Olivares expuesto



El pasado 17 de noviembre se inauguraba una exposición de ilustraciones de Javier Olivares en el Café Moderno de Madrid, exposición que concluye hoy mismo. A diferencia de lo que suele ser habitual, la muestra no consiste en imágenes «originales», sino que las más de 50 ilustraciones se proyectan en bucle en una pantalla, con lo que uno puede tomar un café o una cerveza tranquilamente sentado y al tiempo disfrutar del talento de Olivares. Y entrecomillo la palabra originales porque hoy en día, con la utilización del ordenador, cada vez la frontera entre el original analógico y el digital es más difusa. Pero a lo que íbamos. De entre todas esas imágenes seleccionadas por Olivares, Óscar Palmer entresacó 16, acerca de las cuales ambos charlaron durante cerca de una hora. Aquí tenéis la transcripción de esa charla acompañada de los correspondientes dibujos.

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Para mí siempre es un gustazo hablar con Javier, y sobre todo hablar de ilustración…

Y con público. Porque siempre hablamos en los bares.

Siempre hablamos en los bares, claro, no hay mucha diferencia. Así que disculpad la informalidad… La cuestión es que me gusta hablar con Javier porque me da la impresión de que a pesar de todos los años que lleva trabajando, de todo lo bueno que es, no está nada maleado. Es un tío que sigue disfrutando muchísimo con la ilustración. No solo con la suya, con el proceso de crearla, sino con la de los demás, y eso es una cosa que yo creo que se refleja muy bien en su obra y es un poco de lo que vamos a hablar. Hemos preparado una selección de ilustraciones que os vamos a mostrar, hay 16 de las 57 que componen la exposición, con lo cual podéis quedaros luego a ver el resto o venir otro día a tomar un café.



He querido empezar por esta porque me parece tremenda. Me parece que de un tiempo a esta parte estás tomando muchos iconos de la cultura popular para hacerlos tuyos. Parece que cuando ya uno es un dibujante con un estilo muy definido… bueno, siempre te ha gustado dibujar batmans, siempre te ha gustado dibujar tus fetiches, pero imagino que cuando empiezas estás mucho más ansioso por mostrar lo tuyo, tus cosas. Sin embargo ahora, y no sé si ha sido una coincidencia temporal, acabas de sacar un Sherlock Holmes, hace año y pico un Jeckyll y Hide, y aquí tenemos este fabuloso King Kong. Quería que me hablases un poco de cómo te apropias de estos iconos tan populares y tan marcados en la visión de la gente.

Este tipo de trabajos, normalmente, no los buscas tú. Yo ni he buscado este encargo de King Kong, ni  busqué el Jeckyll ni he buscado el Sherlock. Yo creo que tiene que ver con que, cuando llevas ya el suficiente número de años, los editores confían en ti, en que eres estable y un tío que va a dar una visión diferente del icono. Cuando uno está empezando, es lo que dices, tiene un estilo que normalmente se está formando, y luego tiende mucho al ego tour. Mis cosas, mis dibujos. Y cuando ya llevas 20 años, ya has hecho muchas cosas tuyas. También creo que tiene que ver con que empiezas a relajarte como ilustrador y empiezas a apropiarte de las cosas. King Kong, Jekyll y Hyde o Sherlock Holmes son losas que te caen. A mí, cuando me dijeron, “Vas a hacer Sherlock Holmes”, pensé, “¿Qué hago ahora?”. Es como si te dan un Pinocho, es una de esas cosas que ya tienen una tradición y lo que te cae encima son los 60 o 70 años de ilustradores que han hecho Pinocho, o Peter Pan, o Alicia o lo que sea. Claro, primero te sientes parte de una tradición, “Qué bien, qué honrado”, y luego atemorizado durante un par de días. “¿Qué voy a hacer yo, qué voy a aportar yo a este personaje que ya está tan visto, tan dibujado, tan ilustrado?”. Y bueno, si te pilla en una época en la que ya llevas mucho tiempo, es un gusto, porque, como dices tú, te lo apropias. Pero si lo pillas muy joven te aplasta.

En este sentido, ¿te libera más hacer una ilustración como esta…?

Esta ilustración…

Esta fue para el Festival de Sitges, ¿verdad?

Sí, fue una cosa muy curiosa. Una revista que se llama Sci-fi World preparó para el Festival de Cine de Sitges una exposición de dibujos de distintos dibujantes con la excusa de hacer luego una subasta y donar el dinero a Médicos Sin Fronteras. Era una cosa benéfica. Todos los años el Festival de Sitges tiene un tema, y este año era King Kong. La gente hizo ilustraciones, pero a mí me apetecía hacer un cartel, porque me gustan mucho los carteles y porque me da la sensación de que una ilustración de King Kong se queda como flotando en el vacío. Y yo siempre necesito que haya una excusa, y me parecía mejor un cartel de la película, o un libro, o una imagen asociada algo.

Me imagino que ese tipo de encargo te permite poner más de ti mismo, o liberarte más, que otro icono de la cultura popular como es este.



Este tiene un objetivo más comercial, es una portada para libro.

Sí, es una portada para Valdemar, para El fantasma de la ópera. [Hay un fragmento que no grabamos] Aquí fui un poco en contra incluso de la línea editorial. Cuando uno recibe un encargo, asume, aunque no siempre es así, que saben lo que haces. Te llaman sabiendo que vas a hacer algo en un estilo o una línea. Y entonces no te preocupas y haces algo en tu línea. Aquí no me sentí nada restringido, aunque hay trabajos en los que sí, que uno los sufre. Pero este no, una portada de El fantasma de la ópera es como un ideal.

