Gichi Gichi Kid (Suehiro Maruo)

gichi gichi kid
Gichi Gichi Kid (Suehiro Maruo). Glénat, 2005. Rústica con sobrecubierta. B/N. 160 págs. 10 €.


Los amantes del manga pueden estar contentos. Cada día se publica más y son más los autores y temas entre los que elegir: desde los clásicos (la tentación de escribir cásicos ha sido grande) cargados de buen humor tipo Dragon Ball o Maison Ikokku, los cargados de épica como El Lobo Solitario y su Cachorro, los thrillers tipo Monster, los históricos estilo El árbol que da sombra o Buda, las historias hiperviolentas como Gantz, los mangas americanizados como Usagi Yojimbo, hasta las historias naturalistas como las de Taniguchi o Yu-Gi-Oh!, y… como no, los mangas de terror. Porque si en algo son especialistas los japoneses es en meternos el miedo en el cuerpo, y sólo hay que repasar su rica tradición oral sobre demonios y fantasmas, o su más reciente filmografía para comprobarlo (por no hablar de las historias que se cuentan sobre tortura y canibalismo durante la II Guerra Mundial). En nuestro país ya hemos tenido el placer de ver publicados a varios autores japoneses entregados a la gratificante tarea de ponernos los pelos de punta, como Hideshi Hino, Kanako Inuki, Minetaro Mochizuki o el que hoy nos ocupa, Suehiro Maruo.

Maruo ya nos inquietó con La Sonrisa del Vampiro, Midori y Dr Inugami entre otras obras, también editadas por Glénat, que en esta ocasión nos ofrece Gichi Gichi Kid, una historia que comparte ciertos aspectos de sus otros trabajos y se diferencia claramente en algunos aspectos. Una vez más, el ambiente malsano ronda por las páginas del cómic, pero en este caso los protagonistas son niños que se mueven en un mundo de niños. Y posiblemente sea lo más parecido a un cómic de superhéroes que un perturbado como Maruo haya hecho nunca. El protagonista, Gichi Gichi, es un niño con poderes que se dedica en secreto a hacer el bien a su alrededor. En este caso, hacer el bien supone hacer feliz a una niña el día de su cumpleaños, defender a los débiles de los abusones y hacer morder el polvo al chulito de clase. Y lo que a uno le queda muy claro al terminar el tebeo, es que ser un niño es Japón es jodido, muy jodido…

maruo
Tranquilos, esta bella estampa NO está incluída en Gichi Gichi


Por desgracia, en esta ocasión Maruo no demuestra la originalidad que en otras ocasiones. Se limita a poner al protagonista en aprietos y describir capítulos autoconclusivos más o menos conseguidos sobre como utiliza sus extraños poderes para salir sano y salvo de las no menos extrañas situaciones en las que se ve envuelto, pero no parece que detrás de todo haya más intención que la de epatar al lector. Falta un argumento sólido que dé coherencia a las actitudes del personaje, que en cierto modo acaba por resultar realmente anodino. Una pena, porque Maruo no logra producir tensión y terror como es habitual en él, claro que tal vez éste sea un tebeo dirigido a los niños japoneses, y de ahí su simplicidad.

Como notas positivas, destacar el dibujo de Maruo, muy limpio en esta ocasión, heredero del estilo Tezuka, y que a cierto hombre-araña que aparece en un capítulo, la telaraña le sale de donde debe.

2
Interesante, pero no resiste una purga por motivos de espacio.


el tio berni