El Salón (Nick Bertozzi)

elsalon.gif
El Salón (Nick Bertozzi). Astiberri, 2008. Cartoné. 192 págs. Color. 22 €


El Salón, de Nick Bertozzi, es interesante por partida doble. Por un lado tenemos el trabajo de un artista independiente, esto es, interesado en realizar proyectos personales en los que pueda desarrollar sus ideas y sus técnicas narrativas, y por otro nos encontramos ante una obra poco pretenciosa y entretenida, aunque no vacía de segundas lecturas. Mientras otros se decantan por la autobiografía o por la vaga representación del vacío existencial, para plantear sus ideas sobre las posibilidades del medio Bertozzi construye una parábola paralela a un thriller, con el atractivo añadido de que los personajes, sin ser “marcas registradas” del cómic, sí que son personajes reales sujetos a situaciones fantásticas, aunque conservando su idiosincrásia. Lo se viene llamando ficción histórica, vamos. El autor queda en cierto modo constreñido por unos personajes históricos cuyas personalidades debe tratar de reflejar con cierta fidelidad, pero también se toma todas las licencias necesarias para urdir una trama detectivesca y criminal que insufle vida y emoción al relato (o, al menos, esa es la idea). Vayamos por partes.

En este cómic, Nick Bertozzi recrea, en el París de 1907, el círculo artístico formado alrededor de Gertrude Stein (El Salón), incluyendo a Pablo Picasso, Guillaume Apollinaire y Georges Braque entre otros. Unos misteriosos y brutales asesinatos se están llevando a cabo en la ciudad y El Salón, a través de su relación de dependencia de cierta absenta con propiedades místicas, tiene mucho que ver con ellos. Esta trama será la que mueva a los personajes por las páginas del libro, si bien a la larga resulta ser lo menos interesante y también lo menos conseguido, sobre todo por el poco inspirado (a mi parecer) final. Sin embargo Bertozzi logra captar el interés del lector cada vez que retrata a los geniales y rompedores artistas en sus actividades “reales”. En paralelo al descubrimiento del misterio tras los asesinatos, asistimos al descubrimiento del cubismo de la mano de Braque y Picasso. Aunque poseen personalidades contrapuestas, su concepción del arte, divergente en algunos puntos, los acerca y convierte en amigos en búsqueda de un nuevo modo de representar la realidad en la pintura. No sé si por la cercanía del personaje, por su energía vital o porque es el favorito de Bertozzi, Pablo Picasso acaba eclipsando a sus compañeros de “reparto”, convirtiendo cada una de sus apariciones en un momento álgido del libro. Además, Bertozzi aprovecha al personaje para expresar su idea de que el cómic y la pintura, aunque distintos, han podido alimentarse mutuamente y son ramas del mismo árbol del arte, y parece sugerir que, al igual que la pintura ha sido capaz a lo largo de la historia de encontrar nuevos caminos expresivos, el cómic puede y tal vez debe seguir ese camino. Pero El Salón tiene más miembros, y la relación de Gertrude Stein con su hermano y su amante, narrada también con inteligencia y basada en el desarrollo de los personajes, será otro de los puntos fuertes del relato. Es difícil decidir en este libro si los personajes están muy exagerados o no: no cabe duda de la excentricidad histórica de algunos de ellos y la época desde luego era propicia para todo tipo de boutades.

elsalon1.gif


En el aspecto gráfico, Bertozzi realiza un trabajo muy interesante. Si en Houdini: El rey de las esposas vimos su dibujo conscientemente simplificado para acercarse a un público juvenil y no necesariamente relacionado con la historieta, en El Salón emplea toda una batería de recursos gráficos, como el uso del color, que varía con cada cambio de escenario remarcando el cambio temporal en combinaciones generalmente de dos colores, uno para el fondo y otro para los personajes. Esto, por sí solo, ya añadiría un grado de profundidad a sus viñetas, pero es que además Bertozzi es capaz de dibujarlo todo desde todos los ángulos posibles, y la inserción de personajes en segundo o incluso tercer plano dota a sus páginas de un halo tridimensional. Esto, y la variación en los planos, son especialmente importantes si tenemos en cuenta que las páginas de El Salón se estructuran en retículas rígidas de cuatro viñetas ligeramente alargadas dentro de la página apaisada, tal vez en homenaje a las tiras de periódico. Con el detallismo en los fondos logra crear una ambientación rica que hace más creíbles las evoluciones de sus personajes históricos, y su trazo suelto, sin ser claramente caricaturesco, no elude ciertas licencias, y así, Picasso da la sensación de estar dibujado por él mismo. Pequeños detalles que enriquecen una obra que, sin ser redonda, se lee con interés y hace patentes las habilidades narrativas de su autor, al que convendrá seguir de cerca.

Como nota curiosa, el cómic viene “avalado” por el juico en Estados Unidos al librero Gordon Lee por vender un cómic en el que se le ve la picha a Picasso.

3
Bueno, este es el nivel medio que habría que pedir a cualquier tebeo


el tio berni