Sarvan

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Recientemente Manuel Darías dedicaba un artículo a Sarvan, de Antonio Segura y Jordi Bernet en el Diario de Avisos.

En 1982, el número dieciocho de la ya desaparecida «Cimoc», una extraordinaria e inolvidable revista de historietas para adultos, nos deparó una agradable primicia a los aficionados españoles. Esta atrayente novedad fue la presentación de «Sarvan», una serie de espada y brujería aderezada con elementos de ciencia ficción, realizada gráficamente por Jordi Bernet con guiones de Antonio Segura.

Desde mi primer contacto con la obra entendí que «Sarvan» no era una historieta que permitiera al lector realizar simplemente una visualización rápida de la misma. Ello podía hacerse, sin duda, pero se corría el riesgo de quedarse únicamente con el cascarón del argumento. Era necesario hacer una segunda y detallada lectura de este singular cómic para poder entender muchos de los mensajes subliminales que se ofrecían hábilmente en segundos y terceros planos de la trama, que sólo emergían con nuevas y más reposadas lecturas de la historia. Con esto, tampoco deseo expresar que el tebeo esté rígida y monolíticamente construido. El texto es flexible y puede presentar, según la persona que lo lea, diferentes matizaciones y variadas conclusiones. Y es que «Sarvan» es una creación ideal para cambiar impresiones, para charlar en tertulias sobre el Arte Secuencial, para saborear con tranquilidad una fructífera postlectura o, simplemente, para dejarse llevar en alas de la más florida y exultante imaginación.

El artículo continúa aquí, y nosotros ponemos nuestro granito de arena escaneando el primer capítulo tal como apareció en el álbum de Norma Sarvan en La Tumba de Piedra, de 1986.

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