Entrevista con Juanjo Sáez

Hace poco más de un mes, tuvimos la oportunidad de entrevistar a Juanjo Sáez, que pasó por Madrid promocionando su último trabajo publicado, Arroz pasado/Arròs covat. El cómic, publicado por Mondadori, es el guión previo que Sáez entrega para la realización de la serie de televisión, y que presenta por tanto algunas diferencias con el producto televisivo definitivo. Precisamente, el día anterior a esta entrevista, que se desarrolló en el céntrico Hotel de las Letras de Madrid, la serie de animación recibía un premio Ondas. Antes de dar paso a la entrevista, queremos agradecer a Juanjo Sáez su tiempo, su sinceridad, y su simpatía a lo largo de los 45 minutos de charla que tan cortos se hicieron.

———-oOo———-




Bueno, empiezo felicitándote por el Premio Ondas por Arròs Covat

Gracias, gracias. Esto ha sido un premio que yo ni sabía que podíamos ganar. Es que todavía no sé si uno se presenta, si te nominan… Ni idea, pero es que no me habían dicho ni la posibilidad.

¿Qué pasa, que no puedes parar de triunfar?

Hombre, no va mal la cosa, no voy a decir que no. Mal no va, pero el triunfo tampoco es eso.

Pero me imagino que te gusta que reconozcan tu trabajo.

Sí, sobre todo porque eso te permite seguir y hacer otras cosas que a lo mejor sin un premio no te ofrecerían. Ganas credibilidad. Entonces, si ahora se me ocurre hacer otra serie no es lo mismo que cuando llegas de vacío, que es muy difícil que una productora se embarque en algo así. Ahora es más fácil seguir y tal.

Y tú, ¿cómo te metiste en una serie de animación? ¿Antes solo habías hecho cómic o…?

Sí, de animación nunca había hecho nada. Eso también es lo más gordo del premio, que es la primera vez que hacemos algo y ¡pumba!

A lo mejor precisamente es por eso. Es una serie más original porque hay involucrada gente que no hacía animación.

Sí, exactamente. Del equipo, aparte de los animadores, creo que solo Sergi [Padró] había estado antes en una serie, pero una cosa como muy infantil y tal. Pero de los demás, nadie. A mí esto me salió por encargo. Era algo que estaba ya en marcha. Una productora tenía un acuerdo con TV3 o algo así para desarrollar un proyecto de este tipo, animación para adultos, y llevaban un año y medio o así intentándolo. No había manera porque a la tele no le gustaba lo que proponían, y antes de dejarlo dijeron, “vamos a llamar a Juanjo, a ver si ocurre algo”. Yo me leí lo que estaban haciendo, los guiones, no me gustó nada [risas] …es verdad, es que era una cosa que se iba mucho del rollo de TV3. Era como South Park pero más subido todavía, era súper agresivo. Había una escena, siempre digo la misma, de un padre y un hijo metiéndose rayas. TV3 es bastante conservadora, además. “Esto no lo vais a hacer nunca”. Pero ni en TV3, ni en Tele5 ni… Y les planteé hacer otra cosa. Les dije, “si queréis intentamos hacer un primer capítulo o un primer guión y lo presentáis a la tele. Y si no funciona, pues nada”. Yo no me veo revisando el trabajo de otros y corrigiendo.



O sea, que aunque esto era encargo, tú te lo has tomado de una manera muy personal.

Sí, en el fondo sí.

Todavía no lo he leído entero, ayer terminé el cuarto capítulo, pero sí que se ve que hay bastantes cosas que parecen autobiográficas.

Sí, porque el encargo también pedía un poco eso. Por eso también en la productora pensaron en mí, porque vieron que eran un poco los temas que a mí me hacen gracia, sobre los que me gusta ironizar y tal. Transcurría en Barcelona, en el mundo del diseño, con un treintañero que estaba así, un poco desubicado… Y pensaron, “este le puede sacar brillo al rollo”.

Me ha pasado una pregunta Pepo [Pérez]…

¿Te ha pasado una pregunta Pepo? ¡Qué gracia! Con él no he podido hablar todavía, nos hemos intercambiado algún mail pero entre que me he venido aquí y tal…

[Leyendo] “Juanjo, ayer leí el prólogo de Arroz pasado y me ha sorprendido tu franqueza al contar las vicisitudes de la producción, tus problemas con la productora, los cambios que hacían sin contártelos siquiera, etc. Es raro que un autor cuente estas cosas de forma tan expresa. ¿Te pensaste incluir ese prólogo o lo has tenido claro?” Y luego dice, “¿Qué opinas del mundo de la producción del cine y la televisión? ¿Cómo lo ves?”

