VERSUS. Hoy: Pepo Pérez Vs Álvaro Pons

Comenzamos hoy una sección que esperamos tenga continuidad, supeditada a la buena voluntad de los posibles entrevistados. La idea básica es bien sencilla y pensamos que puede aportar interesantes ideas para el debate: realizar la misma entrevista a dos personas relacionadas con el mundo del cómic en cualquiera de sus facetas (autoría, edición, crítica, divulgación…) que a priori pueda parecer que mantengan posturas encontradas sobre temas concretos. Por supuesto, la idea es que las preguntas abunden en esos temas en los que las diferencias de opinión puedan ser mayores o en aquellos sobre los que hayan acumulado una mayor cantidad de conocimientos a lo largo del ejercicio de su profesión/afición.

Para comenzar, dos personas muy conocidas en la red que en algunas ocasiones han mostrado sus diferencias de opinión en la forma de abordar la crítica de la historieta, en la apreciación de cómics concretos y en otros temas que tienen que ver con la edición: Pepo Pérez (Con C de Arte, www.pepoperez.com) y Álvaro Pons (La Cárcel de Papel, DDT). A pesar de esas diferencias puntuales, ¿es tan distinta realmente su visión del cómic, del mercado, de los mecanismos necesarios para ampliar el público de la historieta? Este es su turno para responder preguntas; al final de la entrevista es el vuestro, para añadir en la sección de comentarios vuestas opiniones, acuerdos y desacuerdos.

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¿Cómo afrontas la crítica de un cómic?

Pepo: Intento entender las intenciones y planteamientos previos del autor, y las comparo con los resultados que yo veo en el tebeo. Luego procuro documentarme sobre el autor y su carrera para no meter la pata, leer entrevistas suyas, etc. A la hora de redactar intento no ser descriptivo y analizar forma y fondo. Evitar los epítetos demasiado admirativos, por mucho que me guste el cómic en cuestión, y también los resúmenes argumentales (en este sentido, mejor mencionar el tema del tebeo que el argumento). En general, se trata de captar y expresar la esencia del tebeo, al menos ése es el objetivo.

Álvaro: Leyendo el tebeo. No suelo tener un estado mental especial o prepararme la reseña, más allá de lo que es la lectura y la búsqueda de los datos del autor.

¿Cuál es la auténtica labor del crítico, formar o informar? ¿Ambas o ninguna?

Pepo: Las dos, creo, sólo que depende del medio donde publiques una pesará más sobre la otra. Si es un medio general, pesará más lo informativo. Si es medio especializado, puedes tratar aspectos más “formativos”, y no me refiero a darle clases a nadie, que no soy quién. Me refiero a analizar aspectos técnicos del lenguaje del cómic, recursos gráficos y narrativos empleados, etc.

Álvaro: Ninguna de las dos. Ni el crítico debe por qué tener la formación necesaria para establecer las bases de un proceso formativo, ni tiene porqué ser un periodista de información presto a dar las últimas noticias de un teletipo. El problema básico, por supuesto, es la definición de crítico. ¿Qué es un crítico? Si nos atenemos a la definición de la RAE, un crítico es cualquiera que expresa un juicio o opinión sobre una obra, por lo que, en principio, todos aquellos que opinan sobre un tebeo lo serían. Sin embargo, se suele hacer la equivalencia con otras artes, intentando definir como crítica la que se realiza en literatura o arte. La diferencia básica entre ambas es, lógicamente el bagaje que hay detrás de cada una. Mientras que arte y literatura tienen una base teórica sobre la que poder construir hipótesis y un análisis crítico estructurado, esa base todavía no existe en el cómic con el suficiente fundamento. Intentar hacer un análisis crítico sobre tebeos, hoy, es construir castillos en el aire sin base alguna.

Los dos polos sobre los que hay que trabajar y profundizar en España son la difusión y el análisis crítico del cómic? ¿Cómo hacerlo?

Pepo: Difusión, en cualquier sitio que se deje. Análisis crítico, mejor en un medio especializado. Aunque ámbitos como los suplementos culturales tipo ABCD o Babelia sí creo que pueden permitir, a la larga, un análisis más técnico. Puedo estar equivocado, pero pienso que el tipo de lector de esos suplementos tiene capacidad de sobra para asimilar esos análisis aunque no sea aficionado al cómic.

