Génesis (Robert Crumb)


Génesis (Robert Crumb). La Cúpula, 2009. Cartoné. 216 págs. B/N. 29,90 €


Si hay un autor si cuya personalidad, su esencia, se imbrica absolutamente en su obra, ese es Robert Crumb. No se trata tanto de que vuelque sus opiniones o su autobiografía en la página, que también, sino que Crumb vive a través de su dibujo, Crumb es las historietas de Crumb, y el dibujo no es medio de ganarse la vida, ni siquiera una grandísima afición, el dibujo es para Crumb alimento. Por eso es divertido leer algunas opiniones como que con Génesis Crumb se ha vendido, o que es un trabajo “alimenticio”: lo es, pero no en el sentido crematístico, sino en el espiritual. Afirma el autor que este cómic, la obra completa más larga de su carrera precisamente cuando ya no tenía nada que demostrar, nace de la fascinación por el libro bíblico. Lo que comenzó como una historia corta sobre Adán y Eva ha terminado siendo una de las obras más remarcables de su carrera, una especie de colofón que aunque a primera vista no lo parezca retoma uno de los temas principales de su trabajo: la sátira de la sociedad moderna. Sí, es verdad que Crumb ha afirmado que no hay intención paródica en este Génesis, pero ¿de dónde nace la fascinación de Crumb por el libro bíblico? ¿Por qué decide ilustrarlo, dedicándole prácticamente un lustro de su vida? ¿Por qué toma el texto original sin introducir variaciones? ¿Por qué aporta “tan poco” de su visión del libro con su dibujo (las comillas denotan ironía, claro)? Yo sólo encuentro una respuesta, y es que Crumb ha escrito su sátira definitiva sobre toda la sociedad occidental basada en la cultura judeocristiana, precisamente de la forma más sutil y natural: colocando de nuevo sobre la mesa, tal cual, el libro que describe los fundamentos sociales, políticos y religiosos de nuestra cultura. Después de leer Génesis de Crumb, es difícil no encontrar los paralelismos entre algunos de los elegidos por Dios (Abraham, Isaac) y un presidente norteamericano que invadía Afganistán e Irak por mandato divino. Es difícil no relacionar el afán expansionista del Dios del Génesis que promete tierras a sus adoradores con el afán expansionista de Estados Unidos. Y así podemos seguir, sólo son ejemplos de cómo esas historias de la antigüedad están mñas cerca de nosotros de lo que a veces pensamos. A tenor de sus declaraciones, no se puede asegurar que todo esto estuviera en la mente de Crumb al dibujar su nuevo libro, y tal vez de hecho no fuera así, pero como decía al principio, en este caso es imposible separar autor y obra y el simple hecho de que haya sido Crumb quien firma este libro me obliga a descifrarlo usando su propia clave.



Así, la supuesta neutralidad de Crumb al ilustrar Génesis es torpedeada por todos los antecedentes del autor y, por supuesto, por su dibujo caricaturesco. A pesar de que se trata de un dibujo más naturalista que en la mayoría de sus historietas satíricas, a pesar de su intención de recrear ambientes, personajes, herramientas, ropajes, construcciones realistas, a pesar de que con su virtuoso rayado o trama manual dota de un carácter tridimensional a sus figuras, el dibujo de Crumb sigue siendo eminentemente paródico y muy alejado del academicismo y no puede evitar que sus personajes sean narizones y carnosos, sus mujeres voluptuosas y dominantes, o que la sorpresa se exprese mediante esas gotitas alrededor de la cara de los personajes. Además, el trabajo de caracterización gestual es impresionante, añadiendo matices de cosecha propia al Génesis, incluso momentos humorísticos, como en aquella escena en la que se nos muestra los rostros compungidos de los siervos de Hamor cuando este les comunica que deberán ser circuncidados. De la infinita gama de posibles dibujos para ilustrar cada pasaje, Crumb elige uno y lo clava, tomando una serie de decisiones que definen por completo el tono del libro y atendiendo muy a menudo al imaginario colectivo, como en la figura del Dios de luengas barbas blancas (Charlton Heston en Los diez mandamientos), como en las escenas del Arca de Noé. Una estrategia óptima para convencernos de que realmente estamos leyendo EL Génesis. Crumb no toma atajos y en muchas ocasiones elige la opción que va en contra de lo más obvio y de su propio lucimiento como dibujante, como en las “estampitas” utilizadas en las enumeraciones de personajes. Esta modestia como autor es muy obvia en pasajes “míticos” como la construcción de la Torre de Babel o el diluvio universal. ¿Por qué no dibujar una Torre de Babel descomunal, impresionante? Porque el Génesis de Crumb es una historia de HUMANOS, protagonizada absolutamente por el hombre y la mujer y donde lo que importa no son los fuegos artificiales que explotan a su alrededor, ni siquiera las apariciones divinas, muchas veces minimizadas, sino las decisiones y pasiones humanas que son el motor de la Historia. Y según el Génesis (y Crumb, si miramos hacia su obra previa), estas decisiones y pasiones son la envidia, el ansia de poder (sancionada por Dios), la codicia, el incesto, el asesinato, la violación, la usura, el engaño o la utilización de la mujer. Por supuesto, no todo se reduce a esto, y Crumb también ilustra los momentos bíblicos relacionados con la compasión, con el amor, la confianza, momentos que finalmente quedan sepultados en la avalancha de odios y ambiciones que se desencadenan en Génesis. Crumb alcanza cumbres de intenso dramatismo, como en la escena del sacrificio del hijo de Abraham, en la unión de Isaac y Rebeca, o en la bendición de los hijos de Isaac, y también reivindica la importancia de la mujer en la antigüedad, aplastada posteriormente por un sistema patriarcal.

Me da la sensación de que la mayor parte de las ideas de esta reseña y algunas más ya las apuntó con mayor claridad Santiago García, que también supo apoyarse en Borges para afirmar que, a pesar de su supuesta literalidad en la adaptación, Crumb ha firmado una de sus obras más personales. Y bajo mi punto de vista, su alegato antisistema más potente.