Así era José González

Josep María Beà ha contactado con nosotros para recordar en público a su amigo recientemente fallecido, Pepe González, como ya hiciera en La Cárcel de Papel. Nuestras palabras sobran, os dejamos con Josep María.

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Cartel promocional de 1959. José González sentado micrófono en mano, Josep María Beà en el centro con guitarra.


José González, desde muy joven, poseía una capacidad innata para aprender en muy poco tiempo cualquier técnica empleada para la realización de dibujos e ilustraciones. Le ponías los materiales en su mesa (de no ser así, no había experimento), los miraba pensativo, comenzaba a trabajar con ellos y al rato la cosa funcionaba como un acto de magia. Nunca lo vi encallarse ante el uso de cualquier material: utilizó los lápices de color, el gouache, la caseína, la anilina, el óleo, la aguada, el carbón, la acuarela, o todo junto si cabe, y siempre con unos resultados sorprendentes. Pero se cansaba muy pronto, daba la impresión de que su interés sólo existía durante el trayecto de experimentación , conseguir el dominio de la técnica era el límite.

Pero si en José González hubo algo realmente asombroso fue su versatilidad, una pasmosa facilidad para ejercer con éxito aquellas disciplinas artísticas que más le atraían. De la noche a la mañana conseguía ser un humorista desternillante, un parodiador envidiable, un buen actor y, sobre todo, un cantante extraordinario (no exagero, de verdad que no exagero).

A finales de los 50, formamos un grupo, “Los Dálmatas”, yo tocaba una Framus y Pepe cantaba en inglés sin saber inglés y los guiris lo miraban raro pero colaba. Durante tres años, en verano hacíamos el típico recorrido de hoteles y terrazas de la Costa Brava. En una ocasión, un tipo de la discográfica Vergara, tras una actuación en Lloret, citó a Pepe para una prueba de estudio, ¡saltamos de alegría, era la fama!: Pepe no se presento a la audición. Para qué ir si ya sabía cantar. Así era José González.