Álvaro: No, como he dicho antes, el problema que tenemos es la inexistencia de un bagaje teórico sobre el que poder establecer esos análisis. No podemos pensar que una reseña o un comentario, por bien fundamentado que esté, puede sustituir las necesidades de teoría. No se podría hacer la crítica que hoy se hace en literatura o arte si no existiese una longeva tradición de investigación en estos campos, con una amplia bibliografía que permite a los críticos establecer un discurso estructurado y coherente, en el que plantear hipótesis de análisis. En este momento hay tres ejes fundamentales de trabajo en el tebeo: la difusión, la divulgación y la investigación teórica.
La investigación teórica, como base absoluta de todo lo que he comentado antes: es fundamental la existencia de un cuerpo teórico de la historieta. No se sostiene que cada vez que hablemos de historieta desde posiciones teóricas -o de lo que ahora se confunde como análisis crítico-, se hagan siempre referencias recurrentes a obras como Understanding comics o a simples evaluaciones primarias de la composición o la puesta en escena. Deberían existir obras de referencia que establezcan postulados teóricos sobre los que discutir sobre narrativa, composición, semiótica, lenguaje, dibujo y todos los aspectos inherentes a la historieta como medio. Y por supuesto, estudios históricos que vayan más allá de la simple enumeración de fechas y datos, ensayos de historia comparativa que permitan entender los flujos históricos en la historieta.
La difusión, imprescindible como línea principal de potenciación industrial de la historieta. La historieta, como arte popular, tiene una dicotomía inherente que la hace elemento industrial y artístico sin límite entre ambas opciones, y hace obligatoria la difusión para que exista una infraestructura industrial que permita sostener las experiencias artísticas. Esta difusión debe realizarse desde todos los medios posibles: periodísticos, personales, etc.
Y, por último, la divulgación, como eje básico a la hora de enseñar y dar a conocer lo que es la historieta. Es necesaria para enseñar a leer historieta, para que el público aprenda a apreciar aquellas ideas básicas del medio. Es el punto de conexión obligatorio entre la investigación y la difusión.
El problema es ¿quién debe estar en cada etapa? En la investigación, parece obvio que hay que apelar a las instituciones universitarias, que establezcan líneas de investigación desde los departamentos de historia del arte, teoría de lenguajes, semiótica, arte, dibujo, etc… Que apliquen las técnicas comunes a cualquier expresión artística o cultural a la historieta y consigan establecer bases teóricas para el medio.
En la difusión y divulgación deben estar, por supuesto, todos aquellos que puedan plasmar sus conocimientos en estas etapas. ¿Deben ser los críticos? No, los críticos son tan sólo una parte de este engranaje, pero no el motor fundamental.

¿No opinas que, en general, en el mundo del cómic se tiende a exagerar la bondad de las obras, a ser muy poco crítico, y que a largo plazo esto no hace ningún bien al medio (no sólo en España)?

Pepo: Sí, a veces se exagera mucho. Y exagerar nunca es bueno a largo plazo. Si exageras los piropos hacia un tebeo, el lector que haga caso a tu crítica y se lo compre puede salir decepcionado y no volver a hacerte caso nunca más. Etcétera.

Álvaro: No, es una derivación de la actual situación de falta de bases teóricas y del medio. En este momento no existe una crítica profesional equivalente a la que existe en otros medios, como el cine, la literatura o el arte. Si yo fuese un crítico pagado por una revista, que debe hacer una serie de reseñas de forma obligada porque me vienen definidas desde la redacción, seguramente el porcentaje de críticas negativas sería brutal. Sin embargo, desde el momento en que es el propio crítico el que elige el objeto de su análisis…¿qué sentido tiene perder el tiempo en hablar de un mal tebeo? Lo lógico es elegir aquello que te ha gustado. Erróneamente, esta situación se está interpretando como que el mundo del cómic tiende a exagerar la bondad de las obras y sólo decir cosas buenas. No, el problema es que sólo se habla de las obras buenas. Pero hagamos el ejercicio contrario: se publican unas 2500 obras en España…¿cuántas se reseñan al año? Si os fijáis y hacéis un rápido repaso por tebelogs, las reseñas se concentran en un número muy reducido de títulos, que posiblemente no supere el 10% del total. Es decir, las reseñas y comentarios se concentran en los mejores tebeos. ¿Se debe hablar mal obligatoriamente de un tebeo, aunque nos guste? No, desde luego.
El verdadero problema, que no le hace bien al medio y, en particular, a los nuevos autores, es que no hay crítica de nuevos autores. No hay una crítica constructiva que ayude a los nuevos autores a mejorar porque, si no nos ha gustado un tebeo de un novel, no lo reseñamos. ¿Cuántos tebeos de noveles españoles se han reseñado este año entre todos los medios que hablan de tebeos? ¿Una docena? ¿Dónde está el resto?
Repito, no es un problema de ser “poco crítico”, es un problema de que no existe crítica profesional.

¿Debería el cómic ser un arte habitual en los museos?

Pepo: Como demostración de una manifestación cultural, pues sí, porque eso influye para bien en la percepción del público sobre el cómic y en su divulgación. A mí desde luego me gusta ver exposiciones de cómic. Dicho esto, meter el cómic en un museo es beneficioso pero también artificioso. Las páginas de un cómic no se hicieron para ser colgadas de una pared y ser admiradas como un cuadro. Están para ser leídas en su soporte impreso, el cómic para el que fueron concebidas.

