3 segundos (Marc-Antoine Mathieu)


3 segundos (Marc-Antoine Mathieu). Sins Entido, 2012. Cartoné. 24×24 cm. 72 págs. B/N. 17 €

Marc-Antoine Mathieu es un autor francés relativamente veterano, pero que se dio a conocer al gran público español en 2010 con Dios en persona, una obra muy ambiciosa aunque —para mí, claro— fallida. Pero a pesar de ello vi lo suficiente como para estar pendiente de la nueva obra del autor, que llega ahora a España de la mano, de nuevo de Sins Entido: 3 segundos.

            Se trata de un tebeo radicalmente distinto a Dios en persona¸ lo cual es ya casi un valor en sí mismo, porque demuestra las ganas de innovar y reinventarse de Mathieu. Pero cuando se abre el libro lo que encontramos no sólo confirma esas ganas sino que rebasa con creces cualquier expectativa que el lector pudiera tener: 3 segundos es un experimento narrativo radical en el que el tiempo transcurrido es justo ése, tres segundos, y en el que el lector acompaña a un fotón a la velocidad de la luz en una especie de viaje alucinante y vertiginoso. En ese intervalo de tiempo uno puede imaginar que no va a encontrarse una trama elaborada o compleja, aunque no sería cierto decir que no hay acción: la hay, pero no es convencional, aunque de hecho es el eje alrededor del cual pivota la trayectoria que sigue el lector a lomos de la luz.

            Mathieu supera la paradoja de tener que mostrar algo rapidísimo en un medio pausado e interrumpible —frente al cine, donde habría podido marcar el ritmo él— y consigue algo muy difícil: un efecto de velocidad vertiginosa, a través de un mundo hiperreal que parece congelado, por comparación con la velocidad que llevamos nosotros, desde nuestro punto de vista. La manera con la que hace esto es complicada en su realización —Mathieu se ha tenido que hartar de medir—, pero esa complejidad no se transmite a la lectura, que es tremendamente ágil. Mathieu organiza la página en filas de tre viñetas. Cada fila muestra lo mismo, pero con el plano cada vez más cerrado, haciendo zoom sobre la imagen, que es siempre un reflejo en alguna superficie reflectante: un ojo, un espejo, la lente de unas gafas, la pantalla de un móvil… La luz rebota cada pocas viñetas y toma una nueva trayectoria, completando un recorrido imprevisible alrededor de una habitación que nos lleva incluso al espacio exterior, y que nos permite ir uniendo los puntos que al final nos dejarán saber qué está pasando realmente en esa escena de acción al uso que se plantea. Todo sin bocadillos, con un dibujo impecable y una ejecución perfecta, algo complicado si tenemos en cuenta que el cómic está lleno de perspectivas forzadas y objetos deformados en su reflejo. Me queda por ver la versión digital a la que se puede acceder gracias a un código que se facilita con cada copia del cómic impreso, y que, aunque será una cosa completamente diferente, estoy seguro de que por las características de 3 segundos puede ser muy interesante.

            Cuando uno basa un cómic únicamente en un experimento narrativo, éste tiene que ser lo suficientemente significativo, tener el peso necesario para que esa elección esté justificada. Y sin duda aquí lo está. El viaje que plantea Mathieu engancha y me ha atrapado hasta su final, que es lo de menos: como pasa con Samarcanda, lo que importa de verdad no es llegar.