Imagino que sería lo mismo con esto.



Sí, esta es una cosa un poco marciana. Aprovecho un poco para contar como he hecho la selección para la exposición. Lo que he hecho ha sido reunir todos los trabajos que no tiene que ver con el grueso de mi producción, que es libro infantil, cómic y prensa.

Un poco los márgenes.

Los trabajos laterales, que llamo yo. Ese trabajo raro que te encargan de la portada de un libro, un póster… Este trabajo por ejemplo fue una cosa bastante rara. Era para una exposición de la Asociación de Ilustradores Valencianos que quisieron hacer etiquetas de hoteles literarios. La idea era muy bonita. EL Heartbreak Hotel, el hotel de Psicosis

¿En este caso sí que pudiste elegir, o también fue un encargo?

No lo recuerdo. Normalmente te pasan una lista y te dicen, “Este ya está cogido, este ya está cogido…” y eliges entre los que quedan. En este caso no sé si fue una elección mía o me dijeron “Tú vas a hacer la del Admiral Benbow”, que es la de La isla del tesoro. Me suena que lo elegí yo. El hotel de Psicosis era otro de los que me atraían. La exposición quedó muy chula, no sé si se puede conseguir todavía el catálogo porque hace… ¡de todo hace ya como 10 años! [Risas] Es espantoso. No, hay cosas más modernas. Pero de esto hace ya como ocho años. Y el catálogo era muy bonito, había cosas muy buenas, y es que la idea era muy chula. A mí me gusta mucho trabajar sobre materiales que tienen que ver con la realidad, que existen, pero que son un poco inventados, como en este caso, etiquetas de hoteles, pero de hoteles que no existen realmente, literarios, de películas… Te imaginas cómo sería la etiqueta esa del hotel que pegas en la maleta… que ya no existe. Se hizo una exposición en Valencia, todas las etiquetas eran circulares. No sé si circulares o con la forma de las vitolas de los puros. Algunos tenían esa forma, otros tenían forma de ojo… A mí me gusta que me encarguen las cosas, normalmente me paralizo más cuando me dicen que haga lo que quiera. “Tenemos un espacio en la revista, haz lo que quieras”. A veces dices, “¿Qué hago? ¿No me puedes dar una idea?”. Porque muchas veces lo mejor surge de las limitaciones. Te facilita mucho el trabajo porque empiezas a descartar cosas y te diriges mucho más al objetivo. No empiezas a darle vueltas, porque nosotros le damos vueltas a todo.

Incidiendo en esto, tenemos esta ilustración, que es una ilustración para el cuento El ruiseñor.



Es una de una serie de varias, un trabajo que hiciste para Italia, ¿verdad?

Para una editorial italinana, sí.

Dentro del cuento El ruiseñor hiciste tres, cuatro…

Hice cinco ilustraciones.

Y cuando tienes que elegir los cinco momentos a ilustrar, ¿te pasa esto que comentabas ahora, “¿Qué momentos elijo, cuáles son los cinco fuertes del libro?”. O no los fuertes, sino los que te apetece, que a veces no tiene por qué coincidir, ¿verdad?

En este caso por ejemplo era un libro colectivo, lo cual limitaba mucho las posibilidades, porque el cuento eran 25 o 30 páginas, no eran muchas. No tienes mucho espacio, cuando normalmente tiendes a hacer una ilustración cada equis páginas. Claro, ese es mi punto de partida, aunque luego hay veces que en cuatro páginas no hay nada interesante que ilustrar y te encuentras con que se te pegan las ilustraciones. Por ejemplo, en el libro de Sherlock Holmes que acabo de hacer, me pasó eso. De forma lógica tiendes a ilustrar cada equis páginas para que no te dé la sensación de que todas las ilustraciones están al principio, al final o en medio. Normalmente lo que hago es coger el libro físicamente, que eso cuando llegue el iPad ya no lo podré hacer, no todo van a ser ventajas, y me divido el libro con post its en segmentos iguales. 10, 12, los que sean, y luego miro qué es lo que pasa en ese capítulo. Previamente ya me he leído el libro.  A veces voy unas páginas delante o atrás, pero intento que quede cerca.

Eso está muy bien, porque hay ilustradores que dicen, “Me molan estos tres puntos”, y luego llega la gente y dice, “Qué mal maquetado está este libro, que tiene esta ilustración y el texto al que se refiere no llega hasta 50 páginas después”.

Yo ahí pienso también un poco en el lector, que cada cierto tiempo le lanzas la ilustración. Por ejemplo, en el libro de Holmes, lo mejor del libro ocurre en la segunda mitad. ¡La primera mitad del libro es un coñazo! Se pasan toda la primera mitad en habitaciones hablando, en un hotel, en casa de Holmes, pero no hacen nada más que deducir cosas. Y a partir de la segunda parte de la novela, claro, se van al páramo, son atacados, aparece un tipo… Toda la acción está en la segunda parte de la novela, me encontré con que toda la primera mitad eran señores hablando. ¡Qué hago! Claro, aquí entra en juego tu intención como ilustrador, hacer interesante esa primera parte. En el caso de El ruiseñor, había tres ilustraciones como esta y dos a doble página. No sé si incluso me dijeron las páginas, estaba todo muy, muy marcado. Normalmente no es así, pero aquí éramos 8 ilustradores y teníamos todo muy marcado en el espacio, supongo que para evitar que alguien se metiera en el lugar de otro, hiciera una ilustración en vez de cinco… pero luego la gente hizo lo que le dio la gana, Blutch hizo dos o tres, y el niño aplicado fui yo, que hice las cinco. Además me gusta mucho trabajar en bitono, me gusta cuando solo hay dos colores, me parece que ves mucho la ilustración. Quedó un libro muy chulo, muy bonito. Nos invitaron a la Feria de Bolonia a presentarlo.

