Entrevista con Rutu Modan

Rutu Modan (Israel, 1966) se gradúa cum laude en la Academia Bezazel de Arte y Diseño de Jerusalén, y poco después comienza a editar la versión israelí de la revista MAD junto a Yirmi Pinkus, con quien funda en 1995 el colectivo Actus Tragicus, actualmente integrado por ambos artistas, Itzik Rennert, Mira Friedmann y Batia Kolton. Hasta 1997, Modan trabaja como autora de cómic para los periódicos Maariv y Yedioth Aharonot, fecha en que recibe el premio a la Artista Joven del Año concedido por el Ministerio de Cultura de Israel. En su faceta de ilustradora obtiene en cuatro ocasiones el premio al Mejor Libro Ilustrado para Niños (1998, 2000, 2002, 2004), en 1999 Actus Tragicus es nominado a los Premios Eisner en la categoría de Mejor Antología, y en 2001 Modan es nominada a los Premios Ignatz en las categorías de Mejor Historia y Nuevo Talento Más Prometedor y gana el Premio Andersen de Ilustración en la Reunión Internacional sobre Libros para Jóvenes celebrada en Basel, Suiza. Entre la bibliografía temprana de Modan encontramos historias como The Somnambulist (Actus Tragicus, 1995) y King of the Lilies (Actus Tragicus, 1998). Posteriormente publica sus historias de extensión intermedia (“novellas”) en antologías del grupo Actus Tragicus en el sello Top Shelf, como The Romanian Circus (en Jetlag, 1999, con Etgar Keret), Bygone (en Flipper vol. 2, 2000) The Panty Killer (en The Actus Box: Five Graphic Novellas, 2001), The Homecoming (en Happy End, 2002) y Energy Blockage (en Dead Herring Comics, 2004). Esta úlitma «novella» se publicó también en Francia en forma de álbum unitario con el título de Energies bloquées (Actes Sud BD, 2005). Su obra más reciente y de mayor extensión es Metralla (Sins entido, 2006), publicada también en Italia por Coconino Press. Actualmente, a su labor como ilustradora y artista de cómic, hay que sumar su trabajo como profesora en la Academia Bezazel de Arte y Diseño de Jerusalén y en la Academia de Diseño Shenkar de Tel Aviv.

Con motivo de la próxima edición de Metralla en Norteamérica, Michael Lorah realizó una entrevista a Rutu Modan que se publicó en Newsarama y que amablemente nos ha permitido traducir.

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Rutu Modan (en el centro) junto a sus compañeros de Actus Tragicus


Creo que la mayoría de los americanos conocen un poco el panorama político israelí, pero probablemente saben menos de la cultura cotidiana. ¿Qué tipo de industria y comunidad del comic-book tenéis en Israel? ¿Qué otros tipos de cómics se publican en Israel?

En realidad no hay ninguna industria del cómic en Israel: no hay editores ni distribuidores de cómic, no hay páginas dominicales, ni siquiera hay cómics traducidos de Superman y Batman. Hubo unas pocas editoriales en el pasado que trataron de traducir Tintin, Tex, etc., pero siempre terminó siendo un fracaso comercial, así que dejaron de intentarlo hace años. Los aficionados al cómic están acostumbrados a comprar en el extranjero los cómics que les gustan.

Y sobre material original de Israel, hasta hace 15 años (más o menos cuando empecé a trabajar) sólo había tres artistas de cómic en activo. Uno de ellos podría describirse como un artista mainstream que hacía cosas para niños, y los otros dos estaban más influidos por los cómics americanos de los ‘70 (Crumb, etc.). Hacer cómics y consumir cómics esta considerado como una obsesión personal, extraña.

Esta era la situación cuando fundamos Actus hace 11 años. Desde entonces las cosas han cambiado ligeramente: hay algunas pocas tiendas de cómics (hasta ahora sólo en Tel-Aviv) y pequeños actos relacionados con el cómic, y la escena siempre está en crecimiento. Hoy en día hay más gente haciendo cómics, pero principalmente son fanzines o cómics fotocopiados autoeditados. Esto es muy típico de la cultura israelí, que la escena underground sea mayor que la escena mainstream. Simplemente no hay suficiente gente para desarrollar industrias mainstream ricas. Sucede lo mismo con las industrias de la música y el cine.

¿Puedes hacer a nuestros lectores un pequeño resumen de la historia y el tono de Metralla?

