Rara avis (Benlloch & Suárez)

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Rara avis (Benlloch & Suárez). Polaqia, 2008. Rústica. 72 págs. B/N. 9,50 €


Si ser dibujante de cómics profesional en España es duro, imaginaos lo que debe suponer ser guionista. Esto provoca que el número de autores dedicados únicamente a escribir cómics sea reducido, lo que, junto a la ventaja de no tener que compartir los exiguos beneficios generados por la mayoría de obras autóctonas, provoca que muchos dibujantes decidan convertirse en autores completos, muchas veces en detrimento del resultado final. Pero incluso en el caso de que un dibujante considere la posibilidad de aliarse con un guionista nacional de calidad, ¿de cuántos nombres constaría su lista de candidatos? Posiblemente no muchos. Y posiblemente Kike Benlloch sería uno de ellos.

A lo largo de ya una década, Benlloch ha dado muestras de su buen hacer en el campo del guión, y desde 2002, con la publicación de Freda en colaboración con Alberto Vázquez, se ha ido labrando una bibliografía de historietas largas coherente y con personalidad propia que además ha servido para que dibujantes más o menos noveles sacasen a la luz su propia calidad. El citado Vázquez, Manel Cráneo (Dámsmitt), Diego Blanco (Pinche mundo) y ahora Iván Suárez han aportado cada uno a través de su particular estilo una nueva capa de pintura al bien amueblado universo temático de Benlloch. Los géneros y los personajes pueden ser dispares, pero subyacen casi siempre unas preocupaciones hondas que van más allá del mero entretenimiento, algo que en este Rara avis se lleva al extremo, desnudando el núcleo de la historia de adornos de género. ¿He dicho que no es una obra de género? Bueno, no y sí. En Rara avis un misterioso tatuador llamado Sebastián (como el santo que, paradójicamente vio su piel atravesada por una lanza) regresa a una ciudad donde encontrará a varios personajes con los que surgen unos extraños vínculos que le harán replantearse muchas cosas y cambiarán el rumbo de su vida al tiempo que aquellos ven trastocada su propia rutina. Un argumento visto en el cine y leído en la novela muchas veces y que bien puede constituir un género en sí mismo. Tanto el tratamiento gráfico, cercano al dibujo de Lorenzo Mattotti en Estigmas o al de Jorge González, pero más siniestro y deudor de angulaciones deformantes que recuerdan a los decorados de El gabinete del Dr Caligari (por citar un referente expresionista), como las viñetas “atmosféricas”, los diálogos crípticos, las elipsis desconcertantes y el austeriano juego de azares, dotan de un aura inquietante al relato. Un ambiente agobiante que de vez en cuando Iván Suárez rompe con grandes viñetas de la ciudad, algo más luminosas, o con amplios cielos despejados y que sirven para hacer que la historia y el lector se den una pausa y respiren.

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Los temas principales de la historia encuentran su reflejo gráfico en multitud de símbolos que abarrotan la obra: las jaulas y la casa de la baronesa como espejo de la privación de libertad que supone la falta de asunción de nuestra propia identidad, frente a la libertad de animales y plantas. El faro como símbolo de la soledad y el aislamiento, el ojo como conocimiento. La paradoja surge de nuevo en la feria, caos y azar, que sin embargo contiene la noria, destino circular predeterminado. Los hechos y reacciones de los personajes son lo suficientemente ambiguos como para dotar de nuevos sentidos a todos estos símbolos, convirtiendo Rara avis en una obra que hay que leer en el sentido más interpretativo del término para disfrutar en su totalidad. Como sucede en obras anteriores de Benlloch, sólo a través de la voluntad, la imaginación o el descubrimiento de la propia esencia se puede trascender y eludir el antes y el después, los recuerdos y el destino. Porque finalmente pasado y futuro se retroalimenta como una cinta de Moebius, y hay que estar atento a los pequeños detalles que nos dan pistas sobre el devenir circular del relato. Rara avis es una obra difícil en el sentido de que exige un cierto pensamiento abstracto por parte del lector, que además debe rellenar los huecos que tramposamente se le ocultan y asumir los golpes de efecto asesta la historia. Es también una obra bella gracias al dibujo de Iván Suárez, en el que dominan los contrastes, tanto en la línea como en la imbricación de masas de blanco y negro. Ya en sus anteriores relatos cortos, que pudimos leer en la revista Barsowia, el carácter ilustrativo del dibujos obligaba al detenimiento y transmitía sensaciones más que acciones, algo que podría haber sido un lastre en otro tipo de historias pero que casa a la perfección en Rara avis no sólo por el tono del relato, sino porque las secuencias se han planificado teniendo muy en cuenta el aspecto gráfico. Un estilo muy original dentro del panorama español que convierte a Suárez, que firma aquí su primera obra larga, en un nombre a seguir.

El libro lo edita Polaqia con cariño, que como asociación cultural que es empleará todos los beneficios obtenidos (si es que hay alguno) en seguir editando cómics. Y trato de daros un último empujón con la puntuación: aunque este libro lo colocaría un pasito por detrás de Dámsmitt (pero es que Dámsmitt son palabras mayores), justo al lado de Pinche Mundo, se lleva un cuatro porque creo que ya es hora de que Benlloch reciba el reconocimiento que merece y porque el redescubrimiento de Suárez es un regalo.

4
Excelente, tebeos como este hacen grande el cómic.



el tio berni