¡Gran evento!

Sí, gran evento.

Cambiamos un poco de tercio.



Esta es una ilustración de la canción Hard to explain, de los Strokes, que hiciste para Rockdelux. Aquí tenemos otro tipo de ilustración, porque estamos hablando de adaptar un relato y tal, pero ¿cómo adaptas una canción? ¿Qué buscas, qué conceptos sacas? Además de una letra de los Strokes.

La letra es muy abstracta. En general, las canciones tienden a tener letras un poco poéticas. Fue un encargo de Rockdelux para un número especial del décimo aniversario… O más…

¡Más! 25 aniversario.

¡De todo hace 10 años! [Risas] 20 por lo menos. Nos dieron a elegir a no sé cuántos ilustradores una canción.

Esta vez sí elegiste tú.

No.

¿Tampoco? [Risas]

Me pasaron una lista… A veces elige uno, el problema es que puedes tardar en elegir. A mí, si me piden que elija una canción de la historia de la música, pues vale, me pongo a pensar y se me va la olla. [Risas] Necesitas que te digan algo. Me dieron una lista. Ellos habían elegido los 25 discos o 25 singles de los últimos 25 años o lo que fuera. Uno era este. Me pasaron una lista y me dijeron, “Esta la ha cogido Paco Roca, esta la ha cogido no sé quién, esta la ha cogido…”. De hecho había una que yo quería coger, no recuerdo de quién, de U2, que me gustan, o vete a saber, y ya la habían cogido. De los Strokes yo había oído dos canciones. Fui, escuché la canción, vi el vídeo muchas veces y me fui a buscar la letra. Claro esto lo puedo hacer ahora gracias a internet, hace 10 años tenía que llamar a amigos ingleses o comprar un libro. Ahora pones en internet “hard to explain” y la primera página que sale son las letras de los Strokes. Y la letra es muy abstracta.

Es hard to explain, también.

Parece que hay un personaje, que hay unos padres, que hay una chica, pero todo es como muy por los pelos. Y me puse a darle vueltas. Esta me costó bastante. Por un lado no quería resumir la canción, porque me parece muy obvio y no me gusta, pero por otro tuve una idea. El fondo, si os fijáis, es como un decorado teatral, es como si hubiera hecho una foto a una obra de teatro en la que están representando una obra que se llama Hard to explain. Entonces empecé a meter elementos que aparecen en la letra. Si oyes la canción, hablan de Carolina del Norte, que sale por aquí en un póster. Hay unos padres a los que nunca llaman y sale un móvil encendido. Pero cosas muy sutiles, no quería ser un gran narrador. Y todo eso me llevó a una escena compleja en la que no había un solo personaje sino que había varios, y al ser varios me dije, “¿Los pongo en una casa normal? ¿Y por qué no como si fuese una especie de escenario teatral?”. Porque están como representado algo. A mí estos juegos me gustan mucho, de hecho siempre pienso que el teatro tiene que ver más con la historieta que el cine, y cada vez lo pienso más. Un medio se define por cómo funciona pero también por cómo lo percibimos, y nosotros no percibimos el cine igual que la historieta. De hecho lo percibimos casi de forma opuesta. El cine es sensorial, es hiperrealista, tienes que creer lo que está pasando, y en la historieta o en el teatro nunca. El teatro es puro artificio. “Estamos en Londres”. “Vale”. Actúa sobre ti como un símbolo, tienes que creerte que estamos en Londres y a partir de ahí empieza el juego. Y con los dibujos igual. Tienes que creerte que esto son personas. Me da la sensación de que lo del parecido con el cine es algo que se ha repetido tantas veces que la gente lo repite sin pararse a pensar que en realidad el cine y el tebeo no tienen nada que ver. El storyboard y el tebeo quizá.

Y muchas veces no tiene nada que ver con el producto final.

Yo creo que cómo percibimos el teatro, que tiene mucho de abstracto y simbólico, y cómo percibimos el dibujo, que también trabaja con lo simbólico y lo abstracto, se parecen mucho. Muchas veces empleo artilugios, efectos y trucos teatrales, sobre todo a nivel de perspectiva y así, para contar cosas. Porque nadie los distingue. Si haces una foto de esto, es una obra de teatro. Si haces un dibujo, es una ilustración. Me resulta muy útil a veces.

Hablando de simbolismo y abstracción tenemos también esto, que es del mismo dibujante.



¡Menudo salto!

¡Es del mismo dibujante!

¡Yo es que siempre dibujo igual! Cambio cuatro cosas, pero dibujo siempre igual.

Sí, dos detalles.

¡Que sí, hombre!

Bueno, esto son portadas para unos libros de música. Me gustan mucho porque siempre me parece un reto plasmar cosas con esta, cosas tan etéreas como la música. Por lo menos en el caso de los Strokes tienes una canción, que vale, es complicada pero puedes buscar. Pones a los padres, Carolina del Norte y tal. Pero aquí no, aquí es LA MÚSICA. Y tú la interpretas de esta manera, que me parece que está muy bien, porque enseguida me transmite una sensación de algo envolvente, que te eleva. Me parece que está muy bien captado, y además es una cosa alegre, porque está pensado para unos libros juveniles.

