La palabra y la imagen



Nos ha gustado tanto esta entrevista en la que Ben Katchor (El judío de Nueva York, Julius Knipel, fotógrafo inmobiliario) recomienda cinco libros, que hemos tenido que traducirla.

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Cómics, historietas, arte secuencial, narrativa gráfica, dibujos seriados, narración visual. Esas son algunas de las etiquetas que han aplicado a tu trabajo.

Muchas de esas etiquetas están conectadas con tradiciones particulares pero no encajan con el medio en su totalidad. El problema con «cómics» es que no todos ellos son graciosos. El problema con «historietas» es que no todas son secuenciales. Es un campo de trabajo muy amplio y variado que no se puede clasificar fácilmente bajo un único nombre. Las historias con imágenes son un medio antiguo. Cada país tiene su propio nombre para ellas. En Francia son tiras dibujadas. En América muchos los llaman cómics, porque asocian el medio con el humor. Todos esos nombres muestran las limitaciones del lenguaje para describir algo complejo.

En cuanto lo ves, lo reconoces. Hay un millón de manera de hacer historias con imágenes. Las hay cortas y las hay largas. Algunas son documentales y otras son ficción. Muchas son graciosas y muchas son bastante serias. Las historias con imágenes tienen una historia larga y variada, pero dado que nunca han sido tratadas académicamente, no tienen una terminología fija.

Tú prefieres «historias con imágenes».

Historias con imágenes es el término más neutral y descriptivo. Viene de la palabra alemana bildergeschichten, combinar dibujos e historias. Podría decirse que el término se puede aplicar igual de apropiadamente al cine y al teatro, pero esos medios tienen sus propios nombres. Yo también llamo a mi trabajo «escritura autográfica». Uso ese término porque deja claro que el trabajo es parte de una tradición literaria y a la vez de una tradición visual. Escritura autográfica llega al fondo del asunto y muestra lo importante que es la escritura a mano del autor para el medio.


Página de El judío de Nueva York (Astiberri, 2008).


¿De qué manera expande la narración gráfica los límites narrativos más allá de lo que se puede hacer con una fuente estándar?

Una fuente tipográfica es un carácter, un símbolo reproducido mecánicamente. La escritura autográfica es como un seismógrafo. Va más allá del uso de símbolos. Recoge la conexión psicomotora entre tu cerebro y tu mano. Todo el mundo dibuja de forma diferente: todo el mundo tiene una escritura diferente.

El teatro es el primer lugar donde se unieron la imagen y las palabras. Las palabras se acompañaban de la imagen de un escenario o la actuación física. Las historias con imágenes eran una tecnología antigua utilizada para registrar eventos teatrales, pero después el desarrollo del teatro y las historias con imágenes divergieron. Cuando se inventó el cine, hubo un modo de registrar eventos teatrales con la fotografía, de manera que el teatro en vivo tomó otra dirección. Pero las historias con imágenes se retrotraen hasta las primeras técnicas de registro.

¿La separación entre palabras e imágenes se remonta a la invención de la imprenta?

Los primeros libros que usaban tipos móviles no estaban ilustrados, porque había un problema técnico para poner las imágenes en la misma matriz que el texto. El tipo móvil no se dejaba combinar con imágenes impresas en bloque. No fue sencillo hacer imágenes reproducibles hasta la invención de la litografía, que permitió que despegara la prensa ilustrada.

Después hubo una división en la academia -la institución alemana del sigo XVIII especializada en la educiación extendida por todo Occidente- y esas dos actividades se convirtieron en disciplinas especializadas y puras. Había gente que escribía y gente que hacía imágenes. Por eso las artes visuales y la literatura son disciplinas totalmente separadas hoy en día. La gente que hacía historias con imágenes, como Edward Lear, Rodolphe Töpffer y William Blake, no encajaba en ninguna de estas disciplinas. Ellos querían traspasar las barreras y mezclar ambas. Estos hombres era la excepción a la regla de que el ilustrador y el escritor son dos personas distintas.

