Fjorden (Álvaro Ortiz)


Fjorden (Alvaro Ortiz). Autoeditado, 2010. Grapado. 28 págs. A tres tintas. 6 €


Termino de leer Fjorden y me quedan principalmente dos sensaciones. La primera, que la única pretensión de Álvaro Ortiz ha sido divertirse a sí mismo y plasmar una ofrenda a modo de homenaje a una tierra, una mitología y una cultura que le han fascinado. Fjorden es un cómic más emocionado que emocionante donde simplemente se encadenan distintos elementos relacionados con la Noruega de ayer y de hoy como puedan ser Thor, Odin, zombis nazi en submarino y acólitos del death black metal, entre otros. La estrambótica aventura se desarrolla, parece, sin mucha planificación y sin ningún diálogo, casi como si se tratase de uno de esos cómics en 24 horas, solo que con un acabado mucho más pulcro y elegante. Si no fuera por sus tres tintas y alguna página de más, Fjorden habría cabido perfectamente en la colección Patte de Mouche de L’Association, y tampoco resulta descabellado dejar caer aquí el nombre de Lewis Trondheim, especialmente cuando el francés muestra su faceta más divertida y positiva. En Fjorden se adivina la necesidad de su autor de contar a través del cómic, su ánimo de devolver un cumplido a una tierra que le ha fascinado -Noruega, claro- mediante lo que mejor sabe hacer.



La otra sensación que me ha provocado este librito es la que tengo cuando cae en mis manos un nuevo libro de Chris Ware o de Dash Shaw, esto es, la de tener acceso a un objeto cuyo formato lo hace único e inimitable en otro soporte, un formato que es parte indivisible de la obra en su conjunto. Puede parecer extraño, pero esta publicación grapada de 28 páginas impresa a tres tintas, tiene todo el encanto de los grandes diseños, y a su -modesta- manera es tan especial como Asterios Polyp, por citar otro cómic de diseño impecable y único. El pequeño tamaño de Fjorden, sus sobrecubiertas, sus notas, el hecho de esté firmado y numerado, lo convierten en un objeto cuyo valor es superior incluso al de su contenido neto. Es decir, Fjorden no es un relato más o menos loco y divertido ambientado en el norte de Europa. Fjorden es el cuaderno que porta esas historia, es una autoedición de 500 ejemplares, un capricho de su autor, una expresión de su amor por el cómic y la prueba de que, por mucho que avancen los tiempos, hay algunas cosas que el torbellino digital que se avecina nunca podrá imitar (lo cual también es cierto a la inversa, claro). Como la sensación de sostener un pequeño fiordo entre las manos.