Aquí hay varias cosas que son interesantes. Una es que el encargo vino de Santillana y eran unas portadas para libros de música, pero… Yo siempre digo que me gusta que me cierren los espacios, porque así pienso en menos espacio y las ideas a veces son mejores. Aquí me lo cerraron de tal manera que me dijeron, “Mira, el diseñador…”, que además es amigo mío, “…ha hecho un diseño que consiste en tres círculos”. Si os fijáis siempre hay tres círculos. Y me dijeron, “Ese diseño lo tienes que mantener”. Entonces tuve que organizar toda la ilustración para que esos tres círculos se mantuvieran. No lo puedes quitar, no los puedes cambiar, es una putada.

Esto está muy mal que lo digas, Javier, porque yo creí que esto era una tuya de puta madre [risas], los círculos que representan la música que envuelve a los personajes y tal. Esto no lo cuentes, que te quitas mérito.

¿Qué dices? ¿Tú sabes lo difícil que es encajar los tres círculos? [Risas] Si me pasé dos semanas pensando qué coño hacer ahí. [Risas]

¿Y por qué los tres círculos?

Ah, no sé, no sé. Es que ni llamé. Ni se me ocurrió llamarle, si le llamo es peor, porque entonces me lo explica. [Risas] En el fondo yo pensaba que eran como bocadillos de pensamiento. Me dieron ejemplos de gente que había hecho cosas con el mismo diseño. Yo casi lo veo más complicado. A mí no se me habría ocurrido nunca. ¿Para qué sirven? [Risas] No pude darles ninguna utilidad, es una putada. Queda muy chulo, pero ¿qué hago con eso? Intenté que cada uno de los círculos tuviera sentido. A veces es puramente, gráfico, plástico, otras veces es el piano, es donde se sientan… ¡Pero lo pasé muy mal! [Risas] No encajaba nada, me pareció un trabajo endiablado. Igual era una prueba. [Risas] Aparte, nunca vi los libros, igual era un test maligno de Santillana.

Vamos a seguir con el tema de la abstracción y de la música, a la que de repente le das esta otra solución tan absolutamente diferente, una vez más.



Esto es un flyer para Tronicdisease, la empresa de nuestro común amigo Enrique Vela, que aquí está, y efectivamente, de vez en cuando vas haciendo los flyers para los conciertos. Está este, que a mí me parece espectacular, y tenemos también este otro, que me parece tremendo también.



Estos los diseñas tú, además.

Sí.

Lo haces todo.

Sí. [Risas] Es mucho más cómodo. A mí me gusta diseñar. Me gusta la tipografía.

Por eso quiero que nos cuentes un poco cómo llegas a este tipo de soluciones, porque no podían estar más alejadas de los libros de Santillana, a pesar de que se supone…

Yo es que siempre me veo igual…

Tú sí, claro, pero es que tu cabeza… Veo que pones círculos también… [Risas]

Sí me dejó marcado. [Risas] Estuve tres meses viendo círculos.

Quería que nos hablases de cómo afrontas los trabajo de Tronicdisease y también que hablaras un poco del diseño, porque no sé si lo ves como algo muy separado o como algo muy parecido a todo lo demás. Quiero decir, las letras son dibujos y son colores…

Eso es lo que pasa, que lo veo muy parecido. De hecho los ilustradores casi nunca tenemos la posibilidad de diseñar nada en lo que trabajamos. Ni los libros, ni las revistas, ni nada. Los pósters, a veces, pero muchas veces hay un diseñador. A mí me gusta. Yo no soy un diseñador muy fino pero sí que tengo mucha intuición para la tipografía, que es una cosa que he desarrollado con los años. Voy desarrollando cosas con los años. [Risas] Es curioso, porque primero hago la ilustración, luego me pongo a ponerle tipografías, y siempre hay una que sí, no me preguntes por qué, no lo sé, pero esa encaja.

Te da el pálpito.

Sí, “¡Esta!”. Y luego ya lo trabajo un poco. Procuro que tenga cierta gracia. En fin, no soy un gran diseñador, la caricatura y el diseño… La caricatura menos.

Hablaremos, hablaremos de caricatura dentro de 10 minutos.

¡Soy el peor caricaturista de Europa! Pero me gusta diseñar esto. Como no soy nada especialista en música electrónica, es un mundo…

Es verdad, no lo hemos dicho, casi todo son conciertos de música electrónica, experimental.

Sí, me gusta porque en un concierto de rock tiendes a poner los lugares comunes, la gente con la guitarra… En cambio la música electrónica suelen ser disk jockeys, gente que pincha discos. ¿Cómo haces un flyer para alguien así? De hecho, sus otros flyers no tienen nada que ver con esto, son súper marcianos. Yo acabo poniendo siempre algo que tiene que ver con el músico, con la idea de poner discos, con el tío con los cables y tal. Y me gusta además trabajarlos de forma muy espontánea. No hago mucho boceto ni nada. Este, por ejemplo, lo hice con trocitos de cartón, estampando. Hice un señor de cartoncito, le puse tinta y estampé varios. Hice como pruebas, por eso tiene esa textura tan chula. Y de pronto vi que la textura me gustaba, porque lo aleja un poco de la música, la música electrónica tiene esta cosa… como textura, también, con ruiditos… Me parece que tenía que ver. Me lo paso muy bien haciendo esto, precisamente porque no es el tipo de trabajo que me cae normalmente. No he hecho nunca CDs, por ejemplo, que hay muchos dibujantes que han hecho CDs. En general no he hecho nada para el mundo de la música, me he movido más en el mundo del cine. Y me lo paso muy bien haciendo esto, tengo ya bastantes, siete u ocho. De hecho el anterior, el amarillo, un amigo común, que es músico electrónico, hace flamenco electrónico…

¿Qué?