Álvaro: Por supuesto. Es obligatorio que esté y se muestre como cualquier otro arte.

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¿Hay que fomentar todos los cómics a toda costa?

Pepo: Soy partidario de los productos comerciales que generan fenómenos masivos de público, porque eso es lo que permite la existencia de una industria, y sin industria es imposible editar y distribuir tebeos minoritarios, que suelen –aunque no siempre– ser los más interesantes creativamente hablando. Es un ecosistema, como todo en la vida. Así que supongo que sí, se puede fomentar todo siempre que tengas en cuenta el tipo de producto y el ámbito donde lo promocionas. Eso sí, fomenta un producto digno, o si no el lector te lo tirará a la cara. Aquí volvemos a donde lo dejamos hace dos preguntas.

Álvaro: Sí y no. En el mercado actual, cuando hablamos de fomento de la lectura de la historia, cualquier lectura es bienvenida. No seamos más papistas que el papa y caigamos en el error de pensar que la gente debe leer sólo lo que nosotros pensamos que es bueno. El dirigismo cultural ha sido siempre un error y siempre tiene terribles efectos secundarios. Sin embargo, fomentar todo tipo de lecturas no significa suponer que los lectores son imbéciles y se tragan cualquier basura. Debemos ser coherentes y capaces de hacer compatibles un discurso de fomento de la lectura con otro de defensa de los valores (artísticos, culturales, etc) que nosotros creemos se deban transmitir. El problema es que, en la situación actual de la industria del tebeo, creo que hay que ser lo más generosos posibles, defendiendo la publicación de todo tipo de tebeos.

¿Crees que el cómic merece/necesita subvenciones públicas o algún tipo de reconocimiento institucional?

Pepo: Si se dan reconocimientos y premios a otras manifestaciones culturales, no vamos a discriminar al cómic, ¿verdad? Así que completamente a favor, sobre todo porque eso tiene un gran impacto en la percepción del gran público. El tema subvenciones públicas es delicado. Por un lado, son necesarias porque el sector privado no siempre invierte en determinados sectores y los abandona a su suerte; en España suele ocurrir, salvo honrosas excepciones, en la producción propia con autores españoles. El problema eterno con las subvenciones es dónde son necesarias exactamente y cómo escoges lo que vas a subvencionar. No lo sé, es un tema complicado. Por otra parte, todo el que está muy sobreprotegido tiende a volverse perezoso y tonto, mientras que el que tiene que buscarse solito las habichuelas es más espabilado, se esfuerza más, el hambre aguza el ingenio, etc. Mira a los emigrantes. El cómic está en este segundo sitio, por supuesto. En el de los chicos de la calle que tienen que luchar duro para hacerse un sitio en el mundo.

Álvaro: Depende de lo que entendamos como subvenciones. La política cultural de subvenciones siempre tiene problemas difíciles de resolver, derivados generalmente de políticas de buenas intenciones que luego fallan en su plasmación práctica, resultando en corralillos de amiguismos o de pseudirigismo. Pero es evidente que la cultura es un bien público que debe ser preservado. No se puede apelar con ligereza a la máxima de que “el mercado es el que dirige”. Es una falacia y un sinsentido que sea el mercado el que dirija la cultura de un pueblo. Es el pueblo el que crea la cultura, pero si aceptamos, dentro de la definición por lo menos, que los políticos son parte y servidores del pueblo, una de sus funciones debería ser, precisamente, la preservación de la cultura. Evidentemente, una política única de subvenciones a la creación no aporta absolutamente nada más que crear falsos estados de supuesta felicidad. Si no existen políticas accesorias que favorezcan que esa creación se difunde, llega al público y éste puede valorarla, difícilmente servirán de nada. Pero, por otra parte, ese mecenazgo del estado es obligatorio. En toda la historia del arte, los poderes fácticos han sido los mecenas efectivos de la producción artística y, hoy, esos poderes son el estado. Paradójicamente, la libertad necesaria que precisa la creación parece tener más sentido con políticas de mecenazgo .

¿De verdad está tan mal la industria del cómic en España?

Pepo: La industria en España no estaba tan bien desde hace al menos veinte años. En determinados aspectos, está mejor que nunca. Sí existen unas infraestructuras y unos beneficios importantes ahora mismo, otra cosa es que esa industria se dedique en su mayoría, como se dedica, a traducir tebeos extranjeros y no invierta apenas en producción propia. Claro que esto último requiere mayor esfuerzo, porque entonces hay que cuidar del autor, incluso con adelantos monetarios, promocionar el producto como es debido, colocarlo en todos los sitios posibles e incluso exportarlo a otros países. Que es exactamente lo que hacen en Francia, EEUU o Japón. Y así les va.

