Ellos mismos (Joaquín Reyes)


Ellos mismos (Joaquín Reyes). Random House Mondadori, 2011. Cartoné. 224 págs. Color. 20,90 €

Joaquín Reyes es una de las mejores cosas que le han pasado al humorismo español desde, por lo menos, Faemino y Cansado. Y desde entonces ha llovido. El humor que practica el manchego es algo así como un humor roto que solo funciona cuando el receptor pone de su parte, un chiste burdo que funciona solo como broma privada entre el humorista y su público. O sea, que es un humor personal y con personalidad. Posiblemente los lectores de esta página ya estaban al tanto de la faceta historietística de Reyes, pero nosotros mismos hemos de reconocer que no sabíamos que era para tanto. Vamos, que Joaquín Reyes es bueno de verdad haciendo tira cómica. Tampoco es que sea una sorpresa, porque leyendo Ellos mismos uno mismo se da cuenta de que lo que se refleja en esas páginas no es sino una traslación de su humor en La hora chanante o Muchachada nui (¡Nui!). Reyes expone a los famosos al escarnio público y lo hace dejándoles ser ellos mismos, despojándolos de ese último y casi imperceptible rastro de glamour que, la verdad, hace tiempo que escasea. La mayoría de las tiras comienzan de la misma forma, con el famoso de turno diciendo “hola, soy [por ejemplo] Rafael Amargo”. Puede parecer poca cosa, pero de esta autopresentación innecesaria (el nombre del famoso consta en el título, por no mencionar que muy posiblemente lo hemos reconocido físicamente) parte todo el humor y el tono de la tira. Reyes se adjudica el papel de bufón y señala los defectos de los cortesanos de hoy en día, o si se prefiere, es capaz de hacer que la propia reina, o el rey, tan campechano él, sean quienes confiesen su cojera.



A Reyes le gustaría tener la mano de Robert Crumb para el retrato y la de Joe Matt para la caricatura, pero se queda, como el 99% de los mortales, unos escalones por debajo. En cualquier caso resuelve en lo gráfico un poco igual que en el fondo, con dibujos que no tienen toda la gracia que podrían tener pero que funcionan en base a la complicidad, al acuerdo adquirido con el lector. El libro de Mondadori recopila tiras publicadas previamente en El Periódico y en El País, y Reyes elabora nuevas páginas de historieta al modo de Juanjo Sáez para dar cohesión al conjunto (inspiración que reconoce al principio del libro) y dejar constancia de algunas notas al pie y anécdotas. También igual que Sáez, Reyes tienen poca compasión consigo mismo, una estrategia encaminada a que el lector sí la tenga. El libro es, en definitiva, el retrato del famoso a los cinco minutos de despertarse. Ellos mismos, vamos. Y ya que no podemos enamorarnos del glamour de su brillantina, riámonos de lo mundano de su caspa.