

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En fin, que realmente Siegel, apuntando el nombre de Pearl S. Buck y ligándolo al comunismo no estaba haciendo más que señalar lo obvio y, desde luego, dudamos que su comentario pasara a engrosar el informe de más de 300 páginas que la organización ya tenía sobre la escritora en 1950. En cualquier caso, y como puede comprobarse en el primer enlace de este artículo, en el que también se muestra la contestación de Hoover al creador de Superman, sirvió para que el FBI anotase algunas posibles asociaciones del propio Siegel con el comunismo.

Superman, un auténtico icono, un personaje que recoge todos los valores positivos del ser humano, una inspiración para la juventud… y que hunde sus raíces en la pornografía y el hampa, que es epítome de la explotación del artista y que se convierte en arma arrojadiza en luchas políticas. Aspectos que no invalidan los logros artísticos y culturales alcanzados a través del personaje, pero cuyas implicaciones industriales es conveniente recordar de vez en cuando.