Álvaro: Depende desde qué lado del mostrador se quiera ver. Desde luego, si sólo hacemos caso de los números que llegan desde los escasos estudios realizados, la cosa no parece ir mal. El número de novedades aumenta sin cesar, las ventas suben, el número de puntos de venta aumenta (aunque puede que existan variaciones a la baja en el año que viene, por primera vez en mucho tiempo), se ha abierto la distribución a cadenas generalistas… El panorama es ilusionante. No se puede hablar de una situación boyante, pero es evidente que el tebeo está comportándose de forma mimética, en términos de mercado, a lo que ocurre en el caso del libro. Sufre bastantes de sus males, derivados del poco hábito lector de la población, pero también tiene una idiosincrasia propia que le favorece. Es una situación de base absolutamente endeble, basada en tiradas ínfimas y, todavía, con una situación industrial que adolece de muchísimos males, comenzando por la falta de estructuras empresariales que impulsen sinergias de mercado, como pasa en Francia (en el caso del día de la BD), y terminando por la realidad de una infraestructura editorial que se basa, fundamentalmente, en la ilusión de aficionados que se ponen en editar, no en profesionales de la edición.
Es ilusionante, pero hay que tener mucho cuidado con dos eslabones que están aguantando ese monstruo con pies de cristal: autores y libreros. Los primeros, porque la invasión de producción extranjera, mucho más rentable que la propia, los ha exiliado casi por completo del mercado. Hoy por hoy, salvo Ibáñez, los pocos autores españoles que publican historieta lo hacen única y exclusivamente por vocación. Los segundos, porque es una red donde la mayoría son pequeños negocios, generalmente unipersonales, que tiene que soportar la creciente presión del aumento de novedades, convirtiéndose en el filtro real de la edición en España. Los libreros no pueden absorber la oferta, es imposible, y deben filtrar al lector. Se crea entonces una perversión del modelo de libre mercado, ya que no es el público el que marca las reglas, sino el intermediario.

¿Qué te parece que muchas veces se aluda al papel de los consumidores de cómics como responsables del mal estado de la industria?

Pepo: Absurdo. La gente compra lo que le interesa, y muy bien que hacen porque es su dinero. Además, los beneficios que ganan ahora mismo algunas editoriales proceden, es una perogrullada que conviene recordar, precisamente del consumidor. Problema distinto es que haya tebeos que puedan interesarle a la gente pero no se han enterado de que existen ni dónde pueden comprarlos. Me estoy refiriendo ahora al gran público, que es donde hay que llegar. Y ahí la tarea de ponerles el producto delante de los ojos depende de todos: del editor, del distribuidor, del librero y del crítico/divulgador. Del autor depende sobre todo hacer buenos tebeos, sin ellos no hay nada que hacer.

Álvaro: Es una estupidez. Es cierto que el consumidor de cómics es un caso muy particular, ya que, en su mayoría es coleccionista también. Es una situación extraña dentro del mundo de la cultura, sólo equiparable en cierta medida a la poesía, donde el sostén de la producción son los coleccionistas.
Es una situación absurda, derivada de la reclusión de los tebeos a un único canal de distribución. Posiblemente, si se hace un análisis en esa línea, se encuentre que es uno de los motivos principales de los males del tebeo español en la actualidad, pero sería de necios deducir a partir de ahí que la culpa ha sido de libreros o lectores. El problema, mucho más complejo, proviene de una industria que no ha sabido ni podido reaccionar a los cambios sociales. En su momento se refugió en un circuito que le salvó de la desaparición, pero luego desarrolló una postura cómoda que no ha sido capaz de hacer una visión a largo plazo. Lo que en su momento fue una tabla de salvación, se ha convertido después en una autolimitación que no se ha querido romper por miedo.

¿Te parece que actualmente el público general en España se está abriendo a los cómics? ¿Por qué?

Pepo: Sí, es evidente. Porque ahora el cómic está presente a diario en muchos medios generalistas, periódicos, suplementos culturales, publicaciones gratuitas; está en la televisión, está volviendo a las bibliotecas y está entrando en los museos, pero, sobre todo, está en el cine. La avalancha de películas basadas en tebeos de estos años ha puesto al cómic en el escaparate más caro y vistoso que existe, que es el del cine americano. Además, están entrando grandes editoriales literarias porque ven que aquí hay un negocio en potencia, y esto va a suponer a corto plazo un salto cuántico en la promoción del cómic. Porque estas grandes editoriales tienen acceso a muchísimos canales de promoción y distribución.

