Brassens, la libertad (Joann Sfar y otros)

Brassens, la libertad (Joann Sfar y otros). Fulgencio Pimentel, 2012. Rústica con sobrecubierta. 22×29 cm. 120 págs. Color. 24€

A Joann Sfar, voz inconfudible de la nueva BD, le ofrecieron el año pasado comisariar una exposición en la Ciudad de la música de París centrada en Georges Brassens, mítico cantautor francés. Uno de los frutos fue un catálogo donde Sfar y varios críticos musicales daban su visión sobre Brassens. Fulgencio Pimentel ha publicado recientemente este catálogo en castellano, sustituyendo los textos por unos nuevos de autores españoles escritos expresamente, pero respetando todas las ilustraciones e historietas de Sfar.

¿Qué vamos a decir a estas alturas de Sfar? ¿Que sigue en plena forma, que sigue disfrutando como un niño del dibujo? ¿Que le da igual pincel que plumilla, blanco y negro que color, que su dibujo fluye entre estilos con total naturalidad? Si hace falta, lo decimos. Pero además de todo eso hay que destacar cómo en Brassens, la libertad, un trabajo de encargo en el que, a priori, podría pensarse que no vamos a encontrar al Sfar más personal, arranca mostrándose a sí mismo como pocas veces ha hecho. Porque aunque es verdad que Sfar siempre se introduce en sus cómics de una forma u otra, rara vez aparece directamente como personaje. En las primeras páginas del catálogo lo vemos trabajando en casa —ya se entenderán las cursivas cuando se lean—, vemos a su mujer y a sus hijos, todos retratados con el sentido del humor de siempre de Sfar, con la mala leche más afilada, si cabe.

A partir de ahí, Sfar cuenta cómo se hace cargo del proyecto y se encuentra con el propio Brassens, que habría fingido su muerte para retirarse del mundanal ruido. Lo sorprendente y admirable es que Sfar fusiona su universo con el de Brassens, quizás porque no están demasiado lejos, pero también porque Sfar realiza un ejercicio de identificación con el compositor que ejecuta de maravilla. Es como si ambos avanzaran el uno hacia el otro y se encontraran en un punto intermedio en el que confluyen sus formas de ver el mundo, teñidas de un tono entre lo onírico y lo humorístico perfecto, en el que caben encuentros con representantes de las religiones monoteístas, un café donde van a descansar todos los músicos muertos transmutados en animales y viajes imaginarios a Venecia.

Sfar también convierte en historieta varias canciones y cartas personales de Brassens, en la misma línea que las historias ficticias, y así conforma una aproximación personal y fascinante a la figura del músico, cuya subjetividad se equilibra con los textos que en la edición española lo acompañan, obra de Vicente Fabuel, Patricia Godes, Dildo de Congost y Juan de Pablos, que abordan diferentes aspectos de Brassens. Además, hay innumerables dibujos de Sfar a la acuarela, tinta o lápiz de color, en ese estilo sueltísimo que podíamos ver, por ejemplo, en Pascin o Klezmer, y que a mí personalmente me vuelve loco.

Y si alguien se está preguntado si por no conocer a Brassens no va a disfrutar de este libro, lo tranquilizo: yo de él no sabía más que el nombre y no ha sido impedimento en absoluto. Se entra de inmediato en su universo, porque Sfar sabe acercárnoslo, y porque más que a su trabajo, se aproxima a su personalidad única y a su biografía atípica.

Creo que ha sido el cómic de Sfar que más he disfrutado últimamente, y eso que Sfar es un autor que siempre se disfruta muchísimo. Es un tebeo excelente, en la línea de toda su obra y al tiempo completamente diferente, que lo consagra, por lo menos en mi opinión, como el mejor autor francés del momento, libre, vital, irónico y humanista. Y de paso, Fulgencio Pimentel demuestra que es una de las mejores editoriales del momento con una edición fantástica, cuidada hasta el detalle: uno de los libros de cómic más bonitos del año.