A medida que nos aproximamos a 1900, la rivalidad entre imágenes y texto se convirtió en antagonismo. Autores serios dijeros, «Pagar a alguien para ilustrar nuestras historias es como pagar a alguien para que compita con nuestras propias palabras». Creo que fue Henry James quien finalmente dijo que no quería que las escenas de sus libros tuvieran forma espacial y visual, porque era algo qeu no podía controlar. Y así es que tenemos un siglo de novelas en prosa sin imágenes. Eso es más o menos lo que sucedió.

Empecemos con el trabajo del artista suizo del siglo XIX, Rodolphe Töpffer. Has mencionado su The Complete Comic Strips. Por favor, háblanos sobre el hombre y su trabajo.

La gente cuyos libros he escogido no usaba la imagen como apoyo. No eran escritores sin formación o fallidos que necesitaban la imagen. Eran excelentes en la tradición de la prosa y la tradición de la elaboración de imágenes. Usaban cada una de estas herramientos como correctora de la otra. Hay cosas que no puedes comunicar con palabras pero que puedes mostrar, y cosas que no puedes mostrar que puedes transmitir a través de las palabras. Así es como funcionan las películas, así es como funciona el teatro, y la forma en papel de todo eso es la historia con imágenes.

El trabajo de Töpffer consiste en historias muy sofisticadas, de 100 páginas o más. Sus historias se cuentan a través de dibujos y texto escrito a mano combinados en la página. En la cultura occidental hay un gran tabú acerca de poner texto dentro de una imagen, así que ponía el texto debajo de cada imagen, pero funcionaban juntos. Las historias son muy entretenidas e interesantes, muy densas e inmbuidas de su escritura manual.


Página de Histoire d’Albert, de Töpffer.


Se acredita a Töpffer como inventor del cómic, ¿no?

No fue hasta la década de 1860 que se pudieron hacer dibujos reproducibles en una imprenta con la misma facilidad que se podías hacerlos en papel. Antes, otro técnico cogía tu dibujo y los traspasaba a un grabado en madera o en acero. COn la impresión litográfica, ese paso se obvió. Ahí es donde comenzó la carrera de Töpffer. Estaba ahí, en el momento adecuado para combinar imágenes con texto.

Fue la primera persona en la cultura occidental en producir un gran cuerpo de historias literarias con imágenes. Töpffer tenía preparación de escritor, y su padre era pintor, de manera que creción en una cultura de producción de imágenes. Por eso era capaz de hacer ambas cosas. Era genovés, de la parte francófona que se convirtió en Suiza. Dado que escribía en francés, la tradición que él comenzó se desarrolló allí en primer lugar, pero fue pirateada en toda Europa. Para 1842, su trabajo ya estaba pirateado en América.

Lo siguiente es John Glashan’s World. Háblanos sobre este artista escocés y su trabajo.

Abarca los mundos de las palabras y las imágenes. Tiene un estilo literario muy sofisticado y un rango impresionante, desde garabatos infantiles hasta sofisticados dibujos topográficos. Hizo un cómic, pero no creo que se publicase mucho en América. Tenía mucha más reputación en Inglaterra.

Se le ha llamado «el Miguel Ángel de la caricatura moderna». Por favor, explica la comparación.

Sus cómics se centran en grandiosas escenas arquitectónicas con exhuberantes acuarelas. Más que el Miguel Ángel, yo lo llamaría el Turner de las historias con imágenes.


Página de John Glashan’s World.


Glashan escribió en una ocasión que, «Una imagen, con la adición de escritura como parte del diseño, puede formar una corta historia condensada». ¿Estás de acuerdo con el cliché de que una imagen vale más que mil palabras?

Esa ecuación no tiene sentido, porque las imágenes y las palabras operan en esferas descriptivas diferentes. Las imágenes en el espacio, las palabras en el tiempo. Las imágenes pueden transmitir consas que sólo puede atisbarse con las palabras. El código informático puede, pero no el lenguaje convencional.