Flamenco electrónico. Menos mal que no me lo dijo cuando me encargó el dibujo, me habría paralizado. [Risas] No sabría qué hacer. Algo con círculos. [Risas] Pues este le encantaba, me decía “Yo quiero este para mi disco”. Le he dicho que le hago algo parecido y ahí está la idea de hacerlo. Ese también lo hice con recortitos. Fíjate, con la música electrónica me gusta trabajar de forma manual. A veces esos contrastes funcionan. Si haces una cosa de música electrónica súper limpia, con unas letras desenfocadas…

Es como muy evidente, ¿no?

Es lo que hace todo el mundo. En cambio, si te pones a recortar y a pegar, de alguna manera tiene que ver con la música electrónica, pero no de la manera que la gente piensa.

Todo esto me parece que enlaza un poco con… Ya sé que en tu cabeza todo enlaza, todo es lo mismo. [Risas] Tenemos aquí este otro tipo de trabajo.



Otro trabajo marciano.

Este sí, realmente. Es una ilustración para un texto que se llamaba Una aproximación a la biodinámica. Era una cosa de vinos y viticultores, ¿verdad? Me imagino que te llaman para hacer la ilustración de un artículo que se llama Una aproximación a la biodinámica y dices, “¿Qué coño hago?”.

Hombre, después de haber hecho ilustración para una revista que se llamaba Economía, que eran textos de economía abstrusa, que leías el artículo y no entendías nada… [Risas] A mí en esta época me gustaba hacer cosas muy abstractas, muy raras… Y de hecho, leías el artículo, no entendías nada, y mirabas el dibujo y tampoco. [Risas] Entonces todo el universo parecía coherente. Esto es para una revista que no sé si se edita, es una revista súper pija que diseña Manuel Estrada, que es quien me llamó. La revista se vende por ahí, por el mundo, es una revista internacional en dos idiomas, y era un artículo sobre biocosechas, gente que trabaja el vino y las cosechas de una forma bio… bio… ¿biorrespetuosa, puede ser? [Risas] Que lo hacen bien, vamos, que se lo curra. Me pidieron 10 ilustraciones y luego sacaron dos o tres. Trabajan así, como digo yo, en forma de embudo. Te encargan mucho y luego sacan dos. Hice muchas ilustraciones, y efectivamente, dije, “¿Qué hago?” Este tipo de ilustraciones la verdad es que me han pillado ya muy trabajado con la prensa. Como llevo tantos años trabajando con la prensa, que normalmente de un artículo de política, o de economía, o social, tienes que extractar una idea muy concreta, estás muy acostumbrado a exprimir los textos y sacar una gota de algo. Y en este caso además me apetecía trabajar un poco con esta estética de los años 70, de diseños de los 80. Hay todo un diseño de los 70 maravilloso.

Tienes toda una rama ahí. Este dibujo también.



Una vuelta al mundo literaria que tiene mucho que ver con la otra. Son formas, colores, con algo de figurativismo pero es medio abstracto…

Sí, es un poco Henry Moore.

Sí. Te quería pedir que te sinceraras y me dijeras realmente…

Esto lo cobre… [Risas]

Aparte de si lo cobras o no. Quiero saber si piensas que son trabajos complicados, “Tengo que destilar, me lo tengo que currar mogollón”, o recurres a esto cuando no se te ocurre nada. [Risas]

En el caso anterior me lo curré mogollón. En este lo que pasa es que me dijeron que les gustaba mucho esa línea. [Risas]

Joder, entonces te hicieron un favor.

Esto es para una revista del Ministerio de Cultura, que ya no existe, que la diseñaba también Manuel Estrada. Me dijo “Haznos una ilustración, me gusta mucho la línea…” hay una ilustración apaisada que has dejado fuera en este estilo que les gustó mucho. Y de hecho para este trabajo hice otra ilustración que no cogieron, me dijeron “Es muy obvio, muy dibujo, queremos algo más abstracto, más gráfico”. Y les hice la otra y les encantó. Y esta la hice un poco al hilo de la anterior. Pero no te creas, esta parece que no pero llevó mucho curro. Haces el dibujo, que no te lleva mucho, pero luego, decidir todos los colores para que te quede armónico, que quede bien, que no se te caiga un personaje… Es verdad que es un estilo muy definido que no puedes empezar a quemar. Yo además me aburro enseguida. Si me hubieran encargado así… de señores que se tocan… [Risas] “¿No os apetece otra cosa?”. Pero es una línea muy interesante.

A mí lo más milagroso de esto es que la veo y reconozco que es tuya. Cosa que no me pasa con esta que voy a poner ahora…

Ahora resulta que no es mía y la liamos.

Es la única de todas las que has elegido que si la viera sin saber que es tuya, jamás diría que es tuya.

Pues yo sí. [Risas]

Tú sí, claro, porque la has hecho. [Risas]



El elefante marinero.

Yo creo que tiene mucho que ver con la otra.

Tiene que ver, y por eso está puesta a continuación. Pero yo te prometo que si la veo en una revista sin firmar, al contrario que la otra, no te reconozco. Explícame cómo llegas al elefante y por qué ves tan clara la relación con la anterior.

Sí, yo veo una relación de formas y de espacio, no sé… Diría que es incluso del mismo período. [Risas]

Esta está hecha en gouache, no porque yo tenga un ojo de la hostia, sino porque lo pone en tu blog…

No, se ve… [Risas]

Sí, bueno, eso lo ves tú, yo lo he tenido que leer. [Risas] Te gusta mancharte un poco las manos de vez en cuando.