Álvaro: Es indudable. Poco a poco la mayor presencia en los medios del cómic y la entrada de las grandes editoriales han abierto espacios en las grandes cadenas de distribución y librerías generalistas. Esto ha motivado una visibilidad del tebeo inédita hasta ahora y que ha despertado la curiosidad del público no aficionado al tebeo. No se puede hablar de razones únicas, sino de un cúmulo de ellas, desde la afortunada y sorprendente aceptación del término novela gráfica, a la indudable aportación del vampirismo continuado que está demostrando el cine sobre la historieta, pasando por la generalización de información, etc.

¿Qué tenemos que envidiarle a Francia? ¿Y a los USA? ¿Y a Japon?

Pepo: A Estados Unidos, su creatividad. Históricamente, el cómic norteamericano es el más innovador e influyente en todo Occidente. A Francia, su industria, muy grande pero más versátil que la de Estados Unidos, aunque últimamente también se hayan puesto a la vanguardia creativa con la nouvelle BD. Japón es el mercado que más desconozco. Por lo que sé, envidiaría la amplitud y variedad de su oferta y, por supuesto, su público: es masivo, mayor que en ningún otro mercado del mundo.

Álvaro: ¿Todo? No, en serio, a Francia, sin duda, el respeto social de la historieta, plenamente integrada en la “cultura oficial”. A los USA nada. No porque les tenga manía, sino porque nuestra industria no deja de ser un reflejo a escala de lo que ocurre allí. No estaría mal, en cualquier caso, aprender de la profesionalidad de muchas de las editoriales americanas. Y a Japón, la consideración del autor y su magnífica diversidad.

¿Quiénes son para ti los cinco autores de cómic más influyentes de todos los tiempos?

Pepo: Creo que seis: Winsor McCay, Will Eisner, Hergé, Jack Kirby, Robert Crumb y Osamu Tezuka. No tengo demasiadas dudas. Puedes añadir a Milton Caniff y a Harvey Kurtzman a la lista sin problemas.

Álvaro: Buffffffffff. Es una pregunta trampa, porque en este tipo de juicios es imposible no tener en cuenta las consideraciones personales. Supongo que, si tuviera que pensar en unos cuantos nombres, serían el de Winsor McCay, como creador del lenguaje de la historieta tal y como la entendemos hoy; Harold Foster, como origen y referente de todo el cómic de aventuras de base naturalista; Geo McManus, como el autor que hace la transición entre el estilo de dibujo cómico de autores como Rudolph Dirks hacia una consideración más realista, pero llena de elegancia, que será la base de toda la escuela europea a través de Saint-Ogan; un exaequo a Milton Caniff y Will Eisner, como los grandes desarrolladores de recursos narrativos de la historieta, padres espirituales de todo la historieta que se hace a partir de los 50 en los USA y, por último a Osamu Tezuka, responsable directo de lo que hoy entendemos como manga, tanto por imitación como por rebeldía hacia su trabajo. (Y, si me dejáis un sexto, Franquin, es el referente directo del tebeo de humor europeo en su concepción actual).

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¿Y los cinco autores de cómic españoles?

Pepo: Aquí tengo más dudas. A ver, mojándome, te diría que Benejam (aunque Coll fue también importante, Benejam fue el eje principal del TBO), Vázquez (te diría que también Ibáñez, pero están a diferente nivel), el tándem Víctor Mora-Ambrós, Carlos Giménez, Gallardo. Se me acabó el cupo de cinco. Fuera de él, también añadiría a Max, su carrera en conjunto creo que es una inspiración para muchos autores. También a Manel Fontdevila, que lleva años influyendo a bastante gente y creo que va a hacerlo aún más en el futuro.

Álvaro: Aquí es mucho más difícil, creo que sería más correcto hablar de influencia de escuelas. Comenzando con los ilustres precursores como Xaudaró o Atiza, seguidores de Töpffer, para pasar después a la brillante generación del 27, autores que asimilaron los movimientos estéticos de la época para hacer verdaderas maravillas, como K-Hito, Mihura o Tono, para dar el salto después a la escuela Bruguera, especialmente a la que se crea en los 50 alrededor de DDT o Tiovivo. Autores como Escobar, Conti, Cifré, Vázquez, Peñarroya o Jorge son genios todavía por reivindicar. Pasaríamos después a la generación del exilio, la de los autores que encontraron refugio en la Warren tras su formación en el cuadernillo de aventuras (¡¡¡ay!!!! quizás habría que estudiar bien la decisiva influencia de Manuel Gago), desde José Ortiz a Brocal Remohí, pasando por Beá, Usero, Maroto, Giménez (curiosamente, siendo el autor más importante –y mejor, a mi entender- de la historia de tebeo español, no creo que sea un autor influyente, parece como si su figura fuera tan imponente que no haya creado una escuela posterior), etc. Y, por último, la escuela valenciana de los 80, con Calatayud (ya, lo sé, no es estrictamente de esa generación, pero es, sentimentalmente, una especie de figura paterna), Sento, Micharmut, Torres, Mique Beltrán, como enlace perfecto entre los autores del cuadernillo de aventuas de los 50, el underground español de los 70 y las nuevas tendencias estéticas, fundamentalmente pictóricas, que nacerían en los 80.

