TNY: Jacques Loustal

Continúa el repaso de autores de cómic que han ocupado la portada del semanario The New Yorker, y como en la entrega anterior, nos detenemos en Francia. En esta ocasión nuestro protagonista es Jacques Loustal, o Jacques de Loustal, como parece que también se le conoce desde que se ha hecho un hueco en el mundo de la pintura. De hecho, hay que reconocer que la aproximación de Loustal al cómic siempre ha sido poco ortodoxa y más cercana a la ilustración. Loustal ha realizado un buen número de obras con Philippe Paringaux como guionista, casi siempre de género negro, en las que prescindía de los bocadillos y contraponía sus imágenes a las del escritor. No es que este haya sido siempre su modus operandi, pero sí que forma parte del estilo característico del francés. Loustal tiene también una extensa carrera con ilustrador y, como hemos comentado, también ha hecho sus pinitos en el terreno de la pintura (hace poco pudimos contemplar una exposición de sus cuadros en Madrid). Además de abordar el género negro, existe otro tema que recorre toda la obra de Loustal, y es el tema del viaje, de las localizaciones exóticas, de las calladas historias que se esconden tras sus cálidas imágenes de apacibilidad. ¿Hemos dicho cálidas? Efectivamente, Loustal cuenta entre sus pintores favoritos a Matisse y a Gaugin, y esto se refleja en su obra pictórica y en sus cuadernos de viajes.

Si en nuestra anterior entrega veíamos cómo la línea clara y precisa de Floc’h y sus colores fríos habían ilustrado preferentemente portadas veraniegas, comprobaremos ahora que en el caso de Loustal sucede lo contrario. Todas sus portadas han aparecido en primavera, y casi todas ellas tienen el viaje como motivo central.





[ACTUALIZACIÓN] Y una portada que se nos había escapado.