Consumido (Joe Matt)


Consumido (Joe Matt). Fulgencio Pimentel, 2011. Rústica con solapas. 128 págs. Bitono. 20 €


Quien haya leído Pobre cabrón ya sabe del gusto de Joe Matt por la pornografía y conoce su afición a grabar cintas VHS con los momentos cumbre de sus películas favoritas. También sabe que Seth y Chester Brown son dos de sus mejores amigos, a pesar de que discutan constantemente. Sabe que Matt vive de alquiler en una habitación, que su frecuencia masturbatoria alcanza proporciones olímpicas, que es extremadamente tacaño, vago, inseguro como historietista y que mea en una botella. Por tanto, quien haya leído Pobre cabrón, no encontrará en Consumido muchos detalles nuevos sobre la vida de Joe Matt, ya que básicamente se limita a repetir y ampliar algunos de estos conceptos de su autobiografía. O de la biografía del personaje que ha creado, que seguramente tiene muchos puntos en común con el auténtico Matt, pero que probablemente no sea una réplica exacta del creador. Tras 20 años de retratarse sobre el papel, Matt ha llegado a un grado de perfección como narrador en el que podemos desligar al personaje de la persona. Difícilmente podemos creer que la persona sea tan despreciable, egoísta y vacía como el personaje, hasta el punto de no despertar la más mínima simpatía, ni siquiera en forma de compasión. Y sin embargo, ese es el atractivo de Matt, y por eso mismo Buen tiempo, un recuerdo bastante dulce de su niñez, no tuvo ni de lejos el éxito –relativo- de público de su trabajo más hardocre. Así, el fin último de los cómics de Matt -y de mudhos otros cómics autobiográficos- parece ser la autoflagelación, la mitigación del sentido de culpa mediante la confesión pública, y Consumido es buen ejemplo de ello



Como decíamos, Matt vuelve a la carga con los temas de siempre –tal vez sea el mejor heredero del espíritu de Harvey Pekar-, pero lo hace como nunca, con un estilo que ha evolucionado hacia el minimalismo gráfico de una forma brutal y gracias al cual se hace totalmente invisible como creador. En las páginas de Matt no importa nada más que el relato, no hay nada más que el relato. Consumido recopila 4 números de su comic book, Peepshow, y cada uno de ellos comprende un momento en la vida del dibujante: una salida con Seth, una tarde frente al televisor, una comida con sus amigos y una tarde pornografía y coleccionismo. Nada más. Y sin embargo, Matt puede dibujar 30 páginas de una conversación a tres bandas con fondos mínimos o un monólogo de 20 páginas en una habitación sin que lleguemos a encontrarlo aburrido o siquiera que nos enteremos de que ahí pasa algo raro. Deja en evidencia aquella vieja costumbre del cambio de plano y encuadre «para hacer una conversación interesante». Seamos sinceros, si hace falta despistar al lector con el elemento visual, es que la conversación no era tan interesante. Convertir algo cotidiano en apasionante requiere mucho talento y un conocimiento importante del medio que practica, y en el caso de Matt esta maestría nace de la simplificación brutal de su dibujo, de la ausencia de encuadres “raros”, de la retícula fija de viñetas, de la eliminación de todo lo superfluo, de su habilidad para la caricatura y dibujar expresiones faciales, pero también, de manera muy relevante, de unos diálogos -monólogos, muy a menudo- extraordinarios. En una entrevista, Matt afirmaba “El reto está en mantener su interés sin trucos de ningún tipo, excepto un buen guión. Y el dibujo debería servir al guión de la misma forma que las letras del alfabeto sirven a la literatura, es decir, que debería funcionar a un nivel puramente icónico o simbólico, a poder ser sin llamar la atención sobre sí mismo”. Pues bien, prueba superada.