Piso el barro, barro el piso (Juan Berrio)

piso el barro

Piso el barro, barro el piso (Juan Berrio). Autoedición, 2015. Cartoné en tela. 24 x 16 cm. 64 págs. Color. 20 €

La obra de Juan Berrio transita al menos por dos caminos diferentes, aunque se entrecrucen a menudo. Está el Berrio intimista, relator de costumbres, amable, siempre dispuesto a retratarnos como los seres de luz que deberíamos ser, habitando ciudades respirables y humanas. Es el Berrio de Miércoles y de muchas historias cortas que ha ido realizando a lo largo de su carrera. Pero además de ése, existe un Berrio fascinado por los juegos de palabras, las figuras literarias, los palíndromos y hasta las matemáticas. Hacer de este tipo de motivos el motor narrativo de una obra la acerca a cierto tipo de vanguardia literaria del siglo pasado, lo cual es interesante, porque el propio estilo de dibujo de Berrio tiene algo de la ilustración de los años veinte y treinta: esas figuras estilizadas, la limpieza del trazo…

Sin embargo, aquí y ahora Berrio es un rara avis, una voz de difícil ubicación en el panorama de la novela gráfica. Se resiste, salvo en el caso de Miércoles, a la narración larga, y no renuncia a proyectos autoeditados con mimo y cuidado en los que no hay una historia, sino juegos semánticos y fónicos, o conceptuales, donde lo interesante no es lo que se cuenta, sino el componente lúdico.

De hecho, Piso el barro, barro el piso, su último libro, se abre con una cuantas definiciones de diccionario, y entre las palabras seleccionadas está «divertimento», lo cual podemos entender como una declaración de intenciones. También se encuentran en esa página «anadiplosis» y «concatenación», y en esos recursos se sustenta todo el libro: frases encadenadas que empiezan con la última palabra de la anterior, de modo además que la última frase nos remite a la primera, en bucle. Son trece historias en total, cada una de ellas con una viñeta más que la anterior, excepto la última, una historia especial con 36 viñetas. La composición de las páginas se adapta al formato apaisado del libro y lo que tenemos es una fila de dos viñetas en cada una, donde el dibujo de Berrio respira y se luce con un color escogido con el gusto habitual; Berrio nunca emplea colores locales ni satura su dibujo de línea fina con demasiados tonos.

piso el barro

Una animación en gif con una secuencia del libro, obra del propio Berrio y extraída de su blog

Cada historia tiene cierta unidad temática. Por ejemplo, la quinta juega con nombres de mujer que sn además nombres comunes: Socorro, Rocío, Camino… La undécima es un partido de fútbol, la décima trata sobre los ligues del personaje… Porque, no lo he dicho aún, hay un personaje recurrente, un varón que va viviendo peripecias, pero sin continuidad; no es tanto un personaje como un recurso para articular los juegos de palabras; una máscara que Berrio puede poner en cualquier situación, como un personaje de dibujos animados clásicos que en una pieza es un ladrón de bancos y a la siguiente un cazador. Aunque siempre está presente una personalidad poco definida, pero perfilada: el protagonista es bastante jeta y aprovechado, aunque sea capaz de gestos nobles a veces. Se ve, sobre todo, en las secuencias con una estructura más cercana al relato: la octava, por ejemplo, donde el tipo enferma, o la última, la más larga, donde asistimos a un día en su jornada laboral. La propia lógica de la anadiplosis confiere a veces a las historias una cualidad onírica, con rápidas transiciones que imponen una ilógica asociación de ideas muy interesante. Son, de hecho, mis secuencias favoritas del libro: su encuentro con un asesino en la duodécima, por ejemplo, es magnética y fascinante como un cortometraje surrealista.

Piso el barro, barro el piso se presenta en un formato muy cuidado, consciente como es Berrio de que el formato de un libro así debe acompañar el contenido. No se trata de una obra que vaya a venderse por la historia, obviamente, sino de una colección de piezas sorprendentes, bonitas, chispeantes, con el característico humor de Berrio —sin renunciar a alguna inusual gotita de mala leche—, con un dibujo exquisito, pensado para hojear, releer y disfrutar una y otra vez del que es uno de los autores más originales del mercado actual.