Carta abierta de Robert Crumb

Encontramos a través del blog de Eddie Campbell una carta abierta de Robert Crumb sobre los motivos que le han impulsado a declinar la invitación, que previamente había aceptado, a hacer acto de presencia en el Graphics Arts Festival de Sydney. Podéis poneros en antecedentes a través de esta entrada. A continuación ofrecemos la traducción de la carta de Crumb.

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Hace semanas, un periodista llamado Charles Purcell me entrevistó para The Sunday Morning Herald sobre mi próxima aparición en el festival Graphic. Fui bastante abierto con Purcell por teléfono, desde mi casa en Francia, como habitualmente soy con los periodistas. No soy muy inteligente en la elaboración de una imagen pública. Simplemente desnudo mi alma a mi manera compulsiva y confesional.

Así que hablamos mucho sobre sexo, sobre mis inclinaciones sexuales, y Purcel explotó este aspecto en su aspecto del 30 de julio. Hay algunas citas muy sinceras en la entrevista. «Soy un personaje muy excéntrico, un pervertido raro», y otras. También se me cita criticando a Karl Rove, y por extensión a todos los políticos de derechas. Bueno, vale, no tengo problemas con una presentación tan directa sobre quién soy y lo que pienso.

¡Poco imaginábamos Purcell o yo quién acechaba tras los arbustos esperando para abalanzarse! Al día siguiente, domingo 31 de julio, los tiburones mediáticos de derechas del Sunday Telegraph saltaron sobre este jugoso bocado. Yo no sé nada de política australiana. No tenía ni idea de que allí había manipuladores mediáticos de derechas tan malintencionados. Crumb era alguien a quien podían usar contra los liberales de la Ciudad de Sydney. Obviamente investigaron un poco, hicieron algunas llamadas a la gente apropiada, como la «activista contra el abuso infantil» Hetty Johnston, y consiguieron que declarasen airados lo mala persona que soy, que «la Sydney Opera House abrazaba la depravación aceptando a este retorcidísimo ser humano», «estos cómics no son divertidos o artísticos, sólo imágenes crudas y perversas que emanan de la que claramente es una mente enferma». Precioso. Perfecto. Gracias, Ms Johnston, por su aportación.

Cuando le dije a un periodista que me mandó este artículo que tal vez ya no iría a Australia debido a esto, decidió por su cuenta llamar a Hetty Johnston y hablar con ella, la cual le dijo que «los medios» habían contactado con ella, le habían mandado enlaces a algunas de mis imágenes más «ofensivas», y le habían pedido que comentase el hecho de que la Sydney Opera House estuviera exponiendo mi trabajo.

Por todo esto es evidente que The Sunday Telegraph buscaba maneras de desacreditarnos a mí y a la Ciudad de Sydney utilizando a gente como Hetty Johnston. ¿Quién va a echar tierra sobre una activista contra el abuso infantil? Si esa persona odia mi trabajo, yo mismo debo ser un abusador de niños. Y la Sydney Opera House aprueba a los abusadores de niños.

The Sunday Telegraph, después de contactar con esos grupos y mostrarles imágenes aparentemente ofensivas extraídas de mi trabajo, puede decir, como hizo en su artículo, que «la visita del autor de cómic Robert Crumb, financiada por la Opera House y aprobada por la Ciudad de Sydney, ha causado la indignación de grupos contra la violencia sexual que han descrito al autor americano afincado en Francia como «enfermo y degenerado».».

Con este ejemplo uno puede darse cuenta de cómo profesionales habilidosos de la comunicación con bajos estándares de integridad pueden moldear y manipular la opinión pública, las ideas del público y, en definitiva, la dirección de la política. La mayor parte de la población, en la mayoría de sitios, no está al tanto de este tipo de manipulación engañosa. Están más o menos indefensos contra una «gestión de la percepción» tan inteligente.

