Deogratias (Stassen)

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Deogratias (Stassen). Planeta, 2008. Cartoné. 80 págs. Color. 10,95 €


¿Cuántas historietas conoces que se desarrollen en África? De entre ellas, ¿cuántas están protagonizadas por africanos? Y de entre el reducido número al que probablemente se ha reducido la selección, ¿cuántas tratan temas sociales y políticos? Por lo que a mí respecta, pocas. Y ya sólo por eso, Deogratias resulta interesante.

Jacques Tardi ha retratado como pocos la Primera Guerra Mundial, Art Spiegelman regaló una obra maestra al medio trasladando a la historieta el relato de su padre, un superviviente de la Segunda Guerra Mundial, Joe Sacco nos ha acercado el conflicto balcánico y la mortífera tensión en Palestina, Marjane Satrapi a la situación en Irán… decenas de guerras en los cómics, y tan pocas que muestren el sufrimiento en África y sensibilicen mínimamente al lector de cómics… Jean-Philippe Stassen ha recorrido mundo, y no precisamente el mundo idílico de los países desarrollados: Marruecos, Mozambique, América latina y, finalmente, Ruanda, donde se ha instalado por el momento. Y es desde esta posición de observador cercano (por conocimiento e implicación) y alejado al mismo tiempo (por bagaje cultural y capacidad de huída) que Stassen relata la degradación moral, social y política de Ruanda, un país hundido en el fango del genocidio ante la mirada indiferente del mundo que irónicamente se autodenomina civilizado.

El autor construye su relato sin estridencias, aportando un contexto para la historia en tiempo presente a base de largos flashbacks en los que va destapando las semillas del odio que posteriormente dará lugar a la tragedia. Siempre sin cargar las tintas ni tratar de ganarse al lector mediante el melodrama y desarrollando unos personajes que representan a algunos de los distintos elementos sociales implicados: los militares en “misión de paz”, los religiosos, los hutus y los tutsis. Y el joven Deogratias, protagonista de la historia o tal vez sujeto pasivo de los acontecimientos, como nexo de unión entre todos ellos y a la vez como reflejo de la degradación de su entorno. Mediante los flashbacks conocemos su paso de niño a hombre, su formación como adulto. Mediante la trama en tiempo presente asistimos a su involución a un grado casi animal acosado por la culpa. Su desconfianza, su progresiva caída en el pozo de la locura y su temor a los perros que devoran los cadáveres son paralelos a la situación que le rodea y de la que se convierte en receptor empático. La historia salta de los momentos posteriores a los anteriores a la matanza. De este modo, Stassen no sólo dispone de más espacio para el desarrollo de la trama y la interacción entre personajes, sino que en cierto modo esquiva la posibilidad de crear un impacto en lector basado precisamente en casi lo único que los medios de comunicación han hecho llegar al resto del mundo.

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Stassen dosifica muy bien las escenas y los saltos temporales, creando un crescendo dramático que no estalla hasta las últimas páginas, las únicas en las que se atisban los efectos de la tragedia cuya sombra ha sobrevolado toda la obra. Este es probablemente el mayor acierto de Deogratias, con una estructura formal muy cuidada y eficaz. En el aspecto gráfico, la alternancia de escenas diurnas y nocturnas permite alternar colores cálidos y fríos que trasladan al lector con eficacia al escenario propuesto y confieren una sensación de realismo mediante tonalidades que se asocian inmediatamente con el continente africano. El dibujo es preciso y muy evocador, y aunque es evidente que Stassen es capaz de dibujarlo prácticamente todo y ser extremadamente detallado cuando quiere, no cae en el error de dar una lección de virtuosismo y en todo momento supedita el acabado gráfico a los requerimientos de la historia.

En 2000 Stassen ganó con esta obra el premio Goscinny. No me extraña.

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Bueno, este es el nivel medio que habría que pedir a cualquier tebeo


el tio berni