Trazo de tiza (Miguelanxo Prado)

Trazo de tiza
Trazo de tiza (Miguelanxo Prado). Norma, 1992. Rústica. 92 págs. Color. 15,00 €


Lo primero que llama la atención de la edición de esta obra de Miguelanxo Prado es que es el número 1 de una colección, editada por Norma, que lleva el nombre del autor, lo que nos da una idea de la importancia y el reconocimiento que tienen Prado y su obra. Y dentro de semejante colección, el primer volumen no podría ser otro que Trazo de Tiza, quizá su obra más conocida y reconocida, que fue premio en Angoulême, Premio Alph-Art al Mejor Álbum Extranjero, y Mejor Obra en el Saló de Barcelona en el mismo año, 1994.

Es este Trazo de tiza una forma de llamar un islote en mitad del mar, en medio de ninguna parte, que no figura en las cartas de navegación. El mar como personaje envolvente, que todo lo atrapa y lo deja aislado, sin contacto alguno con nada ni nadie que no entre en sus disposiciones. Nos encontramos en Trazo de tiza ante una obra que parece sencilla en un primer acercamiento, pero que, desde luego, no lo es. El espacio y el tiempo, que parecen transcurrir lineales, de modo convencional y al uso, no son tales: giran y juegan con nosotros, aportándonos pequeños datos, detalles que pueden pasarnos desapercibidos y a los que tendremos que volver al poco, o incluso en varias ocasiones, en busca de ayuda, con ganas de calmar una curiosidad que se ha vuelto insistente o para asegurarnos de haber visto algo que no te habías dado cuenta de haber pasado por alto en un primer vistazo, y que ahora necesitas recolocar, aprehenderlo… ese primer vistazo rápido, en el que el ojo quiere abarcarlo todo, llegar al final casi sin haber podido digerir el principio.

Sellos
Colección de sellos de Correos dedicados a esta obra


Es una obra que transcurre suave, en calma, pero «contenida», de la que esperas una tormenta que llegue a arrasarlo todo, para que , lo que parecía establecido, cambie, trastoque ese mundo creado en un islote lejano y extraño, en el que, como dice Ana (dueña de uno de los barcos fondeados y una de las protagonistas femeninas de la historia), al final del capítulo 3 “El faro, el dique, Sara y su hijo…todos son, tomados por separado, perfectamente banales. Es el conjunto lo que resulta inquietante”. “La isla es un puzzle en el que las piezas encajan por su forma, pero no componen la imagen lógica esperada”. Estas dos frases son, a mi entender, el alma de la historia, en la que la cotidianidad del momento da paso a una poesía/devenir que arrastra el caos y que dejará al lector con unas sensaciones particulares y propias, por lo que este Trazo de tiza podrá tener tantas interpretaciones como lectores.

Esta obra claustrofóbica está acompañada de un dibujo fantástico, con numerosos espacios abiertos, que aunque pudiera parecer lo contrario, ayudan a crear esa atmósfera. Así, el mar, que justo por su inmensidad, potencia esas sensaciones de soledad y aislamiento, y la isla, que con tan sólo dos construcciones (el faro que no funciona y la fonda-bar-ultramarinos, regentada por una madre y su hijo que se han vuelto autosuficientes, a nivel personal y material) se nos muestra como un lugar aislado al que apenas llega gente y algunos, por simple casualidad. Además, estas sensaciones se refuerzan por el hecho de que los pocos protagonistas viven separados: cada cual en su pequeña parcela, bien sea la fonda o los pequeños camarotes de sus barcos, y los contactos que se producen son cortos, secos, distantes.

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El dibujo de los personajes es, como todo es esta obra, sereno… en apariencia: hay algo latente e inquietante bajo la superficie de esas facciones autocontroladas, de esos gestos contenidos a los que apenas si se les concede un poco de espontaneidad, como curtidos por las malas experiencias pasadas. Y el punto fuerte en este apartado es el color, una paleta de tonos fantásticamente usada por Prado, que parece conocer todos y cada uno de los colores del mar y del cielo: los tonos azulverdosos de los exteriores dejan paso a los ocres y anaranjados de los interiores casi sin darnos cuenta, dejando algunos rojos intensos, escasos, pero que nos van preparando el camino para la futurible tempestad.

Y un regalito extra: la obra está llena de referencias literarias y al final de sus página esconde un homenaje al maravilloso y universal Corto Maltés de Hugo Pratt, concediendo la posibilidad de un uso al faro olvidado.

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Excelente, tebeos como este hacen grande el cómic

Mar