Steranko, magia en escena

23 de julio de 2011. Comic Con de San Diego. J David Spurlock sentado en la mesa de oradores de una sala abarrotada de público. Anuncia que a continuación podremos disfrutar de la presencia de Jim Steranko, leyenda viva del cómic. Advierte que están prohibidas las grabaciones de vídeo y las fotografías con flash. Repite la advertencia. Finalmente, anuncia al invitado como si de una estrella de cine se tratase, y como tal hace su entrada Steranko, más bajito de lo que su estatura como artista hace suponer, con gafas oscuras y elegantemente vestido con un impoluto traje blanco a juego con su cuidado pelo, recorriendo todo el largo pasillo entre las sillas de los espectadores hasta llegar a la mesa de oradores con una gran sonrisa en la cara y casi llevado en volandas por una estruendosa ovación. Lo que ofrecemos a continuación es la traducción de aquella charla, aunque hemos eliminado las intervenciones de Spurlock. Básicamente, resultó evidente que Steranko y Spurlock tenían perfectamente pactado, medido y muy aprendido cada momento de la charla. También se hizo pronto más que palpable que el dibujante no aportaría ninguna información novedosa respecto a su carrera pasada o futura y que de lo que se trataba era de disfrutar del «show de Steranko». Un show que discurre con pausas ensayadas, énfasis en los momentos precisos, guiños a la audiencia, y que como fondo ofrece la construcción de un personaje mítico, un auténtico héroe, el hombre capaz de hacerlo todo y además hacerlo bien. Así es como se vende Steranko, y si hemos de juzgar en base a los aullidos y exclamaciones de placer y aliento de la concurrencia, hay mucho compradores para su producto. Señoras, señores, con todos ustedes, en la pista central, Jim Steranko.

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Aquí tenéis algunas fotos bastante mejores.


Puede que sea una buena idea empezar ciñéndonos a algunos datos para empezar. Dark Horse va a publicar un libro de Red Tide, una novela gráfica. Y yo escucho una y otra y otra vez que Will Eisner es el padre de la novela gráfica, pero el padre de Red Tide… puedo aseguraros que Will Eisner no tiene nada que ver con Red Tide. Eisner se ganó esa fama con el primer libro que denominó novela gráfica, Contrato con Dios. Una obra maravillosa. Pero por una parte, no creo que pueda calificarse de novela gráfica, porque estaba compuesta de historias cortas, y las historias cortas no son una novela. No importa cuantas veces lo repitas, un puñado de historias cortas no es una novela. Además, Contrato con Dios se publicó en 1978. Y voy a dejar todo totalmente claro con una declaración de cinco o seis palabras: Red tide se publicó en 1976. ¿Alguna pregunta?

Hice el trabajo en invierno de 1975, con la fecha de entrega más dura que he tenido nunca. Estaba comiendo con Byron Preiss, que era como un hermano para mí. Era un día con viento y muy frío, en Nueva York, a mediados de octubre o así. Byron y yo estábamos hablando sobre producir algo, hacer algo juntos. Y Byron dijo, «¿Qué es lo que de verdad te gustaría hacer?». Yo le dije que me gustaba el western, y me contestó, «Eso no va a vender».  Y al final le dije, «Lo que me gustaría hacer es una historia de género negro, un hardboiled de detectives». Y le gustó, porque las historias de crimen siempre están de moda. Me dijo, «Tengo el título perfecto, un título que va a verder él solo el libro. Vamos a llamarlo Spillane». Mickey era amigo mío. Yo dije, «¡No! Ya lo tengo. Hammett». No, en serio, al final se me ocurrió llamarlo Chandler, por Raymond Chandler, pero hay muchos Chandlers. Hay muy pocos Spillane o Hammett, pero Chandler es totalmente genérico. Y entonces fuimos a hablar con Norman Goldfind, de Pyramid Books. Un par de semanas atrás había leído una historia en la revista Time del autor que más vendía en aquel momento, Harold Robbins. La historia decía que Robbins fue a ver a su editor y le dijo, «Creo que tengo una historia para una novela, algo muy bueno». Y el ditor, «¿De qué va?». Y él contestó, «Todavía tengo que decidirlo». «Ah, vale. Pero, ¿cómo son los personajes?». Y Robbins dice, «No lo sé, todavía no tengo personajes». «¿Qué tienes, entonces?». «Tengo el título». «¿Cuál es?». «Los herederos». «Aquí tienes, cien mil dólares, ha sido un montón de trabajo». Así que allí estábamos, con Norm Goldfind. A Norm le gustaba mi trabajo, y Byron Preiss le contó la idea de la novela gráfica hardboiled. «Me gusta la idea. A ver si podemos meterla en nuestra planificación. ¿De qué va?». Y yo dije, «Bueno, todavía no estoy muy seguro del argumento». Y me dice, «Bueno, pero ¿quién aparece en ella?». «Mmmm… Creo que no te lo puedo decir, todavía no lo sé». «Entonces ¿qué tienes?». «Tengo un título». «Cuál es?». «Chandler». «Aquí tienes, un cheque por diez mil dólares». No era exactamente el mismo nivel que Robbins, pero bueno, fue bastante cercano al desenlace de su historia. En cualquier caso, el tiempo para realizar la entrega era muy corto. Cortísimo. Y para poder cumplir con esa fecha tuve que hacer cuatro viñetas diarias. Puede que no os parezca demasiado, pero permitidme que os cuente algo que arrojará luz sobre la situación. La única manera en la cual podía cumplir esa fecha de entrega, era viviendo en el tablero de dibujo. Literalmente. Comía en el tablero de dibujo, con un bocadillo en una mano y dibujando con la otra. Dormía en el tablero de dibujo. Además, sellé las ventanas de mi estudio para que no entrase nada de luz. Siempre era de noche. Y así, en unos tres meses más o menos, realicé el libro. 1976. Y el resto es historia.


