París-Londres (Joann Sfar)

parislondres_cover.jpg
París-Londres (Joann Sfar). Ponent Mon, 2006. Rústica con solapas. B/N. 104 págs. 16€


Al paso que vamos, pronto las ediciones españolas se podrán dividir en dos grupos: “tebeos de Sfar” y “resto de tebeos”. ¡Pero qué hombre tan prolífico! Hay en Sfar una urgencia, una necesidad de dejar constancia de todas sus ideas, todas sus sensaciones, de dejar que su imaginación se desboque en todas las direcciones imaginables, que sus lectores no podemos sino agradecer, porque hay un tebeo de Sfar para cada lector. O varios. O incluso todos.

París-Londres es una aventura con todas las de la ley. El tebeo empieza con la acción ya comenzada, e incluso el final, con epílogo y todo, deja una sensación de continuidad que nos hace pensar que los personajes de la historia viven en constante aventura. Los personajes, esa es otra: malvados con un séquito de clones y un harén de 800 mujeres ninfómanas, detectives, faquires que se comunican mentalmente con monstruos utilizando métodos poco ortodoxos, regios arponeros que recuerdan al capitán Achab de Mellville, cowboys, detectives… Toda una caterva de personajes con una gran carga referencial, tanto a la literatura de aventuras como a los mismos personajes de Sfar que se nutren de esa literatura: Ossour es uno de los personajes del Profesor Bell de Sfar, el propio Comendador Crow se asemeja a Bell, que a su vez es un homenaje a Sherlock Holmes, y se menciona a Petrus Barbygère, protagonista del ábum doble del mismo título guionizado por Pierre Dubois y dibujado por Sfar. Si a eso sumamos naves submarinas juliovernescas como el Narval, y barcos como el París-Londres que da título al álbum, tenemos que este álbum es la versión sfariana de La liga de los caballeros extraordinarios. De hecho la trama en sí, alocada y sugerente, pasa prácticamente desapercibida, engullida por la acción y la sensación de aventura constante.

A diferencia de otras de sus obras como Pascin y El gato del rabino (y más disimuladamente El valle de las maravillas), en París-Londres Sfar no adopta un tono introspectivo y analítico de la condición de la condición humana, y nos encontramos con un tebeo más en la línea del Profesor Bell o La Mazmorra, donde por encima de todo prima el entretenimiento que proporciona una aventura bien contada y emocionante, pero pasado por el filtro irónico y absurdo de GK Chesterton. Si en El minúsculo mosquetero de Sfar nos encontramos con un folletín de aventuras a la francesa (al menos en su lectura más superficial), este París-Londres sería su equivalente a la inglesa. A lo largo de las 100 páginas del cómic asistimos sin descanso a persecuciones, tiroteos, rescates, interrogatorios, planes maquiavélicos para someter países, en una montaña rusa de acción que atrapa al lector desde la primera página. Eso sí, Sfar no sería Sfar si no entreabriese ligeramente la puerta al surrealismo, patente en escenas como la del personaje que llora porque los pasteles están hechos sin amor, el viaje subacuático de uno de los protagonistas, o las conversaciones con las inquietantes mujeres del malvado. Otra de las preocupaciones que Sfar no esconde y que se manifiestan en casi todas sus obras es el sexo, explicitado aquí en la figura de las libidinosas mujeres antes mencionadas. Una de ellas resume muy bien lo que parece ser la postura de Sfar respecto al tema: “Señor, no entiendo nada de lo que dice. Me gusta hacer el amor, igual que me gusta comer o leer libros”. ¡Ah! Y por supuesto no falta la mención a los judíos.

parislondres.gif


El dibujo de Sfar es como casi siempre, urgente pero efectivo, con cambios constantes que van del dibujo abigarrado y detallado de algunos escenarios a la máxima simplificación y al minimalismo en otras escenas. Además, mediante el uso de distintos recursos estilíticos, Sfar es capaz de dar a cada escena la atmósfera adecuada y a cada personaje la expresividad que requiere en cada momento. Merecen una mención especial las mujeres dibujadas por Sfar, que con cuatro trazos consigue dotarlas de gran belleza y de expresar en ellas un aura sugerente a la vez que perturbadora. Otro detalle que ayuda a disfrutar del libro es la edición de Ponent Mon que, como de costumbre, es excelente.

París-Londres me ha dejado un buen sabor de boca (aunque lo cierto es que cuando se trata de aventuras prefiero al Profesor Bell, que es menos loco y más clásico en sus narraciones), así que os invito a que subáis a bordo del París-Londres y crucéis el canal en una loca aventura con el capitán Sfar.

3
Bueno, este es el nivel medio que habría que pedir a cualquier tebeo


el tio berni