El prólogo tenía clarísimo que lo iba a hacer. De hecho están molestos.

Un poco en tu línea de meter el dedo en el ojo.

Con el premio, ni siquiera ha habido una felicitación oficial ni nada de eso, o sea que se han molestado. Pero es que, yo que sé, necesitaba hacerlo. Lo he pasado fatal con esto. Y después también era una forma de aclarar que… la gente cree que esto ha nacido de mí, hacer una serie, y que es como es porque yo lo he querido así, y tampoco es eso. Era para desquitarme, pero en el fondo también hay una parte que es como para aclarar que también les pertenece a ellos. Aunque yo soy la cara visible, para bien y para mal. Era una forma de aclararlo, pero es que yo soy muy bruto, me salen las cosas así, aunque lo hago en ese contexto, el del humor.

El tema de que haya un equipo no ya después, cuando pueden cambiarte cosas, sino a la hora de idear las situaciones y tal, ¿hace que Arroz pasado sea menos Juanjo Sáez que otros trabajos tuyos, o consigues hacerlo tuyo?

Yo me lo hago venir. He trabajado mucho por encargo en publicidad. A veces creo que todo puedes hacer que sea interesante para ti. Lo que pasa es que tienes que buscar las asociaciones o las conexiones que te lo permitan.

¿A lo mejor es incluso más un reto?

Sí, para mí es más estimulante, siempre lo digo. “A ver cómo lo hago”. Porque si no, tienes tendencia también a hacer siempre lo que te complace más, lo que es más fácil, lo que ya sabes que te funciona, y no te das cuenta y acabas haciendo siempre lo mismo. Yo a eso no le veo pega. Todo el trabajo previo hasta llegar al cómic, lo que tenéis hasta ahí, yo he estado muy a gusto trabajando. Los guionistas que han colaborado son gente buena. Ayudando a crear situaciones estaba Oriol Capel, el de 7 vidas, que es un tío muy bueno, y Enric Pardo también lo hacía muy bien. O sea, que los que me ayudaban a estructurar y eso eran gente que lo hacía bien. Y hasta ahí yo estaba a gusto. Cuando se planteaban situaciones, que lo hacíamos un poco entre todos, yo nunca pensaba “vaya bazofia”. No, porque también pensaba, “esta situación ahora suena un poco simple, pero ya me ocuparé de darle rollo”.

De darle tu toque, tu aire.

Sí, “a ver cómo lo hago”. No me suponía un problema, para nada. Incluso cuando se planteaba algún personaje, me resultaba estimulante siempre. Lo chungo venía después. Llega un realizador y un equipo que se toman unas licencias que… Ni siquiera consultan. Cuando hacíamos las reuniones previas para las situaciones, pues lo hablábamos, “¿qué te parece?”, “¿y a ti que tal?”, y guay.

En el prólogo ya comentas que te han molestado algunos cambios, pero ¿hay alguno que te ha tocado mucho las narices?

Hay algún cambio en concreto… No que me tocara las narices, pero que se iba un poco… Por ejemplo, el personaje de Paquita. Esto es la primera vez que lo comento, he caído ahora. Al personaje de Paquita yo le quería dar un tono de mujer moderna. Lo que se intuye al principio, hasta donde has leído tú. Pues bueno, la historia acaba que Paquita básicamente acaba siendo una vieja borracha, por el tema de empujar al humor, por crear situaciones cachondas con ella. Pierde bastante el tono ese de que es como su consejera. Y al final acaba como una vieja verde y borracha.


Un par de páginas del prólogo de Arroz pasado.


Releyendo todos tus libros para preparar esta entrevista tengo que decir que me han gustado incluso más y que he encontrado como un “mundo Juanjo Sáez”. Hay un montón de cosas que salen en Nada o en Buenos tiempos para la muerte que están tratadas de una manera bastante distinta a los trabajos posteriores, pero me da la sensación de que hay muchos temas comunes.

Tengo neuras que están ahí y no se van.

Y me gusta la manera tangencial que usas para hablar de algunos temas, por ejemplo cuando hablas de la muerte en Buenos tiempos para la muerte. Es un tebeo que incluso a veces parece optimista, no es un tebeo depresivo, aunque al final te deje dando vueltas al tema de la muerte.

Soy muy cachondo pero en el fondo soy muy pesimista. Tengo una tendencia al pesimismo y la tristeza, por eso estoy siempre de broma. Me río mucho de eso, de la muerte… No lo acabo de entender, pero bueno.

