Alicia en Sunderland (Bryan Talbot)

Reseña publicada originalmente en la revista Dolmen, ligeramente ampliada para su publicación en Entrecomics.


Alicia en Sunderland (Bryan Talbot). Randon House Mondadori, 2010. Cartoné. 336 págs. Color. 24,90 €

Sobre este cómic se podría escribir mucho, pero posiblemente sería caer exactamente en el mismo error que en el que cae su autor, ese error que convierte Alicia en Sunderland en un trabajo ambicioso y de envergadura pero excesivo y disperso. Así que vamos al grano.

Si la producción de Bryan Talbot, exceptuando Historia de una rata mala, se suele calificar de compleja y confusa, Alicia en Sunderland se lleva la palma. En este libro, el creador de Luther Arkwright asume la tarea de construir un faraónico documental en formato de cómic sobre las relaciones existentes entre Lewis Carroll, su libro Alicia en el país de las maravillas y la británica ciudad de Sunderland. Y digo faraónico porque Talbot pretende conectar hechos y personajes separados por siglos, kilómetros e incluso planos de realidad, recordando en cierto modo a aquella aproximación a la teoría del caos que fue la truncada Big numbers de Alan Moore y Bill Sienkiewicz, pero adoptando un tono mucho más forzado. El resultado es por momentos tan fascinante y convincente como plomizo y desorbitado. La prolija y saturante labor de investigación desarrollada en el libro se pone en escena mediante una amalgama de recursos estilísticos, no siempre bien aprovechados, entre los que predominan el collage y el retoque fotográfico, saturando –de nuevo- la capacidad decodificadora de un lector que no acaba de entender exactamente hacia dónde le dirigen.



Más interesante -al menos para mí- que la incesante retahíla de nodos de conexión entre Alicia y el mundo, resulta el comentario de Talbot sobre los mecanismos de la ficción y su condición de cíclica. La propia simultaneidad temporal que Talbot postula a lo largo de su “documental” tiene mucho que ver con el cómic como medio si tenemos en cuenta que todas las viñetas de una página nos golpean al mismo tiempo y que en nuestras manos está el leer páginas sin seguir su orden natural. Además, Talbot realiza un comentario sobre la retroalimentación entre la realidad y la ficción, y en este sentido resulta interesante su elección de un libro de ficción –Alicia en el País de la Maravillas– basado en un personaje real –Alicia Lidell– como nexo de unión entre ambos planos. Sutilmente elabora ideas sobre la percepción del receptor de la narración como artificio y su papel como intérprete de la misma, o la posibilidad de que la realidad no sea más que metanarración –o viceversa-, convirtiendo estos elementos en la auténtica perla oculta -demasiado oculta- bajo capas y capas de… Alicia.