Más cada vez. Estoy volviendo a los orígenes. Es que me aburro. Esto lo comentaba Lluïsot, que es un ilustrador amigo mío, y hablando de color digital le pregunté, “¿Tú sigues haciendo todo a mano?”, y me dijo, “Sí, sí, porque cuando me pongo a hacer color por ordenador, estoy calculando. No estoy disfrutando, estoy calculando. Y me cansa. En cambio me pongo a hacer acuarela, y me pongo musiquita…”. Y me di cuenta de que cuando estoy trabajando con color digital me canso mucho más. No puedes pensar en otra cosa, no puedes dejar que la cabeza se vaya, porque estás demasiado pendiente de la herramienta, de la capa, de si lo has guardado o no lo has guardado, del lacito, del cubito… Estás todo el rato así, y eso cansa mogollón. Pero cuando me pongo a hacer gouache o me pongo a hacer acuarela, pues eso, me pongo música, me pongo a dar azul, y durante quince minutos estoy dando azul, no estoy pensando en nada. [Risas] Parece una chorrada, pero es así, es súper relajante. De hecho el Holmes lo hice así, porque sabía que iba a ser muy estresante, eran muchas ilustraciones en muy poco tiempo y necesitaba enfrentarme al trabajo con un poco de placer. Eso pasa porque yo soy de la generación que tiene un pie en lo digital y un pie en lo analógico. Los que solo tienen un pie en lo digital no han probado lo otro, y los que solo tienen un pie en lo analógico, odian el ordenador. Pero mi generación ha tenido suerte.

Lo mejor de cada mundo.

Sí, porque podemos trabajar de las dos maneras. Esto era para un libro de un escritor valenciano que hizo 40 cuentos de elefantes, y este es de un elefante que era socorrista. [Risas] Cuando veía que se ahogaba alguien, se tiraba a la piscina, y como era tan enorme salía todo el mundo de la piscina. [Risas] Me gustó, me parecía muy Hockney. A mí me encanta Hockney. Yo he ido buscando a Hockney, pero de pronto aparece Hockney en tu trabajo. Y se entiende lo que está pasando con muy poco. A veces me gusta trabajar con muy pocas cosas, yéndote casi, casi, casi al límite, que si quitas un elemento ya no se entiende nada. Ese espacio es maravilloso para trabajar.

Que sería todo lo contrario a esto.



¡Esto es Frazetta!

Te vas al polo opuestos. Esto es de un barroquismo…

Bueno, he dicho Frazetta pero podría ser casi Mignola o así.

Esto es Teseo y el minotauro, trabajo para Penguin, ¿verdad?

Sí. Es que cada trabajo… En el fondo los trabajos te hablan. Te dicen cosas, nunca te dicen lo mismo. Este era un trabajo para Penguin, la editorial inglesa, y era un libro de lecturas del minotauro para aprender, era un curso para aprender inglés. Me marcaron mucho el terreno. Normalmente, cuando trabaja uno para el extranjero se da cuenta de lo relajados que son los editores de España. Los extranjeros son súper concretos y estrictos, te miran todos los lápices, cambién cosas absurdas. “Pon el personaje un centímetro, más arriba”, me decían. “¿Por qué?”. Y era porque sí. Es como ese profesor que está todo el mundo callado y dice “¡A callar!”, porque necesita decir algo. [Risas] No tiene sentido, pero es como “Soy el profesor, tengo que demostrarlo”. Pues el editor también tiene que demostrarlo. “Mueve un poco esta roca”. “Bueno, vale, pues la muevo”. Fue un trabajo muy puñetero, con mucho detalle, pero muy bonito de hacer. Me fui un poco a mi época, si quieres, preabstracta, de Mignola, de los dibujantes de historieta clásicos. ¡Es una portada de Boris!

¡Totalmente! [Risas]

El toro muerto, el tipo ahí con la espada… En el fondo, al final todo eso te vuelve. Todo eso lo has aprendido. “¡A mí no me gusta Frazetta, no me gusta Frazetta!”. Igual ahora no te gusta Frazetta, pero lo has aprendido. Está ahí, y si lo necesitas, metes la mano y sacas a Frazetta. O a quien sea, a quien trabaje en esa línea. Te impones a él, pero utilizas su colocación de elementos. En el fondo esto es hablarle un poco a la portada de Conan, tiene que ver con un tipo de ilustración muy concreta. En el fondo es hablar un lenguaje. Y aquí me lo pasé muy bien… Luego no me han encargado más. Iba a hacer un Frankenstein, estuve a punto.

¡Qué pena!

Dímelo a mí.

Aquí probablemente está la que sea mi ilustración favorita de toda la lista.



No solo por la composición, que me parece acojonante…

Está vendida.

Ya, ya lo sé. [Risas] …sino porque me resulta muy curioso que sea tuya. Quiero decir, no te lo tomes a mal, pero cuando pienso en tu obra no pienso en mujeres rollo sexy. Tus cuadernos de bocetos son calaveras, son Batmans…

¡Hay más cosas!

Ya, ya sé que hay más cosas, pero no está lleno de jamonas, no es el cuaderno de Robert Crumb. [Risas] No es ni siquiera el cuaderno de Manel Fontdevila, que sabemos que también le va. [Risas] No veo tus cuadernos llenos de jamonas y de mujerona, y cuando vi esto pensé, “¡Joder! Si le quedan muy bien”. ¿Por qué no haces más mujeres?

Es que soy de encargo. [Risas] A mí, si me lo encargas… Yo es que soy así, muy modesto. [Risas]

Esto es para una exposición que se llamaba Interruptus, ¿verdad?

