Videojuegos (David Sánchez)

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Videojuegos (David Sánchez). Astiberri, 2013. Cartoné. 17 x 12 cm. 64 págs. Color. 10 €

Videojuegos es el primer título que lanza Astiberri dentro de una nueva colección de cómics de bolsillo dedicada a las leyendas urbanas. Tengo que decir que cuando leí la noticia del lanzamiento de esta serie me alegré mucho, porque la cuestión de las leyendas urbanas siempre me ha parecido fascinante, un campo abonado para todo tipo de historias que, como tales, son mecanismos de relojería perfectos —de ahí su rápida propagación— y que, desde un punto de vista psicológico, suponen las manifestaciones más puras y genuinas de los miedos colectivos de la sociedad moderna. Lo interesante de las leyendas urbanas nunca es si ocurrieron o no en un primer lugar, sino qué significan.

Pero, además, mi alegría ha resultado doble, porque esta primera entrega está dedicada a la historia de Polybius, una que me ha fascinado desde que la conocí, hará cosa de siete años. E incluso podría decir que la alegría ha sido triple, porque se me ocurren pocos nombres en el panorama español más adecuados para hacerse cargo de esta historia que David Sánchez.

Polybius habría sido una máquina de arcade que, a principios de los ochenta apareció en algún salón recreativo americano y que, tras provocar diversos problemas de salud a sus usuarios, e incluso alguna muerte, según versiones, fue retirada para siempre jamás. Los videojuegos aparecen vinculados periódicamente a todo tipo de rumores sobre sus efectos en la mente de los jugadores, pero lo interesante del caso de Polybius es que la bola de nieve de su historia acabó incorporando una extraña conspiración y a unos hombres de negro —los que aparecen retratados en la cubierta del cómic— que monitorizaban las máquinas. Por supuesto, no hay ni una sola prueba que demuestre la existencia de la máquina, pero sí varios testimonios de gente que asegura haber jugado y recordarla. La fascinación por esta leyanda urbana ha sido tal que incluso se ha reconstruido el juego a partir de esos testimonios, como puede verse en este vídeo que, como mínimo es bastante perturbador.

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Con toda esta información, y sabiendo que el espacio era limitado, Sánchez ha optado por lo más inteligente. Videojuegos no es un cómic documental, ni pretende reconstruir la historia o convertirse en una fuente informativa sobre el caso Polybius. En lugar de eso, imagina qué hubo detrás de lo que, supuestamente, vivieron los testigos, cómo se creó el juego, cómo actuaron los hombres de negro y qué querían. Esta decisión le permite llevarse el material a su terreno de manera que Videojuegos es un tebeo sobre Polybius, sí, pero también es, ante todo, un cómic de David Sánchez. El ambiente malsano que suele envolver sus historias esta ahí, y los personajes crípticos, los silencios, la sensación perturbadora que invade al lector a través no sólo de la trama, sino de las reacciones de los personajes, y del dibujo pulcro y asépticamente perfecto de Sánchez, que genera imágenes difícilmente olvidables.

Videojuegos no es tan complejo ni hermético como No cambies nunca (Astiberri, 2012) o La muerte en los ojos (¡Caramba!, 2012), para mí sus dos mejores obras, pero esta condición sirve para demostrar que Sánchez es capaz no sólo de generar mundos propios, sino también de impregnar de manera brillante con su propia personalidad y obsesiones historias reales con un argumento más concreto, como ésta, poblada de alucinaciones inducidas, control mental y experimentos médicos chungos. Y de inquietante gente con gafas, por supuesto.