Death Note (Ohba & Obata)

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Death Note: Aburrimiento (1 de 12). (Ohba & Obata) Glénat, 2006. 200 págs. B/N. 7,50 €


No sé si es bueno, malo o todo lo contrario el oír hablar tanto de un cómic, una película, de una ciudad para viajar o de un restaurante. La experiencia, cuando se transforma en propia, puede llegar a ser frustrante, sobre todo si el bombardeo ha sido intenso y de variadas fuentes, incluyendo ésas que se consideran fiables.

En este caso, todo llegaba de oídos, más o menos lejanos, leídos en diferentes blogs, pero no venían de primerísima mano. Aún así, el interés y la curiosidad eran grandes. Death Note arrancaba hace tiempo ya –Glénat acaba de publicar el volumen 5 de los 12 que constará la serie- y desde entonces me llamaba la atención… Así que, como era de esperar, está en mis manos. Y he de decir que devorado casi al instante, pero no adelantemos acontecimientos y vayamos por orden, como debe ser.

Para quien todavía no conozca de qué va el manga más votado en el ExpoManga, Death Note, parte de una historia increíble, de terror y violencia, de mitología mezclada con lo cotidiano, de tal manera que la situación planteada cobra visos de ser factible.
Un demonio de la mitología japonesa del tipo Shinigami, llamado Ryuk tiene, como todos los de su especie, un cuaderno de muerte (de ahí el título Death Note). Por puro aburrimiento –un motor muy poderoso en el comienzo de esta historia- pierde accidentalmente (¿?) esa libreta, que llega a manos de Light Yagami, un estudiante muy brillante, que también se encuentra aburrido de su monótona vida.

La libreta viene con una instrucciones de uso que parecen muy claras, que se podían resumir en lo siguiente: el cuaderno de muerte eliminará a la persona cuyo nombre se escriba en él, de paro cardiaco (a no ser que se especifique de otra manera) y siempre que se haya visto una imagen de esa persona, para no cometer un error. Quien sea su dueño tiene la potestad de ver al shinigami que fue su dueño y conversar con él.

A partir de ese momento, Light se convence de que tiene una misión: acabar con la criminalidad en la Tierra y su tenacidad comienza a llamar la atención de la policía y, sobre todo, de un misterioso agente, al que sólo se le conoce por su apodo “L”.

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Esta trama se acompaña de un dibujo muy característico (insufrible para los detractores y amado e, incluso, imitado hasta la saciedad por los más fan): estudiantes de uniforme y marcas, delgados y bien parecidos, de expresivos ojos grandes, pelo lacio y perfecto en sus mechones –sobre todo en los personajes protagonistas- y con multitud de pequeños detalles que nos hablan de la vida día a día en la sociedad japonesa más urbana, debido, en su mayor parte a los fondos casi-fotográficos. El contrapunto a este dibujo sereno, lo da Ryuk, el shinigami, que es todo exceso, todo en él es demasiado: la altura, la delgadez, la estética gótico-punk, los complementos, y sobre todo, la boca –muy en el estilo del Joker, pero más, mucho más desmesurada y espeluznante- y los ojos, saltones de las órbitas hasta el imposible y que parece que terminarán jugando un papel muy importante en el desarrollo de la historia. Este shinigami es de esos personajes que no te dejan indiferente y con el que puede suceder una de estas dos cosas (¡e incluso las dos al tiempo!), pues con ellos no hay término medio, al ser tan fácilmente reconocibles: o bien se convierten en el Jarjar del relato y cada vez que sale estás deseando que desaparezca; o bien es el centro de todo el merchandising y de los futuros cosplay que seguro genera un manga de este estilo, como las adaptaciones con las que ya cuenta: dos películas live-action y una serie anime.

Con todos estos ingredientes, Ediciones Glénat nos presenta, en el mismo formato y con parecida calidad que Ranma ½, otro de sus mangas más populares, este primer tomo de Death Note: Aburrimiento, en el que nos encontramos ante otra historia de esas que enganchan desde el primer momento: nada que ver en su planteamiento, en su historia con 20th Century Boys o Monster, pero con esa misma técnica de giro de tuerca, de ir más allá, de proporcionar claves que parecen inmutables para, acto seguido, conseguir que sólo sean una pieza más en un engranaje cada vez más complicado. Una lectura ideal para pasar un buen rato y, si se quiere bucear un poco más, llegar a un debate acerca de si alguien (entendiendo como alguien a una persona, comunidad o estado) podría tener la autoridad moral de arrebatarle la vida a otro ser humano: ¿Justifica el fin los medios?

Afilen sus guadañas o, en este caso, la punta de sus lapiceros para entrar al común y extraño mundo de Death Note.

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Bueno, este es el nivel medio que habría que pedir a cualquier tebeo

Mar