La misma diferencia y otras historias (Derek Kirk Kim)

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La misma diferencia y otras historias (Derek Kirk Kim). Astiberri, 2006. Rústica. B/N. 144 págs. 14 €


De un tiempo a esta parte noto cierta fascinación por leer tebeos autobiográficos que incluyen, en mayor o medida, apuntes de la vida del autor. Supongo que en todo ello hay más que una mirada curiosa, algo más allá de averiguar el Por qué he matado a Pierre, por qué el diario de unos autores me reclama o por qué alguien, en apariencia tan lejano, como un coreanoamericano llegue a contar su historia de una manera que no puede dejarme indiferente. ¿Somos tod@s tan parecid@s? ¿Los sentimientos son tan universales que rebasan las fronteras de las épocas y las distancias? ¿Nada ha cambiado en nuestras almas desde los mitos griegos?
Seguro que estos clásicos no pasaron por la experiencia de ir al instituto o a la universidad, aunque sí sabían del paso entre la adolescencia a la madurez, pero la cultura estadounidense ha encontrado un filón en este tema, recurrente desde las últimas décadas y extrapolable a una gran parte de la sociedad de su ámbito de influencia y que ya ha entrado a formar parte de la cultura popular y –como no podría ser de otra manera- influye en otra, relativamente nueva también, forma de expresión artística como es el cómic.

Así nos encontramos en este volumen, editado con el cuidado de la marca de la casa por Astiberri, en su colección Sillón orejero, a cargo de Derek Kirk Kim con un compendio de historias cortas (y cortísimas) en las que nos narra retazos de su vida o de experiencias, más o menos propias, tamizadas. La que da título al tomo La misma diferencia nos presenta a un trío de amigos, que pronto se convierte en par, unidos por un pequeño secreto de su pasado en un caso y de su presente, en el otro. En el intento de enmendar lo que se considera un error, una mancha en la autoconfianza que le impide avanzar, llevará al chico a su ciudad de origen, donde –casualmente- se intercala el sujeto activo del secreto de su amiga. El destino es caprichoso y se empeña en jugar con ellos, poniéndoles en bandeja las situaciones para que se “obliguen” a presentarle batalla: no se van a ir de rositas, no… aunque siempre hay tiempo para los buenos diálogos, llenos de confianza mutua y confesiones, dejando aflorar los sentimientos, mezclándolos con el humor para no dejarse ver demasiado, liberando un poco, al memos, el alma de presiones que les impiden seguir avanzando, a cualquiera que sea el lugar a donde se termine por llegar para partir de nuevo.

Del resto de historias, particularmente elijo Súper sin plomo e Isla. En la primera, el chico se encuentra atrapado entre la desilusión del matrimonio de sus padres, al parecer incapaces de convivir juntos ni separados, ni de hablarse, sin entender cómo han podido llegar hasta ese punto. El hijo se escuda en su habitación, su parcela interior para no tener que seguir siendo la persona cuerda en semejante historia. En la segunda, el autor se plantea el por qué está solo. Nos dice: “Pero a veces me pregunto, me pregunto si no estaré engañándome a mí mismo para no ser infeliz. No lo sé… porque no sé cuál es la diferencia”. Son cuatro viñetas, muy significativas, pero sólo cuatro para llegar a esta conclusión demoledora, sincera, profunda y desnuda. Toda una declaración de principios … o no, porque hay cosas que aún no se saben, que están por descubrir, para bien, para mal o para lo que sea.


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La mayoría de las historias están impregnadas por una serie de vivencias que nos dejan entrever la duda, el miedo, el dolor, la inseguridad que se nos ponen delante cuando se avecinan cambios para los que no sabemos cómo responder, si la pasta de la que estamos hechos será flexible y aguantará en las mejores condiciones posibles el paso a la siguiente fase, que –por otra parte- está ahí y es irremediable o terminaremos por rompernos, sin aguantar su embate. Menos mal que siempre nos queda el humor y los buenos amigos: ¿Qué sería de cada cual sin el unos y sin los otros?

El dibujo varia según la historia. Así nos encontramos una especie de monigotes esquemáticos y extraños, en la dura Entrevista con un humano; pasando por los seres-juguetes de Oliver Pikk con un perezoso como «Pepito Grillo» particular; el trazo se vuelve cómico en “El pozo” y en Apreciación desagradecida donde recoge, en primer lugar, sus desencuentros con los compañeros del instituto, las chicas y su especial relación con la religión (de la que nos deja expuesta bien claramente su opinión en ésta y otras historias) y en la segunda, sus primeras experiencias –sobre todo de índole escatológico- a su llegada a Corea, con dibujos caricaturescos. En Emo Rock Hyung y San Valentín, el trazo es depurado pero con un tono fresco y divertido, muy adecuado al tono de ambas historietas. Más oscuro nos presenta en El sonido, también basada en un recuerdo de la época del instituto. El dibujo es más similar, con un trazo cuidado, con líneas más depuradas en la principal historia del volumen La misma diferencia y en las que restan, aunque éstas presentan más sombras que luces, un tono más amargo y oscuro, al igual que lo que se narra, y llevan por título: Obstáculos, Arrancar y Súper sin plomo, donde nadie regala nada y todo cuesta un imperio y así nos lo hace sentir con el dibujo.

Derek Kirk Kim, un autor versátil, que se mueve con soltura en el campo del humor y de los sentimientos y así nos lo transmite al contárnoslo en esta “La misma diferencia”, título que ya nos deja apreciar que todo es igual y todo es diferente, como la vida misma o como cada cual… o no.


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Bueno, este es el nivel medio que habría que pedir a cualquier tebeo


Mar