¿Ediciones baratas para todos o ediciones de calidad?

Pepo: De entrada, ediciones de calidad. El comprador valora más un tebeo bien editado que uno editado en plan baratucho. Ahora, si una misma obra se puede editar en dos formatos, uno de calidad y otro más “de bolsillo”, fenomenal. Se puede elegir.

Álvaro: No son excluyentes. En un mercado saneado, los tebeos aparecerían primero en una edición de calidad para, tiempo después, tener una edición económica, “de bolsillo”. Sin embargo, en un mercado de tiradas que a duras penas superan los 1000 ejemplares y donde los editores son aficionados que editan lo que les gusta, para que sea comprado por coleccionistas, es lógico que se apueste por las ediciones “más bonitas” … y más caras. Tienen que aprender a convivir, ya que si queremos una industria real, de amplia difusión, es obligatorio que los precios se muevan dentro de un intervalo asequible para los bolsillos. No creo que eso implique tebeos a precios irrisorios o que volvamos al tebeo de quiosco, pero si a precios comparables a los de la oferta cultural, a los de un libro, DVD o CD en primera edición, que luego puedan tener una segunda edición de menor calidad a un precio más “popular”. Pero, por otra parte, no podemos olvidar que la historieta es un arte y merece, como tal, ese tratamiento de respeto. Igual que nos parece obligatorio que existan ediciones de libros de arte de exquisita calidad, también deberían serlo las de tebeos.

¿Cómic de género o cómic de autor?

Pepo: Mientras sean buenos, me da igual. A menudo lo de “autor” o “género” son etiquetas bastante artificiales.

Álvaro: Otra absurda dicotomía que el tiempo ha establecido. ¿Son excluyentes? Parece como si el género fuese un tipo de tebeo abtruso, sin personalidad, hecho para el consumo rápido, mientras que el de autor fuese sinónimo automático de calidad. Ni una cosa ni la otra: buenos tebeos, vengan de donde vengan. Autores como Sfar, Peeters, Blain o Trondheim han sabido demostrar que no son términos excluyentes, sino que el género es, simplemente, una herramienta al servicio del autor para contar una historia. ¿Qué más dará que el cómic sea “de autor” si es malo o de “género” si es aburrido y ramplón?

¿Por qué consideras Los combates cotidianos un buen/mal cómic?

Pepo: Creo que no alcanza sus pretensiones. Y cultiva en sus textos la seudo literatura, con una fraseología de escritor aficionado donde se dicen perogrulladas con prosa pomposa y, aparentemente, compleja. Casi todo en Los combates me parece impostado, salvo algún momento más ligero o de humor, que es lo que mejor se le da a Manu Larcenet. También me parece un tebeo demasiado literal, no hay apenas abstracción ni demasiado que interpretar. Que haya muchos silencios no significa nada. Como suele decirse, a veces las personas callan porque son sabias, y a veces porque no tienen nada que decir. Quiero hacer algo serio y social pero no sé bien cómo, esto es lo que me transmite la serie. También me parecen banales sus reflexiones –siempre muy explícitas, no se vaya a perder el lector- sobre temas que, por otra parte, son indudablemente serios y a todos nos interesan. Porque Los combates toca temas humanos y las intenciones son loables, no voy a discutir eso. Otra cosa son sus resultados. Listo, ahora pregúntanos a Álvaro y a mí sobre El valle de las maravillas de Sfar o el DK2 de Miller. Porque entonces voy a ser bastante más positivo.

Álvaro: Jajajajaja, entramos de nuevo en algunas de las primeras ideas que marcaba. Se ha generado un debate absurdo en el que parece que haya que posicionarse de una manera u otra respecto a este tebeo, para después usarse como ejemplo de lo que es una crítica complaciente. Y no tiene nada que ver. Si nos centramos en el terreno de la opinión personal, sin confundirlo con el del análisis crítico (que, que yo sepa, no se ha hecho sobre esta obra en ningún sitio), es evidente y obvio que Larcenet usa de recursos manidos y argumentos tópicos en su obra, pero eso no invalida, por lo menos en mi caso, que el resultado sea muy interesante y sugerente. Me parece que es un tebeo que explora el problema de la relación paterno-filial y de la maduración de una manera que puede evocar muchas ideas en el lector a partir de la identificación. Es una obra que ha ido ganando enteros en cada álbum, desde un inicio divertido y prometedor, sin más, hasta un último álbum espléndido. Al final, cuando se hace la evaluación de una obra, debemos mojarnos y hablar de su impacto en nuestra persona. Si nos centramos sólo en evaluar los aspectos técnicos, terminaremos en un absurdo, en analizar el continente sin saber el contenido. Y, en ese sentido, creo que Larcenet logra tocar la fibra sensible, en mi caso al menos lo logra, ya sea por la identificación personal de aspectos presonales de mi vida coincidentes o por la habilidad del autor. Sea cual sea la razón, el álbum logró emocionarme en ciertos momentos, por lo que considero que su función comunicativa ha sido un éxito.