Me gustó porque, para estar hablando de la muerte, no era como un tratado filosófico, sino que era algo más ligero, como de andar por casa, “la muerte está ahí y tal”.

Sí, sí. Yo a veces pienso que… Con Arroz pasado igual no tanto, pero tengo la sensación de estar haciendo el mismo libro. Tengo la sensación de estar haciendo capítulos de un mismo libro que algún día a lo mejor puede estar ahí, todo junto, porque en realidad siempre estoy dando vueltas a lo mismo. Lo que pasa es que el tiempo te hace crecer y vas cambiando un poco de opinión sobre los mismos temas, o aprendes más y puedes desarrollarlos más… Pero a veces sí que tengo la sensación de que estoy ahí como haciendo entregas de la misma historia.


Páginas de Buenos tiempos para la muerte, editado por Morsa.


De todas maneras, sí que se nota que eres tú, que son tus cosas, pero en cada libro intentas dar un giro, que no sea igual que el anterior. Por ejemplo, aunque los dos sean recopilaciones de tiras, Viviendo del cuento y Yo no se parecen mucho.

Claro, dentro de eso intento avanzar, si no, para mí también es aburrido. Dentro de mis limitaciones intento no esclavizarme en mi propio estilo.

Eso lo dices en Yo, que los dibujantes son esclavos de su estilo.

Sí, llega un momento que claro, entre que no trabajas por encargo, que haces lo que quieres, y si tienes más o menos éxito, el público también quiere siempre lo mismo, como los Ramones, que si hubieran sacado un disco de tecno los hubieran matado. Es fácil caer en eso. Después también te vas haciendo mayor y te identificas con tu identidad, “yo soy este, el que hace tal”, y bueno… Llega un momento en que, yo al menos, creo que me aburriría.

Leyendo entrevistas tuyas, a raíz de Viviendo del cuento he visto que siempre te preguntan por la modernidad, eso tal vez es un poco cansado también, ¿no?

Bueno, también lo entiendo. Pero yo estoy ya como un poco fuera de onda de todo eso. Me preguntan, “¿qué está de moda ahora?”, y no lo sé. Hace poco me hicieron una entrevista en el Time out que me preguntaban sobre los sitios de moda en Barcelona, adónde va la gente, y no sabía qué decir. Se quedaban ahí como… “es que voy a los bares de mi barrio”. Bajo a comerme un bocata, al de los menús. No salgo por la noche. A lo mejor un día, pero porque me llevan. Igual hay una presentación o una historia y después acaba en una coctelería.

En el momento que tú sacaste Viviendo del cuento… Tú en aquel momento sí que eras parte de aquella gente más moderna y tal… ¿y no eras un poco como el traidor este de la mafia que cuenta los secretos…?

[Risas] ¡Yo creo que a ellos les encantó también! A la gente le gusta que hablen de ellos, da igual cómo sea. De hecho cuando salió, esa misma gente ya era mayor también. O sea, la época en la que yo estaba relacionado con la modernidad y tal es cuando yo era joven. Como todos. Cuando eres joven sales mogollón por la noche, conoces mogollón de gente, pero todo es muy circunstancial, es normal… Vas a ver tocar a todos los grupos… Es muy de la edad, de los diecinueve a los veintilargos. Nuestros padres iban a los guateques, que era la modernidad de entonces, las fiestas privadas y tal. “¿Tú estuviste en el movimiento de las fiestas privadas y los guateques?” [Risas]


Página de Viviendo del cuento.


Me estoy saltando todo lo que tenía aquí apuntado… Tengo algunas preguntas que había intercalado para cambiar de tema, interludios los había llamado, como por ejemplo este. ¿Puedes mencionarme tres hits emocionales de tu vida, tres canciones que te hayan impactado?

A ver… Sonic Youth, el Teenage riot, que me gusta muchísimo. Más reciente, Animal Collective, no sé, My girls… Y de más atrás… no sé, Motörhead, The ace of spades o algo así. Están desordenadas cronológicamente pero más o menos…

Es curioso, yo más o menos también me he movido por ahí, de joven más heavy, punk…

Yo siempre digo lo mismo, el heavy era lo moderno entonces. Si no querías escuchar…

Hombres G. Tú creo que eres del 72, yo soy del 73, o sea que más o menos…

Lo mismo, lo mismo.


Dos entregas de la serie Hit emocional, que Sáez dibuja para la revista Rockdelux.


