Flex Mentallo (Grant Morrison & Frank Quitely)

Flex Mentallo (Grant Morrison & Frank Quitely). ECC, 2012. Cartoné. 17×26 cm. 128 págs. Color. 15 €.

Flex Mentallo fue originalmente una serie de cuatro capítulos publicada en 1996, y protagonizada por un personaje del mismo nombre creado por Grant Morrison para la Doom Patrol, que era una parodia de Charles Atlas, personaje que aparecía anunciando un método de body building en los viejos cómics que el propio guionista leía de crío. Este dato viene al caso porque es el motivo de que desde su primera edición no haya podido reeditarse, y de que además nunca lo haya hecho en España. Afortunadamente el embrollo legal se ha terminado resolviendo y este mismo 2012 ha visto la luz una edición en tomo con algunos extras, que es la que imita ECC en su edición española.

            Junto a su mejor pareja de baile, Frank Quitely, Morrison firma un guion típicamente suyo, en el que explora sus obsesiones de siempre, y perfila muchos de los temas que expuso en Los invisibles. Flex Mentallo trata, una vez más, de los límites entre la realidad y la ficción, que Morrison explora tirando múltiples líneas a varios niveles. Para empezar, parte de la premisa de ubicar a los superhéroes en un mundo real, premisa que ha sido recurrente en la periferia del género desde Watchmen, e incluso antes. Pero el giro que introduce Morrison es interesante: no es que los superhéroes hayan nacido en el mundo real: es que literalmente han sido reubicados en él. Hay un diálogo entre el mundo que imaginan Morrison y Quitely dentro del propio tebeo y el mundo exterior, el del propio guionista, que introduce elementos de su propia biografía en la de Wally Sage, el creador de Flex Mentallo en la ficción. Pero hay también una contraposición constante entre dos mundos, el real y el ficticio, el de los superhéroes y el de los lectores, el nuestro. Es un juego entre ambos que se entrelaza con el “caso” que está investigando Flex Mentallo, que pese a su aspecto es mucho más que un musculitos en calzones de leopardo, y que va a descubrir un enorme secreto en el transcurso de su investigación. Y hasta aquí puedo escribir sin reventarle a nadie la lectura.

            Flex Mentallo es un cómic fascinante, lleno de conceptos muy atrevidos y una reflexión tan lúcida como puede esperarse del mejor Grant Morrison pero al mismo tiempo concretada de una forma mucho más efectiva que en otras donde su peligrosa tendencia a la dispersión hace acto de presencia, y sin que eso suponga convertir la historia en algo simple o de fácil lectura. Por supuesto, contribuye al excelente resultado final de manera decisiva el dibujo de Quitely, que ya en 1996 era un auténtico monstruo y que, pese a no haber alcanzado aún todo su potencial, ya tenía la osadía y el talento para llevar los expeditivos conceptos de Morrison a un nuevo nivel en lo visual, que no todos los dibujantes con lo que ha trabajado el guionista escocés han podido o sabido alcanzar. En cuanto al nuevo color de la reedición, es una cuestión peliaguda. Viendo por la red páginas de la edición original resulta evidente que tenía intenciones narrativas que iban más allá de lo naturalista, o del color rutinario que se aplica a veces en el cómic mainstream. Participaba plenamente de todo el juego metalingüístico del tebeo, y por eso cuesta imaginar qué motivos tuvieron los autores para cambiar ese color por uno totalmente actual y realista, lleno de degradados y volúmenes que por bien que le sienten al dibujo de Quitely se alejan por completo del tono original de Flex Mentallo.



            La pregunta que inevitablemente surge cuando uno termina de leer Flex Mentallo es si este cómic, por muchas virtudes que tenga, es disfrutable por alguien que no esté muy versado en los superhéroes. Tampoco pasaría nada si fuera así, por supuesto, pero creo que no es el caso, o al menos no del todo. Y me explico: desde luego es una lectura difícil, un tebeo para revisar más de una y más de dos veces, pero lo es más por ser un cómic de Morrison que por serlo de —o sobre— superhéroes. Toda la carga metalingüística del tebeo no es algo que todo el mundo pueda captar, eso es cierto: cosas como el texto que sirve de prólogo y que reinventa toda la historia del comic book, que es de lo que más me ha gustado de Flex Mentallo, no son precisamente accesibles para todo el mundo. Pero tampoco es totalmente entendible por cualquier lector medio —todos los elementos que Morrison toma de sus vida no se descubren si no se leen textos externos sobre el cómic—, y no creo que esto importe demasiado, la verdad. Porque la cuestión no es si cualquier lector entenderá el cien por cien del mensaje y sus múltiples referencias —algo que no sucede siempre, pero que sólo nos planteamos con algunas obras—, sino si, aunque no lo haga, la puede entender a otros niveles y disfrutarla. Y yo creo que el género de los superhéroes ha calado lo suficiente en la cultura contemporánea para que casi cualquiera esté lo suficientemente empapado de sus conceptos básicos como para pillar de qué va Flex Mentallo, al menos un mínimo. Además, no es solamente un metacómic de superhéroes, sino que trasciende eso para llevarlo a otro nivel más general en el que lo que se analiza es la realidad de los personajes ficticios, y para entender eso, no es imprescindible haber leído miles de cómics de gente con capa.

            En todo caso, esté o no equivocado en esto último, sigue siendo una gran noticia que al fin se haya publicado en castellano, porque Morrison, con todos sus defectos, que los tiene, casi siempre arriesga y ofrece hasta en el peor de los casos unos mínimos bastante superiores a la media que impera en una editorial que tiene la gran suerte de retenerlo aún en ella.