Otra puta novela gráfica (Jorge de Juan)

Otra puta novela gráfica (Jorge de Juan). La Cúpula, 2012. Rústica. 17×24 cm. B/N. 114 págs. 14 €

El, llamémosle hoy, fenómeno de la novela gráfica —porque no es momento ni sitio para repetir viejos debates— lleva tanto en el candelero que era cuestión de tiempo que surgieran cómics que parodiaran o hicieran mofa del mismo. Aquí tenemos uno de los primeros y, desde luego, el que tendrá un nombre más explícito: Otra puta novela gráfica, del joven autor Jorge de Juan. Sin embargo, aunque yo iba preparado para encontrarme precisamente eso, una parodia de todo lo relacionado con la novela gráfica, me he topado con bastante más, afortunadamente.

De Juan aborda su primer proyecto largo en solitario contando la historia de Gus Pena, un autor de tebeos de la vieja guardia sin talento ni la fuerza de voluntad necesaria para suplirlo; de hecho, apenas lo vemos dibujando durante la historia. La acción arranca con una llamada de su editor, un adicto a todo tipo de drogas que no tiene ni idea de lo que publica y que sólo está interesado en la pasta, que le cuenta a Pena que el cómic está muerto; ahora lo que se lleva es la novela gráfica. Y además no cualquiera, sino aquella de temas sociales o comprometidos, basada en la realidad. Y le da un ultimátum: tiene una semana para presentarle un proyecto. A partir de ahí, el fracasado dibujante intentará desesperadamente encontrar inspiración, un tema serio y comprometido que le sirva para realizar una novela gráfica impactante que le depare fama y riqueza.

Ya podéis imaginaros que a esto sigue una delirante búsqueda de personajes con historias personales dramáticas que poder inmortalizar. Gus considera que su vida es demasiado gris, y no le sirve, aunque, irónicamente, es bastante peculiar: vive con su madre, adicta a internet, y con su padre, convertido en improvisado amo de casa. Para colmo, su hermana lesbiana convive con su pareja, una loca violenta que la controla obsesivamente. Pero Gus quiere algo más social, una historia que cale hondo en sus lectores, y se vuelve loco buscando entre amistades, conocidos, y viejos colegas del barrio a alguien que haya sufrido de verdad en la vida, sólo para comprobar que nadie es más patético que él.

Con esto de fondo, Otra puta novela gráfica es una sátira cruel y por momentos agresiva, reforzada por el dibujo exagerado y caricaturesco de De Juan, que hace a casi todos los personajes tremendamente desagradables y que tiene bastante influencia de Peter Bagge —influencia reconocida en una escena en la que Gus rellena un test en internet para saber a qué personaje de ficción se parece y le sale Buddy Bradley. Significativamente, no sabe quién es—. Pero como decía antes, no sólo atiza a la novela gráfica. Aquí reciben todos: los artistas modernos, los fachas, los alternativos, los emigrantes, los no emigrantes… Aunque me queda la sensación de que quizás habría sido más divertido si se hubiera centrado más en el mundo del cómic y el arte, también es cierto que de esta forma la obra gana en variedad y en alcance. Y, de todas formas, ya tenemos toda una secuencia que transcurre en un salón del cómic exagerado hasta la deformación pero aun así perfecta y tal vez dolorosamente reconocible, con sus friquis de manual —quizás mi escena favorita del tebeo— y una mesa redonda con novelistas gráficos totalmente pasados de rosca.

Si Otra puta novela gráfica no es un cómic más redondo es porque le falta algo de profundidad y reflexión, de verdad detrás de su humor iconoclasta e intencionadamente inverosimil, y esto es lo que la diferencia de su gran referente, Odio. Y porque le cuesta evitar los problemas que siempre acompañan a este tipo de sátiras exageradas: se pasa tanto que hay momentos en los que satura al lector y lo insensibilizan ante las burradas que está leyendo. La sucesión de gags y situaciones grotescas no da tregua, y como no hay contrapunto, a veces, incluso aunque sean divertidas y uno se lo esté pasando bien, pierden brillo y la atención del lector. Y el desenlace, que no voy a desvelar, me ha decepcionado un poco. Me ha parecido algo precipitado y por debajo de las expectativas que la historia había generado.

Pero es una lectura divertida si gusta el humor bestia, con alguna escena memorable, como la ya mencionada de los friquis o la del ecuatoriano fascista. Que nadie espere un ataque sin tregua a la novela gráfica; no es eso. De hecho, su mejor baza es la ironía que hace de su búsqueda infructuosa de esa novela gráfica la propia novela gráfica; contando que es incapaz de hacerla consigue hacerla. Y sí, no es la primera vez que el proceso de creación de una obra acaba siendo la propia obra, pero aquí se hace con mucha gracia.