Hablemos del trabajo de un americano, Jerry Moriarty. Primero se estableció como pintor, y sus historias con imágenes están recopiladas en The Complete Jack Survives.

Él se preparó como pintor y después, en un punto de su carrera, sintió que el mundo de las bellas artes era demasiado limitado. La pintura en las décadas de los 1950 y 1960 era demasiado limitada para contener sus intenciones. Jerry quería contar historias de una manera que trascendiese las disciplinas académicas. Tiene una aproximación muy sofisticada a la realización de imágenes, pero también está interesado en utilizar ideas composicionales para contar historias. Muchas son historias autobiográficas veladas sobre su maduración en el norte de New York. Ese es el tema de Jack Survives. Jack está basado en su padre.

Parte de la escritura autobiográfica se desarrolla más mediante la escritura, y parte se desarrolla más mediante las imágenes. Jerry Moriarty funciona más con imágenes. Su texto usa un lenguaje terso, desnudo, como el diálogo en el teatro. Imagina a Beckett haciendo cómic y tendrás la concisión y el humor de Jerry Moriarty.


Página de Jack Sobrevive, tal y como se publicó en El Víbora. Un poco más de Moriarty.


Su trabajo apareció por primera vez en RAW, una revista editada por Art Spiegelman y publicada por Françoise Mouly entre 1980 y 1991. ¿Cómo influyó RAW en la trayectoria de las historias con imágenes?

En América, la tradición del cómic en prensa dirigido a un público general comenzó alrededor de 1895. En 1939 comenzó el comic book, dirigido a adolescentes y niños. Los comic books dieron mala reputación al medio. Gran parte de lo que se hacía eran trabajos de encargo con una fuerte veta violenta. La gente que intentaba utilizar el medio para contar historias literarias y visuales serias, tenían serias dificultades para encontrar un público adulto. En la década de los 1970 se publicaron en América un montón de revistas visuales de gran tamaño, como Interview y Wet. A Art Spiegelman se se ocurrió la idea de recopilar historias con imágenes en un formato que tuviera las connotaciones de la sofisticación visual y literaria. RAW no tenía el aspecto de un comic book de 10 centavos. Atraía a la gente que leía la revista Interview; diseñadores gráficos, artistas. Cuando el envoltorio cambió, la gente empezó a mirar de otro modo lo que hacíamos.

Lo siguiente es el Cola Madness de Gary Panter.

Va sobre un paraje urbano derruido lleno de extrañas criaturas. Es menos una novela naturalista o una narración lineal que una extraña reacción en cadena, como ver la actuación de un circo o una demostración científica con texto. Se inventa una especie de lenguaje coloquial americano muy condensado y cambia en su cabeza la síntesis del habla normal.

Como Jerry Moriarty, Gary Panter esta formado en la pintura. Pero todo el mundo crece inmerso en la cultura popular. Alguna gente deja completamente las bellas artes, como yo. Yo he dicho que no quiero exponer nunca en una galería, no es mi mundo, quiero ser reproducido en los medios de masas. Pero alguna gente, como Gary, continuó su actividad como pintor. Todavía hace diseños para portadas de discos y cosas para el teatro, como los escenarios del programa infantil de televisión Pee-wee’s Playhouse. La gente que trabaja en las historias con imágenes tiende a ser multimedia.


Paginas de Cola Madness.


Según un manifiesto publicado en 1980, Panter ve su arte como una manera de infiltrar la cultura popular con ideas underground. ¿Son los cómics especialmente apropiados para este propósito?

Ahora, todos los editores generalista publican cómics, así que o los cómics han sido asumidos o la edición generalista ha sido subvertida. Hubo un tiempo en que se nos consideraba subversivos. La edición generalista pensaba que los cómics eran basura. Lo peor que se podía decir de los personajes de una novela es que eran como personajes de cómic. Esa era la desautorización definitiva para el autor. Ahora hemos llegado a un punto en que una reseña en The New York Times decía «probablemente, esta novela sería mejor si estuviera hecha como un cómic». Todo ha cambiado.

