Río abajo (Pascal Rabaté)

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Río abajo (Pascal Rabaté). Norma, 2008. Cartoné. 96 págs. Color. 19,50 €


Aunque publicado hace ya unos meses por Norma, en una edición impecable, es ahora cuando he podido hincarle el diente a este álbum que nos llega desde Francia de la mano de Pascal Rabaté y titulado Río abajo.

En él, nos encontramos la historia de los días que transcurren tranquilos para los habitantes de un pueblo francés sin determinar, que podría no diferir mucho de cualquiera de los nuestros… o sí, aunque estas similitudes y divergencias provienen, fundamentalmente, por los personajes que conforman la población humana: los típicos parroquianos del bar, clientes fijos con cantinelas igualmente aseguradas que comentan lo divino y lo humano; los vecinos que saben de idas y venidas, comentando todas ellas; y el amigo con quien salir de pesca y que guarda más de un secreto a buen recaudo, que sorprenden a Émile, el protagonista de esta historia y que van a trastocar su pacífica vida de un modo absoluto, volviendo a sentir el gusanillo de querer vivir la vida, lo mucho o poco que le reste. Porque lo que diferencia la historia Émile de otras muchas contadas es la edad que tiene: no es un principiante en esto de la vida, pero inmerso en su rutina de viejo viudo jubilado, en la que los días transcurren pacíficos y rutinarios, pero cómodamente seguros.

Esta vida planificada entre idas y venidas, con su cochecito de licencia, al bar, al mercado y, sobre todo, a pescar al río, llega a su fin con la repentina muerte de su compañero de pesca y la revelación de sus secretos. Toda una iluminación que le da un nuevo enfoque a la vida de nuestro protagonista, hace que ponga bajo un foco lo que le aguarda, que sea poco o mucho, merece la pena ser vivido. Dicho y hecho: papeleo a punto, cierre echado, cochecito en marcha, carretera y manta.

Y así se embarca Émile en el que se supone un viaje sin retorno que le conducirá a la casa que le vio convertirse en hombre y que azares del destino, le convertirá en un hombre nuevo, de nuevo, haciendo verdaderas las frases que lucen en la portada del álbum sobre el sexo, las drogas y el rock and roll.

Pascal Rabaté no es un recién llegado a este mundillo de los tebeos y consigue en este álbum llevarnos de la mano durante un viaje de ida y retorno: de ida, a pesar de creer que se sabe todo, que se está de vuelta de todo y de retorno a la vida, a eso tan francés de joie de vivre, las ganas de vivir, pues como dijo aquel “la vida es lo que ocurre mientras hacemos planes para vivir”. Es fantástico llegar a comprobar que, a pesar de los años vividos y acarreados a la espalda, aún podemos seguir descubriendo cosas nuevas sobre el mundo cambiante que nos rodea y sobre nosotros mismos. Tal vez ésa sea la meta de esta especie de viaje iniciático con vocación de final: saber de lo que se es capaz, de las posibilidades casi ilimitadas de nuestra capacidad de asombro, de saberse curiosos y de tener ganas de conocer los por qué de ciertas cosas y sentimientos, que afloran, aunque parecían perdidos hace tiempo o –como mínimo- aletargados por su paso inexorable.

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Decíamos que este autor no acaba precisamente de iniciar su carrera con este volumen único, que resultó premiado en el año 2007 con el Premio a la Crítica francesa (ACBC) al Mejor Cómic, y acomoda el lenguaje gráfico a la trama que desea contar de manera más que adecuada. La historia, amable en el fondo, no puede por menos que serlo en la forma, por lo que nos encontramos con un dibujo de líneas suaves y cuidadas, que definen perfectamente a cada uno de los personajes que entran y salen de escena sucesivamente, con un puntito de caricatura, acentuada por la importancia que cobran las expresiones gestual y facial de todos y cada uno de ellos, teniendo en cuenta que muchos son ancianos: los movimientos de estos caracteres son muy pausados, lentos y comedidos, por lo que el tiempo pasa de un modo, igualmente, suave, llevándonos de una viñeta a otra sin distorsiones no elipses: todo queda explícitamente explicado, expuesto, pareciendo que el autor no haya querido dejar nada al azar ni a la suposición, detallando con minuciosidad cada recoveco de la historia, como si temiese porque perdamos alguno de los preciados momentos que aún le restan por vivir a Émile.

Asimismo, el color sigue este tranquilo discurrir que predomina durante todo el álbum y lo hace de igual forma: es decir, con suavidad, sin dejar de lado ningún color, pero sin estridencias. Incluso en los momentos amargos y complicados que se suceden, las tonalidades están acompañando a la historia y el dibujo, sin alterarlos, como un componente más, muy bien avenido, sin querer destacar.

“Bien está lo que bien acaba”: nada mejor que un refrán para concluir una historia de este tipo, ya que con este Río abajo, Pascal Rabaté ha sabido tocar la fibra sensible (sensiblona o sensiblera opinarán otros) de esta lectora , a quien ha conseguido mantener atenta a lo que sucedía, con una sonrisa durante la mayor parte del tiempo y con una agradable sensación al final.


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Bueno, este es el nivel medio que habría que pedir a cualquier tebeo


Mar