Portada de la primera edición de Red Tide y portada para la primera entrega de la nueva edición.


Dark Horse va a publicar ese libro de una manera un poco diferente. Inicialmente, yo quería rehacer Red Tide y añadir nuevos personajes y nuevas secuencias, y ya había hecho un trato con Mike Richardson, director de Dark Horse, para hacerlo. Pero entonces me di cuenta de que todos los elementos no eran exactamente tal y como yo quería que fueran. Y fue importante, porque casi ningún autor puede rehacer su trabajo. Tal vez Alfred Hitchcock, que rehízo un par de sus películas, pero es algo bastante infrecuente. Así que fue pasando el tiempo, y en cierto momento Richardson me dijo, «¿Por qué no publicamos simplemente la novela gráfica original y después ya harás algo nuevo?» Y le dije que de acuerdo. Pero entre el momento en que se publicó el libro original y hoy en día, ha habido varias revoluciones, entre ellas la del coloreado. Y voy a deciros una cosa. Yo estaba muy descontento con el coloreado del libro original. Tenía muchas quejas al respecto. Por ejemplo, David Mazzucchelli me dijo una vez que él y su mujer habían utilizado como influencia en su propio trabajo el coloreado de Red Tide. Pero voy a deciros algo. Cada página de Red Tide era un compromiso para mí. Porque en la pantalla de cine de mi cabeza, de mi imaginación, sabía cómo debían ser esas páginas. Porque en el método antiguo de producción del color de los comic books solo se podían usar 36 colores. Y con ellos no podía conseguir la atmósfera que quería en Red Tide, una novela noir con un 50% de cyan. Ahora, tengo millones de colores para elegir. Photoshop es la herramienta más genial que se ha inventado. Lo adoro. En fin. El propio libro era un homenaje a las grandes películas de cine negro, como Retorno al pasado, El halcón maltés, Envuelto en la sombra… Ya sabéis a lo que me refiero. Todos hemos abrazado esas películas, son parte de América, son parte de nosotros. Yo quería hacer un libro que fuese un homenaje a esas películas geniales, y conseguir despertar un eco en lo más profundo de corazón del lector, tanto que éste escuchase una banda sonora de Miklos Rozsa al pasar las páginas. Ese era mi objetivo.


Comparación entre la antigua y la nueva edición de Red Tide.