Quería hablar también de tu estilo, porque me interesa mucho cómo dibujas… Ah, y una cosa que me ha gustado mucho de ti. En todas las entrevistas, cuando te preguntan qué eres, tú no dices “soy humorista”, “soy autor de cómic” o “soy diseñador”. Tú dices “soy dibujante”.

Sí. Es que creo que es lo que mejor engloba aquello a lo que me dedico. Porque se sobreentiende un poco que el dibujante dibuja lo que él piensa, sus ideas. Y después me gusta también decir que soy dibujante porque tiene un punto de… de… humildad, o sencillez…

Pero a la vez también es como que lo reivindicas, ¿no?

Es que me revienta mucho el rollo este que durante una época se puso muy de moda, el tema “ilustrador”. Todo el mundo decía “ilustrador”, y yo decía, “yo no soy ilustrador”, no me dedico a la decoración, o a tapar huecos, o a iluminar un poco la idea de otro. Yo hago lo mío.

Y luego, ¿cómo conjugas eso de decir que eres dibujante y luego meter en tus tebeos secciones con tres páginas de texto seguidas, sin dibujos?

[Risas] Claro, claro, ahí viene la contradicción. Pero claro, tampoco voy a decir “soy escritor”. Es que no lo soy.

No sé, a lo mejor tú consideras la escritura otro tipo de dibujo…

Sí, para mí sí. Porque mi caligrafía…

Es igual de reconocible que tu dibujo.

Sí, le veo mucha relación. Yo es que no vengo solo del mundo de las ideas. Yo vengo más del dibujo. Siempre quise ser dibujante. Lo que pasa es que a veces las ideas han crecido y he necesitado más texto para poderlas explicar. Para explicar determinadas cosas he utilizado más esa herramienta, pero… Yo soy de los dibujantes que se dibujan sus ideas, y escriben sus guiones, y creo que lo de “dibujante” me engloba más.


Así se definía Sáez en la exposición que se le dedicó en Viñetas Desde O Atlántico.


En la mayoría de dibujantes, si te fijas en su carrera, a lo largo del tiempo tienden a simplificar. Van tirando a simplificar, a contar lo mismo con menos. Y ellos tardan, igual, 30 años [risas] y tú ya has empezado desde ahí. Bueno, incluso has simplificado desde el año 2000 hasta ahora

Sí, yo desde que empecé, he simplificado.

Pero, ¿tú eras consciente desde el principio? ¿Tú dijiste “voy a empezar desde aquí”?

Sí, bueno, yo en la escuela dibujaba de otra forma. Intenté hacer superhéroes.


Sáez se resarce en El arte.


¿Al estilo Marvel?

Sí, sí, un drama. A los seis años empecé por ahí, y no había manera. Entonces he ido despojando, despojando… Y también porque he ido teorizando mucho en torno a la narración visual. Con Pepo nos tiramos unas charlas… La diferencia que hay entre un ilustrador y un dibujante de cómic. Que el ilustrador, pues claro, es como más ornamental, se puede recrear mucho más, es algo para contemplar, ¿no?, para detenerte, para mirar un rato y tal. Y el cómic como es narración no puede ser redundante. No sé, cuando describes a un personaje, con que lo dibujes de una forma detallada en una viñeta… O un escenario, no hace falta que en cada viñeta lo vuelvas a detallar, porque es como si es una novela estuvieras describiendo al personaje en cada párrafo. Es un poco lo mismo. Cuanto más sintetizados sean determinados momentos, también te ayuda a que la lectura sea más fluida. De esto se ha hablado mucho ya.

Sí, es curioso, porque los teóricos, por llamarlos así, han hablado de ello, o tú mismo, que has teorizado para llegar a tu estilo, y sin embargo con la gente que habitualmente lee cómic parece que es justo al revés, que dicen “es que este tío no se esfuerza nada”. Igual a la gente que menos le gusta esta simplificación es a la gente que suele leer tebeos y la gente “de la calle” coge un libro tuyo y ni se plantea si el dibujo está bien o mal…

No, porque lo leen fácil.

Es como si nos llevaran ventaja a los que leemos cómics habitualmente.

Pues no lo sé, no lo había pensado así. Lo que pasa es que la comunicación visual es algo que la gente en general tiene muy interiorizada sin saberlo. La tele, la publicidad, todo lo que nos rodea… La comunicación cada vez es menor, es todo visual, y la gente es capaz de entender códigos. En el metro mismo, la señalética, la gente la entiende con una facilidad pasmosa, no se para ni a pensar. El cómic tiene mucho que ver con eso, con el diseño, con la comunicación visual.


La caída de las torres genelas en Viviendo del cuento.


