Astro City: La edad oscura (Kurt Busiek y Brent Anderson)


Astro City: La edad oscura (Kurt Busiek y Brent Anderson). Norma Editorial, 2011. Tapa dura. 2 volúmenes, 256 y 240 páginas respectivamente. Color. 19,95 € c.u.

Para los lectores de superhéroes de mi generación, la llegada de Kurt Busiek al género a mediados de los años noventa fue recibida poco menos que como el advenimiento de un mesías. Acostumbrados a las armas de gran tonelaje y los dientes apretados, Busiek nos devolvía a una edad de la inocencia en la que en realidad, yo por lo menos, nunca habíamos estado. Luego, claro, cuando uno conoce los máximos referentes de Busiek, Roy Thomas, Steven Englehart, pone las cosas en su sitio.

Porque el principal problema de Busiek siempre ha sido que inventa muy poco, casi nada. Sus cómics tienen un estilo inconfundible, y siempre los mismos defectos y virtudes. Con el paso del tiempo, ha dejado atrás la locura de las diez series mensuales simultáneas y se ha centrado en su propia criatura: Astro City.

Hemos visto en los últimos meses cómo aparecían en nuestro mercado, cortesía de Norma Editorial —en una edición excelente pero, creo, desproporcionada—, dos tomos de historias inéditas de la serie. La saga de La edad oscura presenta a dos hermano cuyos padres murieron en medio de una batalla entre héroes y villanos, y que, aunque siguieron caminos muy diferentes en la vida, se unen de adultos para vengar a sus progenitores. Ni es una idea original ni por supuesto lo pretende; el problema es que en Astro City la historia superficial importa ya muy poco. La edad oscura es lo que siempre ha sido la serie: pura metaliteratura —o metacómic, si se prefiere—. Es una historia del cómic de superhéroes camuflada de historias de superhéroes. Un repaso al género indisimulado que cada vez se vuelve más cerrado e, intuyo, sin mucho interés para el neófito en las capas y leotardos.

No siempre fue así. Las primeras historias de Astro City contenían más emoción, tenían nervio. Eran acercamientos a los superhéroes, si no realistas, íntimos: se buscaba entender al hombre detrás del traje, dar una visión diferente del héroe, penetrar en su psique e imaginar cómo les afecta todo lo que sucede a su alrededor. En sueños, la historia que abrió la serie, hoy me sigue pareciendo un análisis del superhombre excelente. Todo eso ha ido quedando en los últimos tiempos de Astro City demasiado supeditado a esa obsesión por construir una gran alegoría en la ficción de la historia de Marvel y DC. En La edad oscura, el adjetivo ‘obvio’ se queda cortísimo: asistimos justamente a lo que sugiere el título, el oscurecimiento de los superhéroes, la llegada del grim and gritty, la moda de los personajes sobrenaturales, los héroes violentos, que incluso mataban, el desencuentro con la sociedad, que empieza a temerlos, y hasta la creación del sello Vertigo. La pérdida de sutileza, el desequilibrio entre historia propia e historia prestada, provocan una mayor torpeza por parte de Busiek cuando presenta sus homenajes. En estos dos tomos aparecen tal cantidad de héroes y villanos —muchos de ellos nunca antes vistos en la serie— que es no sólo fácil perderse en la trama, sino perder el interés. Otras apariciones son completamente superfluas, como el sosias del Doctor Manhattan, formándose en el aire poco a poco, como le sucedía a aquél, y sobre todo el Hombre Verde, una nada disimulada versión de la Cosa del Pantano cuya presencia no tiene absolutamente ninguna justificación argumental. Aparece por aparecer. Y, aunque Busiek insista siempre que es preguntado en que no utiliza versiones de ningún personaje concreto, sino que recurre a arquetipos, resulta ya francamente difícil justificar con ello, por ejemplo, la presencia de una organización de defensa llamada EAGLE, que lucha contra otra terrorista, la Pirámide, que tiene una rama escindida que se dedica a la investigación tecnológica —SHIELD, Hydra e IMA de Marvel respectivamente, por si alguien se pierde.

No termino de comprender eso salvo si es por motivos legales, porque, precisamente, la gracia que tiene Astro City, sea mucha o poca, está ahí. Pese a lo fallido del arco argumental, sigue estando aderezado con todos los tics de Busiek, guionista curtido que recurre siempre a los mismo trucos efectivos para enganchar a sus lectores: el narrador en primera persona, técnica de manual para acercar al lector los personajes de manera sencillísima, los diálogos con aire retro, el uso constante y forzado de vocativos para presentar personajes, los giros efectistas en el argumento… El Busiek de siempre, pero con resultados más pobres, desangelados. Lo acompaña en esta decadencia un Brent Anderson que sigue siendo un dibujante cumplidor y esforzado, pero al que le sigue pensando demasiado la sombra de un Neal Adams al que en ocasiones remite demasiado, y que, sobre todo, en estos dos tomos tiene algunas páginas francamente flojas, apresuradas, de trámite.

Pese al naufragio, Astro City: la edad oscura sigue ofreciendo un rato entretenido para los aficionados de toda la vida, aunque como digo haya bajado el nivel con respecto a sus mejores trabajos. A Busiek le gustan los superhéroes de una manera concreta; si se coincide con él, Astro City siempre es una propuesta con un mínimo de interés. Si no, bueno, hay opciones mejores.