Metralla describe tres viajes paralelos. El primero es algo así como detectivesco: la búsqueda de la identidad de un cuerpo destruido. El segundo es la historia de la relación entre Kobi (el protagonista) y su padre perdido, que sucede principalmente dentro de la cabeza de Kobi, dado que no ha visto a su padre en un par de años. El tercero es un viaje por el Israel de hoy, un lugar donde la agresiva realidad política se mezcla a diario con la vida personal, encontrando todo tipo de personajes a los que ésta realidad afecta.


Portada de Metralla


Todo tu trabajo previo publicado en Estados Unidos tenía pequeño formato, por debajo de las 40 páginas. Metralla tiene unas 170 páginas. ¿Qué te impulsó a abordar un tema tan emocionalmente complejo en un formato tan ambicioso?

Dado que las editoriales israelíes se negaban a publicar comic-books, estuve autopublicando mis historias durante muchos años. Así que fue principalmente por razones económicas por lo que sólo publiqué historias cortas en antologías con mis compañeros de Actus. Cuando Chris Oliveros me propuso hacer un libro para Drawn & Quarterly, al principio estuve tan aterrorizada por ese nuevo reto que le escribí diciendo que dudaba si podría hacerlo, pero por supuesto, al final no me pude resistir. Después de todo, crear una “auténtica” novela gráfica era el sueño de mi vida.

Escribir y dibujar 170 páginas es una experiencia completamente distinta a crear una historia corta de cómic. Las historias cortas se basan más en una idea y un final impactante. Una novela [gráfica] se basa más en el proceso por el que están pasando tus personajes. Te encuentras a ti mismo involucrado en una relación profunda con la gente que has inventado. A veces esto es muy raro. Y entregarte a un proyecto durante tanto tiempo tampoco es fácil. No estaba acostumbrada a ello como artista de cómic o como ilustradora.

Tu trabajo [previo] se ha publicado primero en Israel y luego se ha traducido al inglés. Metralla se va a publicar primero en inglés, y me pregunto por qué traes este libro directamente a la audiencia americana.

Puede que suene raro, pero la mayoría de mis comic-book se han publicado primero en inglés. Debido a lo pequeño que es el mercado del cómic israelí (si es que existe), Actus siempre ha publicado en inglés para poder llegar a una audiencia más amplia. De todas formas, los aficionados a los cómics israelíes están acostumbrados a leer en inglés. Después de un tiempo, cuando empezamos a distribuir nuestros libros y atraer algo de atención, nos dimos cuenta de que también era divertido ser parte de la escena internacional. Algunos de nuestros libros con más éxito los tradujimos después al hebreo.

Metralla fue un libro de encargo por Drawn & Quarterly… Si Chris Oliveros no me lo hubiera pedido, creo que me habría llevado unos pocos años más el escribirlo. Una de las razones, como ya he mencionado, es que no podía publicarlo yo misma o conseguir un editor israelí que invirtiera en él. Pero hay otra razón: escribir y dibujar una novela gráfica conlleva demasiado tiempo y esfuerzo en el que estas solo en tu estudio durante días y meses, y ni siquiera sabes si alguien va a estar interesado en lo que estás haciendo. La mayor parte del tiempo piensas que no. Es más fácil hacerlo si tienes a alguien que cree en ti lo suficiente como para publicarlo cuando termines.

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Páginas interiores de The Romanian Circus (en Jetlag, Top Shelf, 1999)


Tu sentido del color parece ser un elemento muy importante en tu trabajo. ¿Trabajas siempre en color? Y, ¿qué crees que has conseguido añadir a tu trabajo a través de tus colores?

Como empecé como columnista de cómic en un periódico, durante los primeros años de mi carrera trabajé casi exclusivamente en blanco y negro. Cuando empecé a trabajar en color peleé duro con el concepto del color, porque no quería que el color fuera simplemente un relleno entre las líneas negras. El color puede conferir una atmósfera de lugar y espacio, representar el tiempo y el clima, y el estado emocional de la historia y los personajes.

En Metralla uso el color también para establecer cada nueva escena. Cambiando la paleta al final de cada escena, trataba de crear la sensación de “corte” en una película. Nuevo lugar, nuevo tiempo = nuevo sistema de color.

Lo que me di cuenta que el color no puede hacer es convertir una mala composición en una mejor. Cuando la composición del encuadre no es buena, ninguna combinación de color brillante, bonita, puede solucionarlo.

Metralla trata el aspecto de la vida israelí que todo el mundo parece conocer. ¿Fue intencionada la elección del tema de los atentados suicidas y la pérdida familiar? ¿O simplemente fue inevitable?