Me alarmé bastante cuando leí el artículo en el Sunday Telegraph. Se lo enseñé a mi esposa, Aline, que dijo, «ya está bien, no vayas». El artículo le provocó una gran inquietud. Temía que pudiera ser atacado físicamente por alguna persona enfadada, indignada, que simplemente viera todo rojo ante la mención del abuso infantil. Remarcó que nunca había visto un artículo sobre mí tan malintencionado como este.

Escribí un email a los organizadores del festival Graphic y les dije que tal vez no acudiese debido a este artículo. Intentaron convencerme de que nadie iba a acosarme, de que la mayoría de los medios de comunicación de Sydney aprobaban mi visita, etc.

Aline y yo dimos vueltas y vueltas al asunto. ¿Debía ir o no? Finalmente, ella no se pudo quitar de encima la idea de una amenaza ominosa. Yo sabía que si iba, ella quedaría en un estado de ansiedad durante todo el período de mi ausencia. Rezaría por mí, la conozco. No podía hacerle esto.

Al final le dije que no iría. Se derrumbó y se puso a llorar mientras la abrazaba. Les di las malas noticias a los organizadores y me disculpé profusamente. Fueron muy considerados al respecto, debo decir. Sé que mi decisión les ha causado muchas inconveniencias a la vez que una decepción. Yo había estado ensayando intensamente para poder tocar con la bada local de Sydney de Mic Conway. Me apetecía mucho. Oh, bueno, sea como sea, ensayar siempre es bueno.

Mientras le daba vueltas al asunto de ir o no a Australia, traté de imaginar cómo reaccionaría el enfrentarme con un grupo de manifestantes anti-Crumb, o contra un individuo cabreado.

No me puedo defender. No puedo explicar por qué dibujé todos esos dibujos dementes. Tenía que hacerlo. Tal vez deberían haberme quitado los lápices y pinceles. No lo sé. De verdad que no tengo respuesta a su argumento de que soy una persona enferma y degenerada.

¿Qué debería decir? ¿Que no lo soy? Ni idea. Pero decidí que estaba dispuesto a afrontar la posibilidad de una confrontación desagradable, posibles insultos, incluso ataques físicos. Soy bastante fatalista en ese sentido. Pero no podía hacerle esto a Aline. Tenía que sopesar sus sentimientos frente a los de los organizadores del festival y los aficionados australianos a mi trabajo.

Lo siento, amigos. Me siento mal, odio fallar a la gente. Pero decidí que prefería soportar el dolor de haber fallado a la gente, que exponer a mi siempre sufriente esposa a un período de 10 días de miedo y ansiedad por mi integridad. ¡Ha sido tremendamente buena conmigo desde que le dije que no iba! ¡Incluso ha cocinado un pastel de chocholate!

Lo sé, lo sé, es irritante darles la satisfacción a los canallas del Sunday Telegraph. «Ja, ha, lo hemos asustado». Pero en cualquier caso ya habían conseguido de mí lo que querían, que era utilizarme para dejar en mal lugar a la Ciudad de Sydney.

Lo peor es la aparente falta de responsabilidad de estos cínicos gacetilleros. ¿Qué habría pasado si hubiera ido allí y alguien a lo Mark Champman que hubiera leído ese artículo decidiera que el mundo necesitaba ser limpiado de basura como R. Crumb? (Mark Champman disparó sobre John Lennon). Esa posibilidad preocupaba profundamente a Aline.

¿Se le ocurrió a la gente del Sunday Telegraph que podían estar agitando esas peligrosas pasiones? ¿Les importa? Su artículo demostraba una profunda falta de integridad y responsabilidad social. Y, desafortunadamente, yo fui objeto de sus odiosas tácticas maquiavélicas. Uno se pregunta si hubieran publicado más artículos anti-Crumb si me hubiese presentado en Sydney, ¡o incluso si hubieran orquestado algún tipo de manifestación pública contra mí! ¡Yipe!