A lo mejor ha tenido que llegar un momento en que estábamos preparados para leer todas esas señales para poder hacer en cómic estas cosas…

Es como el cine. Mi abuela fue por primera vez al cine siendo ya adulta, y la tele incluso no la entendía. Cuando se veía en blanco y negro decía “mira, ahora son jóvenes”, no entendía de qué estaba hablando. Los códigos, la elipsis, no los entendía. Y la tele igual. Siempre cuento la anécdota graciosa de que mi abuela, cuando hacían un zoom a un tomate en un programa de cocina, ella lo veía del tamaño que se veía en la pantalla, y decía, “¡este tomate parece un melón!” [Risas] Nos reíamos mucho de eso. Siempre explico esa anécdota porque es muy divertida. Pero claro, ella no nació con todo eso. Pero en cambio la gente de hoy entiende los logotipos, hace asociaciones… y eso en el cómic hay mucha gente que no lo tiene asimilado porque se retroalimentan de leer mucho cómic. A lo mejor no les interesan otros ámbitos, el diseño o cosas así. A Chris Ware lo critican mucho porque es diseñador. Pero claro, Chris Ware todo eso lo tiene súper interiorizado, el lenguaje icónico, y le preocupa mucho la legibilidad. Es un poco teoría, pero yo me como mucho el coco con eso y después intento aplicarlo.

En una entrevista que hiciste con Buenafuente, te decía algo así como, “veo que ojos y bocas no trabajamos”, y tú decías, “pero tú lo entiendes igual, ¿no?”. Pero entonces ¿qué pasa? ¿Que dibujas así por vagancia, porque es cómodo, porque crees que es suficiente…?

Por economizar, pero una cosa me lleva a la otra. Yo soy muy vago y siempre he intentado salvar la papeleta con lo mínimo. Y después, también, porque veo que funciona. Lo de no dibujar ojos y caras en realidad viene de los iconos de los deportes, del diseño gráfico. De Keith Haring, por ejemplo, que dibujaba un muñequito y tú ya veías que era un ser humano. Viene un poco de ahí, de simplificar y de acercarme un poco al diseño y expresar las cosas con lo mínimo.

Hablando del dibujo, me he acordado de una pregunta que me he saltado antes. No los he leído, pero he visto que los últimos capítulos de Arroz pasado los ha dibujado Gabriel Corbera, ¿no?

Sí.

Y bueno, aparte de que te imita bastante bien, aunque se nota un pelín.

Se nota un pelín, sí.

¡Pero un pelín!

La segunda temporada la está haciendo también él y se nota aún menos.

Lo hace muy bien, porque he visto las cosas que hace normalmente y es otro estilo distinto, una mezcla de Chris Ware y Ernie Bushmiller, le gusta mucho el cómic infantil de los años 50 y anterior…

Hace lo que quiere, es un fiera. Es muy, muy virtuoso. Con él hacíamos el primer fanzine, Círculo primigenio, lo hacíamos juntos, con uno de los animadores de la serie.

¿Y tú cómo te ves cuado te “suplanta”?

Muy bien, a mí me encanta, me gusta mucho. Yo se lo doy en azul. Lo aboceto un poco. Hay viñetas que me hacen más ilusión y las detallo un poco más y el se limita un poco más como a pasar a limpio. Pero a mí me encanta verlo. Verlo terminado y después verlo coloreado y tal, me gusta mucho. Creo que lo hace muy bien.


Un par de muestras del trabajo de Corbera con su propio estilo.


¿A lo mejor el siguiente paso es el Juanjo Sáez guonista?

No, no, eso fue por problemas de producción. Empezamos dándonos un mes de tiempo para cada capítulo, para que encajara todo dentro del plan de trabajo, que era muy ajustado. Pero claro, en cada capítulo igual te retrasas tres o cuatro días, incluso una semana, y cuando llegas a los últimos ya te has comido… Has ido acumulando retraso y tienes que hacer un capítulo a la semana. Dijimos, “¿qué podemos hacer? Bueno, hay que hablar con un dibujante”. Gabri estaba ahí, ya había hecho cosas imitándome, para hacer la risa y tal, y lo hace muy bien. Podía haber quedado muy cutre si lo hubiera hecho otro. Y ya entró en el equipo de la serie. Cuando hay que hacer algún dibujo para animar, esto ya lo hace él.

Otra de estas preguntas un poco fuera del tema… Como me has hablado antes del cine, ¿me podrías mencionar tres pelis que te hayan impactado?

Uy, no voy al cine apenas.

¿Los puentes de Madison, tal vez?