Hace unos pocos años, los atentados suicidas en Israel sucedían tan a diario que pensé que me podría suceder a mí en cualquier momento que saliese de casa. Recuerdo estar asustada de sentarme en un restaurante, y deje de montar en autobús. Al mismo tiempo, estar cerca de la muerte hacía la vida parecer de alguna manera más nítida. Había una energía febril en el ambiente. Por eso es por lo que a mucha gente le gusta ir a los funerales, te hace sentir más vivo.

En realidad, todos estamos (no sólo los israelíes) al borde la muerte durante toda nuestra vida. Vamos a morir y no sabemos cuándo o cómo, así que fingimos que la muerte es algo que nunca nos va a pasar a nosotros.

Cada muerte es violenta y repentina. La muerte es como una bomba, incluso cuando alguien se está muriendo lentamente: un instante todavía está ahí, y al segundo siguiente desaparece para siempre. Lo encentro extraño y trágico. Mis padres murieron por “causas naturales”, pero para mí no hubo nada natural en sus muertes. Por otra parte, la muerte por razones políticas es una experiencia personal como cualquier muerte natural. La pérdida es la misma.

Luego, escoger el tema de los atentados suicidas fue una necesidad personal de tratar sobre la muerte que nos rodea a todos.

La inspiración para la historia de Metralla vino de un maravilloso documental que vi titulado Nº 17, del director David Ofek. Es sobre un atentado terrorista en un autobús, y uno de los cuerpos está tan destrozado que no puede ser identificado. Bueno, en realidad eso sucede muy a menudo en los atentados con bomba, lo que es menos habitual es que nadie venga a reclamar el cuerpo. Parece que es el cuerpo de alguien a quien nadie echa de menos. El director trata de dar con su identidad, así que publica un anuncio en el periódico, preguntando si alguien conoce a alguien que haya desaparecido súbitamente. Recuerdo que se presenta un hombre que lleva mucho tiempo sin saber dónde está su hijo (al final resulta que no era él). Eso me hizo pensar, puede haber ciertos casos en los que preferiríamos pensar que alguien está muerto antes que creer que simplemente no quiere tener ningún contacto con nosotros.

Una vez, hace años, estaba esperando una llamada de teléfono de un tipo con el que me había citado. Después de cuatro díasde aflicción, llegué a la conclusión de que debía de estar muerto, o si no me habría llamado. (Le llamé. No lo estaba) Exactamente como Numi, en Metralla.

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Páginas de Metralla (Sins entido, 2006)


Has realizado muchos proyectos con el colectivo Actus Tragicus. ¿Cúales son los beneficios de colaborar con esos compañeros?

Fundamos Actus porque nos dimos cuenta de que sería más fácil imprimir y distribuir como grupo que como artistas aislados. Más fácil tanto financieramente como en términos de tiempo y esfuerzo que empleas en trabajo externo que no es dedicarte al arte. También era más fácil obtener la atención pública como grupo, y es más sencillo promocionar un grupo que promocionarte a ti mismo (que siempre te hace sentirte estúpido).

A medida que pasaba el tiempo, el mayor beneficio de trabajar en grupo fue el ayudarnos unos a otros con nuestros proyectos individuales durante el duro proceso de creación. Hacer cómics es un trabajo solitario, y cuando se termina, lo último que quieres escuchar es una mala crítica. Pero cuando todavía estás en mitad de la creación y todavía puedes arreglar las cosas, es muy útil (aunque no siempre agradable de escuchar) tener compañeros cuyo trabajo valoras y en cuyo juicio crees, para decirte hacia dónde ir cuando estás perdido. Consulto a mis amigos de Actus en cada fase de mis cómics, desde las ideas hasta el guión, dibujo y color. Sé que siempre voy a tener una respuesta honesta pero respetuosa. tengo suerte de tenerles como amigos y compañeros.

¿Qué crees que aporta cada uno de vosotros al colectivo Actus?

Todos compartimos un gusto común en cómics e ilustración, así que en general estamos de acuerdo con los demás en temas artísticos. Cuando entramos juntos en una tienda de cómics (normalmente cuando estamos en el extranjero), solemos comprar cinco copias del mismo libro. Sobre esta base de acuerdo, las diferencias y desacuerdos hacen Actus más interesante e inspirador.