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¿Cuál es tu asignatura pendiente en el terreno de la crítica/información/difusión del cómic?

Pepo: Escribir un libro teórico. Pero no lo voy a hacer nunca porque eso requiere un tiempo y un esfuerzo que prefiero dedicar a dibujar tebeos. Tampoco creo que esté preparado para escribir un libro teórico en condiciones. Cuanto más vas descubriendo sobre cómo funciona la investigación en Historia y Teoría del Arte, más te das cuenta de lo ignorante y aficionado que eres. Escribir una reseña o un artículo, hacer una entrevista, vale. Son cosas puntuales y manejables. Pero escribir un buen libro teórico, eso ya es otra cosa.

Álvaro: Todas. Soy un muy deficiente generalizado. El problema es que son asignaturas imposibles de aprobar. El simple hecho de no poder dedicarme full-time a la historieta, de tener “otra vida” laboral que me absorbe una buena parte de mi tiempo, hace que mis lagunas sean inmensas. Me encantaría poder impulsar miles de ideas que he hablado muchas veces, pero es imposible. No tengo tiempo. Si a eso le añades que hay mil lagunas en mi formación tebeística, la cosa es terrible. Hay decenas de libros teóricos por leer, miles de páginas de tebeos por conocer, épocas completas de la historia del tebeo que todavía no conozco… Me encantaría poder profundizar en los análisis semióticos de la historieta, pero me falta la obligatoria base teórica que, por mucho que estudie, jamás podré llegar a dominar sin dedicarme a ella al 100%. Me apasionaría poder bucear durante años entre los archivos de coleccionistas y bibliotecas, para descubrir las claves del flujo historiográfico de la historieta… pero es imposible. Y así, hasta el infinito.

¿Qué función crees que ocupan los blogs actualmente en el mundo del cómic nacional y cual es su influencia?

Pepo: Han revolucionado la comunicación entre los aficionados al tebeo, que son los que siguen los blogs. Gracias a internet los frikis del cómic nos enteramos casi instantáneamente de noticias, de próximas novedades, de la enésima adaptación de un tebeo al cine… También es enorme ahora el acceso en la web a información sobre los autores, a entrevistas, a páginas de tebeos y videos sobre el tema, etc. Todo eso no existía antes de la explosión de la red, y los blogs cumplen la función de transmitir y seleccionar esa cantidad ingente de información. También están haciendo a menudo un servicio gratis de promoción a las editoriales, cuando cuelgan las novedades o las reseñan.

Álvaro: Los blogs han ocupado un espacio inexistente: el de la información. Los blogs han tomado el relevo de los fanzines de información con evidentes ventajas: inmediatez, economía, sencillez… pero siguen sufriendo el mismo problema, la suplantación de la información profesional por la voluntad de los aficionados. Desde que recuerdo, la labor de información y divulgación de la historieta se ha hecho en este país de forma voluntarista por parte de aficionados, por lo que los blogs no son más que una clara línea de continuismo. Quizás más “sonora” y visible, por su extrema profusión, pero que no debe enturbiar la percepción de su realidad: es la labor de aficionados.
¿Cuál es su influencia? Es muy difícil de cuantificar. Sin duda, dentro de la comunidad de usuarios de internet, muy alta, pero la pregunta es…¿es una influencia proyectable sobre el mundo del tebeo? La penetración de Internet en la sociedad es cada vez mayor, pero según las últimas estadísticas del EGM, tan sólo un 25% de la población reconoce haber usado la red el día antes. Es decir, que estamos en pañales en términos de “cibersociedad”. Si hay influencia es sobre el porcentaje de coleccionistas de tebeos que se conecta a internet, lo que, en principio, no parece que sea un porcentaje muy alto. Aún cuando se suponga que los coleccionistas se conectan en mayor medida para enterarse de las novedades, la capacidad de influencia está por decidir. No creo, en ese sentido, que existan corrientes de opinión definidas generadas por los blogs. Si acaso, los blogs lo que dan es visibilidad a las publicaciones. Pongo un ejemplo: siempre se ha comentado la posible influencia de “La Cárcel” en las ventas de un tebeo. Una hipótesis fácilmente rebatible, ya que muchos son los tebeos que he puesto como octavas maravillas del noveno arte…que han sido fracasos absolutos de ventas. Sin embargo, me consta que pequeñas publicaciones, de difícil distribución, han tenido ciertas ventajas por el simple hecho de salir referenciadas (que no reseñadas) en “La Cárcel”. Digamos que la web ha aportado una “visibilidad” a la publicación que, de otra manera, hubiera sido más compleja. Hoy por hoy, creo que esa es la influencia real a la que podemos llegar. Cuando Internet tenga un índice de penetración del 80%, quizás la cosa sea muy diferente.

