Parecidos razonables: Suehiro Maruo Vs el mundo

En La extraña historia de la Isla Panorama (Glénat, 2009), de Suehiro Maruo, podemos encontrar numerosos homenajes al cine, la escultura, la literatura y la pintura… y cuando decimos numerosos, queremos decir muchos. Más, nos tememos, de los que podemos identificar sin vuestra ayuda. Vamos con algunos, y si habéis visto otros, podéis indicarlos en los comentarios.

Un homenaje muy claro (se explicita en el propio cómic) es el que el mangaka hace al último de los cinco cuadros de Arnold Böcklin realizados entre 1880 y 1886 sobre un mismo tema: La isla de los muertos (Die Toteninsel). Por cierto, aquí también han encontrado unos cuantos homenajes a esta serie de pinturas, algunos de ellos también pertenecientes al cómic.




Otro de los pintores homenajeados por Maruo es Gustave Courbet (el de El origen del mundo), que en concreto utiliza para una de sus viñetas el cuadro El sueño, pintado en 1866.




Seguimos en el mundo de la pintura, porque Maruo hace su particular homenaje a Ofelia, o al menos a una de las muchas que han sido pintadas. Aunque en la versión de Maruo podemos encontrar similitudes con más de una de estas pinturas, nos quedamos con la que realizó Harold Copping, que es una especie de mezcla entre la ahogada de Millais y los nenúfares de Waterhouse.




Y hablando de John William Waterhouse, tampoco falta el homenaje de Maruo a La sirena (1900).



El Bosco campa sus anchas por las viñetas de La extraña historia de la Isla Panorama, casi siempre camuflado en los fondos, en pequeño tamaño. A cambio, los homenajes a El jardín de las delicias son constantes. Allá van las pruebas del delito.













Y ya que hablamos de pintura medieval, podemos también rastrear la referencia a Lucas Cranach el Viejo. Cualquiera de sus dos versiones de La edad dorada podría ser el germen de un dibujo de Maruo para este libro. También puede que no fuese ninguno de los dos, ya que los danzantes desnudos no son de un motivo infrecuente en la pintura. Por supuesto, el tema de los cuadros de Cranach es muy afin al argumento de Maruo.





De hecho se puede establecer incluso algún paralelismo entre Cranach, El Bosco y Maruo. Maruo emplea constantemente el agua como elemento erótico (mar, lagos, piscinas). Cranach y El Bosco también lo hacen. Basta con mirar las imágenes superiores para ver el uso que hace Cranach del motivo acuático, o ver las dos siguientes muestras frente a la piscina de Maruo, Diana y Acteón y La fuente de la juventud.






¿Y El Bosco? Pues sí, recordáis bien, El jardín de las delicias contiene lagos y piscinas naturales, y de hecho una piscina natural ocupa el centro de la pintura. Veamos.



Se da un aire a las piscinas de Maruo, ¿no? Pero eso no es todo. Maruo utiliza en su obra los cisnes de manera abundante y simbólica, ya que tradicionalmente se consideran una representación fálica (que se lo digan al cachondo de Zeus). Y El Bosco, aunque allá al fondo y difícil de distinguir, también: una barca con forma de cisne contiene a dos amantes que, para colmo, son una muestra de amor interracial.



Hay más homenajes a la pintura por supuesto, pero aunque muchos de los dibujos de Maruo resuenan en la memoria, no acabamos de dar con los referentes concretos. Ayuda, por dios. Pasamos por tanto a otra disciplima artística también bien representada en La extraña historia de la Isla Panorama; la escultura. Si de pintura no tenemos mucha idea, de escultura menos, pero al menos podemos ofrecer unos pocos parecidos razonables, dos de ellos referidos a sendas obra de Juan de Bolonia. La primera de ellas, El rapto de las sabinas (1582).



La otra escultura de Juan de Bolonia que Maruo decide introducir en su libro, y que cuyo nombre y ubicación incluso menciona de manera explícita, es El Coloso de los Apeninos (1581), también conocida como Apenino.



Más escultura. Maruo recicla la grotesta Fontana del Bacchino del siglo XVI de Valerio Cigoli (no confundir con la Fontana del Bacchino de… Juan de Bolonia, claro).



De la escultura damos el salto al cine, en concreto al cine mudo, que parece ser el que más atrae a Maruo. Al menos, Metrópolis, la película de Fritz Lang, cuenta con varios homenajes a lo largo del presente libro. Uno de ellos es el «mascarón de proa» de una locomotora, que es prácticamente idéntico al robótico rostro de María.



Y aquí está el segundo homenaje a Metrópolis, aunque es probable que el homenaje sea a «algo» anterior a Metrópolis en lo que se inspiraron los decoradores de la película.



Efectivamente, tenéis buena memoria y esa boca puerta la habíais visto antes, como mínimo en el primer tomo de Kitaro de Shigeru Mizuki.




Pero no es que Maruo haya decidido usar a Mizuki como modelo, sino que ambos beben de la misma fuente. O mejor dicho, del mismo jardín (de nuevo un jardín, claro), el Jardín de Bomarzo en Italia, que contiene esta famosa Boca del Ogro.




Retomando el tema cinematográfico, hay algún otro homenaje al cine mudo, pero preferimos que seáis vosotros quienes nos lo descubran. Otra disciplina que no escapa al ojo de Maruo es la fotografía, y además de utilizarla como referencia para la representación de algunas calles del período Showa y de las gentes de la época, se marca este homenaje tan obvio a Edgar Allan Poe (claro, hay que tener en cuenta que La extraña historia de la Isla Panorama adapta una novela de Edogawa Rampo, seudónimo que no es otra cosa que la transcripción fonética que haría un japonés del nombre del escritor norteamericano).



Lo dicho, cualquier otro «parecido razonable» que hayáis encontrado en La extraña historia de la Isla Panorama, se recompensará. Y para terminar, algunos otros homenajes de Maruo que encontramos a la vez que este otro y que no publicamos en su momento. Como por ejemplo, el que dedica a Christopher Lee en la película de 1972 Dracula A.D. 1972 (Alan Gigson, 1972), que se tirulo en España Drácula 73.




O este otro, homenaje a El gabinete del Dr. Caligari (Robert Wiene, 1920), que encontramos aquí




…aunque en realidad la que nos puso sobre la pista fue esta otra ilustración:



El cine alemán gusta a Maruo, especialmente aquel con toques expresionistas, como puede ser el Nosferatu, el vampiro de 1922 dirigido por Friedrich Wilhelm Murnau.



Y tampoco se libró del homaneje la reinterpretación de esta película que dirigió Werner Herzog en 1979 con el título Nosferatu, el vampiro de la noche.



Pero de nuevo,  ¿queréis ayudarnos a identificar más homanejes de Maruo? Porque en el sitio donde encontramos estas últimas imágenes hay muchas más, y seguro que unas cuantas de ellas están inspiradas en películas. Por nuestra parte, esto es todo. Ahora es vuestro turno.