Haw! (Ivan Brunetti)

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Haw! (Ivan Brunetti). Dolmen, 2006. Rústica. B/N. 96 págs. 8,95 €


Haw! viene precedido de un aura de tebeo maldito por la retirada que sufrió de las estanterías de FNAC, lo que hasta cierto punto, y obviando el tema de la sustracción de libertad de expresión que supone, puede haberle hecho ganar puntos gracias a la publicidad adicional obtenida y a la etiqueta de trasgresor que tal hecho le otorga. Pero sinceramente, no es para tanto, puede que en sus páginas se traten temas tan espinosos como la pederastía, la necrofilia, la escatología, la mutilación, la tortura, las aberraciones sexuales, y siempre desde un prisma de humor negrísimo, pero a poco que uno haya leído tebeos, tampoco es que se vaya a sorprender demasiado. Vuillemin ya hacía chistes de este tipo hace muchos años (y también sufrió la censura, mucho más dura, de su Hitler = SS en Alemania), y antes que él los hacía Reiser, y el cine y la televisión se han encargado de insensibilizarnos ante cualquier atrocidad que pueda cometer el ser humano. Entonces ¿por qué se retira Haw! de las estanterías de un centro del ocio, si la incorrección política en la que incurre no es nada que no estemos ya acostumbrados a ver? Posiblemente por que es un tebeo, y claro, los tebeos son para niños, y hay que protegerlos de estas cosas…

Haw! es una recopilación de chistes gráficos de una página cargados de un humor negrísimo donde no se deja títere con cabeza. Brunetti se ríe del SIDA, de las lesbianas, de la hipocresía y la represión sexual, del asesinato, del sadismo, de la necrofilia, y nos invita a reírnos con él. Y ahí es donde reside el mayor problema de este cómic. En que no todo el mundo se ríe con las mismas cosas, y los temas abordados por Brunetti no son tal vez los que van a promover la risa de un mayor número de personas. Hace falta tener una predisposición para disfrutar de este tipo de humor, vamos, que no es muy recomendable dejárselo a nuestra abuela cuando vuelva de misa, bajo riesgo de tener que volver a la iglesia a celebrar su funeral por paro cardíaco. Sin embargo, más de uno y más de dos tendrán la sensibilidad requerida para disfrutar de estos chistes macabros y salvajes, que, aunque parezca o algunos quieran ver lo contrario, no hacen apología de nada, sino que simplemente tratan de arrancarnos la carcajada colocándonos en la posición del hijodeputa que muchas veces somos y que nos hace reír de la desgracia y el dolor ajeno. Y digo bien, tratan de hacernos reír, porque lo cierto es que en muchas ocasiones es imposible. No porque el chiste sea demasiado salvaje, sino por la falta de ironía (no en todos los casos) y lo grueso del humor. Demasiada sal gorda en esta receta de Brunetti. Además, la acumulación de chistes hace un flaco favor al impacto que provocan, de modo que a mitad del libro uno ya está completamente insensibilizado ante la siguiente brutalidad que Brunetti plantea, y dada la escasa gracia de muchos de los chistes, poco queda por salvar.

El propio Brunetti afirma en el libro que en este trabajo se recopilan algunas de sus primeras creaciones, y es el primero en reconocer que tampoco son excesivamente graciosas en la mayoría de las ocasiones, con lo que hay que tomar el cómic como lo que es: una recopilación de chistes groseros, sin demasiada inventiva, con tendencia a tratar de escandalizar más que a hacer reír, y, eso sí, dibujadas con un estilo bastante interesante. A mí, aunque me ha parecido curioso como experimento personal del autor, me ha dejado muy frío como lector, y no ha conseguido arrancarme ni una sonrisita, aunque sé que más de uno se partirá de risa…

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Brunetti es un tipo con unos gustos muy interesantes (como demuestra la antología que ha editado recientemente) y con un grafismo que ha evolucionado hacia una estilización muy cercana al cartoon y al chiste del The New Yorker, y de hecho esta publicación le ha escogido para ilustrar una de sus últimas portadas (que podéis ver aquí). Su serie Schizo, partiendo de un planteamiento cercano al de Haw!, parece haber cosechado mejores críticas que éste, así que esperemos que Haw! no sirva para cerrarle puertas en nuestro país en lugar de abrírselas…

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No merece una relectura, pero es óptimo para nivelar esa mesa que cojea

el tio berni