Desde que, siendo un niño pequeño de cuatro o cinco años, vi mi primera película en el cine… Fue una experiencia muy dramática. Entrar en enorme cueva oscura, con un montón de gente sentada en la oscuridad, y que de repente en la pantalla apareciese el primerísimo plano de la cara de un hombre… Nunca olvidaré ese momento. La película era La máscara de Dimitrios, la primera película que me causó un gran impacto. Nada volvió a ser lo mismo después. Creo que ese tipo de oscuridad de la película, esa cualidad expresionista, afectó a toda mi obra. En fin, lo que yo quería hacer con Red Tide, o Chandler, era recrear el estilo de los grandes cineastas americanos, como James Wong Howe, o John Alton. O mi favorito, Woody Bredell, que fue director de fotografía en Forajidos. ¿Cómo conseguirlo? Bueno, el dibujo en el cómic está entintado. Primero se dibuja a lápiz y luego se entinta. Por motivos de reproducción, hacen falta unas líneas duras y definidas para la reproducción de contengan el color. Pero yo tenía bastante experiencia en el ámbito de la reproducción. Yo venía de la ilustración publicitaria, y lo sabía todo sobre la reproducción. He manejado prensas, he hecho planchas, el proceso completo. Y decidí hacer todo el trabajo a lápiz. Sabía cómo hacer que esta técnica funcionase. Fijaos en esas grandes películas en blanco y negro. No necesitaba unas líneas suaves y otras líneas duras. Así que todo el trabajo está hecho completamente a lápiz. Al ser el primer intento de hacer un trabajo completamente a lápiz en el mundo del comic book, podía haber sido un fracaso épico… pero gracias a mis conocimientos de reproducción esto no podía suceder. Aunque, como he dicho, esos cabrones me decepcionaron con el color. Bueno. 2011. Ahora puedo hacer cualquier cosa. Cualquier cosa en la que piense, puedo reproducirla en la página. Y eso es lo que estoy hacienda. Un nuevo concepto, como el color cinemático. Un concepto revolucionario, nunca antes se ha hecho: pinto con luz y oscuridad, dotando a cada escena de una luz realista, como hacían aquellos tipos de Hollywood. El color crea una sensación de que hace que esas viñetas trasciendan a otro nivel.


Comparación de otro par de páginas. Más páginas de la nueva versión, aquí.


He conocido a un par de tíos duros en mi vida. Yo crecí en la calle, y recuerdo a un par de tíos a los que era mejor no mirar a la cara. Porque si los mirabas podían darse cuenta de que estabas ahí, y si se daban cuenta, tenías un problema gordo. Te partían la cara sin inmutarse. Había uno que abría botellas de cerveza con los dientes. De chaval yo era bastante distinto del resto de chavales, porque venía de una familia muy pobre, y no disfrutaba de los beneficios sociales de los que disfrutaba mucha gente. Yo era diferente. Probablemente algunos pocos de los presentes habrán tenido experiencias similares. Yo era diferente, y me peleé con algunos imbéciles, lo cual no nada bueno si creces en la calle. En el instituto yo era un estudiante de sobresaliente, y me convertí en el blanco de una banda de tipos que me tendían emboscadas todos los días cuando volvía a casa. Todos los días. Muchas peleas en aquella época. No soy el tipo de persona que se aterroriza. Estaba tan enfadado, tan rabioso, y llevaba tanto dentro de mí, que se me hacía casi insoportable. Crecí en la calle, y hasta que conocí a estos tipos pensaba que sabía pelearme. Estos peleaban como nunca había visto antes. Y daba igual si yo podía ser un igual para alguno de ellos, porque siempre iban en grupo, tres, cuatro. Yo podría haber sido Mike Tyson, habría dado igual. Fue una época muy mala. El otro día hablaba con alguien sobre la oscuridad en mi trabajo, y me decía que tenía que pintar con más color, porque mi material era muy profundo, muy oscuro, tanto que a veces al reproducirlo se pierden los detalles que pongo. Pero yo vengo de un mundo de oscuridad.


En esta página dibujada por Steranko a los 15 años se pueden rastrear influencias de lo que cuenta en la charla… o de las películas de Marlon Brando y similares.