Se lleva organizando ya como siete u ocho años, y contaba con ilustradores, aunque pocos, y había también fotógrafos, pintores, grabadores… Me encantó, porque no trabajas nunca en esa línea. A mí no me da por hacer dibujos de esos y nadie me encarga una portada de Anaïs Nin. [Risas] Que podía ser…

Podía ser.

Pero no. Me dijeron que hiciera una serie de ilustraciones, y de hecho tengo dos más. Una serie con chicas y tal. Y me dije, “¿Cómo voy a hacer esto para que quede gráficamente interesante?”. Porque claro, el problema de trabajar con material un poco guarrete… [Risas] Porque la ilustración erótica por lo general tiende al realismo, tiene una función que no es la plástica. [Risas] Ahí te lo digo todo. A mis amigos les gusta mucho, pero luego nadie la pone en el salón. [Risas]

Yo te prometo que la pongo en el salón. Me imagino que les pasará lo que me pasó a mí la primera vez que la vi, que primero es un poco chocante, pero luego tiene mucho que ver con tu trabajo.

Lo gracioso de esto es que no sé si una o dos de estas ilustraciones las puse en el blog, y claro, el blog es una cosa que a veces los editores de infantil mira [Risas] Y me pasó que una vez un editor de infantil me dijo, “Le di la dirección de tu blog a no sé quién y debió de entrar justo el día que habías puesto esto”. [Risas] Pero es una cosa que me gusta del blog, que no estás vendiendo nada en concreto. Yo hago muchas cosas. Hace años no me gustaba que la gente de infantil viera el cómic, porque me decían, “Llévales ilustración, que no vean el cómic, si ven el cómic estás jodido”. También es verdad que los editores con los años han aprendido a abrirse. Yo puedo hacer una ilustración como esta, o para El Mundo ilustraciones de crímenes horrorosos, de niños violados, padres e hijos que se matan, cosas muy brutales, pero luego me puedes encargar una de Los tres ositos se van al campo. No pasa nada, los puedo hacer….

Donde los matan salvajemente.

Por supuesto. [Risas] Como ilustrador no te puedes esconder mucho, sobre todo si estás en la prensa. De alguna manera confías en que el editor es una persona inteligente que sabe que puedes hacer esto y luego puedes hacer otra cosa. De hecho lo saben.

Hablando de cosas que no sueles hacer y volviendo a lo que decías antes de las caricaturas, me gusta mucho esta.



Pero no es una caricatura.

No es una caricatura porque… Bueno, sí es una caricatura en cierto modo, es José Martí, pero lo has traído a tu universo y además has hecho lo que decías al principio de King Kong, porque no es una ilustración suelta, sino que es un cartel. Y ha quedado aparente para no ser caricaturista, ¿no?

Una vez le dije a un editor, “Yo es que no hago caricatura, hago gente que se parece”. [Risas] Que no es lo mismo, no tiene nada que ver. Yo creo que los caricaturista funcionan, como los animadores, con una parte del cerebro que no es la nuestra. Hay grandes animadores que son unos espantosos ilustradores y unos malos dibujantes, pero son grandes animadores. Y eso pasa mucho en los caricaturistas. Hay enormes caricaturistas que son incapaces de hacer una ilustración. No funciona igual. Yo no soy caricaturista, y de hecho rechazo siempre este tipo de encargos. “No, por favor, no me la encargues a mí”. He hecho como cuatro o cinco que gracias a dios no ha visto nadie, porque no son buenas. No son caricaturas, intento hacer una especie de retrato a mi manera. En este caso que una exposición que organizó una revista que se llama El malpensante, que es una revista colombiana. Era una revisión de los nombres más conocidos del bicentenario de la liberación de América. Estaban Martí, Bolívar… Y lo hicieron con una premisa que me pareció muy interesante, y es que no había una iconografía moderna de esta gente. Lo comprobé, puse “José Martí” en Google y me aparecían cuadros muy antiguos y cuatro fotos borrosas. Y no había nada más. La idea de la exposición era que aportáramos nuestra visión gráfica de estos personajes. Lo curioso es que ahora pones “José Martí” en Google y aparece mi imagen, cosa que me parece alucinante. [Risas] ¡Alguien dibujará a Martí a partir de esto y se parecerá cada vez menos! Me parece interesante por cómo ahora nuestras imágenes forman parte de… Pasó con Pertierra. ¡Buscando portadas de libros me han salido mis propias portadas falsas! [Risas] Este es un personaje cubano, y lo que hice fue hacer un cartel cubano. Utilicé su tipografía, que se les iban las letras, porque las cajas no estaban bien. Luego me obligaron a quitarlo, porque en la exposición no había ningún cartel, eran todo ilustraciones. En la exposición se hicieron reproducciones como de cuatro metros, una cosa muy espectacular. Fue muy bien, tuvo muchísimo éxito. Quitaron la tipografía, pero me gusta recuperarla, porque en el fondo el cartel está diseñado con la tipografía. La tipografía es importante.

Es parte del dibujo.

Si la quitas quedan unos espacios un poco raros. Con la tipografía adquiere un sentido gráfico muy interesante. Martí era fácil, porque era un tío con un bigote enorme. [Risas] Una vez tuve que hacer a Arangüena, espero que no esté aquí [risas] y era incapaz.

Un tipo que no tenía un bigote enorme pero tenía una napia enorme es aquí nuestro amigo HP.



Esta es una portada para Valdemar, para la biografía de Lovecraft, y es otra de las pocas ocasiones en las que has hecho retrato.