Los puentes de Madison, sí, la vi en su momento y me gustó. (Risas) Yo que sé, siempre digo las mismas. Siempre digo Los idiotas, me quedé muerto con esa peli. No caigo, no soy muy cinéfilo… Woody Allen.

¿Lo último también?

Sí, sí. Ayer vi Si la cosa funciona, que no sabía ni que la había hecho, se me escapó. Y están muy bien los personajes, todo es brillante.

Yo estoy perdiéndole un poco la pista la también. Las últimas que vi no me gustaron mucho y lo he ido abandonando.

Es que con los personajes ya vale. Y siempre tiene cuatro o cinco frases por ahí que dices, “joder…” Bueno, para aguantarlo en el cine, en la butaca dos o tres horas, no puedo, soy muy nervioso y no puedo. Pero para verlo en casa, me encantó.

Cambiando de tema. Te voy a hacer una pregunta que seguro que te han hecho muchas veces. Te han echado de periódicos como El Mundo, El País, El Periódico de Cataluña… varias veces… ¿Eso en realidad da caché?

No lo sé… Hombre, a la gente le hace mucha gracia. De cara a los lectores a lo mejor sí…

Pero a lo mejor de cara a los periodistas al final en un sambenito.

Sí, de tipo conflictivo. Pero caché, hombre, pues sí, también valoran “este tío es como muy honesto” o lo que sea.


Una de las viñetas más polémicas de Sáez en prensa.


A mí me resulta curioso, porque por ejemplo hay humoristas que parecen como muy comprometidos, como El Roto, o esta gente que toca temas políticos, pero en el fondo no molestan a nadie, porque hacen lo que tienen que hacer.

Hablan de una forma muy general…

Hablan del político, del empresario y tal, y tú decías en Yo, “yo quiero publicar lo impublicable”.

Intentar picar un poco alto, sí. Desafiar un poco. Yo he llegado a publicar cosas criticando al mismo medio. Claro, lo que decías de El Roto, él está en sintonía total, y habla del hambre, de la guerra, del paro… Claro, en eso estamos todos de acuerdo. Todo es como muy complaciente en el fondo. Luego, utiliza el ingenio, siempre lo comunica de una forma muy aguda, muy bien, pero… es funcionario, ahí está, año tras año, pero hace un trabajo muy bueno.

En Yo dices otra cosa: “mientras fuimos jóvenes todo marchó bien”. Y luego haces también Arroz pasado, sobre un treintañero al que se le pasa el arroz.

Soy muy neurótico con eso, lo de hacerme mayor lo llevo bastante mal. He pasado mis crisis.

Porque en Arroz pasado eso está ahí de modo más jocoso y tal, pero en Yo suena bastante duro…

Lo he pasado mal con eso. Creo que en nuestro mundo de ahora, en nuestra sociedad, está todo enfocado a ser joven siempre. Lo que hablábamos antes, cuando dejas de salir te sientes un poco desubicado. Parece como que te estás perdiendo algo. Todo esto se ha estirado muchísimo porque, bueno, es más fácil vender cosas a los jóvenes, son más manipulables, y por eso es la etapa de la vida que ahora es más extensa. Mucha gente gana con eso. Y cuando te sientes ya un poco fuera de ahí, yo que soy de comerme mucho el coco, te sientes como desplazado.

Y eso, a nivel creativo, ¿a ti te ha afectado de alguna manera, buena o mala? El hecho de tener esta especie de crisis.

Bueno, yo creo que en el fondo me ha beneficiado. Me ha llevado a comerme más el coco y a desarrollar más mis ideas. Pero en lo personal, fatal, claro.

Otra pregunta de estas a salto de mata. ¿Se te ocurre otra profesión mejor que la que tienes ahora?

La verdad es que no, porque tampoco sé hacer nada más. Estoy en un momento dulce, también.


Juanjo Sáez, un tipo con estilo.


Eres reconocido, tienes éxito… Por cierto, ¿llevas la cuenta de las reediciones de tus libros?

Más o menos… Viviendo del cuento y El Arte creo que van por la séptima edición. De Yo llevan dos, pero también se tiró mucho más de salida.

O sea que la cosa va bien.

Va bien. Hombre, para hacer cómics…

Y Arroz pasado no lo sé, pero posiblemente con el tirón de la serie y tal…

Sí, hay buenas expectativas, pero claro, hace muy poco que ha salido. En las librerías se ha colocado muy bien, tienen fe en que va a ir bien.

Y tú, ¿cómo lo ves? El objeto, digo, cuando ves estas setecientas y pico páginas en tus manos.

