Cuando fuimos malos, Jean Paul

Recientemente, la boda de Estrella del Norte dentro del Universo Marvel saltaba a todos los medios de comunicación. A continuación presentamos el texto que sobre el tema ha escrito Rose Kennedy para Entrecomics.

———oOo———




Hubo un tiempo en que el virus se llevó a Rock y a Freddy. Hubo un tiempo en que a los mutantes también los mataba un virus. Siempre se nos dieron bien las analogías, las metáforas y las dobles lecturas en la mansión de Westchester County. En aquel tiempo nos conocimos, Jean Paul. Ya te llamabas Estrella del Norte, formabas parte de Alpha Flight y eras una vieja gloria de los juegos de Montreal. Eras guapo: tu rostro élfico, tu mirada felina, tu cuerpo estilizado. Engañaste al mundo usando tus poderes mutantes para ser campeón olímpico. Eras complejo, tenías un irresistible lado oscuro. Estrella, ¿ya estabas enfermo? Te recuerdo dibujado por Byrne, guapo como él sabía sacarte, pero delgado, apoyándote en un bastón. Rabioso, como un animal herido. Luego te marchaste. Nos hicieron creer que eras un elfo, pero en realidad te fuiste al exilio por orden de Jim Shooter. Eran los tiempos de Reagan: no había homosexuales en el Ejército, y tampoco en el Universo Marvel. Tú lo eras. El primero que conocí en toda mi vida.

No podíamos tenerte del todo, pero tampoco perderte del todo; seguiste siendo un personaje impredecible. Reapareciste, despareciste. Cuando cancelaron Alpha Flight en 1994 te convertiste en un villano cruel de armadura demoníaca que buscaba venganza. Nadie como tú para vivir en las sombras, para vivir en el filo que separa a los héroes de los villanos. Un día se hizo la luz, y ya no necesitamos más máscaras, ni dobles sentidos, ni vivir en la indefinición. Eran los 2000, los tiempos habían cambiado. Nuevos tiempos para chicos nuevos. Chicos necesitados de comprensión, de referentes y de estrellas del pop mesiánicas dirigidas a una masa de late (very, very late) adopters. Así fue como la casa de Westchester County se llenó de Little Monsters. Volviste a ser un X Men de los que están en nómina, con aquellos Uncanny que daban la réplica a esa bestialidad que fueron (New) X Men. Había que tensar la cuerda de lo alternativo y un gay en un cómic todavía nos hacía sentir “Vértigo”. Entonces te vimos siempre fuera del armario, de una vez por todas, sin marcha atrás ni dobles lecturas. Por cierto, antes no decíamos “salir del armario”, ¿verdad? ¡Vaya bobada de expresión te habría parecido! Recuerdo cuando lo confesaste por primera vez, en 1992, porque tú fuiste un pionero. Y tu outing fue todo un homenaje a por qué los comics siguen vivos. Por ti, Jean Paul, por aquella historia sobre el SIDA, y porque nos anticipan lo que no se puede, o no sería “rentable” ver en ninguna otra parte.



Ahora eres abiertamente gay y estás orgulloso de serlo. Y como por obra del beso de un príncipe azul, el poliédrico personaje que fuiste, obra maestra de John Byrne, se transformó en… tu mejor amigo. Al más puro estilo Rupert Everett. A veces costaba reconocerte. ¡Te dibujaron tan jovencito, tan High School Musical en alguna portada! Tenías ademanes como los que exageran los jóvenes que acaban de aceptar públicamente quienes son. A tus años estabas enamorado, cual colegial, de Bobby Drake (nunca entendí qué te pasaba; es difícil creer que un francocanadiense millonario se enamore tan cándidamente de un hetero angloestadounidense). Eres manso, un buen chico… un chico Disney. Te dan buenas líneas los que escriben tus historias. Te tratan bien, pero, Estrella, han apagado tu brillo. Siempre son otros los que nos narran. Antes no teníamos héroes, ahora nos niegan los villanos. Te has casado -y de smoking- con Kyle, tu novio, pues vivís en un mundo en el que Obama ya ha sido reelegido (estoy deseando leer la historia sobre los niños que adoptaréis). Siempre sacáis tiempo para ir juntos al gimnasio. Sois guapos, tenéis éxito. Invitados de excepción en el sofá de Anderson Cooper (seguro que sois buenos amigos suyos y de su novio, pegáis mucho). Ningún resquicio en esa preciosa pareja deja entrever la posibilidad del otro lado, tu lado oscuro, tu otra vida, una vida diferente, amoral, desafiante, más compleja, más real y más interesante. Estrella del Norte, tu redención tiene algo de thatcheriana. “Este es el único mundo posible”. Un mundo que está encantado de dejarte formar parte de él, mientras pongas algo de tu parte. No hay alternativas, no hay otro lado, no hay filos, no deben darse pistas que lleven a los chicos a explorar opciones: ya tenemos un guión, limitémonos a seguirlo. Quizás Jim Shooter siga dando instrucciones, después de todo.

Rose Kennedy