No sé si se parece. Tiene un aire. HP Lovecraft también tiene una nariz, un mentón, el pelo negro… Es que hay personajes… Incluso hice una de Bono para el Rolling Stone que quedo muy graciosa, con las alas del personaje de la película de Win Wenders, las gafas, el pelito, la napia… Hay gente muy fácil, y hay gente imposible. Una vez intenté hacer un Mariano Rajoy… [Risas] No es porque sea Rajoy, pero es que era terrorífico. [Risas] Lo mandé y me dijeron, “No, déjalo, no te preocupes”. [Risas] Aquí hice una de estas cosas absurdas que hacen todos los ilustradores…

No todos, Javier.

Todos los colgaos, como yo.  Una de esas cosas que nadie ve realmente, pero si os fijáis hay un pentáculo. Hay una luz y una serie de esquinas con las que incrusté un pentáculo en la ilustración. Dije, “Bueno, esto cuando lo descubran los ocultistas, va a ser cojonudo”. [Risas] Mando esos mensajes, a ver qué pasa.

¿Te ha contestado algún ocultista a día de hoy? [Risas]

Los ocultistas es que son gente despistada. Me gustó hacer mucho esta portada, porque todo el mundo pensaba que haría un monstruo, y a mí me apetecía dibujarle a él. “Qué tío más soso, a ver qué hago”. Se me ocurrió la idea de que estaba escribiendo, “Pero esto no tiene sentido. ¿Y ya está?”. Además, acababa de hacer una sobre ocultismo, estuve leyendo un poco sobre ocultismo y me apetecía meter el pentáculo en algún sitio. Así que primero dibujé el pentagrama y luego hice la ilustración integrándolo. Me costó un poco. A veces tienes que hacer trampas. No se ve, pero está ahí, que es un poco la síntesis del ocultismo. [Risas]

Y para terminar he elegido esta.



¿Por qué has elegido esta?

Pues te voy a decir por qué. Porque me parece que representa muy bien todas las cosas que haces. Esto es para una exposición que se llama Cartas de amor, sobre la violencia de género.

Más concretamente, en adolescentes.

Es un trabajo de encargo por un lado, para una exposición, pero por otra parte también podría ser una de tus ilustraciones para prensa. Yo la veo como esa cosa que haces cuando haces los relatos criminales, o ilustraciones editoriales, de destilar la idea en una sola imagen. Lo que me lleva a pensar si hay… ya sé que todo está relacionado para ti… pero si hay un mínimo clic en tu cabeza cuando dices, “Esto es para una exposición, esto es para prensa”. Porque yo, como espectador, equivocado o no, de repente veo que surgen del mismo mecanismo mental detrás.

Uno está acostumbrado a que le lleguen encargos muy diferentes. Por ejemplo este era un calendario. Y te quedas como, “¿Qué hago?”. Nos dijeron, “Por favor, no pongáis a alguien pegando a alguien. No pongáis una imagen violenta. Que no sea negativa”. Empezaron a podarme, a podarme, y además era una campaña para adolescentes… A veces hay campañas que… En las de Tráfico parece que dicen, “Más sangre, más sangre”. Aquí era lo contrario. Hice muchos ensayos, probé muchas ideas, algunas me sirvieron para otras ilustraciones que hice luego. No sabía muy bien cómo sintetizar esto. Uno desarrolla mecanismos diferentes, y aquí probablemente usé el mismo que uso en prensa cuando tengo que destilar, por ejemplo, la eutanasia en una imagen. Utilicé el mismo recurso. No quise vincularlo a un ambiente doméstico, sino más bien otra cosa, una pareja simpática que corre. Viendo un poco la imagen de una pareja joven, comencé a pensar, a darle vueltas, y al final se me ocurrió lo del guante de boxeo. En el momento que se te ocurre esa idea, lo que haces es que a partir de ahí conviertes la idea virtual en una idea gráfica. Para eso empiezas a usar la composición. Pero no es una cosa que piensas, no dices, “Ahora voy a utilizar la composición”. No eres un científico que dice “Ahora voy a coger esta probeta. Ahora voy a poner un poco de mercurio”. No trabajas de esa manera tan estratificada. Ahora lo estoy desmenuzando, si queréis, lo estoy poniendo sobre la mesa para que veáis cómo funciona, pero no funciona así. Dices, “Ay, el guante, genial, pues lo hago todo en añil, amarillo, negro y el guante en blanco”. Llegas muy rápido ahí, en ese momento lo que ves es el guante, que es lo importante en esta ilustración. Incluso pensé en cortarle la cara a la chica, pero como ya le corto la cara al chico que lleva el guate… El propio tema y las propias, digamos, cortapisas, muchas veces te dan la ilustración, te resuelven el trabajo. Te dan la idea, te dan el concepto, te dan el color, y ya está, lo haces. Claro, para mí es relativamente fácil, entre comillas, porque es mi trabajo. La prensa ayuda mucho. Llevar 10 o 15 años haciendo ilustración de prensa ayuda mucho a sintetizar, a conseguir de un texto, de una idea, una imagen que la explique.

Ilustrar, y con rapidez.

En presa tienes horas. Dos, tres, cuatro horas.

Es un ejercicio cojonudo.

Es como la gimnasia. ¡Estás cachas a nivel gráfico! [Risas] Estás súper preparado, lo puedes hacer en media hora. Para esto me dieron más tiempo, pero utilizas el mismo recurso. Me hace gracia que la hayas escogido, porque tampoco es uno de esos trabajos que uno elige para una exposición, aunque sí que la he escogido para la exposición que luego veréis.

Muchas gracias por venir.

¡Espero que os guste!