Los Juncos (Sandra Uve)

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Los Juncos (Sandra Uve). Astiberri, 2006. Rústica. B/N. 80 págs. 10 €


Sandra Uve, la autora del guión y del dibujo de esta historia es una persona conocida fuera y dentro del mundillo del tebeo, debido, sobre todo, a su faceta como directora de películas porno. Pero ése no es el tema que nos ocupa hoy, para lamentos de algunas personas que puedan llegar hasta aquí buscando vídeos suyos relacionados con este asunto. Aquí y ahora, nos interesamos por su faceta de escritora y dibujante de cómics, y más concretamente, de su obra Los Juncos.
Los Juncos es un relato autobiográfico en el que Sandra Uve (alter ego de Sandra Valencia, según descubrimos al bucear un poquito) nos cuenta –a través de pequeños diarios o cuadernillos, numerados del uno hasta el cuatro y un epílogo final- retazos, pinceladas de su vida, que nos llevan a explicar y saber muchos más detalles de sus amores y, cómo no, desamores, repasando experiencias y recuerdos de su pasado más reciente y de su niñez y adolescencia.

En cada uno de estos Juncos, Sandra Uve analiza un hecho puntual de su vida. Así, en Los Juncos 1 nos explica el por qué de este título, su relación especial y de por vida con los juncos; en el número 2, nos habla de sus primeros amores y experiencias, hasta la llegada del enamoramiento absoluto; en la tercera entrega y que ocupa gran parte de la historia, narra uno de sus grandes amores y los cambios que conlleva en su vida, desde el enamoramiento y sus fases iniciales, ideales y terribles, la calma que sigue a la tempestad, con su montaña rusa de acoplamiento a la rutina de pareja y por último, la que nadie desea que se produzca o que si llega a suceder, sea lo más civilizada posible, el se rompió el amor de tanto usarlo: la ruptura, narrada con distancia y queriendo mantener las formas, lo que conlleva un cierto desapasionamiento, que hace que la historia pierda fuelle por momentos, que no sepamos muy bien cómo o por qué se ha llegado a ese punto, aunque puede que sea la manera correcta de hacerlo si se quiere llegar a una buena relación consigo misma, con el otro y con el mundo circundante; en la cuarta parte, vemos cómo un clavo saca a otro clavo, y más vale pronto que tarde, y de modo similar, vuelven a repetirse las mismas fases, por suerte y por desgracia; y, por último, el epílogo: se nos rompió el amor de no usarlo, que es otra forma de destrucción de la pasión y de la pareja, sin saber por qué o cómo se llega a esa situación de apatía y desganas, de incomprensión, en la que se intentan no buscar culpables, pero… en la que hay que enjugarse las lágrimas e intentar pensar que mañana será otro día, que siempre nos quedará Tara… o los juncos mediterráneos.

Interior



En cuanto al apartado gráfico, Sandra Uve se permite -creemos- unos cuantos caprichos. Por ejemplo en el dibujo y la rotulación, que quedan a lápiz, como si aún faltase por llegar el entintado y la caligrafía perfecta, pero no, no es así. La autora deja muy claro, desde el mismo principio, en el prólogo que le firma Santiago Segura, que el lápiz va a ser el protagonista absoluto en todo el tomo: se prima ese blanco y gris antracita que apenas si llega a ser blanco y negro en algún momento.

Las razones quedan explicadas en este vídeo, en el que la propia Sandra Uve le responde sobre este tema a Jordi Costa, en el programa de televisión en el que es colaboradora habitual, y del que podemos encontrar vídeos a mansalva justo aquí.

El dibujo es casi infantil, que a veces contrasta mucho con el dramatismo, más o menos conseguido, de lo narrado, pero que en general, se adecua con corrección a los hechos que intenta transmitir: en ambos casos, nos deja una sensación de prueba no superada, de intento fallido y esto se aprecia -sobre todo- a través de las expresiones faciales que tan importante papel quieren jugar todo el tiempo, pues la autora se centra mucho en dar salida a sus sentimientos a través de los primeros planos, en los que los ojos se llevan todo el protagonismo… pero que, desde nuestro punto de vista, no lo consigue.

Y si antes mencionábamos la palabra capricho casi rozándola, ahora sí tenemos que emplearla con todas sus letras, pues justo así puede calificarse la maravillosa edición que de esta historia ha realizado Astiberri: un capricho editorial, realizado con mimo, buen gusto y calidad.

Así pues, en este tebeo podremos encontrarnos a otra, que es la misma, Sandra Uve, intimista, inquieta y tranquila, tan firme y decidida como frágil… un poco como cada cual en esta vida, ¿no?, pero que no llega a entusiasmar ni en el guión, que muestra lagunas y que cojea, ni en el dibujo, del que según Santiago Segura dice en el citado prólogo que la sencillez y economía en el trazo no deben confundirse con la falta de técnica o talento… pero que a veces nos hace dudar.



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No merece una relectura, pero es óptimo para nivelar esa mesa que cojea



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