TNY: Daniel Clowes

Una de las incorporaciones más sonadas en los últimos años a la plantilla de ilustradores de portadas de The New Yorker ha sido la de Daniel Clowes. Para cuando dibuja su primera portada en la revista, en 2008, Clowes ya es un historietista consagrado, uno de los puntales de la novela gráfica a nivel mundial, y su trabajo ha sido llevado en dos acasiones al cine (Ghost World y Art School Confidential). De hecho, la adaptación al cine del guión de su propio cómic, Ghost World, valió a Clowes una nominación al Óscar, algo de lo que no pueden fardar muchos dibujantes. Por no hablar de los premios y nominaciones de Clowes dentro de la industria del cómic, claro. Pero tampoco la ilustración era un terreno desconocido por Clowes y, a título personal, recuerdo cuánto me gustaba/inquietaba aquella portada de los Supersuckers antes de saber que su autor, un tal Clowes, hacía tebeos. No fue aquella su única ilustración musical, claro. Pero al grano, Clowes tiene madera de ilustrador. La combinación marciana entre realismo y caricatura que raya lo grotesco sin alejarse demasiado de lo cómico, el toque retro que nos transporta a mediados del siglo pasado, el estilo claro y personal lo convierten en un ilustrador de primera. En general, Clowes siempre ha pertenecido más al grupo de los ilustradores que transmiten sensaciones que a los que elaboran ideas y símbolos, aunque sus portadas para The New Yorker parecen indicar que ha sufrido un importante cambio de rumbo.

Desde mediados de 2008, anteayer como quien dice, Clowes ha colocado seis portadas en la revista. En tres de las ocasiones, el motivo principal han sido robots o extraterrestres, muy en la línea de su trabajo en los años 90 en historieta, con ese sabor añejo de los años 40 y 50. De hecho, si nos fijamos en la segunda y la tercera, veremos cómo «lo viejo gana a lo nuevo». En la portada de mayo de 2009, un joven moderno, ante un ordenador ante el que parece atender al diseño virtual de un coche, se enfrenta a un viejo que se ha fabricado, casi se diría que con chatarra, un artilugio volador en la línea de los que se se podían ver en las portadas de los pulps de los años 20. La siguiente portada, con un Nueva York invadido por la maleza al fondo, con una visita extraterrestre en primer plano, nos habla de la prevalencia del papel frente a las tecnologías más modernas. En sus siguientes portadas Clowes se aleja de estas ideas para centrarse en otras más cercanas a la filosofía de la revista. En la portada del 12 de octubre de 2009, una adinerada mujer de mediana edad duda ante un establecimiento de comida rápida, rodeada de melenudos y negros… y de Wilson, allá al fondo. La siguiente portada es una variación sobre la habitual portada de aniversario, en este caso el 85 aniversario, que se celebró con cuatro portadas diferentes (y qué portadas) que, al combinarse, redibujaban un nuevo Eustace Tilley a gran escala. La última de las cubiertas refleja un problema muy actual: los jóvenes cada vez tardan más en abandonar el hogar paterno, como parece reflejar el muchacho en primer plano que vuelve a casa tras licenciarse en la universidad ante la mirada compungida de sus padres. Sin más preámbulos, las portadas.