Llevo 25 años publicando revistas, Revue se puede encontrar en los kioscos de todo el mundo, y la gente que trabaja para mí, cada vez que entra en mi oficina me dice: “¡Enciende la luz! ¿Dónde demonios estás?”. Pero para mí, la noche es como la luz del día. Y he utilizado esa cualidad en mi trabajo como escapista. Había cosas que yo sabía que podía hacer y otra gente no podía. Y además, soy un tipo muy flexible, o al menos lo era por aquel entonces. Podía hacer cosas que nadie más a mi alrededor podía hacer, como por ejemplo… Si estás esposados con las manos a la espalda… algunos de vosotros sabéis a qué me refiero… todo el mundo puede pasar las manos por debajo de las piernas para ponerlas delante. Pero yo puedo pasarlas por encima de mi cabeza. Intentadlo. Cosas como esta eran las que hacían que pudiera escapar de cualquier trampa en la que me encerrasen. Yo era muy flexible, un gimnasta. Mi especialidad eran las paralelas y las anillas. Pero volvamos a mi historia, en el instituto. Aquellos tipos se llamaban a sí mismos los Bear’s Park Erasers, y me hacían la vida imposible. Pasé de ser un estudiante de sobresaliente a ser un estudiante de aprobado. Sabía que algún día me matarían. Habían llegado demasiado lejos. Así que hice lo que tenía que hacer. Elegí mis armas. Me hice una pistola casera. ¿Sabéis lo que es? Era un juguete bastante sólido, de acero. Fundí una barra de acero e hice un cañón capaz de albergar una bala del calibre 22. La monté e hice un martillo con el que podía disparar dos veces, dos cartuchos del 22. Me la metí al bolsillo y la llevaba a todas partes. Yo iba a un gimnasio, y allí conocí a un boxeador. Bubbles. Con un nombre como Bubbles tienes que ser un tío duro. Y Bubbles me enseñó todos los trucos que necesitaba conocer para sobrevivir. No boxeo, sino lucha callejera. El boxeo y la lucha callejera son cosas muy distintas, y Bubbles me enseñó todo lo que necesitaba. Yo pesaba unos 60, 65 kilos. Todavía peso lo mismo. Así que mis puñetazos no tenían demasiado impacto, no como el de un tío de 90 kilos. Pero yo tenía mucha puntería y era muy rápido. Lo que pasa es que la mayoría de esos tíos tenían puños como martillos… Quiero enseñaros algo.

Un aplauso para la señorita.



Toca mis nudillos. Pasa el dedo por encima. Son como cuchillas. ¿Ves lo afilados que son?



Otro aplauso para la señorita.



Muy pronto me di cuenta de que había mucha gente que cuando veía su propia sangre dejaba de pelear. Y con estos nudillos puedo atravesar la piel sin dificultad. Las caras sangran con facilidad. Y entonces sucedió algo extraño. Yo estaba aterrorizado. Odiaba levantarme por la mañana, porque sabía lo que iba a pasar a las 3 de la tarde. Pero ahora ya estaba preparado. Yo tenía un Plymouth convertible, creo. Hecho polvo, pero era mío. Había una calle que conectaba el instituto con la calle principal, y muchas veces, cuando conducía por esa calle, pasaba al lado de unos motoristas. Yo lo odiaba, porque si iba con una chica, los motoristas se montaban en sus motos y me seguían. 3, 4, 5 motocicletas. Y nos decían cosas asquerosas. Y yo no podía hacer nada, estaba rodeado de esa banda de motoristas. Eso es lo que ellos creían. Un día yo iba con una chavala, pasé por allí y ellos saltaron a sus motos. Yo iba a 40 km/h, y ellos venían a 55 km/h. Yo acelero hasta 70, 80 km/h, que era muy rápido para aquella calle. Pero es una cuestión de matemáticas. De entender las cosas. Al principio yo pensaba, “Eh, son cuatro contra uno”. Y entonces empecé a pensar de otra manera: “Voy montado en una tonelada de hierro”. Así que iba a 80 km/h y pisé el freno hasta el fondo. Fue la escena más hermosa del mundo, con brazos y piernas y motos por todas partes. A veces no hablamos el mismo idioma, y es cuestión de decir las cosas de forma que te entiendas. Seguí mi camino, me di la vuelta y les grite: “¡Y ahora voy a dar marcha atrás!”.


Steranko, modelo para el Mister Miracle de Kirby y para El Escapista de Chabon. Atención a la galería de imágenes de este enlace.


