Usagi Yojimbo Nº 17: Duelo en Kitanoji (Stan Sakai)

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Usagi Yojimbo Nº 17: Duelo en Kitanoji (Stan Sakai). Planeta, 2007. 224 págs. B/N. 11,95 €


El que este tomo que tengo entre mis manos haga el número 17 de una colección, dice mucho de la aceptación que goza Stan Sakai y su Usagi Yojimbo.
Este conejo samurái viene para contarnos nuevas aventuras, en ese camino, que emprendió hace ya bastante tiempo, de aprendizaje de las técnicas de lucha, a base de recorrer los caminos del Japón de la época dorada de los enfrentamientos entre amos, señores, samuráis y ronin, bandidos y mercenarios, en los que el cumplimiento del bushido –o el estricto código del honor- regían todos los actos de los espadachines que debían vasallaje y obediencia ciega hasta la muerte, a un señor “feudal” o shogun, y a su escuela, que marcaba de modo definitivo su forma de usar las katanas.
En este volumen, como en la mayoría de los que conforman esta colección, nos encontramos con una historia principal, que es la que da el título al tomo, y una serie de historias más breves, que nos sirven de antecedente o de introducción para el mejor desarrollo de la trama central.
La primera de esas breves es Venganza, en la que un samurái va en busca de los asesinos de su padre, y con permiso del shogun, darles caza y muerte, para reclamar así las cabezas de sus asesinos y poder ponerlas sobre la tumba de su progenitor, pues como era bien sabido “un samurái no puede vivir bajo el mismo cielo que el asesino de su padre”.
También nos encontramos con otra pequeña historia, homenaje a “El Lobo Solitario y su Cachorro”, que aquí se convierten en El Regreso de la Cabra Solitaria y su Hijo que, como se intuye, ya han aparecido con anterioridad: Usagi, Gorogoro y su padre se reencuentran para hacer frente a unos malvados sicarios que tratan por todos los medios a su alcance que La Cabra no pueda llevar a cabo su encargo. A poco que lo intentemos, estamos viendo a Daigoro y a Itto Ogami siguiendo su camino del infierno.
En Imágenes de un Día de Invierno un viejo señor cercano a la muerte, contrata los servicios de Usagi para que encuentre a su hijo antes de morir. Y hasta ahí podemos contar sin revelar cómo todo se desarrolla y acaba.
Koji y Cuervos son las dos historias que nos vana llevar en volandas hasta Duelo en Kitanoji, en la que un samurái, Koji, está buscando a Katsuichi, quien fue maestro de Usagi, para retarle a un duelo a muerte y probar, así, su valía como maestro, ya que aquél fue el único que ha conseguido vencerle en todos sus años. El honor, la amistad y los sentimientos apenas contenidos, se mezclan con unas pizcas de humor y algo de misterio para hacer de esta historia algo muy grato y placentero de leer.
El tomo termina con Una lección de cortesía en la que vemos a un Usagi aún aprendiz y al Usagi adulto.

De todas estas historias, mis favoritas son Duelo en Kitanoji, que viene a resultar el punto álgido, la culminación en la trama que hace que las demás tengan sentido en su peregrinar hasta la conclusión final, con su pizquita de humor, tensión, enseñanzas de los maestros, las dudas respecto a lo que se debe o no hacer o decir, si está todo claro, intuido o pasa inadvertido, los secretos que creemos a salvo y que son de sobra conocidos por nuestros amigos, el afrontar las nuevas responsabilidades… La otra es Imágenes de un Día de Invierno o de cómo cualquier acción emprendida con fervor y llena de nobleza de espíritu e ideales puros, puede verse empañada por el amargo sabor de la traición y la venganza a toda costa, aún cuando nunca calme nuestra sed. El resto son historias mucho más predecibles y no alcanzan el nivel de estas dos, aunque nos completan y cierran el círculo… hasta una nueva entrega.

Venganza


Este volumen se completa con las ilustraciones correspondientes a las cubiertas de los números cincuenta y tres al sesenta de la serie editada por Dark Horse, además de la evolución de los bocetos de la portada hasta su versión definitiva: todos ellos en blanco y negro.

Es de agradecer la inclusión de todos estos elementos adicionales en la edición de PlanetadeAgostini, aunque también se agradecería un papel de mejor calidad.

Estatuas
Estas estatuas de Usagi son un ejemplo de las muchas curiosidades que podemos encontar en la página oficial, justo aquí


En cuanto al dibujo, Stan Sakai domina a la perfección los rasgos y gestos de los personajes antropomórficos característicos de toda la serie de Usagi: lo que en un primer momento pueda llamarnos la atención y hacer pensar que unos conejos, unos perros, un león … no van a poder dejarnos ver la trama, no hace sino facilitarnos la comprensión, nos lleva y nos trae sin ningún problema, nos acompaña sin dificultad. Es algo parecido a cuando te “enfrentas” a la lectura oriental en un manga: crees que va a resultar del todo imposible leer y al cabo de dos o cinco páginas, lo haces de forma natural. Además, Sakai cuida tanto la ambientación que a los minutos ya estás inmersa en ese forma de ver y sentir las cosas tan típica de esa época concreta del Japón: las posturas, los gestos, la forma de sentarse y tomar el té o el sake, la manera de asir la empuñadura de las katanas y postura de los dedos… por no hablar de los ropajes y la ambientación de la arquitectura y del paisaje, estudiada y detallada y al mismo tiempo, que parece ser casi esbozada; las calaveras que “surgen” de los cuerpos al morir,…

Todos estos son detalles que hacen que el trabajo de Stan Sakai sea absoluta y fácilmente reconocible y que tenga una legión de fieles seguidores, a los que no hace falta recomendar la lectura de este tomo. Para los que acaban de llegar (si es que queda alguien así) les recomendaría que empezasen por el primer volumen, porque aunque se pueden leer de forma aislada, hay continuas referencias a hechos anteriores que pueden hacer que el nuevo lector se sienta algo perdido.
He de reconocer que devoro las historias de samuráis y desde luego, este Usagi no desmerece a ninguna de ellas: sin llegar a las cotas de maestría que alcanza el homenajeado Lobo Solitario y su Cachorro, Miyamoto Usagi te atrapa en su mundo, divierte y te deja con sabor dulce después de una lectura que no pretende ser más que eso: entretenimiento del bueno. Y lo consigue.

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Bueno, este es el nivel medio que habría que pedir a cualquier tebeo


Mar