Pues muy guay. Hace ilusión.

Me ha chocado también porque es muy “cómic”, con sus viñetitas y tal, distinto a lo que hacías antes. Tú ahí, ¿has aprendido cosas?

Sí. Sí, he aprendido a hacer un cómic así como más tradicional. Y a escribir a partir de los diálogos, no usando tantos textos de apoyo como hago normalmente. Bueno, he aprendido a hacer más lo que sería un serial clásico, entre comillas. Con situaciones, con risas de vez en cuando…

Me recordaba un poquito el tema de las viñetas a lo que hacías en El Estafador.

Sí, poco a poco últimamente me he ido acercando más al más cómic clásico entre comillas, con viñetitas, diálogo…

Pero, ¿un poco por casualidad, o porque querías hacer eso?

Porque quería hacerlo… Por ir cambiando, también. Esto no lo había hecho. Había empezado estando más cerca del libro ilustrado, tal vez, que del cómic, aunque yo siempre he sido lector de cómic, yo vengo del cómic y me he dedicado a todo esto por los cómics. Me hacía ilusión. He hecho un poco el camino inverso.


Sáez en El Estafador


En El arte tú hablas de [Joseph] Beuys y dices que lo que él consigue es convertir la vida del artista en la obra de arte. Por otra parte dices que, para ti, el error del arte es que solo sea arte la vida del artista, que no lo sea la vida de toda la gente, de cualquiera.

Sí. O que, al menos, lo vivan de esa forma.

Y luego también, con forma de dibujar, digamos, sencilla, das un poco la impresión de que “esto lo puede hacer cualquiera, esto lo puedo hacer yo, yo puedo ser un artista, y las cosas que este hombre cuenta son cosas que me pueden pasar a mí”. Estás un poco convirtiendo a la gente, al lector, en protagonista.

Sí, es lo que me gustaría. Hay mucha gente que tiene mil cosas para contar que dice, “yo no sé”. Bueno, hazlo, inténtalo. Me gusta lanzar el mensaje ese. También para no separar al autor del que recibe la obra, del lector, para mezclarlo todo un poco. No me gustan esas jerarquías del respeto…


Beuys en El arte.


Leyendo tus tebeos uno siente una cercanía con Juanjo Sáez, pero yo quiero saber si ese personaje de Juanjo Sáez es un personaje o eres tú…

Es complicado, es complicado…

…porque luego también hay otra cosa, que es que, al hacer autobiografía, eso te afecta en tu propia vida…

Por supuesto.

… porque tú estás viviendo y estás pensando, “yo esto lo metería en un cómic”.

Sí, eso a veces lo pienso, y a veces lo que hago me afecta también en mi vida real, tiene sus repercusiones.

¿No es un poco fuerte, vivir tan pegado a tu propia obra?

Sí, sí. Me han invadido cosas inconscientes que tenía ahí y que luego han pasado de verdad. Un poco loco, sí. Hay momentos que son un poco fuertes.


Juanjo Sáez, la persona y el personaje, confrontados en Yo.


Entonces igual cambias ahora un poco y dejas de hacer tanta autobiografía…

No sé, no sé… Uno se mete a veces en unos fregados… Sí, lo que decías del personaje y la persona real, también se mezcla. A veces te confundes, es un poco raro. Sobre todo porque la gente lee tu trabajo y cree que te conoce. Igual estoy firmando libros y se acerca alguien y te dice, “hombre, mándale un beso a tu madre”. Y es una intimidad que no es real, tampoco.

Pero bueno, eso es que has transmitido bien, puedes estar satisfecho.

Pero hay momentos bizarros.

Sí, esa era otra pregunta, qué era lo más bonito que te ha dicho un fan, pero también me puedes contar lo más bizarro si quieres.

Bizarro esto, por ejemplo, mandar saludos a mi madre, o preguntarme por cosas de ella directamente. Pero cosas malas ninguna, afortunadamente. Bonitas… ostras, muchas. Cuando tengo contacto directo en las firmas, cada persona, cada persona que se acerca… señoras mayores por ejemplo, eso es muy entrañable. Una señora mayor a la que su hija le regaló El arte y bueno… ella se dedicaba a pintar retratos de perritos y tal y bueno, eso la había cambiado, “ahora ya lo veo todo distinto, ya me he lanzado”. Es como muy increíble. Eso me pasa mucho. No lo digo por falta de modestia, pero siempre que tengo una firma y puedo estar cerca de la gente, hay algún momento… La señora esta, o el señor, o la gente que viene en familia…

Sí, posiblemente también porque no es gente muy del mundo del cómic, sino gente con otros intereses, y responde de otra manera frente al autor, a lo mejor.