Finalmente, The Book of Leviathan de Peter Blegvad. Describes su trabajo como «una prueba de que la literatura, el arte y la poesía pueden existir en forma de cómic». Explícalo, por favor.

Es un americano que ha vivido en Inglaterra casi toda su vida. Sus tiras semanales en The Independent mostraban la visión del mundo a través de los ojos de un recién nacido, una cultura absolutamente carente de cultura. Cada página es una gran revelación.


Página de The Book of Leviathan.


Una de las cosas con la que lidia el niño es Hegel. Esto trae a colación un problema que yo tengo con las historias con imágenes. Yo pensaba que la historieta era simple y alegre, pero los títulos que citas y los que veo en las librerías parecen complejos y serios. ¿Qué le diría a la gente que como yo tiene miedo de vuestro medio?

El mundo está lleno de terribles prejuicios. Hay prejuicios raciales y prejuicios sobre los medios, y ambos deben ser superados. Tienes que ver un panorama más amplio. El medio de la escritura autográfica es una cosa neutra. Puedes hacer con él algo muy aburrido, o algo muy interesante. El potencial está ahi en cualquier medio. Hay formas de la cultura popular que se crearon sólo para ganar dinero. Muchas novelas son terribles; el grueso de los libros son comerciales, con la calidad de las novelas románticas de Harlequin. Pero eso no significa que debas rechazar la literatura, ¿no? Muchos cómics son tabajo a destajo, pero yo no culparía a todo el medio.

Por otra parte, antes de descubrir tu trabajo, después de que la entrevistada Fran Lebowitz recomendara uno de tus libros entre los cinco mejores libros sobre Nueva York, yo pensaba que las historias gráficas eran demasiado exigentes para ser una lectura relajada.

Has de tener un alfabetismo tanto visual como de la prosa. Tiene que ver con la educación y con el modo en que están organizadas las escuelas. Tal vez no te educaron para entender las imágenes. Mucha gente tiene una preparación desigual. Los editores de revistas se especializan en el texto y contratan para supervisar el resto a directores artísticos que están educados visualmente. Lo que necesitamos son escuelas que conecten estas divisiones académicas.


Una de las colaboraciones de Katchor en Metropolis.


Panter diseñaba escenarios, y Blegvad es cantantautor. Tú acabas de estrenar tu último musical, Up From the Stacks. ¿Por qué hay tantos autores de historias con imágenes tan polimorfos?

En la cultura popular no hay divisiones entre disciplinas. En las artes populares (teatro, películas, cómics) eso es lo común. Las divisiones académicas están basadas en una percepción equivocada de cómo funciona el ser humano. La especialización dice que si sabes dibujar, no tienes que escribir. Si eres musical, no se espera que seas literario. Preparamos a la gente para que se centre en una cosa y no haga nada más.

En la cultura asiática (antes de la introducción de los tipos móviles, cuando empezaron a imitar a Occidente) el modo en que escribías tu poema era tan importante como las palabras que escogías. Es la tradición de la caligrafía asiática. Para mí eso tiene mucho sentido, pero en Occidente está fracturado. En uno de los obituarios de Steve Jobs, la primera o segunda frase explicaba que la revolución en el diseño que empezó estaba inspirada en su estudio de la caligrafía. Los invertores de los ordenadores personales crearon un software de fuente única con pequeñas letras de mapas de bits; decidieron que las palabras no necesitaban materialidad. Jobs pensó que no deberíamos desperdiciar toda la tradición expresiva de la tipografía, y por eso hoy en día tenemos dónde elegir. En la cultura occidental hubo una tremenda ruptura entre el texto y la imagen. Ya es hora de que corrijamos eso.