A Pepo: ¿Cómo manejas esa dicotomía autor/lector/crítico?

No existe esa dicotomía. Todos los autores son teóricos, aunque no lo digan. Cuando tú haces un tebeo, es inevitable que reflexiones y critiques sobre los mecanismos del lenguaje del cómic, sobre por qué eliges unos modelos y unos autores para seguir y no otros, etc. Todo eso forma parte del proceso creativo. Una obra no crece sola, como la hierba en el campo, es fruto de un proceso constante de teorización y crítica, hacia ti mismo y hacia los demás. Que luego escribas esas reflexiones y críticas ya depende de cada cual. Fíjate cómo los autores sí teorizan a poco que les preguntes en las entrevistas. Por otra parte tampoco es ninguna novedad que los autores escriban teoría sobre su medio, se ha hecho en otras artes de toda la vida, cine, artes plásticas, literatura. Y en el cómic también, por cierto.

A Álvaro: eres lector/crítico, ¿para cuando autor?

Pues nunca. Aunque ya se sabe que “nunca digas nunca jamás”, pero mi vocación no es autoral, sino didáctica. Reconozco sin problemas que tengo vocación docente y me gusta enseñar y eso, en cierta medida, se proyecta en lo que hago en los tebeos. Me encanta explicar a la gente porqué me gustan los tebeos, intentar compartir lo que me apasionan los tebeos. Pero también, investigar sobre ellos, descubrir día a día cosas nuevas. No me interesa, de momento, contar historias, aunque lo que tengo claro es que si, algún día se “encendiera la llama” de la creación, me dedicaría a una cosa u a otra. No creo compatible la figura del autor y crítico (evidentemente, de forma continuada, no me refiero a las incursiones esporádicas de uno a otra campo), me parece llena de contrasentidos y fuente de una contraargumentación bien sencilla. Sólo me parece compatible desde el magisterio de la veteranía y con ciertas matizaciones, pero hacer crítica y, a la vez, ser creador, es exponerte a la fácil comparación de tus argumentaciones en la crítica de un tebeo en contra de tu propia obra. Una incoherencia interna que tiene difícil solución, pero que no existe en el caso de autores de larga trayectoria con probada y reconocida calidad.

¿Qué tiene el cómic que no tienen otras artes/artículos de ocio que lo hace tan interesante para ti?

Pepo: Que es un medio muy contemporáneo, lo sigue siendo hoy día. Y lo es por su visualidad, por la fuerza de las imágenes. Esto casa perfectamente con el mundo en que vivimos. También me atrae mucho por lo sofisticado de su lenguaje, y también por su nivel de abstracción narrativa. Es cierto eso de que el lenguaje del cómic es en gran medida “invisible”, porque es mucho más sofisticado de lo que aparenta en su superficie, y además exige bastante creatividad del lector. Todo eso forma parte de su magia. Creo por último que aún quedan muchas cosas por hacer en el cómic, es un medio bastante inexplorado todavía. Y eso no es algo que pueda decirse de otras artes.

Álvaro: Me lo he preguntado mil veces… y tengo mil respuestas. Es un conjunto de razones que, sinceramente, creo que son inexplicables. Quizás sea que es el único medio realmente sinestésico, que provoca sentimentos y sensaciones… Pese a ser un medio bidimensional y estático, ves profundidades y movimientos; aunque muchas veces sea a blanco y negro, inspira colores; es silente, pero sus viñetas generan sonidos y músicas… Es algo extraño: en el cine, el espectador es pasivo, no aporta nada a lo que le ofrece el director y se deja llevar por él, la imaginación no tiene función aquí. En la literatura, la imaginación es el total, se apodera de de la obra y es completamente filtrada por ella. Es necesario un involucramiento total del lector, para que todo aquello que el escritor ha creado sea reimaginado. Pero en la historieta, hay una extraña mixtura de todo esto: tenemos imágenes que, dan ideas, pistas pasivas, pero, por otra parte, esa componente literaria obliga al lector a meterse en la narración y aportar continuamente, en una especie de combate infinito entre autor y lector.
No lo sé.
Simplemente, me apasionan.

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Hasta aquí las repuestas de Pepo y Álvaro. Muchísimas gracias a ambos por acceder a la entrevista y por tomársela tan en serio a la hora de responder con argumentos meditados. Esperamos también que haya sido de alguna utilidad a los lectores y que haya estimulado la reflexión sobre los temas tratados. Lo dicho, ahora es vuestro turno.