Sí, en ese aspecto estoy muy contento, aunque tiene sus momentos así como chocantes.

Este cómic no lo he leído, pero ¿qué tal tu colaboración con Los Planetas?

Bien, bien… Muy de encargo, con el grupo no hubo relación por rollos míos de timidez y ellos de pasotismo. Y además estaban preparando el nuevo disco, estaban todo el día encerrados en el estudio. También por falta de interés, porque la recopilación esta no les interesaba nada sacarla.

Era un tema de compañías, de contratos…

Sí, fue una cosa de la compañía. Como ellos no querían sacar un recopilatorio, la compañía les propuso hacer algo especial…

¿Sabes si fueron Los Planetas los que pidieron que hicieras tú el cómic?

Creo que vino de Sony. Pero ellos estaban encantados. Jota estaba contento y le vio un poco el sentido a sacar la recopilación, y así accedieron a hacerla. Y por mi parte, súper contento y muy a gusto. Lo disfruté. Después, bueno, tampoco hubo mucha respuesta, porque en seguida ya sacaron el disco nuevo, entraron en promoción… entraron en un impasse de componer el disco y no le dedicaron apenas tiempo ni interés, ni se hizo una gira. Es que ese iba para Latinoamérica en realidad, para lanzar el grupo allí.


Sáez y Los Planetas.


Ahora que dices lo de Latinoamérica, te están publicando allí, en Argentina al menos.

Sí, El arte.

¿Y qué tal?

Bueno, van llegando mails, se va vendiendo… Poquito, porque allí, claro, el cómic es muy caro y la gente tiene muy poca pasta, se vende uno y lo leen treinta, así que es difícil de medir. Pero me llegan muchos correos electrónicos de allí, de gente que les gusta. Más que de ningún otro sitio, porque me han traducido al italiano, al francés… y ahora me van a traducir al holandés. Y de allí me llega a lo mejor un mail un día, o me comenta el editor que “bueno, no va mal”, pero la respuesta es bastante tibia. Pero en Argentina sí, te puedo decir que hay seguidores.

Bueno, siempre ha habido bastante afición al cómic en Argentina, ¿no?

Sí, la gente es muy entusiasta allí. Aquí como medimos todo por el número de ventas… Allí no, se vende poco.

También me gustaría preguntarte por tres tebeos que te hayan gustado mucho, que te gustaría recomendar.

Bueno, los de siempre… Maus, Jimmy Corrigan y Persépolis, por ejemplo.

Por ejemplo, sí.

Es que está muy trillado… [risas]

Son buenas elecciones, que estén muy trilladas quiere decir que algo hay, ¿no? Oye, ¿y algún tebeo raro, del que no se haya oído mucho hablar y que te gustaría recomendar?

Mira, hay uno del que no se ha oído hablar mucho, El corazón del imperio, de Bryan Talbot, no sé si te lo leíste.

Lo leí hace mucho, no lo recuerdo bien. Sé que era bastante enrevesado.

Sí, tiene un rollo “alanmooriano”. Hay un personaje que es Lady Di, es como un mundo paralelo… Me lo pasó Pepo y, joder, es muy guay. Y no ha trascendido mucho.

Para ir terminando… en tu obra a menudo se habla de Barcelona, que es tu terreno, pero también en ocasiones aparece Madrid, creando una tensión muy interesante y muy divertida entre estas dos grandes urbes. ¿Cómo vives tú, cómo te afecta esta relación de amor/odio entre las dos ciudades?

Pues no me afecta demasiado, bueno un poco solo, Madrid a veces es un poco hostil con los catalanes, sobre todo los medios de comunicación y algún taxista que otro. Hay como una leyenda en torno a Cataluña que es muy poco real, tipo que nadie habla castellano y tal. Por lo demás disfruto mucho cuando vengo a Madrid, es una ciudad mas animada y abierta que Barcelona. Pero por otro lado prefiero Barcelona para vivir es mas tranquila y se me hace mas cómoda por las distancias, salida al mar, el clima, etc… y bueno que es mi ciudad.

Y por último. ¿Quieres saludar?

Pues me gustaría saludad a Pepo, que es mi entrenador y el tío que me hace reflexionar más sobre mi trabajo y tal. Y a los lectores que tengo. Y por ultimo darte las gracias a ti por la entrevista, el ratito agradable y por el regalo del librito de Sempé. Y disculpas por el poco tiempo que hemos tenido.