Yirmi Pinkus, por ejemplo, y yo misma, estamos más metidas en la narrativa, nos suelen gustar las historias con una narrativa muy marcada, y estamos más interesadas en la postura “clásica” de los cómics como historia hecha mediante viñetas y bocadillos. Batia Kolton odia los bocadillos, porque destrozan sus composiciones, así que encuentra otras maneras de combinar texto e imágenes. Ella y Yirmi solían tener auténticas peleas sobre este tema. Batia siempre fue más vanguardista, y siempre es muy creativa e innovadora. Ella influyó enormemente en mi dibujo y método de trabajo. Mira Friedmann ya era una artista de cómic establecida cuando el resto de nosotros salimos de la escuela de arte, y es el juez final para cualquier dibujo. También es de gran ayuda si tienes problemas dibujando manos y pies –ella es experta. Itzik [Rennert] se preocupa de que no nos tomemos demasiado en serio a nosotros mismos –un peligro para cualquier artista. Él tiene un gran sentido del humor, pero también se ocupa de las crisis mentales de los miembros de Actus.

¿Es raro tener sólo tu nombre asociado a este libro?

En realidad es genial. Este libro fue un esfuerzo enorme. Trabajé dos años como una esclava, desde la mañana hasta muy tarde por la noche, día tras día, dejándome el alma en ello (y disfrutando de cada minuto). Así que verlo terminado e impreso es un placer.

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Página de Energy Blockage (en Dead Herring Comics, 2004, Top Shelf)


¿Qué tipo de cómics lees?

En su mayoría me gustan los alternativos. Mis favoritos son Seth, Chris Ware, Daniel Clowes, Julie Doucet. Me gusta la pareja Crumb. Anders Nilsen es un genio, Charles Burns, Art Spiegelman –por supuesto. Me encanta Mark Beyer, también. Últimamente he descubierto a R Kikuo Johnson.

Adoro a los artistas de cómic americanos de principio-mediados del siglo XX. Winsor McCay, Gluyas Williams, McManus, Webster. Mis padres pasaron los años ’60 en América, y mi madre tenía una gran colección de libros de cómics de bolsillo. Ella era científica, no artista, pero le gustaban esos libros y se los trajo con ella cuando volvió a Israel. Creo que esta colección fue una de las razones por las que me convertí en autora de cómic. De niña, me sentaba durante días mirando esos libros una y otra vez hasta que se caían a pedazos. Quedan pocos supervivientes en mi biblioteca.

Mi mayor problema es que estoy desligada de cualquier mercado del cómic. Leo aquello de lo que escucho hablar a mis amigos o a mis estudiantes, o lo que veo en tiendas cuando voy al extranjero, pero de esta manera sólo estoy expuesta a los artistas establecidos. Otro problema es que sólo leo en inglés, así que no puedo leer cómics franceses, por ejemplo. Es muy triste –siento que me pierdo muchas cosas.

Últimamente he empezado a interesarme en manga alternativo, como Maruo o Taniguchi.

¿En qué otros proyectos estás trabajando, tanto con Actus como en solitario?

Ahora estamos planificando una nueva antología de Actus, que se imprimirá este verano, el tema es el amor.

Yo ya estoy escribiendo notas para mi próximo “gran libro”. Espero empezar a escribir el guión pronto. Pero el tema todavía es un secreto.

Por último, cualquier cosa que tenga que ver con Israel siempre va a ser un tema delicado para ciertas facciones de la audiencia. ¿Qué esperas que los lectores sean capaces de extraer de Metralla?

En Metralla intenté expresar cómo las vidas personales son influidas por una situación política agresiva. Ver la situación desde un punto de vista humanista, mirar más allá de las etiquetas que tendemos a poner a la gente como “padre”, “hijo”, “amante”, “viuda”, “terrorista”. Es increíble el modo en que nos vemos a nosotros mismos como criaturas complicadas pero al mismo tiempo preferimos ver a “los otros”, cualquier “otro”, como un estereotipo: malo o bueno, blanco o negro.

Luego, cuando llega la catástrofe, nos decimos a nosotros mismos: “tal vez podría hacer las cosas de otra manera, tal vez podría comprometerme más”. Es lo mismo para las relaciones personales y las relaciones entre naciones. ¿Por qué tenemos que esperar hasta después de la catástrofe para entenderlo?

En Metralla, Numi, que no es mucho más que una adolescente, le pregunta a Kobi si cree que podemos tratar a la gente próxima a nosotros como si cada vez que nos los encontramos fuese la última vez. Es una pregunta muy naif, y por supuesto la respuesta es no, pero me gustaría que lo intentásemos más.

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Más información

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el tio berni