Shigeru Mizuki. Autobiografía. Libro uno (Shigeru Mizuki)

Shigeru Mizuki. Autobiografía. Libro uno (Shigeru Mizuki). Astiberri, 2012. Rústica con solapas. 17×24 cm. 248 págs. B/N. 18 €

Que el panorama editorial del manga en España ha cambiado mucho en los últimos años es algo innegable. Se podría debatir mucho sobre las causas de esto, pero lo que aquí y ahora nos importa es cómo poco a poco se están recuperando autores clásicos esenciales de la historia del cómic japonés, que hasta el momento eran ilustres desconocidos en un país que paradójicamente publica muchísimo manga. El caso paradigmático es sin duda Shigeru Mizuki, historietista ya octogenario reverenciado en Japón y del que en apenas tres años hemos tenido la suerte de ver publicadas en castellano un buen puñado de obras.

Es de nuevo Astiberri quien, en una edición tan cuidada como siempre y con excelente prólogo de Raúl Minchinela, publica Shigeru Mizuki. Autobiografía. Es el primer tomo de seis, así que es pronto para hacer una valoración definitiva, pero creo que merece la pena echar un vistazo a esta primera entrega. Por intención y momento esta autobiografía puede que tenga vocación de ser la obra definitiva de Mizuki, el epítome de su estilo. Y leyéndola es difícil pensar que no va a serlo. Decir esto existiendo NonNonBa u Operación Muerte es mucho decir, pero realmente creo que en esta autobiografía vemos al Mizuki pleno, a un autor exultante y libre. Los años, lejos de pesarle, le han liberado y dado la sabiduría necesaria para acometer una historia ambiciosa en la que echar el resto y vaciarse. Su trazo, más suelto y expresivo que nunca, dibuja el pasado, su infancia desde sus primeros recuerdos hasta sus años de colegio. Es un escenario que ya visitó en NonNonBa, y de hecho la propia anciana del mismo nombre, quizás su personaje más impresionante, aparece en las primeras páginas para marcar para siempre al joven Shigeru con sus historias de yokai. El propio Mizuki actúa de narrador, sentado en su estudio mientras habla con el lector, despreocupado, con los pies sobre su mesa, lo que da un tono distendido a todo lo que cuenta, libre de la seriedad de otros autores al abordar su propia vida.

            Como en toda su obra, hay en esta autobiografía una vitalidad infinita, un amor por la vida pese a todas las dificultades que sólo puede darse en quien se enfrentó al horror de una guerra y vivió la muerte con aterradora cotidianidad. Quizás por eso Mizuki domina lo grotesco con tanta soltura, conjugando las situaciones absurdas y las escenas terribles del Japón que le tocó vivir de niño, y situando a sus personajes caricaturescos, feos, en escenarios de un detalle realista preciso, exprimiendo todas las posibilidades de lo que McCloud llamó «efecto máscara» —que no es más que eso, el contraste entre la iconicidad de los personajes sobre el realismo de los fondos— y que es uno de los rasgos de estilo más importantes en los cómics del mangaka.

De la misma forma, el drama y el humor se conjugan con una solidez increíble: Mizuki es quizás el mejor tragicómico que ha dado el cómic. Leer esta autobiografía es pasar por todos los estados de ánimo posibles, y reírnos casi a carcajadas a un instante para quedarnos helados al siguiente. Quizás por eso los tebeos de Mizuki enganchan como lo hacen. Por eso y porque es un autor que, por tópico que suene, conoce bien el alma humana. Sus contradicciones, sus miserias y sus grandezas. Su autobiografía rebosa verdad, y no me refiero a que se ajuste a los hechos tal cual sucedieron, que me importa poco, sino a una verdad más profunda, una sinceridad como artista y como ser humano que desde sus casi noventa años en el momento de dibujar este cómic reflexiona sobre lo que ha visto y lo que ha aprendido, convertido en la memoria viviente de todo un país.

Si se piensa lógicamente, tiene sentido que un artista realice sus mejores obras al final de su vida, cuando su experiencia y sabiduría son mayores que nunca. Pero por muchos motivos en la historieta no suele ser así. Por eso es aún más sorprendente que Mizuki conserve el genio y la técnica intactas. Cuando la serie termine, volveremos sobre ella, y comprobaremos si se ha convertido en la obra maestra que este primer libro promete.