Aula a la deriva (Kazuo Umezz)

Reseña publicada originalmente en la revista Dolmen, ligeramente ampliada para su publicación en Entrecomics.


Aula a la deriva (Kazuo Umezz). Ponent Mon, 2009-2010. 6 tomos. Rústica con sobrecubierta. 384 págs c/u aprox. nº1-4: 11,90 € c/u ; nº 5-6 : 16 € c/u

Aula a la deriva no ha tenido en nuestro país el éxito que merecía, como demuestra el inevitable incremento de precio en los dos últimos números para poder finalizar su publicación. Hecho que, por otra parte, certifica su condición de cómic de culto. Y es que este clásico del cómic japonés publicado entre 1972 y 1974 pasa por ser una de las mejores obras de su autor, Kazuo Umezz (o Umezu), que a su vez es considerado uno de los padrinos del manga de terror. En esta obra, todo un colegio, con los más de 800 niños y profesores que contiene, es arrancado de nuestro mundo para aparecer en algún lugar inhóspito y desconocido. Pronto, los niños se quedarán solos -los adultos sufren, ejem, distintos percances- y se enfrentarán al hambre, la enfermedad, los desastres y un buen número de monstruos. Pero sin duda, el mayor de los peligros es, como ya apuntara William Holding en El señor de las moscas, el enemigo interior. O por buscar referentes culturalmente más próximos donde también el desastre se convierte en un desafío al código moral de los protagonistas y en una peligrosa liberación de las normas sociales, el Breakdown de Takao Saito o el comienzo de Dragon Head, de Minetaro Mozichuki. Cuando los niños tratan de establecer un orden y unas normas al modo de los adultos, surgen desconfianzas, egoísmos, miedos y luchas por el poder. Por supuesto, ese orden, esas normas y la propia capacidad de sacrificio de los niños la pondrán a prueba innumerables desgracias y miserias que habrán de soportar. A pesar de la integridad del protagonista y algunos seguidores, muchos de estos supuestamente inocentes niños acabarán resultando tan monstruosos como las amenazan contras las que se enfrentan.



Es cierto que Umezz se presenta en ocasiones narrativamente torpe y lento, que sus figuras son demasiado rígidas, sus poses y expresiones forzadas y repetitivas -pero qué expresiones de locura auténtica, qué angustia- , que los niños saben más de lo que debieran y que la trama tiene más de uno y de dos agujeros, como la inexplicable relación entre el protagonista y su madre. La verdad, todos estos peros quedan enterrados bajo la intensidad del horror que Umezz transmite. Como en una de esas scream movies, cuando parece que lo peor ya ha pasado, que no hay más truculencia posible, las cosas empeoran. Llega un momento que uno queda totalmente sobrecogido ante el horror que estos niños han de soportar y, sobre todo, admirado de su entereza. Después, uno se acuerda de que Aula a la deriva se serializó en una revista infantil, que está dirigido a un público infantil. Y se pregunta si alguno de aquellos niños habrá sido capaz de olvidar esta historia. Porque Aula a la deriva es horror puro y cala hasta los huesos.