Ahora voy a contar la historia de cómo entré en Marvel. Conocí a Joe Simon en una convención de cómic. Ya sabéis, Joe Simon, el de Simon y Kirby. Yo solo tenía un dibujo detrás de mí, un dibujo que había hecho yo. Yo estaba allí vendiendo cómics, era dependiente, vendía mi propia colección. El dibujo era de un hombre armado, pequeño, así de alto. Joe Simon lo vio y me dijo: “¿Qué es eso?”. Y yo le dije: “Solo un dibujo de un soldado, con una armadura que le permite mayor flexibilidad”. Y me dijo: “¿Sabes qué? A lo mejor podrías hacer superhéroes para comic books. Harvey acaba de contactar conmigo para que cree un superhéroe”. En realidad yo tenía un montón de personajes en mi cabeza, así que más tarde le envié unos cuantos a Joe y escogió casi todos para Harvey. No tengo mucho tiempo para contarlo, pero cuando salieron esos tebeos, me sentí muy decepcionado, a pesar de que yo escribí las historias y a pesar de que hubo un puñado de buenos dibujantes como Bob Powell o Frank Springer, tíos muy buenos. Pero me decepcionó. Y pensé, “Yo puedo hacerlo mejor”. Y recuerdo que le dije a Joe Simon, “¿Qué te parece si dibujo, en lugar de escribir? Podría darles un toque especial”. Y Simon me dijo, “No sabes dibujar, chaval”. Estaba discutiendo el asunto con mi amigo Wally Wood y me dijo: “¿Por qué no llevas tu material a Tower Comics?”. Elegí algunas muestras y me fui a Tower. El presidente las vio y me dijo, “Te voy a dar un cómic para dibujar”. Así que sin haber dibujado en vida una viñeta, salí a la calle con un comic book. Estaba en la misma liga que Reed Crandall, Wally Wood, Gil Kane, tíos de primera fila. Por aquel entonces trabajaba en publicidad. Dibujé ese cómic, Secret Agent X, y volví a la oficina. Le enseñe las páginas a Sam Schwartz, el director artístico. Había personaje, una científica que yo había dibujado basándome en Kim Novak. Y me dijo, “No me gusta este personaje”. Le dije, “¿Por qué?”. “Bueno, no tiene la nariz como se supone que debe ser la de una mujer”. Y luego se puso a hablar de otras cosas del guión. Y entonces me di cuenta de qué era lo que él quería. No le importaba la nariz, ni los detalles del guión. Me estaba domesticando. Intentaba hacerme pasar por el aro. Y a mí eso no me gusta. Yo me había presentado ante él clara y sinceramente, le había entregado mi mejor trabajo, y él estaba jugando conmigo. Así que me acerqué a él, me puse a 10 centímetros de su cara. Él tenía una página en la mano y lo agarré por la muñeca tan fuerte que se quedó blanco, toda la sangre de la cara se fue a su mano. Y le dije, “Se acabó. Búscate otro tío”. Y me fui.


El joven Steranko, ya trabajando para Marvel, con una imagen de su Secret Agent X presidiendo el tablero de dibujo.


Tenía el cómic en mi mano, así que me fui a Archie Comics. Les enseñé el trabajo, me hicieron una oferta para dibujar todas sus portadas, pero eso no era lo que yo quería. Yo quería dibujar Secret Agent X. Así que me fui a DC Comics. Me dijeron, “Lo sentimos, ya tenemos todos los personajes que necesitamos, pero queremos que guionices para nosotros. Yo dije, “Gracias, pero quiero hacer Secret Agent X”. Después, no sé como se me ocurrió, pero fui a Paramount Pictures, que tenía una oficina en la calle 44. Allí en encontré con un famoso animador, que extendió las páginas y dijo, “¿Esto es todo?”. Eran las cinco menos cuarto. Me quedaban 15 minutos. Llevé a las oficinas de Marvel a las 5 menos 5. Allí me encontré con la fabulosa Flo Steinberg. Le dije, “Quiero ver a Stan Lee”. Se rió en mi cara. “Nadie ve a Stan Lee”. Cogí 5 páginas y se las puse debajo del brazo. Le dije, “A mí sí que me verá”. Sonrió y me dijo, “¡Ha! Sí que te verá”. No aplaudáis, echadme dinero. Así que lo vi y estuvimos reunidos unos 15 minutos, pero no hablamos mucho sobre cómics. Y al terminar los 15 minutos me dijo, “¿Sabes qué? Me puedes servir, pero no puedo usar este material. Hay algo en tu trabajo que me gusta y que puedo usar”. Le dije, “¿El qué?”. Y me contestó, “Energía. Y yo vendo esa energía”. Detrás del él habría una estantería donde se veían todos los tebeos de Marvel del mes expuestos. Me dijo, “Elige uno”. Podía haber elegido cualquiera… Podía haber elegido Los 4 F, podía haber elegido Spider-Man…. Pero ir después de Jack Kibry… ¿sabéis lo que es? Suicidio. Elegí el peor cómic que tenían, Nick Furia, Agente de SHIELD. Estaba abocetado por Kirby, pero apenas se le reconocía en el acabado final, y pensé, “Yo puedo ser así de malo”. Así que le dije a Stan que quería a Nick Furia y me dijo, “Es tuyo, Jim. Bienvenido al negocio”. El resto es historia.


El Nick Furia de Steranko, en Strange Tales #167 (1967). Clic para disfrutar.

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Y esto es todo, amigos. Si aún queréis saber más de la persona y el personaje, no os perdáis esta serie de entradas en En todo el colodrillo y la página semioficial del artista, The Drawings of Steranko.